08 Nov

Introducción

Platón (428 a. C. – 347 a. C.), filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia aristocrática, determinó gran parte del corpus de creencias centrales tanto del pensamiento occidental como del hombre corriente. Pruebas de ello son la noción de «Verdad» y la división entre «doxa» (opinión) y «episteme» (ciencia). Platón popularizó ideas comunes para muchas personas, pero enfrentadas a la línea de gran parte de los filósofos presocráticos y al de los sofistas. Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía.

En el «Mito de la Caverna», Platón expone su teoría de las ideas y del conocimiento a través de un diálogo entre Sócrates y Glaucón. Este mito tiene una función pedagógica. Platón expone su teoría de las ideas por medio de la metáfora de la caverna, cuyo interior, sensible, es el mundo de las cosas; y el exterior, suprasensible, el mundo de las ideas.

La ignorancia del hombre

En el interior de la caverna, hombres atados y encadenados solo pueden mirar hacia delante y ver sombras proyectadas en la pared. Platón hace referencia a la ignorancia del hombre. Sin embargo, existe la posibilidad de perder esa ignorancia y acercarse al conocimiento. Esta posibilidad se encuentra representada por un camino situado en un «plano superior». Platón, optimista epistemológico, cree en la posibilidad de alcanzar el conocimiento. Para librarse de la ignorancia, los hombres deben soltarse y cruzar el umbral que los separa de la realidad. La educación juega un papel crucial en este proceso de liberación.

Términos clave

Dialéctica

En los primeros diálogos, la dialéctica es el método socrático de preguntas y respuestas. A partir de La República, se transforma en el procedimiento para acceder al «mundo inteligible». Platón distingue dos formas de conocimiento: la opinión (doxa) y la ciencia (episteme). La opinión es el conocimiento sensible, sujeto a falsedad y error. La ciencia se ocupa del mundo de las Ideas y conduce a la verdad. La ciencia se divide en dos grados: dianoia (razón discursiva) y nóesis (inteligencia intuitiva).

Idea de bien

La Idea del Bien debe guiarnos en asuntos privados y públicos, tanto en la moral individual como en la política. Aquellos que conocen la Idea del Bien, mediante la dialéctica, serán virtuosos y gobernantes ideales. La Idea del Bien tiene un trasfondo teológico y se relaciona con la «medida justa», influida por el pitagorismo.

Mundo inteligible

Según el mito de la caverna, este es el mundo de las Ideas, que son únicas, eternas e inmutables. El alma, antigua habitante del mundo inteligible, puede acceder al conocimiento de las Ideas y alcanzar la ciencia verdadera. Se opone al mundo sensible, un mundo aparente en continuo devenir. De este mundo sensible solo podemos tener opiniones.

Opinión

La opinión (doxa) es el conocimiento sensible, sujeto a falsedad y error. Platón distingue dos grados en la opinión: la conjetura (eikasia), que se ocupa de las imágenes del mundo, y la creencia (pistis), el estudio de las cosas naturales.

Reminiscencia

Según Platón, conocer es recordar. El alma conoció las Ideas en una existencia anterior. El conocimiento sensible sirve como ocasión para el recuerdo. La doctrina de la reminiscencia se relaciona con las ideas innatas de Descartes y recibe críticas de filósofos empiristas como Aristóteles y Hume.

Rey filósofo

En La República, Platón presenta su Estado ideal. La sociedad se divide en artesanos, guardianes y gobernantes. La figura del rey-filósofo surge de la concepción autoritaria e intelectualista de Platón. Sócrates influyó en la idea de que no se puede hacer el bien sin un conocimiento explícito de lo que es el bien.

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