24 Jul
1. El insomnio: un problema creciente
1.1. La diferencia entre quienes duermen y quienes no
Iris Murdoch escribió: «Dormir es un talento como tocar el arpa o tener ojos azules. Yo no tengo ese talento». Con no menos poesía y no menos tristeza, Inma, una joven de 32 años, confiesa: «Envidio a la gente que duerme bien. Para mí, dormir bien es un superpoder».
1.2. El impacto de la pandemia
La pandemia de COVID-19 ha traído consigo un aumento significativo de personas con problemas para conciliar el sueño o mantenerlo. El miedo al contagio, la incertidumbre económica y la alteración de las rutinas diarias han contribuido a la desregulación del sueño en muchas personas. Y a estos miedos hubo que sumar la angustia por la enfermedad de seres queridos, la soledad del confinamiento y la imposibilidad de despedirse de quienes fallecían.
1.3. Desorientación del cerebro
El confinamiento, con su consecuente alteración de los ciclos de luz y oscuridad, también ha jugado un papel fundamental en la desregulación del sueño. El cerebro necesita la exposición a la luz solar durante el día y la oscuridad por la noche para regular adecuadamente los ciclos circadianos, responsables de la producción de melatonina, la hormona del sueño.
2. Estadísticas y consecuencias del insomnio
2.1. Datos alarmantes
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), antes de la pandemia, el 48% de los adultos y el 25% de los niños tenían algún problema relacionado con el sueño. De ellos, más de 4 millones de personas sufrían un trastorno grave de sueño. Lo más preocupante es que solo 1 de cada 3 personas con insomnio crónico buscaba ayuda médica.
Se estima que, tras la pandemia, estas cifras han aumentado considerablemente, aunque aún no se dispone de datos oficiales.
2.2. Consecuencias para la salud
La falta de sueño tiene consecuencias negativas tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, provoca cansancio, irritabilidad, falta de concentración, disminución del rendimiento cognitivo y mayor propensión a sufrir accidentes. A largo plazo, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, depresión, ansiedad y deterioro cognitivo.
3. La relación entre el insomnio y la depresión
El insomnio y la depresión están estrechamente relacionados, creando un círculo vicioso difícil de romper. La falta de sueño puede desencadenar o agravar un cuadro depresivo, y a su vez, la depresión puede provocar o empeorar los problemas de sueño.
4. Conclusión: la importancia de buscar ayuda
El insomnio es un problema de salud pública que afecta a un número cada vez mayor de personas. Es fundamental tomar conciencia de la importancia de dormir bien y buscar ayuda médica si se experimentan problemas de sueño de forma persistente. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden mejorar significativamente la calidad de vida de las personas que sufren insomnio y prevenir complicaciones a largo plazo.
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