06 Dic

1. La Restauración de Fernando VII

Tras su derrota en Leipzig, Napoleón negocia con Fernando VII la vuelta de éste al trono. Así, presionado por el emperador, termina firmando el tratado de Valençay en el que se reconocía como rey de España y se comprometía a no tomar represalias sobre quienes habían servido al rey José.

Fernando VII pasaba a ser aliado de Napoleón y la Regencia, dominada por los liberales, se negó a ratificar el tratado.

Al final, Fernando VII adoptó la postura de árbitro, ya que se dio cuenta de que todos lo necesitaban, aunque el choque con la Regencia era inevitable.

2. El Sexenio Absolutista

2.1 La Restauración Absolutista

Se presentó al rey el Manifiesto de los persas en el que se dedican a condenar la obra de las Cortes de Cádiz; defiende el absolutismo y se condena abiertamente el liberalismo.

También, en el Decreto del 4 de mayo se condenaba a las Cortes y el rey afirmaba que no pensaba jurar la Constitución; lo único que le interesaba era ejercer su poder absoluto y a ello se dedicó, deshaciendo metódicamente la labor reformista llevada a cabo por las Cortes.

Mientras el rey siguió una política personalista, los que lo habían apoyado se sintieron burlados, alejándose de su política al ver que las promesas de reforma no solo no se cumplían sino que la vida política se endurecía.

2.2 Las Grandes Cuestiones del Período

  1. La primera fue la represión contra los enemigos del régimen, donde se persigue a los afrancesados y a los constitucionalistas. Estos afrancesados fueron amnistiados.
  2. La segunda fue la grave situación económica del país. El rey se encontró un país destrozado, sin agricultura ni industria y sin dinero. La emancipación de las colonias americanas agravó este hecho. Por tanto, la burguesía se fue inclinando hacia la opción liberal.
  3. La tercera fue la oposición liberal a cargo de los militares. La inclinación de los antiguos guerrilleros hacia las tesis liberales o las sociedades secretas y antiabsolutistas, como la masonería, era casi obligada.

3. El Trienio Liberal (1820-1823)

3.1 El Pronunciamiento de Riego

En 1820 se produjo un nuevo pronunciamiento a cargo del teniente coronel Rafael de Riego en Sevilla. Fue un pronunciamiento precipitado y mal planteado: nadie se enfrentó a los sublevados, quienes se dedicaron a dejarse agasajar y a vagar de un lado a otro de Andalucía. A partir de febrero, se fue proclamando la Constitución de 1812.

3.2 Los Gobiernos Liberales

La Junta Provisional Consultiva se atribuyó poderes legislativos y convocó elecciones municipales y a Cortes; simultáneamente se formaron Juntas Provinciales, sociedades patrióticas y sociedades secretas que condicionaban la acción política, el rey conspiraba. Se constituyeron las Cortes.

Se formó un gobierno moderado y los liberales se dividieron en: doceañistas, padres de la Constitución, que pretendían modificarla con un parlamento bicameral. Y los veinteañistas, partidarios de Riego, deseaban la implantación de la Constitución sin modificaciones.

Las Cortes retomaron la legislación de Cádiz. Se inició una política religiosa agresiva y laicista. En un intento de modernizar la administración se dividió el país en 49 provincias jurídicamente iguales. Se promulga el Código Penal y un Reglamento de Instrucción Pública.

Por otro lado, el gobierno se veía entorpecido por la intromisión de las sociedades secretas.

En 1821 los veinteañistas vuelven a pronunciarse y Riego es destituido. Martínez de la Rosa, doceañista, fue nombrado nuevo jefe de gobierno e intentó reformar la Constitución pero perdió las elecciones y lo sustituyó el veinteañista Evaristo de San Miguel.

La masonería lo dirigía todo de forma sectaria. La consecuencia fue la depuración. El resultado final es un ambiente de guerra civil entre los mismos liberales por un lado y de liberales absolutistas o realistas por otro.

3.3 La Contrarrevolución Realista

El rey nunca se resignó a su papel de monarca e intentó recuperar su poder absoluto. A esta labor se unió la insurrección armada de campesinos. Los sublevados y los realistas descontentos establecieron en Urgell una Regencia Suprema de España en contra del gobierno liberal. La Regencia no logró éxito y Fernando VII pidió la intervención de las tropas extranjeras.

3.4 Los Cien Mil Hijos de San Luis

En el Congreso de Viena (1815) se propuso mantener el Antiguo Régimen. El gobierno constitucional y las Cortes se trasladaron a Sevilla con la esperanza de que una resistencia popular hiciese retroceder e impidiese el avance francés.

Al llegar a Madrid, el duque de Angulema, nombró una Regencia. Más tarde, los franceses y los realistas aliados vencieron a las tropas gubernamentales en Despeñaperros.

El 1 de octubre se liberaba al rey y días después se rendía Cádiz.

4. La Década Absolutista (1823-1833) (Década Ominosa)

Fernando VII hacía público un manifiesto que proclamaba la nulidad del Trienio. De esta forma, se dedicó a perseguir a los liberales, lo que provocó la quiebra del país en lo que después hemos llamado las dos Españas.

Un nuevo gabinete ministerial tuvo que seguir ciertas instrucciones: plantear una buena política en todo el Reino, disolución del ejército y formación de otro nuevo, limpieza de la administración, destrucción de las sociedades secretas y no reconocimiento de los préstamos hechos al gobierno constitucional.

Para cumplir esas instrucciones se creó un cuerpo de policía de carácter político y para el mantenimiento del orden público se crearon comisiones militares, es decir, se reorganizó el ejército.

Con todo esto hubo dos cuestiones que no supieron resolverse: por un lado, la amnistía, que la brutalidad de la represión política llevó a la publicación de un Real Decreto por el que se concedía la amnistía. Numerosos realistas la consideraron excesiva, mientras que los liberales opinaban que no servía para nada. La otra cuestión fue la reforma de la Hacienda. López Ballesteros separa los ingresos y gastos de la Casa Real de los del Estado y elabora un Presupuesto del Estado. Para resolver el déficit público, refinació la Deuda. En el aspecto comercial implantó una política proteccionista.

Otros aspectos notables fueron la creación del Consejo de Ministros y la regulación de la enseñanza.

5. Situación de España a la Muerte de Fernando VII

En política exterior España quedó marginada de la política europea. Tras la derrota de Napoleón, el país no fue admitido en ninguno de los congresos (Chaumont y Viena) que se organizaron para reestructurar la Europa postnapoleónica.

Por otra parte, España firmó un tratado con Inglaterra donde se le concedía a este país la condición de nación más favorecida en el aspecto comercial; el tratado suponía entregar nuestro mercado a los intereses británicos. España reconocía su condición de potencia secundaria y subordinada.

Conclusión

El país quedó en muy mala situación tanto en el exterior como en el interior. No se supo resolver la crisis de la Hacienda Pública y no se aprovechó el pequeño crecimiento demográfico como motor de la industrialización que el país necesitaba. Además, Europa no quería involucrar a España en sus relaciones y ésta quedó por debajo de todos los países europeos.

También el país quedó dividido en dos bandos irreconciliables que durante diez años nos llevarían a guerras civiles y paralizarían todo intento de bienestar y progreso.

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