05 Dic
Erick hobsbawn señala la grandeza y la miseria de este siglo, desde la conciencia de que nuestras encrucijadas actuales son productos de aquellos acontecimientos y tendencias. Desde esta perspectiva, se pregunta por nuestra capacidad o incapacidad para aprender de ese pasado.
Vivimos en un tiempo en el que existen museos, conmemoraciones, etc que mantienen vivos estos hechos, lo que algunos autores llaman la “inflación de la memoria”. Sin embargo, estos recuerdos pocas veces logran darle vitalidad al pasado.
De ahì que sea crucial para cualquier desarrollo de “políticas educativas de la memoria” la interrogación acerca de cómo indagar en el pasado desde el presente: que recordar, como recordar, y para que recordar.
El holocausto funciono como campo de referencia para pensar estas cuestiones desde las reflexiones teóricas, filosóficas y pedagógicas que se elaboraron. El genocidio ocurrido durante la 2da Guerra Mundial por el régimen nazi es reconocido hoy como referente universal a la hora de reflexionar sobre el “pasado traumático”.
Pensar la modernidad, implica interrogarnos acerca del significado del Holocausto como su punto de inflexión, como una clara muestra del horror, de la acción de ciertos seres humanos capaces de asesinar a otros, sostenidos en un aparato ideológico y burocrático que hizo posible el exterminio de millones de personas.
Enzo
Traverso sostiene que la memoria del holocausto se convirtió en el centro de las representaciones del Siglo XX. El estudio, la reflexión y el debate en torno al Holocausto permitíó ejercer la memoria sobre un hecho histórico clave, con profundas consecuencias para la humanidad. Resulto un fenómeno central para comprender una serie de tópicos que caracterizaron el Siglo XX. Ese mismo recuerdo se transformó en una “política de la memoria”, enmarcada en la creación de memoriales.
La lucha por la justicia social y económica estímulo y fortalecíó el desarrollo de las leyes internacionales vinculadas al cumplimiento de los derechos humanos.
El pasado en el presente el estudio y la trasmisión de acontecimientos como el holocausto yb otras experiencias pueden transformarse en un “puente” que interpele la propia experiencia, como exigir que las sociedades y los gobiernos respeten los derechos humanos universales.
Con el tiempo algunas ideas se transformaron en un objeto de estudio, que tiene en su centro los conceptos de “memoria” y “derechos humanos”, entre otros.
Memoria conjunto de representaciones del pasado que un grupo produce, conserva, elaboar y trasmite a través de la interacción entre sus miembros.
Derechos humanos se compone de un preámbulo y 30 artículos, que recogen derechos de carácter civil, político, social, económico y cultural.
Mas allá de lo traumático de algunos acontecimientos históricos, estos deben formar parte de la enseñanza, porque como señala Alejandro Kaufman “no hay educación sin referencia al pasado, y el pasado de nuestra educación fue y es muy controvertido”, por otra parte la enseñanza de estos sucesos es necesaria ya que trata de temas que, si bien refieren al pasado, están íntimamente enlazados con el presente, y obviamente con el futuro. Hay que tratar de construir una relación entre las nuevas generaciones y lo sucedido en el pasado que no sea ni estática ni pasiva.
Terrorismo de estado en Argentina la sociedad Argentina encontró un antes y un después en el terrorismo de estado practicado durante la dictadura, el autodenominado proceso de reorganización nacional llevo a cabo un ejercicio particular de la violencia política: la sistematización de la práctica del terror en todo el cuerpo social. La desaparición forzada y el robo de niños caracterizaron esto.
El holocausto y el terrorismo de estado comparten una carácterística fundamental: el ejercicio de la memoria como una condición natural para garantizar la vigencia del respeto por la vida y la justicia, así como el alerta permanente para evitar el regreso del terror porque, en tanto humano, está siempre presente como una posibilidad.
La construcción de la memoria en Argentina apenas termino a dictadura, el estado terrorista negó la existencia de los desaparecidos por medio de la voz del presidente Videla. Después se los declaro muertos mediante una ley y aun a día de hoy lo siguen negando. Fue un modo de garantizar la impunidad y la no revisión de los críMenes cometidos.
Desde la restauración democrática, el estado nacional ha dado importantes pasos para que los ciudadanos dispongan de elementos que permiten elaborar dicho juicio histórico. El informe de la CONADEP y el juicio a las juntas constituyen hitos en la aproximación a la verdad histórica y la construcción de la memoria, probo que el terrorismo de estado había sido una política sistemática, que en la Argentina habían funcionado campos de concentración, que miles de argentinos habían sido secuestrados, asesinados, encarcelados u obligados a exiliarse. Eran los poderes de la nacíón los que entregaban a sus ciudadanos la posibilidad de saber.
Gran parte de la sociedad Argentina eligió desentenderse de lo que había ocurrido. Paralizada por las inmensas zonas de dolor que había plantado el terror, fue postergado cualquier espacio para el pensamiento, la crítica o el debate.
A mediados de la década del ochenta, los avances realizados por los juicios y el nunca más sufrieron un duro golpe cuando la presión de la corporación militar llevo a sancionar las leyes de punto final y obediencia debida, cuya finalidad era poner límites a los juicios. Y estos cierres se vieron fortalecidos por una política de reconciliación, que creyó posible consolidar la democracia a partir del olvido de los críMenes de lesa humanidad cometidos desde el propio estado. El poder ejecutivo establecíó por decreto una serie de indultos que reforzaron la impunidad y la imposibilidad del juzgamiento.
Sin embargo las organizaciones de derechos humanos siempre encontraron las posibilidades de mantener viva la memoria y seguir adelante los críMenes de lesa humanidad. Comenzó a desplegarse una visión que repolitizo el pasado reciente. Un símbolo de esto fue la agrupación H.I.J.O.S que contribuyo a trazar puentes entre la experiencia de los 70 y el presente.
En el 2003 el estado de Kirchner instalo en la escena pública el debate sobre los años 70 y convirtió a los derechos humanos en política del estado, un ejemplo fue cuando visito la esma con sobrevivientes.
La reapertura a los juicios militares por críMenes de lesa humanidad así como la recuperación de niños apropiados durante la dictadura mantienen en la sociedad la presencia de ese pasado y nos interroga acerca de los derechos humanos en el presente, abriendo nueva preguntas sobre cómo fortalecer y construir espacios donde se pongan en práctica estos mismos derechos.
Julio López su desaparición es una muestra de ese pasado, el pasado esta presente y hay que indagarse en el. Fue un desaparecido en democracia. Hay que construir una sociedad que asuma el pasado, que lo piense, pero que encare el presente y el futuro con la verdad, justicia y memoria.
Deja un comentario