26 May
El carlismo es un movimiento político español de carácter tradicionalista, que en sus orígenes defendía una vuelta al sistema político y social del Antiguo Régimen, y más adelante se convirtió en una lucha contraria al liberalismo. Desde un principio sus propósitos fueron los de conseguir el establecimiento de una rama dinástica alternativa de la dinastía de los Borbones en la sucesión al trono español. También contó con apoyos de las regiones en las que se habían instaurado los Decretos de Nueva Planta, ya que este bando los defendía. Su lema era “Dios, Patria, Rey”.
Origen del Carlismo: La Sucesión al Trono Español
La ideología del bando carlista nació en el año 1700 cuando Carlos II, último rey de la casa de los Austrias en España, murió sin descendencia. El rey había designado como heredero a Felipe de Anjou, de la dinastía de los Borbones, nieto del rey Luis XIV de Francia, y que también tenía derechos sobre esta corona. Gran parte de las potencias europeas se opusieron, ya que tenían miedo a que se creara un gran imperio entre los dos países y aumentara aún más la hegemonía de Francia. Por ello decidieron crear la Gran Alianza formada por Austria, Reino Unido, las Provincias Unidas, Prusia, Saboya y Portugal, con el fin de apoyar como candidato al archiduque Carlos de Austria, ya que ambos tenían derechos sobre el trono. Esta situación desembocó en varias guerras de sucesión a lo largo del siglo. En España el conflicto sucesorio se convirtió en una guerra civil que enfrentó a grupos sociales y a territorios. En Castilla se optó por mantener la fidelidad a Felipe V, exceptuando a parte de la aristocracia, que temían las posibles reformas y el absolutismo del rey francés. Mientras que el antiguo territorio de la Corona de Aragón, formado por catalanes, aragoneses, valencianos y baleáricos respaldó la candidatura al trono del candidato austriaco.
Causas de la Primera Guerra Carlista (1701-1714)
Las causas de esta división territorial fueron diversas y complejas. En la Corona de Aragón las razones fueron una gran eficacia propagandística, además del temor ante las tendencias absolutistas y centralizadoras del nuevo monarca. En la Corona de Castilla el apoyo estaba alentado por las esperanzas de cambio suscitadas por el nuevo rey. La primera guerra carlista comenzó en 1701 cuando comenzaron los primeros enfrentamientos armados, que no solo abarcaron la península ibérica, sino que también se sucedieron en el norte de Italia, Flandes y ultramar. Inicialmente la guerra estaba resultando favorable para el bando de la Gran Alianza, pero el candidato Francés consiguió darle la vuelta al conflicto en batallas como la de Almansa (1707) o las de Brihuega y Villaviciosa (1710). En 1711 se produjo un acontecimiento que varió el curso de la contienda, ya que el archiduque Carlos accedió al trono austriaco, por lo que perdió el apoyo de las Provincias Unidas y de Reino Unido, ya que si también conseguía España hubiera adquirido demasiado poder.
Consecuencias de la Primera Guerra Carlista
En 1713-1714 se firmaron los acuerdos que acababan con la guerra: el Tratado de Utrecht y el tratado de Rastadt, por los que se reconocía a Felipe V como rey de España. A cambio de esta paz, los ingleses se quedaron con territorios como Gibraltar o Menorca, así como adquiría privilegios en el comercio con América. Mientras que Austria recibía Flandes y diversos territorios de Italia pertenecientes a la corona española. La I Guerra Carlista supuso la perfecta excusa para introducir las primeras reformas absolutistas basadas en el sistema político de Francia. Para ello, con el fin de centralizar el país, se aplicaron a modo de castigo para las regiones que se habían sublevado en contra del rey los Decretos de Nueva Planta entre 1707 y 1716, por los cuales se suprimieron los fueros y las instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón, pasando a integrarse en los consejos territoriales de Castilla, que se convertía en el centro del gobierno de España.
La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
La Segunda Guerra Carlista tuvo lugar fundamentalmente en Cataluña entre septiembre de 1846 y mayo de 1849 debido, al menos teóricamente, al fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos María de Isidro, hermano de Fernando VII. Sin embargo, Isabel II terminó casándose con su primo Francisco de Asís de Borbón. En Cataluña habían persistido bandas carlistas que no se habían rendido tras el fin de la Primera Guerra Carlista, aunque actuaban más como bandoleros que como guerrilleros, a lo que se unió la crisis agraria e industrial de 1846, especialmente importante en Cataluña y algunas reformas impopulares de los gobiernos moderados de Narváez como las quintas, el impuesto de consumos y la introducción de un sistema de propiedad liberal que entraba en contradicción con los usos comunales de la tierra. Además de la crisis industrial que se estaba gestando en Europa y que afectó a la industria catalana, derivando en grandes dificultades económicas para los ciudadanos.
Desarrollo de la Segunda Guerra Carlista
La rebelión comenzó a finales de 1846, cuando se formaron diversas partidas guerrilleras que atacaban fundamentalmente a funcionarios públicos y a unidades militares. Estas partidas estaban integradas por grupos poco numerosos de hombres con un cabecilla, que actuaban en la zona donde tenían su residencia y eran buenos conocedores del terreno. Los cabecillas, bien provenían de los carlistas no depurados de la primera guerra y que se habían mantenido en el terreno; bien de aquellos que se habían visto obligados a huir a Francia y que regresaban aprovechando el descontento social, o bien de nuevos elementos pertenecientes a un carlismo menos absolutista. Tras constantes luchas entre el ejército liberal isabelino y el ejército carlista a lo largo de los dos años de guerra, a finales de 1848 consiguieron debilitar la resistencia de las partidas carlistas, el cual tenía menos combatientes y estaban peor equipados. En abril de 1849 se detuvo al pretendiente Carlos Luis cuando pretendía entrar por la frontera francesa en España. Debido a las persecuciones el resto de partidas carlista cruzaron la frontera hacia Francia, poniendo fin a la guerra. En junio de 1849 el gobierno publicó un decreto amnistiando a los carlistas. Más de 1.400 regresaron a España, mientras otros decidieron quedarse en Francia.
El Carlismo Tras las Guerras Carlistas
El bando Carlista se mantuvo durante más de dos siglos. Las dos primeras guerras carlistas durante el siglo XIX fueron las que tuvieron más eco social, aunque también protagonizó la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). En la Revolución de 1868 el movimiento carlista no tomó naturaleza de partido político por primera vez en su historia, dejando a un lado los conflictos bélicos para defender sus intereses por medio de la política parlamentaria. Participó como partido durante el Sexenio Revolucionario, la Restauración alfonsina y la Segunda República y tomó parte del bando sublevado en la Guerra Civil Española de 1936-1939. En el franquismo, el carlismo fue relegado por la falange y tras varias crisis internas y al no conseguir participar en las primeras elecciones al parlamento español, el partido se fragmentó, lo que supuso la decadencia del carlismo.
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