24 Dic
El Reinado de Isabel II: Oposición al Liberalismo, Carlismo y Guerras Civiles
La Oposición al Liberalismo y el Problema Sucesorio
En 1830, durante el reinado de Fernando VII, nació Isabel de Borbón, hija de María Cristina de Borbón. El rey aprobó la Pragmática Sanción, que abolía la Ley Sálica de 1713, la cual excluía a las mujeres del trono. Esta decisión impidió que Carlos María Isidro, hermano del rey y hasta entonces su sucesor, accediera al trono. Carlos no aceptó los derechos de su sobrina Isabel al trono.
Carlismo y Guerra Civil (1833-1839): La Cuestión Foral
Introducción
El carlismo fue un movimiento sociopolítico antiliberal y contrarrevolucionario que surgió en España a principios del siglo XIX, como respuesta a la implantación de una sociedad y un Estado liberal. La palabra «carlismo» apareció a finales del reinado de Fernando VII. Durante la Década Absolutista (1823-1833), los realistas puros se sublevaron en Cataluña. Estos realistas exaltados se convirtieron en carlistas debido al conflicto sucesorio de Fernando VII. El nombre del movimiento deriva de los seguidores de Carlos María Isidro. Los liberales, por otro lado, apoyaron a Isabel. Fernando VII falleció en 1833, dejando a su hija Isabel, de tres años, como heredera del trono y a María Cristina como regente. Tras la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, Don Carlos publicó un manifiesto proclamándose rey (Carlos V) y se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Así comenzó una larga guerra civil que duraría siete años.
Ideología y Bases Sociales del Carlismo
El conflicto representaba un enfrentamiento entre dos modelos de sociedad: el Antiguo Régimen y el liberalismo. El carlismo, un movimiento contrarrevolucionario y tradicional, rechazaba el nuevo orden liberal. Defendían el tradicionalismo, la monarquía absoluta de origen divino (legitimismo) y la primacía de la Iglesia católica. El carlismo presentaba una gran complejidad social, aglutinando la protesta de distintos sectores, como la nobleza rural y gran parte del clero. En contraste, la alta nobleza, la jerarquía eclesiástica, la mayor parte del ejército, la burguesía y los trabajadores urbanos se mantuvieron fieles a Isabel II. El conflicto sucesorio encubría un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país. En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército, la Iglesia y el Estado, junto con los liberales. En el bando carlista se unieron todos los opositores a la revolución liberal: pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos. Durante el reinado de Fernando VII, los denominados «apostólicos», núcleo del absolutismo más intransigente, se habían agrupado en torno a Carlos. El carlismo tuvo una fuerte influencia en Navarra, el País Vasco, la zona al norte del Ebro y el Maestrazgo, en las provincias de Castellón y Teruel. En la zona vasco-navarra, ciudades como Bilbao, Pamplona o San Sebastián se mantuvieron liberales durante todo el conflicto.
El programa ideológico-político del carlismo se resumía en el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey”. Sus principales elementos eran:
- Oposición radical a las reformas liberales: inmovilismo.
- Defensa de la monarquía absoluta.
- Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia.
- Defensa de los fueros vasco-navarros.
En el ámbito bélico, la guerra tuvo dos grandes protagonistas: el carlista Zumalacárregui y el liberal Espartero. Las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia. La guerra concluyó con el Convenio de Vergara (1839), un acuerdo firmado por Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui. En este acuerdo se reconocieron los grados militares de quienes habían luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto a los fueros vasco-navarros.
Las Guerras Carlistas
La Primera Guerra Carlista (1833-1839)
Tras la muerte de Fernando VII, los carlistas formaron partidas que dominaron las zonas rurales del País Vasco, Navarra y Cataluña, utilizando tácticas de guerrilla. Las ciudades permanecieron fieles a Isabel II. Se distinguen tres fases:
- 1833-1835: Los liberales reaccionaron tarde y el general Zumalacárregui consiguió aglutinar a los Voluntarios Realistas. La guerra se caracterizó por su brutalidad. Zumalacárregui puso sitio a Bilbao, donde resultó herido y murió.
- 1835-1837: Hubo un equilibrio de fuerzas entre ambos bandos. En Aragón y el Maestrazgo, el general Cabrera organizó guerrillas. El ejército cristino logró la victoria de Mendigorría. Don Carlos llegó a las puertas de Madrid en 1837. Los carlistas fracasaron en el sitio de Bilbao, siendo derrotados por el general Espartero en el puente de Luchana.
- 1837-1839: El cansancio por la incapacidad de derrotar al enemigo llevó a la escisión de los carlistas en transaccionistas y exaltados. Espartero llegó a un acuerdo con el general carlista Maroto en el Convenio de Vergara, que acordó la integración del ejército carlista en el isabelino. Cabrera resistió en el Maestrazgo casi un año hasta su derrota final en 1840, exiliándose a Francia.
La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
Se desencadenó por el fracaso del enlace entre Isabel II y Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro. El carlismo fue derrotado.
La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
La inició Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro. Nació un partido, la Comunión Católico-Monárquica, pero la elección de Amadeo I como rey extranjero los llevó a la guerra. Don Carlos logró victorias, pero no consiguió ocupar Bilbao. Creó una estructura estatal en Estella (Navarra). Su derrota por Martínez Campos, durante la Restauración de Alfonso XII, supuso la supresión de los fueros e instituciones del País Vasco.
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