25 Oct

1. El Nacimiento de la Filosofía en la Antigua Grecia

En la época arcaica de Grecia (siglo X a. C. – siglo VI a. C.), la sociedad era aristocrática, donde la virtud se asociaba al nacimiento. Los nobles, considerados virtuosos, poseían una superioridad social que les permitía participar en política. Las creencias religiosas estaban marcadas por los mitos, que proponían un ideal humano (bello y bueno) reflejado en la aristocracia y sus dioses. En esta época, se creía que el hombre estaba sometido al destino, sin libre albedrío, y que sus decisiones estaban predeterminadas por los dioses. La base económica era la agricultura.

A partir del siglo VIII a. C., el auge del comercio marítimo y la expansión de colonias griegas por el Mediterráneo generaron nuevas clases sociales adineradas que desafiaron la organización social tradicional. Este cambio, junto con el crecimiento de las ciudades (polis), propició el nacimiento de la filosofía occidental. Este período marcó el paso del mito al logos (razón), un cambio gradual de una visión mítica del mundo a una basada en la razón y la búsqueda de explicaciones racionales para el universo y la existencia humana. Los mitos, presentes en las obras de Homero y Hesíodo, ya no satisfacían las inquietudes intelectuales de los griegos. El contacto con otras culturas y el surgimiento de nuevas clases sociales también contribuyeron a este cambio.

La filosofía, como saber racional, surge en Grecia en el siglo VI a. C., buscando explicaciones racionales y causales para el universo y el ser humano. Esta búsqueda de sentido a través de la razón representó una ruptura con la idea del destino, dando al hombre la libertad de construir su propio proyecto de vida. Sin embargo, este paso fue progresivo, con filósofos como Platón que aún recurrían a los mitos en sus explicaciones.

2. Características Generales de los Presocráticos

Los presocráticos, filósofos anteriores a Sócrates (siglo VI a. C.), se centraron en la physis (naturaleza). Este período se conoce como cosmológico. Creían que el cosmos (orden) se originaba a partir del caos (desorden), un principio originario metafísico. La naturaleza, entendida como la realidad ordenada, seguía una ley cíclica que imponía una necesidad, asegurando el funcionamiento perfecto del universo. En esta visión, el nacimiento era la separación del principio originario y la muerte el retorno a él, negando el concepto de creación.

El arjé, la esencia de la realidad presente en todo lo existente, era el principio unificador, inmutable y eterno que formaba y regulaba el origen de todo. La búsqueda de este principio se convirtió en el centro de la reflexión filosófica de estos autores. El logos (razón) permitía al hombre comprender la realidad, ya que el logos de la naturaleza coincidía con el logos humano. Tanto el arjé como el logos apuntaban a un principio único comprensible para el hombre.

3. Características Generales de los Sofistas

Con la llegada de la filosofía a Atenas, los pensadores se centraron en el ser humano, tanto individual como colectivamente, dando lugar al período antropológico. Los sofistas, maestros de la clase política ateniense, enseñaban habilidades prácticas como la retórica y la argumentación para la participación activa en la vida política y social. Cobraban por sus enseñanzas, generalmente accesibles solo a la clase media-alta, que buscaba preparar a sus hijos para la política.

La democracia ateniense favoreció el auge de los sofistas, ya que los ciudadanos necesitaban habilidades de argumentación y persuasión para participar en debates y decisiones políticas. El objetivo principal de su enseñanza era el éxito en la vida pública, independientemente de la verdad. Enseñaban a sus alumnos a expresarse con efectividad, convencer en debates e incluso a mentir para lograr el ascenso social. Eran relativistas y escépticos respecto a la verdad, considerando que no existían verdades absolutas, sino subjetivas y culturales, basadas en costumbres y creencias.

4. Sócrates: El Antisofista

Sócrates, contemporáneo de los sofistas, se oponía firmemente a sus ideas. Creía que la decadencia ateniense se debía a la educación sofista, que no buscaba formar mejores personas o ciudadanos, sino individuos ambiciosos. Sócrates no escribió ninguna obra, considerando la filosofía como un diálogo vivo donde todos podían aprender. Rechazaba la idea de la verdad absoluta y creía que la verdad reside dentro de cada uno. Su famosa frase «Conócete a ti mismo» reflejaba su enfoque en la autoexploración y el desarrollo personal como objetivo de la educación.

5. El Método Mayéutico: La Dialéctica Socrática

Sócrates desarrolló el método mayéutico para descubrir la verdad y fomentar el conocimiento interior. Partía de la ignorancia como punto de partida, reconociendo la propia falta de conocimiento como primer paso hacia la sabiduría. A diferencia de la ignorancia sofista (creer que se sabe todo), la ignorancia socrática era una actitud de apertura al aprendizaje. Su frase «Sólo sé que no sé nada» reflejaba esta idea.

La ironía, el siguiente paso, consistía en cuestionar los argumentos del interlocutor para revelar sus contradicciones y hacerle reconocer su ignorancia. A través del diálogo, se buscaba llegar a una definición universal que abarcara todo el contenido del tema en cuestión. Este método, similar al trabajo de una comadrona, ayudaba al interlocutor a «dar a luz» las verdades que ya residían en su interior.

6. El Perfeccionamiento de la Persona: La Moral Socrática

Sócrates proponía una reforma moral, rechazando la educación sofista. Creía que la educación debía formar personas virtuosas y comprometidas con la sociedad. La auténtica educación se dirigía al alma, donde residían las verdades importantes. Identificaba la ciencia con la virtud, considerando la ética como la verdadera ciencia, el conjunto de afirmaciones universales que guían el comportamiento humano. Creía que el conocimiento moral conducía a la virtud y, por ende, a la felicidad. Este intelectualismo moral, que vinculaba el conocimiento con el buen comportamiento, se oponía al ideal sofista del éxito a cualquier precio.

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