13 Dic

La Duda y su Resolución en el Pensamiento Cartesiano

Este texto se centra en el pensamiento cartesiano tal como aparece en la parte cuarta del Discurso del Método. En la segunda parte del Discurso, Descartes plantea cómo debe ser el nuevo método, cuáles son sus cuatro reglas fundamentales y cómo las matemáticas son el modelo idóneo para el uso del método. Ahora, en la cuarta parte, aplica esas mismas reglas a la metafísica. Como recordamos, la primera regla, el precepto de Evidencia, indicaba que sólo se podían admitir aquellos conocimientos que fuesen ciertos e indudables. El mejor camino que encuentra Descartes es utilizar la duda para encontrar esos conocimientos. Esa duda tiene cuatro caracteres: es universal, es metódica, es voluntaria y es teórica. Se trata de dudar de todas las verdades que se han propuesto hasta ahora para ver si son ciertas, es decir, si soportarían los argumentos de un escéptico.

La Duda como Método

Ir verdad por verdad sería un proceso inacabable, por eso, Descartes prefiere dudar de las facultades en las que se originan esos conocimientos para ver si alguna es indudable. Si no lo es, tendremos que prescindir momentáneamente de esos conocimientos para encontrar la fuente de la verdad. En el Discurso, Descartes centra su duda en tres aspectos que ampliará en obras posteriores:

  • Los sentidos no dan siempre información correcta (espejismos, enfermedades, etc.). Es posible que se equivoquen siempre. No pueden ser la base.
  • Lo mismo le ocurre a las demostraciones racionales. A mí me parecen ciertas, pero a hombres menos inteligentes que yo no les parecen demostradas. ¿No podría llegar alguien más inteligente que yo y mostrar que me equivoco? Las demostraciones implican pasos y no son evidentes.
  • Mi experiencia me parece correcta, pero en los sueños sucede lo mismo y no son verdaderos. ¿No podría ser todo un sueño?

Cogito, Ergo Sum: La Primera Verdad

De este modo, parece que todo el contenido objetivo de mi conocimiento está sometido a la duda, pero –justo entonces- la duda es vencida. Por más falso que sea el contenido de mi conocimiento, tiene que existir necesariamente alguien que lo esté pensando. Cogito, ergo sum; pienso luego existo. Ya tengo la verdad primera después de aplicar la duda y la regla de análisis. Ahora, ¿puedo aplicar la regla de síntesis? ¿Puedo recuperar deductivamente la realidad de la que he dudado?

La Dualidad del Ser: Espíritu y Cuerpo

Descartes examina lo que conoce y advierte que está seguro de que existe como ser pensante, como realidad espiritual, no como cuerpo, puesto que este se conoce por los sentidos y es dudoso. De este modo, llega a la conclusión de que está compuesto por dos sustancias totalmente diferentes entre sí: una indudable y otra dudosa. El espíritu es independiente del cuerpo, mucho más seguro que él y no precisa del cuerpo para existir. Esto provocará uno de los grandes problemas del racionalismo: la comunicación entre las dos sustancias.

Ideas Claras y Distintas: El Criterio de Certeza

Ahora bien, sus ideas no le sirven para acceder fuera del cogito, pues o son producidas por él (ideas facticias) o proceden de la experiencia (ideas adventicias) sometidas a duda. Ve claro que lo que diferencia al cogito de esas ideas es su claridad y distinción. Por eso, convierte esos dos caracteres en los criterios de la certeza. Ahora bien, ¿cómo asegurar que una idea clara y distinta se da en la realidad? Sólo si la usa el ser que ha creado la realidad. Por eso, Descartes advierte que hay otra idea: la de Dios presente en su mente. No puede ser ficticia (es la idea de un ser perfecto y él no lo es); tampoco es una idea adventicia (no procede de la experiencia). Si Dios existe como ser bueno e inteligente, entonces garantiza la veracidad de mis ideas.

La Demostración de la Existencia de Dios

Descartes se propone entonces demostrar su existencia. Lo hace de tres modos:

  1. Si tengo la idea de un ser perfecto, debe haberla puesto en mí algo tan perfecto –al menos- como la idea. Pero eso sólo puede ser Dios. Dios tiene que existir si tengo una idea de él.
  2. Yo existo pero no soy perfecto, luego no puedo existir por mí mismo. Debo haber sido creado por un ser más perfecto que yo. En última instancia, debe existir un ser perfecto que sea causa de mí y de lo demás que exista. Sobre esta cuestión trata el texto que estamos analizando.
  3. Cualquiera aceptaría la definición de que Dios es el ser más perfecto que se puede concebir. Pero si no es existente, entonces no podría ser el ser más perfecto que puede concebirse. Con lo cual, debe existir.

Dios como Garantía del Conocimiento

Dios como ser perfecto y veraz garantiza la coherencia interna de mis ideas claras y distintas. Es el sustento gnoseológico de la objetividad de mi conocimiento, sin el que no puedo salir del cogito.

La Existencia del Mundo Externo: Res Extensa

¿Y el mundo externo? ¿Son válidas las ideas adventicias? Descartes indica, en primer lugar, que sólo se puede garantizar la certeza del alma (el yo pensante), de Dios y de las ideas claras y distintas que nuestra mente pone en el conocimiento de la realidad. Sólo eso tiene certeza metafísica. De lo demás, podemos tener una certeza moral, práctica, pero no absoluta. Grande en el caso del propio cuerpo, presente y constante en todas nuestras experiencias, pero es un conocimiento que no posee la certeza del yo. El resto de los conocimientos propios de la sensibilidad están sometidos a los defectos de ésta. De este modo, parecen no proceder de nosotros (pues nos sorprenden) ni de Dios (ya que él no va a engañarnos) por lo cual es muy posible que exista, pero no real. La certeza sólo alcanza a los elementos matemáticos que pone mi razón en la experiencia. Es la tercera sustancia, llamada por Descartes res extensa.

(Discurso del Método IV)

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