15 Jul

MÉTODO DE LA RAZÓN

Descartes explica cómo la razón es clave para conocer la verdad. Dice que todas las ciencias están basadas en la misma razón y que nosotros, como quienes pensamos, somos importantes para entender. Descartes no cree en aceptar cosas solo porque alguien más lo dice, sino que debemos usar nuestra propia razón. Para explicar mejor, menciona las matemáticas, que son un buen ejemplo de cómo funciona la razón. Dice que hay dos formas principales de pensar: la intuición y la deducción. La intuición es como cuando sabemos algo de inmediato sin error. La deducción es cuando conectamos ideas para entender algo más grande.

Pero usar la razón bien puede ser difícil. Por eso, Descartes propone un método con reglas simples. Primero, dice que no debemos creer algo si no lo entendemos claramente. Luego, sugiere dividir problemas grandes en partes más simples que podamos entender fácilmente. Después, podemos construir ideas más grandes usando estas partes simples. Finalmente, debemos verificar que nuestras ideas tengan sentido y sean correctas.

En resumen, Descartes nos enseña que usar nuestra razón nos ayuda a encontrar la verdad. Y nos da un método simple para asegurarnos de que nuestras ideas sean sólidas y confiables.

LA DUDA METÓDICA

Descartes propone un enfoque riguroso para alcanzar el conocimiento verdadero, utilizando la duda como herramienta principal en este proceso. Su objetivo no es negar todo lo que se considera verdad hasta el momento, sino encontrar una base sólida sobre la cual edificar el saber. Plantea una serie de niveles de duda, comenzando por cuestionar la fiabilidad de nuestros sentidos, ya que a veces nos engañan. Luego, duda de la validez de nuestros razonamientos, reconociendo que a menudo cometemos errores incluso en los argumentos más simples. Por último, plantea la posibilidad de dudar de la realidad del mundo externo, sugiriendo que podría ser una ilusión.

Es importante destacar que esta duda metódica no lleva a Descartes al escepticismo total, sino que busca una verdad indudable que sirva como cimiento sólido para el conocimiento. A partir de este proceso de duda, Descartes llega a una conclusión crucial: «Pienso, luego existo». Esta afirmación surge de la observación de que incluso en el acto de dudar, hay una certeza innegable: la existencia de quien duda. Esta idea de la existencia del pensador, de la propia conciencia, se convierte en el punto de partida para construir el edificio del conocimiento.

«Pienso, luego existo» se convierte así en una intuición fundamental, una verdad evidente e inmediata que no puede ser puesta en duda. Descartes argumenta que esta verdad es la base de todas las demás verdades, sirviendo como modelo para el proceso de conocimiento. Es a través de esta primera verdad indudable que Descartes busca establecer una metodología sólida para la adquisición de conocimiento, basada en la intuición y la deducción, y marcando así el comienzo de una nueva era en la filosofía moderna.

Comentario de texto

Autor

Filósofo y científico francés del siglo XVII. Fue uno de los iniciadores del racionalismo y de la filosofía moderna. Rechazó todo criterio de autoridad ajeno a la razón y vio en esta facultad el origen y el fundamento del conocimiento.

Tema

En su búsqueda de un principio firme para la filosofía, Descartes duda de las certezas comúnmente aceptadas. Concluye que «pienso, luego existo» es ese principio.

Ideas principales

  • Dado que los sentidos, en ocasiones, nos engañan, puedo poner en duda la validez de las sensaciones.
  • Como a veces nos equivocamos en los razonamientos matemáticos, puedo suponer que mis demostraciones son falsas.
  • No siempre está clara la distinción entre lo que percibimos en sueños y en la realidad; finjamos, entonces, que lo que hasta ahora hemos tomado por mundo real sea ilusión.
  • «Pienso, luego existo» es una verdad firme y segura que sirve como primer principio de la filosofía.

Relación entre las ideas

La duda metódica de Descartes tiene como objetivo prescindir, como conocimiento poco fiable, de todo cuanto podemos dudar. Así, rechaza las informaciones de los sentidos, las verdades de las matemáticas y la existencia del mundo real.

Descartes concluye que yo, que dudo, he de existir. Queda así superada la duda con esta primera verdad, que servirá como fundamento seguro de una filosofía firme.

Explicación de las ideas

Descartes defiende la autonomía del conocimiento humano respecto a la fe y otras autoridades externas, argumentando que la verdad debe ser determinada únicamente por la razón. Busca establecer bases sólidas para el saber, inspirándose en la estructura clara y evidente de las matemáticas.

En su búsqueda de una verdad fundamental, Descartes emplea la duda metódica como una estrategia filosófica. Esto implica cuestionar sistemáticamente todo aquello sobre lo que sea posible dudar, con el fin de depurar el conocimiento y llegar a la certeza.

Descartes identifica tres niveles de duda: la percepción sensorial, el razonamiento y la existencia misma del mundo. Sin embargo, en medio de esta incertidumbre, encuentra una verdad innegable: «pienso, luego existo». Esta afirmación se convierte en un punto de partida sólido para el conocimiento humano.

A partir de la existencia del yo pensante y la idea innata de lo infinito, Descartes argumenta la existencia de Dios y, posteriormente, la realidad del mundo externo. Para él, la realidad se compone de tres sustancias fundamentales: Dios (infinito), la mente pensante y la materia extensa.

Estas nociones forman la base de la filosofía racionalista de Descartes, que busca establecer un sistema de conocimiento basado en la razón y la certeza, alejado de cualquier autoridad externa o dogma religioso.

Visión panorámica

Los orígenes de la Modernidad se caracterizan por tres factores principales. En primer lugar, el humanismo renacentista, que marcó un retorno a los autores clásicos griegos y romanos, buscando un modelo cultural diferente al medieval. En contraste con el teocentrismo de la Edad Media, el Renacimiento promovió un enfoque antropocéntrico, centrado en el ser humano y su naturaleza terrenal. Destacó también el surgimiento del pensamiento político moderno, con figuras como Maquiavelo, quien propuso una teoría política independiente de principios éticos y religiosos, sentando las bases para la concepción moderna del Estado.

Por otro lado, la Reforma protestante, que buscó retornar al espíritu original del cristianismo, desencadenó la división en la Iglesia y cuestionó la autoridad religiosa establecida.

Finalmente, la Revolución Científica del siglo XVI, con su punto culminante en la física de Newton, transformó la visión del universo y fomentó una reflexión profunda sobre el conocimiento.

Figuras como Galileo Galilei abogaron por liberar la razón humana de cualquier autoridad externa, promoviendo la experimentación y el uso del lenguaje matemático como pilares del nuevo método científico.

En cuanto a las corrientes filosóficas modernas, la crisis de la escolástica medieval y la influencia del pensamiento científico llevaron a la filosofía a centrarse en dos interrogantes principales: ¿qué podemos conocer? y ¿cuál es el método que debemos seguir? Así, surgieron dos posturas contrapuestas en el siglo XVI.

Por un lado, el racionalismo, encabezado por Descartes, Spinoza y Leibniz, defendía que la realidad sigue un orden necesario que puede ser conocido, abogando por una ciencia deductiva basada en principios evidentes y por la existencia de ideas innatas en el entendimiento humano.

Por otro lado, el empirismo, representado por Locke y Hume, rechazaba el innatismo y sostenía que todo conocimiento proviene de la experiencia sensible, criticando las doctrinas metafísicas y considerando a la física como modelo de ciencia.

Kant, por su parte, intentó sintetizar estas dos corrientes filosóficas, integrando la sensibilidad y el entendimiento en el proceso de conocimiento, convirtiéndose en uno de los filósofos más importantes de la Ilustración.

La Ilustración fue un movimiento cultural y filosófico que puso la razón como la facultad esencial de conocimiento y guía segura en todos los aspectos

de la vida humana. Se caracterizó por su espíritu crítico hacia los prejuicios y la autoridad externa, su tolerancia y su separación total de la fe y la teología. / En este contexto, muchos ilustrados buscaron una religión natural, basada en los principios de la razón y más relacionada con la moral que con las religiones tradicionales. Surgió también el deísmo, que afirmaba la existencia de un Dios creador pero no intervencionista en los asuntos humanos. / A pesar de sus diferencias, la Ilustración mantuvo la confianza en el progreso de la razón y la humanidad, creyendo en la mejora continua del hombre a lo largo de la historia. Rousseau, dentro del ámbito ilustrado, fue crítico con el optimismo racionalista, argumentando que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad y la cultura las que lo corrompen.

Teoría del conocimiento: Kant se adentra en el terreno de la metafísica con una pregunta crucial: ¿puede esta disciplina alcanzar el estatus de ciencia, similar a las matemáticas o la física? La inquietud surge debido al contraste entre el constante progreso en las ciencias naturales y la persistente discordia y falta de consenso en la filosofía, especialmente en la metafísica tradicional, que aborda temas como Dios, el alma y el mundo. / Para abordar este interrogante, es fundamental comprender los tipos de juicios que caracterizan a las ciencias. Kant distingue entre juicios analíticos, donde el predicado está contenido en el sujeto, y juicios sintéticos, donde el predicado añade información nueva al sujeto. Además, clasifica los juicios en dos categorías según su relación con la experiencia: a priori, independientes de la experiencia, y a posteriori, dependientes de la experiencia. / Según Kant, los juicios de las ciencias son sintéticos a priori, lo que significa que ofrecen conocimiento nuevo y son universalmente válidos y necesarios. Por lo tanto, si la metafísica pudiera realizar juicios sintéticos a priori, podría aspirar a la condición de ciencia. / Kant analiza cómo se hacen posibles estos juicios en el dominio de las matemáticas y la física. Sin embargo, establece un límite al conocimiento humano: solo podemos conocer cuando aplicamos nuestros conceptos a lo que percibimos a través de los sentidos. Así, aunque la sensibilidad desempeña un papel crucial, no proporciona conocimiento por sí sola. / Llegando a una conclusión que trasciende la dicotomía entre racionalismo y empirismo, Kant sostiene que la metafísica no puede alcanzar el estatus de ciencia. Esta afirmación se basa en la incapacidad de aplicar nuestros conceptos válidamente a entidades como Dios, el alma o el mundo, ya que no podemos percibirlos directamente. Estas entidades, que Kant denomina «ideas», están más allá de los límites de la experiencia sensible. Por ende, la metafísica no puede formular juicios sintéticos a priori sobre ellas, lo que impide que sea considerada una ciencia en sentido estricto.                                  Ética de Kant: Kant, al abordar la ética, distingue dos modos de emplear la razón: uno relacionado con el conocimiento (razón pura) y otro con la conducta moral (razón práctica). Aunque los denomina de manera diferente, son en realidad una sola razón, y el uso práctico es el resultado y culminación del uso teórico. Las fronteras inalcanzables para la razón teórica, como las ideas de la razón, se convierten en los postulados necesarios para la razón práctica, los principios que se asumen sin necesidad de


demostración pero que son esenciales como condiciones para la moralidad. / En su enfoque práctico, Kant se propone construir una moral universal cuyos principios sean leyes aplicables a todas las voluntades, no solo a una. Esto contrasta con las éticas anteriores, que establecían un bien supremo como criterio para juzgar las acciones y establecer imperativos, como la ética cristiana que consideraba la visión beatífica como el bien supremo, o el hedonismo que lo encontraba en el placer máximo. / Estas éticas anteriores eran heterónomas, ya que la voluntad humana estaba dirigida por instancias externas, como la fe o las leyes de la naturaleza. Además, dependían de la experiencia externa y sus imperativos eran condicionales. Frente a esto, Kant elabora una ética formal que destaca por varios aspectos: / Primero, en esta ética no hay ningún interés o fin concreto que guíe la voluntad; en su lugar, la voluntad de todo ser racional debe ser la única legisladora universal. Esto implica una moral autónoma, donde el sujeto se determina a sí mismo a actuar según una ley que emana de su propia razón. / Segundo, esta ética es a priori e independiente de la experiencia, por lo que es universal y aplicable en cualquier situación moral. / Tercero, la exigencia de obrar moralmente se expresa a través del «imperativo categórico», que es único pero formulado de diversas maneras por Kant. Por ejemplo, «obra solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal». / Este imperativo categórico es la piedra angular de la ética kantiana. Establece que debemos actuar de tal manera que tratemos a la humanidad, tanto en nuestra persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin en sí mismo y nunca solo como un medio para alcanzar nuestros propios fines. En otras palabras, no debemos usar a las personas como simples instrumentos para nuestros objetivos, sino respetarlas como seres racionales y autónomos. / La ética de Kant se caracteriza por su enfoque formal, ya que no establece normas específicas de conducta, sino que proporciona la forma que deben tener las normas morales. Además, es universal, ya que estas normas deben ser aplicables para todos los seres racionales. Así, la moralidad no se basa en el resultado de nuestras acciones, sino en la intención detrás de ellas, en el respeto a la ley moral y en actuar por deber, no por deseo personal.


COMENTARIO DE TEXTO

Autor: Principal representante de la filosofía ilustrada alemana del siglo XVIII. Educado en la tradición racionalista, su filosofía crítica, denominada «idealismo trascendental», pretende superar la oposición entre racionalismo y empirismo.

Tema: Los seres racionales son siempre fines en sí mismos y nunca deben ser utilizados como medios.

Ideas principales

Los seres racionales han de ser considerados siempre como fines en sí mismos y no como simples medios.

Por el contrario, los objetos solo tienen un valor relativo a las inclinaciones que despiertan en los seres racionales.

Los seres irracionales, cuyo valor es relativo, pueden ser medios y se llaman «cosas». Los seres racionales, que tienen valor por sí mismos, son fines y se llaman «personas».

Relación entre las ideas

El texto expone uno de los rasgos fundamentales de los seres humanos: son fines y nunca deben ser tomados como medios.

En la primera parte del texto, se diferencia entre objetos, que tienen un valor condicionado o relativo, y seres racionales, cuyo valor es absoluto. En la segunda parte, se asocia este va-lo relativo a la irracionalidad de los objetos y a su definición como «cosas», mientras que la racionalidad de los seres humanos los hace ser lines en si mismos, llamados «personas», que no pueden ser utilizados como medios para obtener algo.


Explicación de las ideas: Kant nos presenta la segunda formulación del imperativo categórico, que establece dos principios fundamentales. Primero, cualquier norma moral debe ser universal, aplicable a todas las personas. Segundo, debemos considerar a las personas como fines en sí mismas, es decir, como dotadas de dignidad. La voluntad, como capacidad racional, es la legisladora universal y debe ser autónoma, siguiendo solo las normas que ella misma propone.

Según este principio, ningún ser humano puede ser utilizado meramente como un medio para alcanzar un fin, ya que cada individuo es un fin en sí mismo. Kant diferencia entre los objetos, cuyo valor es relativo y depende de las inclinaciones humanas, y los seres humanos, cuyo valor es absoluto y no está condicionado por nada externo.

Para Kant, la situación ideal es aquella en la que todas las personas se tratan mutuamente como fines y no como medios. En esta situación, las acciones están motivadas por el respeto mutuo, lo que implica respetar la libertad de los demás. En esta visión, la moralidad formal de Kant guiaría las acciones y la convivencia humanas hacia un estado ideal de respeto y dignidad mutuos.

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