21 Dic

El Greco: Evolución Artística y Obras Maestras

Influencias y Etapas Artísticas

a) De origen griego, la pintura inicial de El Greco está fuertemente influida por la tradición bizantina, incorporando fondos dorados. Posteriormente, se traslada a Italia para estudiar. En Venecia, se empapa del color de Tiziano, y en Roma, del dibujo de Miguel Ángel. Las obras de su etapa italiana presentan paisajes, figuras robustas, paños adheridos a los cuerpos, colores cálidos y composiciones recargadas, como se aprecia en La expulsión de los mercaderes del templo.

En España, sustituye los paisajes por cielos con nubes y luces de tormenta. Las figuras se alargan y pierden toda la grasa, hasta reducirse a formas huesudas sobre las que los paños flotan, afirmando aún más su extrema delgadez. Los colores se tornan fríos (grises, verdes y azules), más apropiados para plasmar sus visiones místicas. La composición es manierista: la falta de espacio tiende a impulsar sus cuerpos hacia lo alto.

Temática y Obras Representativas

El tema religioso ocupa casi exclusivamente su atención, tanto episodios bíblicos (La Adoración de los pastores o El Calvario) como figuras de santos. En otro género menos cultivado, como es el retrato, sus innovaciones no son menos intensas. Por ejemplo, en El Caballero de la mano en el pecho, centra su atención en el rostro, habitualmente austero.

b) Su obra El Expolio ya contiene la transformación española del pintor. El escenario casi desaparece totalmente y, salvo la espléndida túnica roja de Jesús, todo se reduce a una maravillosa galería de cabezas rebosantes de expresión. En El Martirio de San Mauricio, los legionarios tienen las armas en las manos, pero, como cristianos que son, prefieren morir a tener que matar. El momento elegido es cuando el santo habla a sus compañeros diciéndoles que entreguen su vida con humildad, lo que contrasta con la intensidad de los colores utilizados.

Sin embargo, su obra más representativa es, sin duda, El entierro del señor de Orgaz. Se trata de un piadoso caballero del siglo XIV, Don Gonzalo Ruiz, que, por haber favorecido a los agustinos de San Esteban, mereció que el día de su muerte acudieran San Agustín y San Esteban a depositarlo en su tumba. El Greco renuncia de nuevo a los amplios escenarios venecianos y desarrolla la historia en primer plano. Imagina una larga fila de personajes que no dejan ante sí más que el espacio indispensable. Sobre este fondo negro, hace centrar la mirada en las ricas vestiduras de los dos santos y en la armadura que encuadran, vestiduras cuya riqueza cromática realzan los pobres hábitos del franciscano y del agustino.

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