06 Nov
El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos (Comunidades y Germanías)
Con la llegada al trono de Carlos I, la Corona de los reinos españoles pasa a los Austrias o Habsburgo. Hijo de Felipe «el Hermoso» de Borgoña y de Juana «la Loca» de Castilla, recibió una herencia espectacular de sus abuelos: de los paternos (Maximiliano de Austria y María de Borgoña) heredaba los Países Bajos, el ducado de Borgoña y los territorios patrimoniales de la Casa de Austria; de los maternos (los Reyes Católicos) heredaba Castilla, América, Aragón y parte de Italia.
Estas posesiones daban sustancia a la idea de una monarquía universal, pero aunque Carlos hubiera deseado crear un Imperio fuerte y unificado, nada mantenía unido sus diversos territorios, salvo su común lealtad a él como gobernante de todos ellos: no tenían instituciones, leyes ni costumbres comunes. A fin de disponer de un órgano consultivo central, Carlos nombró dignatarios de varias partes de la monarquía para que formaran su Consejo de Estado, aunque en 1526 estaba integrado sobre todo por españoles.
La Política Exterior de Carlos V
La política imperial no coincidía totalmente con los intereses de la política exterior española. Los principales ejes de dicha política exterior son:
- La rivalidad con Francia y con su rey Francisco I, en torno a tres cuestiones: Navarra, reivindicada por Francia, Borgoña, anexionada a Francia, e Italia, donde ambas partes se disputaban el Milanesado. La elección de Carlos como Emperador fue un agravante más. El ejército francés fue derrotado en la batalla de Pavía; después de un fallido Tratado de Madrid, los franceses se ven obligados a aceptar las condiciones impuestas en el Tratado de Cambrai (1529).
- El enfrentamiento con los turcos en el Mediterráneo. En 1535 tomó Túnez, pero en los dos decenios siguientes el poderío cristiano fue deteriorándose.
- En los Países Bajos había ampliado apreciablemente el territorio, reorganizando las «Diecisiete Provincias» en una sola unidad administrativa. Era la región más próspera del Imperio y decidió vincularla especialmente con España. Le preocupaba el avance del luteranismo y las alianzas hostiles con sus rivales del norte de Europa. Por ello introdujo la Inquisición y publicó severos edictos.
- Las desilusiones del Emperador en Alemania, hicieron que delegase sus asuntos en su hermano Fernando, que acabaría por lograr una solución con la Paz de Augsburgo.
El Malestar en Castilla y la Sublevación de las Comunidades
Al morir su abuelo Fernando el Católico en 1516, Carlos ya era rey de los Países Bajos y Borgoña, pero inmediatamente se hizo coronar rey de Castilla y Aragón. Cuando llegó a la península desconocía el castellano, nombró para los altos cargos a sus consejeros flamencos y convocó las Cortes para que aprobaran nuevos impuestos. Todo ello provocó un gran malestar en Castilla y Aragón, que se recrudeció cuando, en 1519, Carlos pidió más dinero para competir y luego recibir la Corona imperial alemana como Carlos V.
Este descontento desembocó en la sublevación de las Comunidades de Castilla como una rebelión contra la autoridad real que se extendió por la mayor parte de las ciudades castellanas. Parte de las causas ya han sido mencionadas: entrega de la administración de Castilla a los nobles flamencos y, en su ausencia, Adriano de Utrecht fue nombrado gobernador; no había dado muestras de querer permanecer en Castilla ni de querer aprender castellano; el dinero pedido a las Cortes había sido destinado a sus fines particulares (la elección imperial) y no para favorecer al reino; los impuestos eran excesivos y debían ser recaudados por las ciudades y no por los recaudadores. Pero había más: se temía volver a las exportaciones de lana a Flandes en detrimento de los fabricantes textiles castellanos; igualmente se temía la recuperación de la posición de los grandes señores después de su domesticación bajo los Reyes Católicos. Fue por esto último por el que las ciudades sublevadas tomaron a doña Juana como el símbolo de la vuelta a la seguridad y el orden. Todas estas quejas reflejaban el estilo de gobierno de los Reyes Católicos.
Al salir Carlos de Castilla, la rebelión estalló en Toledo (1519) contra las autoridades de la Corona, que fueron depuestas y sustituidas por regidores comuneros. Carlos reaccionó dando control a las Cortes sobre los impuestos y nombrando cargos entre la nobleza castellana, que comenzó a reclutar tropas en contra de los comuneros. Las rivalidades entre los jefes comuneros y la división del movimiento por la radicalización antiseñorial, condujo a la definitiva derrota comunera en Villalar (1522). Los líderes comuneros (Bravo, Padilla y Maldonado) fueron ajusticiados.
La Rebelión de las Germanías en Valencia
Paralelamente se producía la rebelión de las Germanías (1520) en Valencia, donde había un conflicto que oponía a los artesanos y pequeños comerciantes contra la oligarquía urbana, la nobleza rural y los moriscos (a los que acusaban de servir a los intereses nobiliarios). La Germanía (organización de los trabajadores de la ciudad) aprovechó la huida de la nobleza de la ciudad por la peste para rebelarse contra ella, y controlar todas las ciudades y villas de realengo. La rebelión era de claro contenido social y no político por lo que el rey aceptó en principio las peticiones de los agermanados; pero cuando vio que la rebelión se extendía ordenó que el virrey acabase con el movimiento. En los primeros meses de 1522 la revuelta fue controlada y sus líderes eliminados.
Consecuencias de las Rebeliones
La nobleza recuperó su dominio señorial, las ciudades quedaron sometidas a la autoridad real, y se anularon las restricciones a la exportación de lana. Pero en julio de 1522 Carlos V regresó a Castilla y decretó un Perdón General para Castilla y Valencia. Pero a partir de las rebeliones Carlos permaneció más tiempo en Castilla, incorporó a consejeros nativos, aprendió a hablar castellano y convocó a las Cortes a las que escuchó y atendió en sus peticiones. Sería un error considerar la derrota de los comuneros y de las germanías como un triunfo del absolutismo. Carlos mantuvo su autoridad sobre la aristocracia y las ciudades, pero a base de colaborar con ellas.
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