16 Dic

Nociones Fundamentales: Metafísica y Ciencia

Para que un juicio sea considerado científico, según Kant, debe cumplir dos condiciones: que aumente nuestros conocimientos y que posea validez necesaria y universal. Su validez no puede proceder de la experiencia, pues ésta es cambiante y solo proporciona verdades resultado de generalizaciones probables. Por lo tanto, los juicios científicos han de ser sintéticos a priori, juicios en los que el predicado no esté incluido en el sujeto de la oración, como ocurre en los juicios analíticos, y que permitan establecer conexiones desconocidas hasta el momento.

Las matemáticas tratan del espacio y del tiempo. La geometría analiza las propiedades del espacio, la aritmética las del tiempo. Dado que el espacio y el tiempo son las condiciones en las que ha de darse todo fenómeno, las propiedades del espacio y del tiempo han de transmitirse necesariamente a todo fenómeno que pueda darse en ellos. De este modo, todos los conocimientos de las matemáticas han de ser universales y necesarios, puesto que todos los fenómenos han de darse necesariamente en el espacio y en el tiempo. De esta forma son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas. Los juicios sintéticos a priori son posibles en las ciencias naturales porque se basan en las categorías.

Del mismo modo que la sensibilidad impone al objeto las estructuras trascendentales del espacio y el tiempo, el entendimiento impone al objeto las formas trascendentales del entendimiento o categorías. En consecuencia, no podremos conocer nunca los objetos tal como son en sí mismos, es decir, como noúmenos, sino solamente tal como se presentan a nosotros a través de esas estructuras trascendentales de la sensibilidad y del entendimiento, es decir, como fenómenos.

Al examinar la posibilidad de la metafísica, Kant tiene a la vista la metafísica dogmática racionalista de Wolff. La metafísica es un conocimiento puramente racional, que prescinde de los datos sensibles. La metafísica es el intento de liberar a nuestros conceptos de las limitaciones de la mera observación.

Es imposible un conocimiento de las cosas en sí mismas, y en concreto del alma, del mundo como totalidad y de Dios, aunque estas ideas nos permiten unificar nuestro conocimiento de los fenómenos, no las podemos conocer, ya que no poseemos ninguna intuición de ellas, sólo poseemos la intuición sensible, que sólo nos permite conocer los fenómenos de la naturaleza.

La metafísica se reduce como mucho a un simple análisis de conceptos, que no consigue alcanzar la realidad. La metafísica es imposible como ciencia, aunque exista una tendencia natural inevitable a aplicar las categorías del entendimiento más allá de la sensibilidad, intentando alcanzar el conocimiento absoluto, que no podemos obtener.

A la metafísica le queda un papel crítico o regulativo que pretende eliminar el dogmatismo, para salvaguardar las pretensiones de la moral y de la religión, y evitar la pura especulación al señalar los límites del conocimiento científico. No es posible el conocimiento metafísico de la realidad, conocimiento puramente racional, pero sí conocer la fuente del error metafísico. Y positivamente impulsa al ser humano a seguir investigando, tratando de encontrar una mayor unificación y coherencia entre todos sus conocimientos.

Experiencia y Conocimiento a Priori

Kant identifica experiencia con el conocimiento sensible. Existen tanto en la sensibilidad como en el entendimiento unas formas trascendentales, que no dependen de la experiencia, y que son a priori, por lo tanto, que actuarán como un «molde» al que se tienen que someter los datos recibidos por la sensibilidad y los conceptos formados por el entendimiento. En consecuencia, tanto la sensibilidad como el entendimiento adquieren, aunque a distinto nivel, un papel configurador de la realidad.

Si podemos construir juicios sintéticos a priori es porque no todo nuestro conocimiento procede de la experiencia, aunque todo nuestro conocimiento comienza en la experiencia.

Primero recibimos impresiones o sensaciones, los sentidos nos permiten intuir o captar los objetos. El sujeto (cognoscente) unifica, ordena y estructura la materia bruta de las sensaciones, se añade una forma a priori, que no es un elemento empírico. Kant llama materia de la sensibilidad a lo dado por los sentidos y forma de la sensibilidad al elemento estructurante. Así queda superado el realismo, el objeto que conocemos no es una copia de la realidad obtenida sensorialmente.

Si analizamos el contenido de cualquier conocimiento, despojándolo de todo elemento procedente del entendimiento, a fin de quedarnos sólo con el conocimiento sensible; y una vez hecho esto analizamos ese conocimiento sensible, despojándolo de todo elemento perteneciente a la sensación, nos quedaremos sólo con la forma del conocimiento sensible. Tendremos entonces la forma pura de la sensibilidad.

En el caso de los objetos que nos representamos como exteriores a nosotros, como una mesa o una casa, por ejemplo, podemos prescindir de cualquier representación sensible (tamaño, forma, color) pero no podemos prescindir de representárnoslo como algo en el espacio.

El espacio no puede ser una cosa, ya que las cosas existen en el espacio; si lo consideramos como una cosa tendríamos que concebir otro espacio que lo contuviese, y así indefinidamente, lo que resulta absurdo. El espacio tampoco puede ser un concepto empírico, dado que para representarme un objeto debo presuponer de antemano el espacio; por lo tanto, el espacio no puede proceder de la experiencia, sino que la precede. Si no procede de la experiencia ha de ser una representación a priori, independiente de la experiencia.

Según Kant existen dos modos de la sensibilidad, el sentido externo por el cual nos representamos los objetos en el espacio, y el sentido interno, por el cual intuimos en el tiempo nuestros estados psíquicos. El espacio y el tiempo son formas a priori de la sensibilidad o intuiciones puras. El resultado de la ordenación de las sensaciones (materia) en el espacio-tiempo (forma) es el fenómeno, que es el objeto de nuestra experiencia. Las matemáticas construyen sus juicios sobre las intuiciones puras del espacio (geometría) y del tiempo (aritmética).

El entendimiento es la facultad de pensar el objeto dado en la intuición empírica, es decir, el fenómeno. Pensar supone subsumir (englobar un caso particular dentro de lo general) los fenómenos bajo conceptos que les dan unidad y significación. Hay conceptos empíricos y a priori, que se llaman categorías, que son las estructuras a priori del pensamiento. La naturaleza entendida como el conjunto de los fenómenos, se encuentra sometida a las categorías, que son las condiciones de posibilidad de pensar la experiencia, las leyes físicas se imponen a la experiencia por el entendimiento. De este modo, adquieren necesidad y universalidad, haciendo posible la física como ciencia. Las leyes físicas sólo tienen validez para el mundo fenoménico.

Crítica de la Metafísica Tradicional

Puesto que no hay nada empírico que corresponda a estas ideas, es imposible para el entendimiento formar por sí mismo la menor imagen de los objetos. La ilusión trascendental se produce cuando la razón hace un uso inadecuado de las categorías, al aplicarlas a estas ideas, pues las considera como objetos y llega a conclusiones ilusorias y contradictorias. Pero dado que una ilusión trascendental tiene sus raíces en la esencia de la razón, es inevitable.

Hay tres tipos: paralogismos que son inferencias concernientes a la idea de un alma; antinomias que son inferencias concernientes a la idea mundo y el ideal de la razón pura que son las inferencias concernientes a la idea de Dios.

Un paralogismo es un razonamiento falso. Hay dos tipos, los lógicos que son los que provienen de un error lógico formal y los trascendentales donde el error reside en la naturaleza de razón misma y este tipo de errores la razón no los puede evitar.

El alma es inmaterial; como substancia simple es incorruptible; de su unidad e identidad surge su personalidad, estas tres características juntas dan la espiritualidad; la relación con los objetos en el espacio la hace el principio de la vida en la materia. Esta doctrina transcendental del alma, es falsamente considerada como ciencia de la razón pura acerca de la naturaleza de nuestro ser pensante.

Antinomias de la Razón Pura

  • Primera antinomia– Tesis- El mundo tiene un comienzo en el tiempo y es limitado en el espacio. Antítesis: El mundo no tiene comienzo en el tiempo y no es limitado en el espacio.
  • Segunda antinomia La tesis mantiene que toda sustancia compuesta consta de partes que son indivisibles. En estas partes indivisibles es en lo que consiste el mundo, y fuera de ellas no existe nada más. La antítesis mantiene que ninguna cosa compuesta consta de partes simples, y nada en absoluto puede hallarse que sea simple.
  • Tercera antinomia -Tesis: La causalidad que está de acuerdo con las leyes de la naturaleza no es la única forma de causalidad, hemos de suponer otra forma de causalidad que es la libertad. Antítesis: mantiene que no hay libertad y que todo lo que sucede en el mundo, sucede de acuerdo con las leyes de la naturaleza.
  • Cuarta antinomia -Tesis: hay un ser que existe necesariamente como una parte del mundo o como su causa. Antítesis: Un ser absoluto y necesariamente existente no puede ser ni una parte del mundo ni su causa.

En cada una de las cuatro antinomias que anteceden la tesis refleja lo que Kant llama dogmatismo de la razón pura y la antítesis es una expresión del empirismo. El dogmatismo, afirmar lo incondicionado, la existencia de lo necesario y la libertad. El empirismo tiene un fundamento firme, está siempre comprobado por la experiencia. En las antinomias la razón está en conflicto consigo misma. Se basan en considerar la realidad unas veces como fenómeno y otras como noúmeno.

En la tercera antinomía habría contradicción si al sujeto de la libertad se le considerara como un mero fenómeno, pues se afirmaría y negaría lo mismo de un objeto en un mismo sentido. Pero la necesidad de la naturaleza se refiere a los fenómenos y la libertad a las cosas en sí mismas, así no se origina contradicción. En el mundo fenoménico no puede existir un ser necesario, pero puede existir un ser necesario más allá de lo que podemos conocer.

Dios es una idea que resulta de la suma de todos los predicados positivos concebibles, pero no es entendido simplemente como idea, sino como una cosa existente; aunque no pueda ser experimentado, porque todo lo que hay en la experiencia es finito y limitado, es una cosa en sí y sirve como base de toda determinación de los objetos sensibles. Sirve, por lo tanto como un ideal trascendental.

La prueba ontológica: un ser que tiene todas las propiedades positivas tiene que tener también la propiedad existencia. Kant dice que ni un sujeto ni un predicado pueden tener necesidad, sólo existe necesidad en los juicios analíticos, que son verdad por definición. Kant concluye diciendo que no podemos tener un concepto de un ser tal que la negación de su existencia fuese una contradicción.

La prueba Cosmológica: Si algo existe, entonces existe también un ser absolutamente necesario. Ahora bien, yo, al menos existo; por lo tanto, existe un ser absolutamente necesario. Según Kant estas pruebas presuponen la prueba ontológica, por que la prueba incluye aserción de que lo que existe necesariamente, posee la más alta forma de realidad.

La prueba físico teológica se basa en la regularidad de la naturaleza. Tal regularidad sólo puede ser resultado de una inteligencia que existe fuera de la naturaleza. Concluimos, así, que el curso de la naturaleza, que es regular y conforme a propósito, es debido a un ser omnipotente, omnisciente y necesariamente existente. Aún admitiendo que los procesos de la naturaleza proceden conforme a un propósito, ello no nos autoriza, a argumentar a favor de un creador del mundo, sino todo lo más de un arquitecto cósmico. Con respecto a las cualidades de este ser solo estamos autorizados a decir que es sabio y no podemos dar el salto a la perfección. Este salto presupone la prueba cosmológica y la ontológica. Y puesto que ambas ya están invalidadas ninguna de las tres pruebas de la existencia de dios son válidas. Es imposible por medio de la razón probar la existencia de dios, pero también es, según Kant imposible refutarla.

Las ideas de la razón conducen a ilusiones metafísicas; estas como tales no son erróneas es la manera de utilizarlas lo que conduce al error. Las ideas pueden ser utilizadas o bien constitutivamente en donde el resultado es una ilusión metafísica; o bien regulativamente. El progreso del conocimiento es un proceso que nunca termina hacia este ideal. Si suponemos un ser necesariamente existente que ha creado el mundo de acuerdo con un plan definido entonces la exploración de la naturaleza procede como si todo en la naturaleza tuviera una función definida.

Teoría del Conocimiento

En la inversión del papel que juegan el sujeto y el objeto en el conocimiento radica la llamada «revolución copernicana» de Kant. La necesidad y universalidad del conocimiento no puede proceder de la experiencia, el conocimiento científico no puede explicarse como una adecuación del sujeto, a los objetos, tal como habían supuesto los filósofos hasta entonces. Por el contrario, hemos de suponer que son los objetos quienes tienen que adecuarse a nuestro conocimiento. El entendimiento no es una facultad pasiva, que se limite a recoger los datos procedentes de los sentidos, sino que configura la realidad.

A diferencia de lo que habían afirmado los racionalistas y los empiristas que concibían una sola fuente de conocimiento, la razón o la experiencia, respectivamente, para Kant el conocimiento es el resultado de la colaboración entre ambas: por la sensibilidad recibimos los objetos, por el entendimiento los pensamos.

La sensibilidad es la fuente de todas nuestras intuiciones. Si prescindimos de la sensibilidad, dice Kant, no podemos tener intuición alguna. El entendimiento no es una facultad que nos permita intuir, nos permite pensar, es un conocimiento conceptual. La sensibilidad suministra las intuiciones del conocimiento; el entendimiento suministrará los conceptos.

Las intuiciones sensibles, si no son pensadas a través de un concepto, no nos ofrecerían conocimiento alguno: equivaldrían a un torrente inconexo de sensaciones. Los conceptos, por su parte, si no se remiten a una intuición sensible, nos ofrecerían un conocimiento vacío de contenidos. «Las intuiciones, sin conceptos, son ciegas; los conceptos, sin intuiciones, son vacíos».

Si separamos del entendimiento la materia de la forma, podremos distinguir dos tipos de conceptos: los conceptos empíricos y los conceptos puros o categorías. Los primeros son el resultado de generalizaciones tomadas de la experiencia. Los segundos no dependen en absoluto de la experiencia: son a priori, y son puestos directamente por el entendimiento, al modo del espacio y el tiempo en la sensibilidad. Son las estructuras a partir de las cuales se generan los conceptos empíricos y podemos, por lo tanto, formular juicios.

Pensar equivale a formular juicios, por lo que todos los actos del entendimiento pueden ser, pues, reducidos a juicios. Ahora bien, si determinamos cuáles son las formas del juicio, podremos identificar cuáles son las funciones de unidad que operan en los mismos, que no serán otras que las categorías. A esta operación la llamará Kant deducción trascendental de las categorías.

La razón es la capacidad suprema de pensar, elabora razonamientos, es decir, relaciona juicios. La razón busca la construcción de juicios cada vez más generales, en busca de principios o leyes que abarquen el mayor número posible de fenómenos. Esta búsqueda de los principios últimos bajo los cuales se pueda comprender toda la realidad es llamada por Kant la búsqueda de lo incondicionado, ya que se supone que ese principio último es la condición de todos los fenómenos y, a su vez, no depende de ninguna otra causa. A estos conceptos puros a priori de la razón, les llamará Kant ideas trascendentales.

Concluye que hay tres ideas trascendentales: alma, mundo y Dios. Mediante la idea de alma, dice Kant, unificamos todos los fenómenos del psiquismo; es la condición incondicionada de todos los fenómenos psíquicos. Mediante la idea de mundo unificamos todos los fenómenos de la experiencia. Mediante la idea de Dios unificamos la totalidad de los fenómenos psíquicos y de la experiencia en una única causa de la que dependen y por la que son explicados (Dios es la condición incondicionada de la existencia del alma y el mundo, su causa última).

Estas ideas trascendentales nos ayudan a unificar en el pensamiento la totalidad de los fenómenos, sin embargo, al no poseer intuición ninguna de estas realidades (Dios, alma, mundo) esas ideas trascendentales no nos ofrecen ningún conocimiento. Son conceptos puros, sin ningún contenido.

Como resultado se sigue la distinción de todos los objetos en fenómenos y noúmenos. Por fenómeno entiende Kant el objeto tal como es percibido por nosotros una vez que los contenidos de la sensación han sido sometidos a las formas trascendentales del espacio y el tiempo, y a las categorías por lo que respecta al entendimiento. La única forma posible de conocimiento, es el conocimiento de la realidad como fenómeno. Lo que sea esa realidad considerada «en sí misma», en cuanto noúmeno, independientemente de nuestro modo de conocerla, es algo que está fuera de nuestro alcance. Las categorías del entendimiento sólo se pueden aplicar a contenidos procedentes de la intuición sensible, ya que no hay ningún tipo posible de intuición intelectual.

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