18 Nov
El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos. Comunidades y Germanías
Con Carlos I (1516-1556) se instaura la dinastía austriaca de los Habsburgo, también denominada como los Austrias. Carlos I, hijo de Juana la Loca (hija de los Reyes Católicos) y de Felipe el Hermoso (hijo del Emperador Maximiliano) aglutina una inmensa herencia de títulos y territorios: Reinos peninsulares, América, territorios italianos, Países Bajos y Franco Condado, Austria y derechos a la corona del Sacro Imperio alemán. Sin embargo, su llegada a la Península con tan solo 16 años, va a provocar malestar, ya que era extranjero (nacido en Gante), no hablaba español y se rodea de consejeros extranjeros. El descontento se hace aún mayor cuando convoca unas Cortes para pedir dinero con la finalidad de sobornar a los electores de la corona imperial que ha quedado vacante. Consigue el dinero y la corona imperial (Carlos V de Alemania) y marcha a Alemania para ser coronado.
En su ausencia, la oposición se convierte en rebelión conocida como la revuelta de las Comunidades de Castilla (1519-1522). Tiene un carácter claramente político, las ciudades del interior de Castilla (Toledo, Segovia, Zamora, Valladolid, Toro, etc.) se sublevaron contra la monarquía, crearon gobiernos propios y ofrecieron la corona a Juana la Loca a la que consideraban su legítima reina. La base social de la rebelión estaba formada por la pequeña nobleza y pequeña burguesía. Los Comuneros serían derrotados en el campo de batalla en Villalar en el año 1521, sus cabecillas, Bravo, Padilla y Maldonado, fueron ejecutados. A partir de entonces, la autoridad real no tuvo ninguna oposición.
Al mismo tiempo, estalló la revuelta de las Germanías en Valencia y Baleares (1520-1522) con carácter claramente social. La base social de este alzamiento va a ser la pequeña burguesía, artesanos y campesinos contra los poderosos locales, oligarquía urbana, nobleza y clero, y sus privilegios. El rey apoyó a los poderosos y la revuelta fue fácilmente sofocada.
La Monarquía Hispánica de Felipe II
Comienza su reinado en 1556 y termina en 1598, se puede considerar como el monarca español más importante de la dinastía Habsburgo. Hijo de Carlos I, recibe en herencia un gran número de territorios, aunque no recibe la corona imperial, que queda en manos de la rama austriaca. Esto último, le permite centrar sus esfuerzos en consolidar la hegemonía de la Monarquía Hispánica, cuyo centro neurálgico se situará en Castilla y más en concreto Madrid, donde fijó la capitalidad en 1561. Los objetivos en política exterior fueron mantener el dominio en Europa y la defensa del catolicismo. Esta política estaría sufragada por el oro y la plata que llegaba de América. Sus enemigos fueron prácticamente los mismos que los del reinado anterior: los protestantes calvinistas en los Países Bajos, Francia, los turcos y se añade Inglaterra en la que se une el enfrentamiento religioso contra el Anglicanismo y el económico por el control del comercio americano, este enfrentamiento acabaría con el desastre de la Armada Invencible en 1588. En política interior, continua lo iniciado por su padre en cuanto a autoritarismo político y religioso. La intolerancia religiosa, provocó varias sublevaciones entre las que destacan las de los moriscos en las Alpujarras y las denominadas “alteraciones de Aragón”. Por otra parte, la administración se centralizó y se burocratizó estando el rey a la cabeza de todo el sistema.
La España del Siglo XVI: El Modelo Político de los Austrias
La monarquía de los Austrias no constituyó un Estado Unitario en el sentido estricto. Así, la Corona era el nexo de unión de diversos reinos y dominios, que seguían conservando en gran medida sus leyes, instituciones, moneda, sistema fiscal y costumbres.
El rey contaba con los Consejos, heredados de los Reyes Católicos, que le asesoraban en las tareas de gobierno. Había:
- Consejos Territoriales (Castilla, Aragón, Italia, Flandes y de Indias)
- Consejos Temáticos (Hacienda, Órdenes Militares, Inquisición y Estado, este último encargado de la política exterior)
Estos consejos formaban lo que se denomina como sistema polisinodial. Las Cortes siguieron celebrándose por reinos, pero fueron perdiendo importancia, dado que los reyes solo las convocaban para pedir partidas económicas.
El poder supremo fuera de Castilla, donde se encontraba el rey, estaba en manos de los Virreyes. Éstos eran representantes supremos del rey y concentraban todo el poder en sus virreinatos; Aragón, Cataluña, Nápoles, Perú… En Flandes no hubo virrey sino Gobernadores Militares.
La defensa interna y externa se basaba en un poderoso ejército, Los Tercios, dependiente del rey. Su mantenimiento consumía la mayor parte de la hacienda.
Otra figura importante de la administración eran los Corregidores, representantes del rey en los Concejos o gobiernos de las ciudades. Las Audiencias se encargaban de aplicar la justicia. Y por último, otro pilar lo constituía la Iglesia a través de la Inquisición que ejercía de tribunal religioso y político con jurisdicción en todos los territorios de la Corona.
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