03 Oct

Introducción

La antigua Grecia imaginó diferentes versiones del paraíso, lugares de felicidad y abundancia donde los héroes y las almas justas encontraban descanso eterno. Entre estos destacan los Campos Elíseos, las Islas de los Bienaventurados y la mítica Atlántida. A través de la literatura, la filosofía y la mitología, exploraremos estas fascinantes concepciones del más allá.

Los Campos Elíseos

Primera aparición en la literatura occidental

La primera mención de los Campos Elíseos aparece en la Odisea de Homero, donde se describe como un lugar situado en los confines de la tierra, donde la vida es plácida y feliz, sin nieve, invierno ni lluvias, solo una suave brisa procedente del Océano:

De otra parte, respeto a ti, Menelao, retoño de Zeus, tu destino no es morir allá en Argos, criadora de potros: los dioses te enviarán a los Campos Elíseos, al fin de las tierras, donde está el rubio Radamantis. Allí la vida se les hace a los hombres más dulce y feliz, pues no hay nevadas y el invierno no es largo; tampoco hay lluvias, sino que el Océano les manda sin pausa los soplos sonoros de un poniente suave que anima y recrea a los hombres. (Homero, La Odisea, Canto VI, vv. 561-568)

Características de los Campos Elíseos

Los Campos Elíseos se presentan como un lugar de eterna primavera, donde los héroes y las almas virtuosas disfrutan de una existencia dichosa, libre de las preocupaciones y sufrimientos del mundo mortal.

Las Islas de los Bienaventurados

Primera aparición en la literatura occidental

Hesíodo, en su obra Trabajos y Días, introduce las Islas de los Bienaventurados, un paraíso situado lejos de los hombres, donde los héroes viven una vida sin dolor, rodeados de abundancia:

A los otros el padre Zeus, hijo de Cronos, determinó concederles vida y residencia lejos de los hombres, hacia los confines de la tierra. Éstos viven con un corazón exento de dolores en las Islas de los Afortunados, junto al Océano de profundas corrientes, héroes felices a los que el campo fértil les produce frutos que germinan tres veces al año, dulces como la miel, lejos de los Inmortales; entre ellos reina Cronos. (Hesíodo, Trabajos y Días, vv. 167-173)

Descripción de Píndaro

Píndaro, en sus Olímpicas, describe las Islas de los Bienaventurados como un lugar envuelto en brisas oceánicas, donde florecen flores de oro y los habitantes se adornan con guirnaldas:

Cuantos osaron, en cambio, morando tres veces en uno y otro lado, mantener por entero su alma alejada de injusticia, recorren el camino de Zeus hasta la torre de Crono. Allí con sus soplos las brisas oceánicas envuelven la Isla de los Bienaventurados; y flores de oro relucen, unas de la tierra, nacidas de fúlgidos árboles, y otras el agua las cría, con cuyas guirnaldas enlazan sus manos y trenzan coronas (Píndaro, Olímpicas II, vv. 75-80)

Ubicación según Estrabón

Estrabón, en su Geografía, sitúa las Islas de los Bienaventurados frente a la costa de Maurusia (actual Marruecos), cerca del extremo occidental de Iberia:

También las Islas de los Bienaventurados están situadas ante la costa de Maurusia, frente a su extremo más hacia Poniente, es decir, en la parte de esta región con la que linda asimismo el límite occidental de Iberia; y por su nombre resulta claro que también a estas Islas se las consideraba felices por el hecho de estar próximas a territorios que, a su vez, lo eran. (Estrabón, Geografía, Libro I, 5)

La Atlántida

La historia de la Atlántida según Platón

Platón, en sus diálogos Timeo y Critias, narra la historia de la Atlántida, una isla situada más allá de las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar), que albergaba una civilización poderosa y avanzada. Según el relato, los atlantes intentaron conquistar Atenas y el resto del mundo, pero fueron derrotados y su isla fue destruida por un cataclismo:

…numerosas y grandes fueron vuestras hazañas y las de vuestra ciudad: aquí están escritas y causan admiración. Pero, sobre todo, hay una que aventaja a las otras en grandiosidad y heroísmo. En efecto, nuestros escritos cuenta de qué manera vuestra ciudad aniquiló en una ocasión el poder insolente de un gran imperio, que invadía a la vez toda Europa y toda Asia y se lanzaba sobre ellas desde el fondo del mar Atlántico. En aquella época, en efecto, era posible atravesar este mar. Había una isla delante de este lugar que llamáis vosotros las columnas de Hércules. Esta isla era mayor que Libia y Asia juntas y los viajeros de aquellos tiempos podían pasar de esta isla a las demás islas y desde estas islas podían ganar todo el continente… Ahora bien: en esta isla Atlántida, unos reyes habían formado un imperio grande y maravilloso. (Platón, Timeo, 24d-25a)

Posteriormente, tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra y la isla de Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar. (Platón, Timeo, 24d-25a)

La Atlántida como símbolo

La Atlántida ha sido objeto de numerosas interpretaciones a lo largo de la historia. Algunos la consideran una alegoría de la corrupción y la ambición desmedida, mientras que otros creen que pudo haber existido realmente. La isla se ha convertido en un símbolo de una civilización perdida y un misterio que sigue fascinando a investigadores y lectores.

Conclusión

Los Campos Elíseos, las Islas de los Bienaventurados y la Atlántida representan diferentes versiones del paraíso en la antigua Grecia. A través de la literatura y la mitología, estos lugares nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza de la felicidad, la justicia y el destino del alma humana. Su influencia perdura hasta nuestros días, inspirando la imaginación y alimentando el debate sobre la posibilidad de un mundo mejor más allá de la vida terrenal.

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