27 Nov
El Panteón de Roma: Un Prodigio de Ingeniería y Simbolismo
El Panteón de Roma es, sin duda, una de las obras más representativas del nivel de perfección técnica alcanzado por la arquitectura romana. Construido en tiempos de Adriano (117-138), reemplazó a un templo rectangular de Agripa (27 a.C.), como nos lo recuerda la inscripción que figura en el pórtico de entrada. Este pórtico, clásico y con columnas de orden corintio, carece de conexión armónica con el resto del edificio.
El recinto interior es un cuerpo cilíndrico coronado por una inmensa cúpula. El conjunto crea la sensación de un espacio esférico, ya que la altura de la cúpula es igual al diámetro de la base; es decir, en el cuerpo cilíndrico encajaría perfectamente otra cúpula igual e invertida. El muro curvo de la construcción basal está ordenado mediante una disposición rítmica de macizos y de vanos. Y su parte inferior alterna nichos semicirculares y rectangulares, separados del recinto central por columnas.
La cúpula es el elemento más destacado del edificio. No resulta masiva ni plana gracias a sus casetones, que provocan fuertes contrastes lumínicos y que, al disminuir radialmente hacia la abertura, facilitan la percepción de la forma esférica. Su peso recae sobre arcos de descarga ocultos en el muro que desvían los empujes hacia ocho gruesos pilares de hormigón situados entre los nichos. Además, para aligerarla en parte, fue construida de hormigón disminuyendo su grosor a medida que se elevaba en altura. Esto permitió abrir un óculo de casi 9 metros de diámetro, a través del cual se ilumina el interior y el sol proyecta un círculo de luz que se mueve con el transcurso del día. Su aspecto exterior no estaba tan cuidado.
El Panteón estaba consagrado a todos los dioses; mediante la planta central y la cúpula se simbolizaba el mundo celeste, asociado desde la antigüedad a las formas geométricas del círculo y la esfera. A partir del año 609 fue transformado en iglesia dedicada a la Virgen y todos los santos.
La Columna Trajana: Narrativa Visual de las Guerras Dacias
Columna de Trajano
Esta columna de comienzos del siglo II narra en sus relieves las guerras contra los dacios (101-106), que se desarrollan en espiral en derredor de su fuste. Es una obra representativa de la denominada corriente plebeya del arte romano, que sacrifica la corrección formal en aras de una mayor claridad narrativa: se superponen personajes para mostrar la profundidad de una escena, se combinan puntos de vista diferentes para evitar que unos elementos oculten a otros, se utilizan escalas diferentes para personas y edificios (o elementos planos de diferente resalte de la naturaleza), etc.; todo ello policromado en su día. También contribuye a ello la disposición en oblicuo de la puerta.
Frente a la serenidad clasicista de tipo griego que caracterizaba a la procesión del Ara Pacis, este relieve destaca por un realismo y un carácter dinámico y efectista, más propios del estilo romano. Por otra parte, en cuanto al tratamiento del tema, sorprende el gusto, típicamente romano, por el paisaje y los detalles anecdóticos, así como la visión realista y cotidiana de la guerra, sin exaltaciones heroicas: se muestra desde un combate hasta la construcción de un puente o la vida en el interior del campamento. Se puede considerar un precedente lejano del cine documental, ya que se introduce, incluso, el factor tiempo: los hechos se desarrollan en momentos diferentes y el emperador, por ejemplo, aparece en casi sesenta escenas.
Ara Pacis: Celebración de la Paz Romana y el Clasicismo
Ara Pacis
El Ara Pacis («Altar de la Paz») es un monumento de mármol erigido por el Senado en conmemoración del solemne sacrificio que celebró Augusto en el año 13 a.C. para inaugurar la «Pax Romana» recién instaurada. Los cuatro muros que rodean el altar presentan en su exterior un doble friso:
- El registro inferior representa motivos vegetales y animales.
- El registro superior, en el muro occidental, a ambos lados de la puerta de acceso, muestra escenas relacionadas con los orígenes de Roma; en el muro opuesto, personificaciones de Roma y la Paz; y en los muros laterales, el cortejo encabezado por Augusto en la ceremonia del sacrificio, realizado en aquella ocasión sobre un altar de madera.
El resalte varía según el plano para transmitir la idea de profundidad: alto relieve en el primero, medio relieve en el segundo y bajo relieve en el tercero. Entre este friso y el del Partenón de Atenas existen similitudes y diferencias que los relacionan claramente: Ambos comparten un mismo sentido procesional, pero mientras el del Partenón carece de personajes y de tiempo históricos, en el Ara Pacis los personajes son identificables y participaron realmente en la ceremonia. La serenidad y dignidad de las figuras son comunes a ambos frisos, ya que el arte de época augústea pretendía recrear la grandeza del clasicismo griego; no obstante, en el romano las actitudes son más naturales y realistas.
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