02 May

El teatro español anterior a la Guerra Civil
Los empresarios han de tener en cuenta los gustos del público burgués. Por esto, el teatro que triunfa en las salas no presenta una gran critica social a la burguésía. Este teatro será reacio a las nuevas tendencias. No obstante, eso no supone que no se produzcan innovaciones.
Destaca, en este teatro de éxito, la figura indiscutible de Jacinto Benavente, con una producción inmensa, de la cual sobresalen sus dramas rurales, como Señora ama y La malquerida. Su obra menos convencional y, tal vez por ello, más representada, es Los intereses creados, donde utiliza el ambiente y los personajes de la commedia dell’arte italiana para presentar una cínica visión de los ideales burgueses. El amor de los protagonistas purifica los intereses materiales en que se desenvuelve esta sociedad de apariencias.
El teatro modernista en verso, en parte gracias a sus vestuarios y escenografías, en parte por un trasfondo ideológico conservador, también cuenta con el aplauso del público. Destacaron las obras de Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. También los hermanos Machado practicaron este tipo de teatro, a veces con regusto popular cercano al teatro de humor que veremos ahora, como La Lola se va a los puertos.
La tercera corriente es el llamado teatro cómico, con diversos planteamientos estéticos. Los hermanos Álvarez Quintero llevan a escena una Andalucía tópica, con un humor blanco. Carlos. Arniches realiza piezas cortas con personajes típicos donde utiliza un recurso expresivo castizo, que se ha denominado «dislocación expresiva», de gran fuerza humorística. A partir de 1910 cultiva la tragicomedia grotesca: funde la comicidad exterior con la tragedia interior que viven los personajes, creando una pieza magistral como La señorita de Trevélez los jóvenes del Guasa Club gastan una broma cruel a una solterona poco agraciada, Florita, haciéndole creer que un chico se ha enamorado de ella. Finalmente citaremos la astracanada de Pedro Muñoz Seca, con La venganza de don
Mendo. Burla tremenda del teatro modernista.
El teatro renovador pretende romper con el drama burgués realista de finales del XIX. En España este teatro no tuvo la aceptación del público, exceptuando algunas piezas.
Los noventayochistas pretendieron renovar el teatro como hicieran antes con la novela. Unamuno trata en sus obras temas existenciales, despojándolas de todos los elementos escenográficos superfluos. Azorín utiliza elementos irreales y simbólicos. Jacinto Grau intentó la renovación con la reutilización de los mitos clásicos, como El señor de Pigmalion.


El verdadero innovador del teatro, por su influencia posterior, fue Valle-Inclán. Presenta una producción compleja, con diversa aceptación entre el público. El ciclo mítico de la trilogía de las Comedias bárbaras presenta una Galicia mítica, primitiva y feudal en la que se produce la degradación del linaje señorial de los Montenegro. Divinas palabras supone ya un paso hacia el esperpento. Con el ciclo de la farsa, se intensifican los elementos grotescos. Destaca Farsa y licencia de la reina castiza. El ciclo esperpéntico supone la culminación de este proceso dramático. El esperpento utiliza una estética sistemáticamente deformadora para evidenciar la degradación social del país, con unos personajes grotescos, donde tienen cabida todos los tonos poéticos, desde los más aristocráticos hasta los más vulgares. Se abrirá en 1920 con Luces de bohemia, viaje dantesco por las calles madrileñas de Max Estrella, poeta bohemio, pobre y ciego, acompañado de «su perro», don Latino de Hispalis. Martes de Carnaval agrupa tres obritas entre las que sobresale Las galas del difunto, que esperpentiza el mito literario de Don Juan.

Los autores de la generación del 27 también intentaron llevar su renovación lírica a las tablas. La dedicación de Alberti y Salinas así lo atestiguan, aunque sus mayores logros fueron producidos ya en el exilio. Trayectoria similar fue la de Alejandro Casona, con triunfos antes de la guerra, La sirena varada, y en exilio. Mezcla acertadamente los elementos líricos y simbólicos para crear un teatro que gozó de bastante aceptación, como en La dama del alba.

Pero el autor más influyente fue Federico García Lorca, cuya trayectoria fue cortada por su trágica muerte. Trata en sus obras la frustración, el deseo de libertad y el poder represivo de la sociedad. Entre sus primeras obras, destaca Mariana Pineda,

También escribíó La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, que tratan el tema de la desigualdad de edades en el amor. Su teatro vanguardista nunca llegó a subir a las tablas en su época; él mismo llamó «comedias imposibles» a El público y Así que pasen cinco años, de clara influencia surrealista.

El culmen de su teatro llegaría con las tragedias de ambientación rural, con mezcla de elementos líricos cultos y populares, como Bodas de sangre y Yerma. La casa de Bernarda Alba sería su mejor obra.

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