22 Nov

El Proyecto Cartesiano: Una Ciencia Universal

Descartes se propone crear una ciencia universal, la Mathesis Universalis, que someta la realidad al método matemático. De esta forma, la física no dependería de los sentidos, a menudo engañosos, sino de la razón, que nunca se equivoca. El objetivo es que el hombre pueda «ver claro en sus acciones y proceder con seguridad en esta vida», eligiendo lo que el entendimiento muestra a la voluntad. Esta ciencia universal lograría la unidad del saber, usando un único método derivado de las matemáticas, y se convertiría en una ciencia total (representada por el Árbol de las ciencias: metafísica como raíces, física como tronco y mecánica, medicina y moral como ramas).

El Método Cartesiano

Para deducir un sistema de verdades completo y cerrado, Descartes propone un método «uno y universal, al igual que la inteligencia», aplicable a todo conocimiento y que facilite el uso natural de la razón. Inicialmente, este método constaba de 21 reglas, que luego se redujeron a cuatro: evidencia, análisis, síntesis, enumeración y revisión. Los principios básicos de la razón para Descartes son la intuición (Intuitus mentis) y la deducción.

La Duda Metódica y el Cogito

Para asentar la filosofía sobre una base inconmovible, Descartes busca un punto arquimédico, una verdad primaria indudable. Esta verdad, junto con su método, le permitirá deducir todas las demás ideas de manera infalible. Dichas verdades deben ser percibidas con claridad y distinción, lo cual se logra mediante la duda metódica. Descartes pone en cuestión todo conocimiento comúnmente aceptado, confiando solo en la razón del sujeto cognoscente.

Esta duda cartesiana es universal, radical, metódica, teorética, provisional, constructiva y necesaria, debido a la posibilidad de un genio maligno que nos engañe, la dificultad de distinguir la vigilia del sueño y la naturaleza engañosa de los sentidos. Sin embargo, la duda cartesiana encuentra su límite en la primera certeza indudable: la propia existencia del sujeto que piensa y duda. Así, Descartes supera el escepticismo formulando el célebre cogito ergo sum («pienso, luego existo»), la conciencia simultánea del pensamiento y de la propia existencia (res cogitans). Para evitar el solipsismo, deduce la existencia necesaria de una segunda verdad: la res infinita (Dios). Finalmente, la bondad de Dios garantiza la existencia de las cosas físicas y de las otras mentes (res extensa), superando la duda metódica y la «soledad radical».

Las Ideas y la Realidad

Gracias al criterio de certeza que le lleva al cogito, Descartes distingue tres clases de ideas:

  • Adventicias o adquiridas: provienen de la experiencia sensible y no son fundamento del conocimiento.
  • Artificiales o facticias: elaboradas por la imaginación y la voluntad, tampoco sirven como base del conocimiento.
  • Innatas o naturales: proceden de Dios y brotan de nuestra facultad de pensar. Son las ideas en sentido propio, garantizadas por la veracidad divina.

La Metafísica Cartesiana

Descartes establece la existencia de tres sustancias (res, en latín):

  • Res infinita (Dios): su atributo es la infinitud o perfección.
  • Res cogitans (el alma): su atributo es el pensamiento.
  • Res extensa (los cuerpos, la materia): su atributo es la extensión.

Dentro de la sustancia extensa, distingue entre cualidades primarias (extensión, dureza, figura, movimiento, reposo), que son objetivas, y cualidades secundarias (olor, color, sonido), que son subjetivas. La realidad, según Descartes, solo posee cualidades primarias, lo que hace que su física sea mecanicista, explicando los fenómenos naturales a través de la materia y el movimiento, cuya causa primera es Dios, siguiendo leyes determinadas matemáticamente (principio de inercia, principio de dirección del movimiento y principio de conservación del movimiento).

Antropología Cartesiana: Dualismo Cuerpo-Alma

Descartes plantea un dualismo cuerpo-alma (res cogitans-res extensa): el cuerpo es una máquina compleja, construida por Dios, y el alma es inmortal. Alma y cuerpo son independientes, pero existe una unión accidental entre ellos, situada en la glándula pineal del cerebro. Los «espíritus vitales o animales» en la sangre transmiten a dicha glándula los mensajes del cuerpo y viceversa, permitiendo la comunicación entre ambas sustancias.

Teología Cartesiana: La Existencia de Dios

Descartes define a Dios como una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que garantiza la existencia de la sustancia extensa. Dios es una cosa que piensa y que tiene en sí la idea de todas las perfecciones, la suprema realidad en la cual el cogito y el sum se identifican plenamente, garantizando la verdad y la existencia del mundo. Descartes ofrece tres pruebas de la existencia de Dios:

  1. Prueba por la idea de lo perfecto e infinito: la idea de un ser infinitamente perfecto (Dios), innata en nosotros, no puede ser creada por el yo finito e imperfecto, sino por un ser realmente infinito.
  2. Variante del argumento ontológico de San Anselmo: dado que tenemos la idea de un ser infinitamente perfecto, ese ser debe incluir entre sus perfecciones la de existir necesariamente.
  3. Variante de la vía tomista de la contingencia: si el yo se hubiera dado a sí mismo la existencia, tendría todas las perfecciones, pero es finito, imperfecto y contingente; por tanto, debe haber sido creado por un ser necesario (Dios) que inició y mantiene todo en existencia.

Moral Provisional Cartesiana

Descartes propone una moral provisional con reglas basadas en la razón para vivir lo más feliz posible:

  • Obedecer las leyes y costumbres del país.
  • Ser firme y resolutivo en las acciones.
  • Intentar vencerse a uno mismo antes que a la fortuna, y cambiar las ideas antes que el orden del mundo.
  • Emplear la vida en cultivar la razón y avanzar en el conocimiento de la verdad.

Descartes reconoce la influencia de las pasiones, pero la tarea del alma es someterlas y ordenarlas según la razón. Su moral es una ética del sentido común, que no critica la moral tradicional, la religión ni la política.

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