11 Jun
El Realismo
El Realismo es un movimiento artístico y literario que alcanza su plenitud en Europa en la segunda mitad del siglo XIX, fuertemente influido por los principios del positivismo filosófico.
Este defiende que no existe más realidad que los hechos perceptibles ni es posible otra investigación que no sea el estudio empírico.
El Positivismo tiene su reflejo directo en la novela realista, apegada a los hechos, que intenta ofrecer un retrato fiel de la vida cotidiana contemporánea (según Galdós, «imagen de la vida es la novela»). Así, la atención a los sentimientos propia del Romanticismo se desplaza hacia el mundo social, que se intenta reflejar de manera objetiva, con exactitud y rigor.
Junto al positivismo, también influirán en la literatura realista la teoría evolucionista de Darwin (los seres con mayor capacidad de adaptación serán los que sobrevivan) y el marxismo (que sostiene que el motor de desarrollo histórico es la lucha de clases).
La repercusión de todas estas ideas es decisiva en la configuración de la literatura realista, cuyos rasgos principales son:
Rasgos de la literatura realista
- Observación y descripción precisa de la realidad: el escritor/a adopta la postura de un investigador de cualquier ciencia experimental. Se documenta sobre el terreno anotando apuntes sobre personajes y ambientes o bien se consultan fuentes bibliográficas para documentarse. La vida real se convierte así en objeto estético.
- Verosimilitud: las novelas realistas presentan argumentos creíbles, basados en la experiencia cotidiana. Desaparecen del relato los sucesos inverosímiles, propios del Romanticismo.
- Contemporaneidad: se abandona el escapismo y la evasión romántica (a tiempos y espacios lejanos y exóticos) para ambientar las novelas en la época contemporánea y en escenarios reconocibles y próximos.
- Propósito de crítica social y política: el foco de la crítica varía según la ideología del escritor/a. Los conservadores critican la degradación social y postulan una vuelta a los valores tradicionales. Mientras que los progresistas defienden que la mentalidad conservadora es una lacra que impide el progreso hacia un mundo nuevo. En ocasiones esta denuncia se expresa de forma explícita; en otras se trata de una denuncia implícita de los defectos de la sociedad burguesa.
- Estilo sencillo y sobrio: se abandona el exceso retórico del Romanticismo y se busca la claridad y la exactitud, al igual que la escritura científica. No obstante, se trata de un estilo sumamente cuidado y meditado.
- Descripción detallada de ambientes y personajes: la narración está plagada de extensas descripciones, tanto del físico como del carácter de los personajes, así como del entorno en el que se hallan.
- Personajes individuales o colectivos: los protagonistas de las novelas con mucha frecuencia son personajes antiheroicos, asediados por el mundo en el que viven y que experimentan algún conflicto social. En el caso de protagonistas individuales se realiza un análisis profundo de su psicología (novela psicológica). Cuando el protagonista es un grupo social (burguesía, proletariado…) entonces nos encontramos ante una novela de ambientación social. Sea de una forma o de otra, es común que los protagonistas sean antihéroes que luchan por su subsistencia o que chocan contra las normas sociales; en este contexto son muy frecuentes las novelas de adulterio.
- Predominio del narrador omnisciente: domina por completo los hilos del relato, conoce los más ocultos pensamientos de los personajes e incluso interviene en la obra con juicios sobre los hechos o con observaciones dirigidas al lector. En ocasiones los pensamientos de los personajes se introducen en el relato mediante «estilo indirecto libre».
- Didactismo: con frecuencia las novelas pretenden ofrecer una lección moral o social. Esto ocurre en las denominadas «novelas de tesis» o «novelas ideológicas» en las que el escritor/a desea demostrar una idea general a la que quedan subordinados el argumento, los personajes y el ambiente de la obra.
- Estructura lineal: predomina el orden cronológico en el relato de los hechos, aunque en ocasiones se acude, provisionalmente, a la analepsis para explicar situaciones del pasado. Pero estos saltos temporales nunca entorpecen el hilo narrativo.
- Aproximación del lenguaje al uso coloquial: se respeta el «decoro poético», esto es, los autores/as se esfuerzan en adecuar el lenguaje a la naturaleza de los personajes, que hablan con arreglo a sus propias particularidades.
Los autores/as españoles/as toman como referencia la novela realista europea. Destacan en Francia Balzac y Flaubert; en Inglaterra Dickens o las hermanas Brontë y en Rusia Dostoievski o Tolstoi.
El Naturalismo
Precisamente en Francia, en el último tercio del XIX el realismo derivó en una nueva corriente denominada Naturalismo que tuvo como principal impulsor a Émile Zola (Germinal). Según el Naturalismo, la literatura debe seguir el método científico y analizar el comportamiento humano siguiendo los principios de la observación y la experimentación. Para ello parte de la idea de que el ser humano está condicionado tanto por su biología como por su contexto social. El novelista tendrá que mostrar cómo cambian sus personajes a tenor de la transformación de las circunstancias sociales que lo rodean y de su condición biológica heredada. Esto explica la preferencia de los naturalistas por ambientes miserables y sórdidos y por personajes tarados, alcohólicos, embrutecidos, o víctimas de patologías diversas.
En la novela Naturalista se llevan al extremo los rasgos de la realista, sin embargo, el autor/a ha de ser plenamente objetivo/a, por lo que queda descartado intervenir en la narración con juicios de valor. El narrador ha de ser objetivo e impersonal. Además, las novelas naturalistas tienen una intención moral: influidos por el marxismo, los naturalistas piensan que, si bien la herencia biológica no puede cambiarse, sí es posible modificar las condiciones sociales en que vive el ser humano para mejorar su situación.
El Naturalismo fue pronto conocido en España, sin embargo, levantó una tremenda polémica y fue tildado de inmoral y anticatólico. En su defensa sale Emilia Pardo Bazán (en La cuestión palpitante). No obstante, se trata de una defensa desde la perspectiva católica, que destaca como positiva la estética naturalista y el acercamiento a los ambientes más degradados, pero que no acepta el determinismo naturalista. Se advierten rasgos naturalistas en obras como La desheredada de Galdós. El eco naturalista es evidente en autores posteriores como Baroja o Blasco Ibáñez.
La novela realista en España
El realismo nace en el clima de efervescencia que siguió a la Revolución de 1868 (La Gloriosa) que derrocó a Isabel II y dio paso al Sexenio revolucionario. Esta etapa se caracteriza por implantar medidas propias de una revolución burguesa y liberal (sufragio universal, libertad de industria, de imprenta, de culto, separación Iglesia-Estado, matrimonio civil…). Sin embargo, fue una época de inestabilidad y de altercados que terminó con la Restauración borbónica y la vuelta de Alfonso XII (supresión del sufragio universal, represión del movimiento obrero, anulación del matrimonio civil protección especial a la Iglesia..). Socialmente la alta burguesía acaba confluyendo con la vieja aristocracia. Frente a ellos está el proletariado que se organiza para luchar por sus derechos.
Debemos hablar de un prerrealismo que prepara el camino hacia el verdadero realismo. En esta etapa destacan Fernán Caballero (La Gaviota) o Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos). Sus obras darán paso al verdadero realismo de Juan Valera (Pepita Jiménez), Pereda Peñas arriba), Blasco Ibáñez (La barraca); Galdós, Clarín o Pardo Bazán.
Emilia Pardo Bazán (1851-1921)
Nacida en A Coruña en una familia aristocrática, fue una intelectual comprometida con la defensa de los derechos de la mujer y gran conocedora de las diferentes corrientes literarias europeas de su tiempo. Defendió el Naturalismo, aunque desde una óptica cristiana. Fruto de estas múltiples influencias, su obra narrativa es multiforme: se inicia en el Romanticismo, se acerca al Naturalismo, será seguidora del espiritualismo ruso e incluso al final de su obra se encaminará por la senda del Modernismo. Siempre se siente atraída por la novedad, pero en el fondo siempre mantiene su esencia cristiana y conservadora.
Podemos encontrar rasgos naturalistas en sus novelas La tribuna, Los pazos de Ulloa, Insolación y La madre naturaleza. Aunque se trata de una influencia puramente formal: reproducen situaciones escabrosas, ambientes degradados, señores decadentes y criados brutales, crudas descripciones, escenas de desmesurada violencia. En Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza refleja el ambiente de los pazos gallegos, el embrutecimiento de los campesinos y, por tanto, la influencia del contexto en el individuo. En La tribuna recrea el ambiente de una fábrica de tabacos coruñesa en la que trabaja Amparo, la protagonista. E Insolación es una novela erótica, que causó un gran escándalo en su época (relata la relación entre un joven y una viuda durante una romería).
Aparte de sus novelas, debemos señalar también los numerosos cuentos que publicó en la prensa y que son una buena prueba de la capacidad creativa de la autora. Entre ellos sobresalen los cuentos con tintes feministas, en los que destapa sin ambages la miserable condición social de la mujer decimonónica: el maltrato dentro y fuera del matrimonio («El indulto»), la mediocre educación que se le reservaba e incluso su tradicional subordinación a la maternidad.
Benito Pérez Galdós (1843-1920)
El escritor canario consolida la narrativa realista en España con sus treinta y dos novelas y sus Episodios nacionales. En las novelas galdosianas se trasluce su liberalismo. Rechaza en sus escritos el fanatismo y la superstición y defiende la ciencia frente al integrismo católico. A medida que avanza en su obra, manifiesta su plena consciencia de la degradación de la moral de la sociedad burguesa, sobre la cual pone el foco en sus novelas.
En la producción del autor se consagra el protagonismo del personaje mediocre, del antihéroe derrotado, insulso e insignificante, carente de ideales y de expectativas (aristócratas arruinados, burgueses enriquecidos que se dejan deslumbrar por las formas de vida nobiliarias, especuladores, prestamistas, comerciantes, las clases populares cuya vida fluye por las calles de Madrid..). En conjunto, sus obras dibujan un panorama completo de la sociedad española de la época.
Además, en sus novelas se funde lo colectivo y lo individual. Las circunstancias sociohistóricas interfieren en los conflictos particulares de los personajes. Así pues, los temas principales de sus obras guardan relación con las cuestiones de debate de la sociedad española del momento: las libertades individuales, la importancia de la educación, el anticlericalismo… Pero también el amor, el dolor, los sueños, la fantasía, el tiempo que todo lo cambia, las reacciones psicológicas ante las situaciones extremas.
En relación a su estilo, Galdós emplea un lenguaje llano y sencillo, pero muy cuidado y meditado. Predomina el empleo de una voz narrativa que se presenta como testigo de los hechos y que se dirige al receptor con complicidad. Los diálogos adquieren una enorme importancia (transcribe el habla real de la época). Como también la narración de los sueños de los personajes, cuya interpretación simbólica nos da las claves de su conducta y su carácter. Comienza a utilizar una novedad narrativa: el monólogo interior.
Producción literaria de Galdós
- Primeras novelas o novelas de tesis: en ellas se contrapone la ideología conservadora y liberal. Su intención didáctica es explícita y el tema principal es el anticlericalismo y la denuncia de la intolerancia y el falso celo religioso como los causantes del atraso del país. Doña Perfecta, Marianela, La familia de León Roch.
- Novelas españolas contemporáneas: Así llamó Galdós a las novelas publicadas a partir de 1881. La desheredada inicia este ciclo, le sigue Miau y su obra cumbre del realismo Fortunata y Jacinta. Es esta última una novela extensa y cuidadosamente construida que desarrolla, sobre la base de diversos triángulos amorosos, la convulsa y cambiante vida social madrileña entre 1873 y 1876, entrelazando cuidadosamente elementos de ficción e históricos.
- Últimas novelas o novelas espiritualistas: sus protagonistas, abnegados y caritativos, alcanzan, por su entrega a los demás, la perfección moral. En estas obras cobran una gran presencia los personajes marginados (mendigos, prostitutas…). Destaca Misericordia
- Episodios nacionales: se trata de una serie de cuarenta y seis novelas en las que Galdós repasa la historia de España desde la batalla de Trafalgar (Trafalgar) hasta los primeros años del reinado de Alfonso XII (Cánovas). En ellas adopta una perspectiva ideológica liberal. Representan un intento de entender desde la literatura los conflictos que dividen la sociedad española.
Leopoldo Alas, Clarín (1852-1901)
Clarín es autor de dos novelas (La Regenta, Su único hijo) y de más de un centenar de cuentos (¡Adiós, cordera!), novelas cortas y fragmentos narrativos. Además, no podemos olvidar sus artículos periodísticos en los que se aprecia su evolución ideológica (siempre republicano, muestra su simpatía por las ideas socialistas).
Su único hijo narra la vida en una pequeña capital de un matrimonio frustrado. Los temas principales de esta novela son el amor paternofilial, pero también el engaño, el egoísmo, el adulterio o la mentira.
Pero la gran obra de Clarín es La Regenta, que es una de las grandes novelas de nuestra literatura, publicada en dos tomos en 1884 y 1885. Se encuadra dentro de los moldes realistas: novela de adulterio, que tiene como protagonista a una mujer burguesa profundamente insatisfecha. La trama se ambienta en Vetusta -trasunto literario de la ciudad de Oviedo- y representa un triángulo amoroso formado por Ana Ozores (esposa de Víctor Quintanar), Álvaro Mesía (un donjuán de provincias) y el Magistral Fermín de Pas, confesor de Ana Ozores. Pero en el fondo la gran protagonista es la sociedad provinciana en su conjunto, satirizada por el autor, quien destaca su hipocresía, su frivolidad, su mediocridad y miseria moral. Este ambiente tiene una gran influencia en los personajes, por eso se ha insistido en su carácter naturalista. Tanto la sociedad, como el entorno más próximo a los personajes, los condiciona de modo definitivo. Dos son las notas dominantes de este ambiente que los envuelve: el tedio y la lujuria. Ese tedio es lo que lleva a Ana Ozores a refugiarse en novelas románticas que la harán experimentar la lujuria, que saciará (aunque de manera reprimida) en los brazos de Álvaro Mesía.
Los dos temas principales de la novela son la crítica a la clase burguesa y el anticlericalismo. Fermín de Pas representa al sacerdote con ansias de medrar socialmente, empujado por su madre que no cesa de inculcarle la ambición. En este personaje se trasluce una visión negativa de la Iglesia, instrumento de control social corroído por la envidia y moralmente degradado. Ello causó, tras la publicación de la novela, un gran escándalo en Oviedo.
En lo que se refiere a las técnicas narrativas, el autor deja hablar a los personajes, que charlan o piensan en alto. El narrador, en consonancia con los principios naturalistas, se distancia de sus personajes y deja que ellos mismos vayan construyendo la historia. En ocasiones deja paso al estilo indirecto libre.
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