02 Ago

Introducción

René Descartes, filósofo francés del siglo XVII, es considerado uno de los padres de la filosofía moderna y el principal valedor del racionalismo. Su método de pensamiento y sus ideas sobre la naturaleza de la realidad han tenido un profundo impacto en la historia de la filosofía.

El Método Cartesiano

Descartes creía que los sentidos nos engañan y que, por tanto, la única forma posible de conocimiento es el uso de la razón. Por este motivo, utilizó en su discurso el método deductivo, aplicando al mismo tiempo los procedimientos matemáticos, los cuales consideraba como el modelo perfecto a seguir puesto que ofrece siempre verdades universales y necesarias.

Para evitar errores, Descartes estableció cuatro reglas fundamentales:

  1. Regla de la evidencia: No admitir jamás como verdadero algo de lo que no estemos totalmente seguros.
  2. Regla del análisis: Dividir cada dificultad en tantas partes como sea posible.
  3. Regla de la síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos más simples para llegar después hasta los más complicados.
  4. Regla de la enumeración: Llevar a cabo una revisión general hasta estar seguros de no haber omitido nada.

La Duda Metódica

El método cartesiano se basa en la duda metódica, es decir, en dudar de todo lo que nos rodea hasta encontrar un principio válido que se convierta en la primera verdad absoluta y necesaria. Descartes dudó de todos los preceptos establecidos como verdaderos hasta la fecha, lo que le llevó a encontrar un primer principio válido sobre el que asentar el resto de su concepción filosófica.

El Cogito Ergo Sum

Los motivos que obligaron a Descartes a dudar de todo fueron fundamentalmente nuestros sentidos. Él estaba convencido de que, si nos han engañado en alguna ocasión, no son una fuente fiable de conocimiento. También le resultaba difícil diferenciar vigilia y sueño, puesto que muchas veces había dado por ciertas algunas cosas procedentes de lo soñado, en tanto que tenía visos de ser real. Llevando esta duda hasta un extremo más radical, Descartes introdujo la hipótesis de un genio maligno, de forma que sea éste el que le engañe cuando crea estar descubriendo la verdad.

Obligado a dudar de todo, y aunque este genio artero y engañador le llevase al error, Descartes confirma que es necesario que él mismo sea el que de verdad exista. No hay duda de que él mismo existe como esencia pensante, lo que le lleva a esa primera verdad absoluta que estaba buscando:»pienso, luego exist».

La Sustancia

Descartes describió a los seres humanos como compuestos de dos sustancias: la res extensa, o la sustancia extendida, y la res cogitans, o sustancia pensante. La primera de estas se refiere al cuerpo físico, aquello material que puede ser medido y extendido en el espacio. Por otro lado, la res cogitans se refiere a nuestra mente, la sustancia pensante la cual no está limitada por propiedades físicas, esta sustancia existe independientemente del cuerpo. En esta visión dualista de Descartes se sugiere que las personas son una combinación de aspectos físicos y mentales.

El Dualismo

El dualismo cartesiano establece una distinción entre la mente y el cuerpo. Para Descartes, el cuerpo, como materia, carente de libertad. Para él, el cuerpo estaba unido a unas leyes naturales y físicas, dl comportamiento relacionado a la interacción de las partículas materiales. Significa que el cuerpo no tiene la capacidad de elegir sus acciones con libertad, sino que actuaba bajo las fuerzas externas. En contraste, Descartes creía que la mente, como sustancia pensante, era libre e independiente, capaz de tomar sus propias decisiones sin estar influenciada por el cuerpo o fuerzas externas.

Las Pasiones

Las pasiones son estados afectivos que surgen en el cuerpo como respuesta a las impresiones sensoriales y las ideas percibidas por la mente. Estos estados pueden incluir emociones como el amor, el odio, el miedo, la alegría, entre otros. Para Descartes, las pasiones influyen en el equilibrio entre el cuerpo y la mente ya que influyen en el juicio y la voluntad de una persona, llevándola a actuar de manera impulsiva. Sin embargo, Descartes creía también que estas podían controlarse y regularse por la razón y la voluntad, lo cual permite al individuo actuar de manera más racional. Así, las pasiones presentan un desafío para el autocontrol.

El Libre Albedrío

La sustancia pensante, el alma, es donde está el libre albedrío. Él creía que la mente era libre para elegir y actuar independientemente del cuerpo. Según el filósofo, la libertad se manifestaba en la capacidad del alma para tomar decisiones siendo autónoma, sin estar determinada a leyes naturales o físicas del cuerpo. Está visión del libre albedrío se relacionaba con la idea de Descartes de la dualidad entre el cuerpo y la mente.

La Existencia de Dios

Para Descartes, la existencia de Dios es necesaria para fundamentar la certeza de nuestro conocimiento. Si Dios existe y es bueno, ya no puede haber ningún genio maligno y por tanto la razón humana puede alcanzar todo tipo de conocimientos, ya que es el Creador quien pone en los individuos la luz natural a partir de la cual el hombre puede alcanzar el entendimiento de la totalidad de la realidad.

Conclusión

El racionalismo de Descartes se basó en la búsqueda de la certeza absoluta. A través de la duda metódica y el uso de la razón, Descartes llegó a la conclusión de que la única verdad indudable es la existencia del yo pensante. Esta primera verdad le permitió reconstruir el conocimiento estableciendo la existencia de Dios y la realidad verdadera del mundo externo. Durante este proceso, la duda lleva a la certeza y el sustento del conocimiento humano.

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