05 Sep

El Renacimiento. Concepto y cronología

Italia. Arquitectura en los siglos XV y XVI: características generales. Panorama de la escultura del siglo XV. Miguel Ángel y la escultura manierista. Pintura: el siglo XV en Florencia. El siglo XVI: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. La escuela de Venecia.

Pueden considerarse dos fases o períodos dentro del Renacimiento italiano: el siglo XV y el XVI, el Quattrocento y el Cinquecento, respectivamente.

El Quattrocento

1. Arquitectura

Origen en Italia, donde ha pervivido durante toda la Edad Media la tradición clásica. Los arquitectos florentinos inician el nuevo movimiento en la primera mitad del siglo XV que se difunde por Italia durante la segunda mitad del siglo y por el resto de Europa a principios de XVI.

El nuevo estilo no es una copia de los modelos clásicos greco-latinos, sino que la visión directa que los artistas tienen de estos modelos les sirve de inspiración.

El centro artístico del período es la Florencia de los Médicis, que sirven de mecenas para los principales artistas del momento.

La arquitectura sigue la tradición de los órdenes clásicos, preferentemente el corintio. La columna, con fuste liso o abalaustrado, sustituye al pilar gótico, empleándose con frecuencia la pilastra adosada. El arco utilizado preferentemente es el de medio punto. Las plantas usadas: cruz latina y griega, basilical, central y con cruz inscrita. Las cubiertas más utilizadas son la bóveda de cañón y la cubierta de madera con casetones, pero la principal aportación es la sistemática utilización de la cúpula.

Otra de las características principales del Quattrocento es la riqueza decorativa. En el exterior, los muros se decoran con almohadillados, esgrafiados1, y se colocan multitud de medallones, guirnaldas, etc. En los interiores domina la decoración de grutesco2, apareciendo también guirnaldas, láureas, cintas, etc. En el capitel corintio se enriquece la decoración sustituyendo los canículos por representaciones animales o fantásticas. Igualmente, se decora el fuste de la pilastra adosada.

Los principales arquitectos del Quattrocento florentino son Brunelleschi y Alberti.

FILIPO BRUNELESCHI (1377-1446), precursor del Renacimiento florentino, se inicia como escultor con la obra El Sacrificio de Isaac, en el concurso para la 2ª puerta del Baptisterio. Tras fracasar, viaja a Roma donde estudia con Donatello las formas clásicas. De nuevo en Florencia inicia su labor arquitectónica con el pórtico del Hospital de los Inocentes, donde emplea por primera vez la arquería de medio punto sobre columnas corintias y frontón triangular sobre los vanos.

Entre 1420-1434 realiza su obra maestra, la gran cúpula de Santa Mª de las Flores, elevada sobre un tambor octogonal. En la Iglesia de San Lorenzo retorna a la planta basilical, con 3 naves separadas por arquerías de medio punto (ídem Hospital de los Inocentes). La capilla Pazzi (I. de Santa Croce) presenta las características esenciales de la arquitectura de Brunelleschi: planta de cruz griega con cúpula gallonada sobre pechinas en el centro y yuxtaposición de arco y entablamento sobre columnas. A estas características se suman las del Palacio Pitti, cuya estructura original es suya: fachada almohadillada, vanos con grandes dovelas y remate en una cornisa volada. Entre sus seguidores y discípulos destacan: Michelozzo Michelozzi -palacio Médici-Riccordi-, Giuliano y Benadetto da Majano, y Giuliano da Sangallo.

LEÓN BATTISTA ALBERTI (1404-1472), establece una estética arquitectónica basada en los modelos clásicos y en las relaciones matemáticas entre las partes de un edificio: el ritmo de las líneas o masas basado en la exactitud de las proporciones. Con él la columna tiene una función decorativa, haciendo descansar los arcos sobre pilastras. Emplea la cúpula en todos sus edificios.

Su primera obra es el templo de Malatesta (Rímini), cuya planta difiere de la de Brunelleschi (gran sala con capillas en los lados), con fachada a modo de arco del triunfo y que en los planos originales tenía cúpula. De la misma época (1446/1451) es el palacio Rucellai, en el que crea el modelo característico de palacio renacentista: superposición de órdenes en la fachada, puerta adintelada y ventanas con arcos sobre arquitrabe.

De su última época (1450/1470) son las iglesias de Santa Mª Novella, donde crea el tipo de fachada barroca, y San Andrés de Mantua, que influirá en la iglesia jesuítica barroca, con una sola nave con arcos sobre pilares que dan acceso a capillas laterales y cúpula sobre el crucero. Discípulos suyos son: Bernardo Gambarelli (el Rossellino), Agostino di Duccio y Francisco Laurana.

En la segunda mitad del siglo XV los modelos arquitectónicos florentinos son aceptados en el resto de Italia sufriendo variantes regionales en sus características, entre las que destacan:

En LOMBARDÍA las características toscanas se mezclan con pervivencias de la tradición gótica debido a la construcción de la Catedral de Milán. La principal característica es la decoración de toda la fachada del edificio. Son ejemplos el Hospital Mayor (Milán), la capilla Colleoni (Bérgamo) y, principalmente, la Cartuja de Pavía. La influencia de la escuela lombarda abarca no sólo Italia, sino que debido a su lujosa decoración es bien aceptada en España y Francia.

En VENECIA, la influencia lombarda se une con la tradición gótica de las construcciones civiles. Son edificios característicos la iglesia de Santa Mª de los Milagros y el palacio Vendramin-Calergi.

2. Escultura

Florencia es también la cuna de la escultura renacentista, donde se produce un antecedente ya en el siglo XIII cuando se imitan obras de la antigüedad clásica.

Los materiales utilizados preferentemente son el mármol y el bronce. Los principales logros de la escultura renacentista son el relieve y, en la escultura de bulto redondo, la estatua ecuestre y el busto-retrato, siendo también un tema muy difundido las representaciones de niños.

Las bases fundamentales del estilo de los escultores del Quattrocento son el naturalismo gótico del XIV y, sobre todo, la inspiración directa de las obras clásicas. Pero no puede considerarse una simple copia de éstas, ya que los escultores florentinos del Quattrocento las interpretan de una forma nueva, caracterizada por la tendencia al realismo y a la individualización de las figuras. La principal figura del Quattrocento es Donatello.

En el Quattrocento se desarrolla la técnica del relieve, abandonándose la técnica pictórica de las obras de Ghiberti, y sustituyéndola por el schiacciato donatelliano. También en esta etapa se fijan los modelos de estatua-retrato ecuestre, que se ubican en las plazas en honor de importantes personajes públicos, y las características de los bustos-retratos, en las que destaca el realismo.

Entre los escultores de la primera época, considerados como precursores, destaca LORENZO GHIBERTI (1378-1455) que se inicia con la segunda puerta del Baptisterio de Florencia, ganando el concurso -sobre Brunelleschi y Della Quercia- para su realización, en las que mantiene la tradición gótica. La madurez de su estilo la alcanza con la realización de la tercera puerta del Baptisterio, que Miguel Ángel llamó «Puerta del Paraíso«, con múltiples planos en los que las figuras del primer término destacan casi en bulto redondo, mientras que las del fondo se realizan con un suavísimo bajorrelieve, dando una visión pictórica del relieve.

Otro autor importante es JACOPO DELLA QUERCIA (1374-1438), con un arte opuesto al de Ghiberti, precursor del Cinquecento. Su obra más importante es la Portada central de S. Petronio de Bolonia, con recuadros de bajorrelieves bíblicos. Concede gran importancia a las masas -volúmenes, cuerpos, etc.- y poca al paisaje.

Donato di Niccolo di Betto Bardi, DONATELLO (1386-1466) es el escultor más importante del período. Como arquitecto participa en el concurso para la construcción de la cúpula de Santa Mª de las Flores, y como pintor pertenece al «gremio de San Lucas», pero es como escultor donde realiza sus principales trabajos. En sus primeras obras plasma ya sus características principales, naturalismo y profundo estudio anatómico, como en las representaciones de profetas del Campanile de Florencia, entre las que destacan la del rey David y la del Profeta Habacuc, conocido como El Zuccone.

A partir de 1425 colabora con Michelozzo en las tumbas de Juan XXIII (Baptisterio de Florencia) y del Cardenal Brancacci (Nápoles). Su período de madurez se da tras su estancia en Roma (1430-32), con obras como la Cantoría de la Catedral de Florencia, donde prima el sentido del movimiento en las figuras, preocupándose también por el retrato psicológico -busto de Niccolo da Uzzano (Florencia)-.

Sus relieves se caracterizan por las líneas sutiles, el denominado «schiacciato«, contrario al relieve pictórico de Ghiberti. Obras destacadas son los bajorrelieves de la pila bautismal de Siena, el tabernáculo de la Anunciación (en Santa Croce) y, principalmente, los bajorrelieves del altar de la Iglesia de San Antonio de Padua (1443-53).

A esta misma época corresponde una de sus obras más importantes, el monumento ecuestre del Condottiero Gattamelata, en bronce, que marca el modelo de retrato ecuestre utilizado en todo el Renacimiento.

A su última época corresponden las obras Judith y Holofernes (Loggia de Lanzi) y el San Juan Evangelista del Duomo de Siena, dejando inacabados los bajorrelieves de San Lorenzo, donde es sepultado.

Entre los discípulos y continuadores hay que destacar a ANDREA DEL VERROCCHIO (1435-1488) que destaca por sus profundos estudios anatómicos y por llevar el realismo donatelliano al máximo esplendor. Obras destacadas son: el David, en bronce; la estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni (Venecia) y la Incredulidad de Santo Tomás.

3. Pintura

Al igual que el resto de las disciplinas, la pintura renacentista italiana se crea en Florencia en el siglo XV, continuando la evolución iniciada por Giotto. No se pierde, como en otras zonas, la pintura mural cuya tradición se mantiene fuerte hasta la introducción de la técnica al óleo hacia mediados del siglo XV, manteniéndose, pues, la técnica al temple.

Las principales características de la pintura cuatrocentista se centran en torno al estudio de la figura humana, la representación del espacio y de la luz. El paisaje va adquiriendo paulatinamente mayor importancia a consecuencia de la influencia flamenca en Italia.

Hay diferentes escuelas con características propias, pero es la escuela florentina la de mayor importancia, pues sintetiza las diversas corrientes que forman la pintura italiana de este período: una 1ª corriente representada por la pervivencia gótica de la última etapa (Fray Angélico); otra, caracterizada por su tendencia hacia lo constructivo y espacial -logros de la perspectiva lineal y aérea- (Masaccio, Piero de la Francesca); una tercera que, manteniendo los caracteres de la anterior, los subordina a la búsqueda del movimiento y del carácter (Verrocchio, Signorelli); y otra, principalmente en la segunda mitad del siglo, que tiende hacia lo narrativo y la temática profana, preocupada por la belleza y la importancia de los elementos secundarios (Filippo Lippi, Botticelli, Ghirlandaio, Filippino Lippi).

ESCUELA FLORENTINA

Durante la primera mitad del siglo XV perviven en Florencia, por influencia de la escuela sienesa, artistas con características góticas que sirven de transición a la pintura renacentista. Ya en esta última corriente, el primer autor a destacar es Guidolino di Pietro, conocido como Fray Angélico de Fiésole (finales s. XIV-1455), monje dominico cuya pintura, de tema exclusivamente religioso, destaca por su cromatismo, dominando el azul, blanco, rojo y oro. Su obra presenta dos períodos, uno místico y goticista, con obras delicadas y de suave colorido (La Madonna della Stella, El Juicio Final, La coronación de la Virgen y las tablas de los Hechos de la vida de Jesús); y otro, influido por lo constructivo y espacial (frescos del convento de San Marcos, frescos de la vida de los santos Esteban y Lorenzo de la capilla vaticana de Nicolás V).

Tommaso di Giovanni Guidi, il Masaccio (1401-1428), es el verdadero iniciador de la pintura renacentista florentina, llegando su influencia hasta el siglo siguiente. De su obra, perdida casi en su totalidad, lo más destacable son los frescos de la capilla Brancacci (Sta. Mª Novella), de la que se instruyen numerosos artistas, en los que cuida especialmente el color (que se suaviza con la distancia) y la forma (tratamiento de los pliegues de los ropajes).

Otro autor de esta etapa es el carmelita Fra Filippo Lippi (1406-1469) que participa de la corriente narrativa y profana. Su obra de juventud destaca por su colorido y la introducción de temas secundarios (La Adoración de la Virgen, La Coronación de la Virgen). En sus obras representa a la que sería su mujer, como en el caso de la Madonna con el Niño. De su última época son los frescos del Duomo de Prato, con los Hechos de San Juan Bautista, destacando La danza de Salomé.

El último autor de esta primera mitad del siglo XV es Piero de la Francesca (1416-1492) que tiende a la estilización y la regularidad de las proporciones geométricas, siendo un gran teórico de la pintura. Sus obras más destacadas son el fresco de Pandolfo Malatesta (Rímini), los frescos de San Francisco de Arezzo, el Sueño de Constantino, y sus retratos, como el de Federico de Montefeltre.

Durante la 2ª ½ del s. XV destacan, inicialmente, autores con unos profundos estudios anatómicos y del movimiento, como il Verrocchio (1435-1488), principalmente escultor, con obras destacadas como el Bautismo de Jesús; y Luca Signorelli (1441-1523), el más importante, y discípulo de Piero de la Francesca; sus obras más destacadas son los frescos de la capilla Brizio (Catedral de Orvieto), cuya temática se centra en la Eneida, la Odisea, la Divina Comedia y escenas del Apocalipsis.

Alessandro Filippepi Botticelli (1445-1510), discípulo entre otros de Fra Filippo, se diferencia de sus contemporáneos por su carácter nervioso y sensual. Sus primeras obras reciben la influencia de su maestro, como en la Madonna de la rosa, adquiriendo su madurez a partir de 1475, con obras como la Adoración de los Magos y La Primavera, pintura ésta característica de su arte elegante y delicado. De su estancia en Roma son las pinturas al fresco de tema bíblico de la Capilla Sixtina. En su última época se acentúa el melancolismo en la expresión (El Nacimiento de Venus) y el misticismo (La Repudiada).

El principal representante de la corriente narrativa y profana es Doménico Bicordi, Ghirlandaio (1449-1494) que es además un magnífico retratista. Decora la capilla de Santa Fipa (Duomo de S. Gemingnano); pinta la Ultima Cena (Convento de Ognisanti -Florencia-) donde intenta expresar el sentimiento a través de los gestos. En Roma realiza, en la Capilla Sixtina, La vocación de los apóstoles Pedro y Andrés, donde el paisaje se hace más menudo. El mejor tratamiento paisajístico lo hace en la Adoración de los Pastores (Uffizi), en el que copia parte del tríptico Portinari de H. van der Goes. Destacan sus retratos de la familia Tornabuoni en la Historia de la Virgen, de Santa María Novella (Florencia).

Por último destacar a Filippino Lippi (1457-1504), que sigue la tendencia de su padre en obras como la Aparición de la Virgen a San Bernardo. En la decoración de la Capilla Brancacci se marca la influencia de Masaccio, siendo influido posteriormente por Botticelli, como en la decoración de las capillas Carafa y Strozzi.

ESCUELAS DE SIENA Y UMBRÍA

En la Escuela de Siena se mantienen las tradiciones góticas del Trecento, como son los fondos de pan de oro y la expresión de las figuras. Destacan autores como Sasseta, Sano di Pietro y Matteo di Giovanni.

La Escuela de Umbría sigue durante la primera mitad del siglo a la escuela sienesa, mientras que en la segunda mitad se relaciona con la escuela florentina, destacando Pietro Vannucci, il Perugino (1446-1524), maestro de Rafael, desarrollará paisajes de horizonte bajo, figuras de rasgos tipificados de carácter goticista y una simetría regularizada (La entrega de las llaves a San Pedro (C. Sixtina), la Madonna que adora al Niño, el Apolo y Marsias (Louvre), tendiendo hacia el manierismo en su última etapa (frescos de la Sala del Cambio -Perugia-).

ESCUELAS DE PADUA Y VENECIA

El autor más destacado de la Escuela de Padua es Andrea Mantegna (1431-1506). Sus características principales son la grandiosidad, tanto de sus figuras como de las composiciones, y el detallismo de los elementos arquitectónicos (decoración de la Cámara degli Sposi del palacio ducal de Mantua). Es uno de los primeros pintores es aplicar el escorzo en sus obras (Cristo muerto). Deben destacarse también obras como el Tránsito de la Virgen, El triunfo de César y, de su última fase, el Parnaso (Louvre).

La Escuela de Venecia destaca por la importancia de la luz y, principalmente, la riqueza cromática, hallándose influida por la escuela de Padua. Durante la primera mitad del siglo destaca Antonio Pissano, il Pisanello. En la segunda mitad del siglo trabajan los hermanos Gentile y Giovanni Bellini, ambos relacionados con Mantegna. El primero (1429-1507), destacado pintor de la ciudad de Venecia, donde la figura humana es secundaria al paisaje (Milagro de la Cruz, Procesión en la plaza de San Marcos). El segundo, conocido como Giambellino (1430-1516), destaca por el gran colorido de sus obras (Madonna con el Niño, La Piedad, La Transfiguración).

…/…


  1. Sistema decorativo en el que se superponen dos capas de pintura, quitando después, según un diseño, la capa superior quedando vista la inferior.
  2. Decoración zoomorfa y fitomorfa a imitación clásica.

Deja un comentario