18 Sep
Dualismo Ontológico
La Teoría de las Ideas afirma la existencia de ciertas realidades inmateriales, únicas, inmutables, eternas, absolutas, trascendentales, separadas del mundo físico, no accesibles a los sentidos pero sí a la inteligencia. Son independientes de las cosas sensibles y son imitadas por estas de forma más o menos imperfecta, a la manera como una sombra copia o imita el objeto que la produce. La Idea del Bien es la Idea suprema, representa la máxima perfección y, por tanto, lo máximamente real. Es también la expresión del orden y de la unidad del Mundo de las Ideas. Todas las demás Ideas participan de ella. Es causa de su realidad y su cognoscibilidad. Su conocimiento es el objetivo último de la educación filosófica del gobernante, se requiere para poner orden en el alma y en la sociedad.
Platón distingue dos niveles, grados o formas de la realidad: la inteligible y la sensible. Platón defiende el dualismo ontológico.
El Mundo Inteligible
El mundo inteligible es el mundo del ser, de lo estable, lo eterno y permanente, es el nivel superior de la realidad, es el nivel de lo auténticamente real. Son realidades ocultas a la vista pero accesibles a la inteligencia, son inmateriales, eternas, perfectas e inmutables. Al mundo inteligible pertenecen, no solo las Ideas, sino también los objetos matemáticos, los últimos son ontológicamente inferiores. En la cima de las Ideas se halla la Idea suprema del Bien, de la cual participan todas las Ideas.
El Mundo Sensible
El mundo sensible o visible es el mundo del devenir y de la multiplicidad, de lo que cambia, de lo que nace y muere, de lo impermanente. Representa un grado inferior de la realidad, de cosas menos reales, perfectas, estables y consistentes que las realidades inteligibles. Son los objetos que percibimos por medio de la vista y los demás sentidos. Es un mundo de apariencias, de realidades materiales, sometidas al cambio, a la generación y a la corrupción. Platón considera el devenir como a mitad de camino entre el ser y el no ser, el devenir es una forma de realidad intermedia entre el ser y la nada absoluta.
Todo lo bello, bueno, armónico que apreciamos en el mundo visible, se debe al hecho de que imita, imperfectamente, el cosmos inteligible y perfecto. El orden, la armonía y la belleza del mundo sensible son solo aproximativos pero apuntan a un orden, una armonía y belleza perfectos, que nunca llega a cumplir. Existe una relación de dependencia ontológica de las cosas sensibles respecto de las Ideas o las cosas sensibles dependen ontológicamente de las Ideas.
Dualismo Antropológico y 4. Ética Platónica
Platón tiene una concepción dualista del ser humano, es un compuesto de cuerpo y alma. El alma es considerada inmortal e inmaterial y tiene prioridad sobre el cuerpo, es lo que constituye nuestro yo, nuestro verdadero ser. Es el principio del conocimiento y su rasgo más característico es la racionalidad. El alma es una realidad intermedia entre dos mundos (el sensible y el inteligible), tiende hacia el mundo de las Ideas, en el que ha preexistido. Tiene influencias pitagóricas como la existencia anterior desligada del cuerpo, teoría de la reencarnación, necesidad del alma de purificarse por medio del conocimiento y de la práctica de la virtud, inmortalidad e inmaterialidad.
El cuerpo es material y mortal. Es fuente constante de apetitos y deseos. El cuerpo inclina a la posesión de lo material, al mundo de las cosas sensibles y provoca así la ambición y las guerras. El cuerpo arrastra al alma hacia lo sensible, donde jamás encontrará ni la virtud ni el conocimiento. Es un obstáculo que aparta y distrae al alma del conocimiento de la verdad, una pesada carga que el alma debe vencer y dominar si quiere encaminarse hacia el conocimiento de la realidad superior e inteligible, donde hallará la verdad y la virtud.
Las Tres Partes del Alma
Existen 3 partes del alma:
- La parte racional es la sede de la inteligencia y tiene naturaleza divina. Es exclusiva del ser humano.
- La parte irascible es la fuente de las pasiones y emociones humanas.
- La parte apetitiva es la fuente de los apetitos y deseos materiales del ser humano. Reside en el bajo vientre.
Las 2 últimas partes son irracionales, vinculadas al cuerpo y también presentes en el animal. La virtud principal del alma es la justicia. En el alma humana chocan entre sí la razón, las pasiones y los deseos. La parte racional debe dirigir y gobernar la parte irascible y la parte apetitiva. La razón debe gobernar los deseos y apetitos de la parte apetitiva, es entonces cuando hay una armonía en el alma. La virtud de la parte racional es la sabiduría o prudencia, de la parte irascible es la valentía y la de la apetitiva, la templanza o moderación. De la ruptura del orden natural entre las partes del alma es de donde surge la injusticia en el individuo. Para alcanzar la justicia y la perfecta armonía entre las tres partes del alma, el único camino es el conocimiento de la armonía que reina en la esfera del cosmos inteligible.
Ética Platónica
La ética platónica se ocupa del máximo bien humano que es la felicidad unida a la virtud. Platón tiene una concepción absolutista de los valores morales, criticando el relativismo moral de los sofistas. El relativismo afirmaba que no existen verdades absolutas, que toda verdad es siempre relativa. Para Platón tiene importancia la política, donde el gobernante ha de ser el mejor, no solo en conocimiento, sino también en virtud. Aquí tiene influencia el intelectualismo moral socrático, que afirma que la virtud consiste en el conocimiento. La principal virtud del alma es la justicia, las otras virtudes son la sabiduría, la valentía y la moderación. Es necesario conocer la Idea del Bien, el orden y la armonía del mundo de las Ideas.
El intelectualismo moral afirma que una persona no puede ser justa si no conoce qué es la justicia. Sin conocimiento no puede haber virtud. Todo ser humano desea su propio bien, a veces nos podemos equivocar tomando el mal por bien, el error o la ignorancia del bien son la causa del vicio y del obrar mal. Si alguien conoce realmente qué es la justicia, tiene que obrar justamente, y no puede obrar injustamente. Así que nadie obra mal a sabiendas. La propuesta platónica de un gobierno de filósofos es el resultado de aplicar el intelectualismo moral de Sócrates al terreno de la política.
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