14 Nov
Isabel II: Las Regencias, las Guerras Carlistas y los Grupos Políticos. Estatuto Real de 1834 y la Constitución de 1837
A la muerte de Fernando VII, su hermano Carlos María Isidro se autoproclamó Carlos V y reclamó el trono en el Manifiesto de Abrantes en contra de Isabel II. Como consecuencia, carlistas e isabelinos se enfrentarán en tres guerras carlistas.
El Carlismo
El carlismo se resume en la frase «Dios, patria, rey y fueros», una ideología tradicionalista y antiliberal que defiende el Antiguo Régimen. Sus defensores eran partidarios del absolutismo, la Iglesia, los fueros y la sociedad tradicional. Fue apoyado por el clero regular, el campesinado y la nobleza rural.
Sus levantamientos triunfaron en el norte y fueron apoyados por las potencias absolutistas y el Papa.
El Isabelismo
El bando isabelino apoyaba a Isabel II, y estaba compuesto por absolutistas fernandinos y liberales de todo tipo. Fue respaldado por las clases medias urbanas, los altos mandos del ejército, las jerarquías eclesiásticas, Inglaterra, Francia y Portugal.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
La primera guerra carlista fue la más violenta y dramática. Los carlistas se sublevaron en una amplia zona, principalmente en Navarra, País Vasco, Aragón y los Pirineos.
Se pueden distinguir dos fases:
- Primero, la ofensiva carlista en las zonas rurales dirigida por el general Zumalacárregui.
- En la segunda, las tropas liberales al mando del general Espartero tomaron la iniciativa, y los carlistas iniciaron dos expediciones (Gómez y don Carlos) cuyo fracaso incrementó las diferencias internas en el carlismo.
Tras la huida de don Carlos a Francia, el general Maroto firma con Espartero el Convenio de Vergara (1839), que puso fin a la guerra en el norte, aunque Cabrera resistirá en Cataluña y en el Maestrazgo un año más. El carlismo volvería a resurgir en el futuro.
Consecuencias de la Primera Guerra Carlista
- Política: la monarquía se inclinó hacia el liberalismo, pero se vio afectada por el papel militar en la política («espadones») y el uso de la fuerza militar del pronunciamiento para alternar el poder.
- Económica: los gastos de la guerra forzaron la desamortización de tierras de la Iglesia y retrasaron la industrialización.
Las Regencias
Durante el reinado de Isabel II se consolida el liberalismo en España. En el Gobierno se alternan los primeros partidos políticos, en un clima de inestabilidad política con pronunciamientos. La primera etapa (1833-43) del reinado de Isabel II, por su minoría de edad, estuvo marcada por las regencias de su madre María Cristina y el general Espartero. Durante las regencias se desmantela el Antiguo Régimen, reforzando el vínculo entre la Monarquía y el movimiento liberal. Los liberales se alternan en el gobierno: moderados y progresistas.
Regencia de María Cristina
La regencia de María Cristina comienza con un gobierno moderado con leves medidas. Recibieron el apoyo de la alta nobleza, el alto clero y la alta burguesía. Aprobaron el Estatuto Real y la nueva división provincial de Javier de Burgos que prendió la mecha carlista.
Los Progresistas
Por la inacción de los moderados, los progresistas se movilizaron. Sus líderes y votantes eran de clases medias urbanas. Las medidas progresistas más importantes fueron la Desamortización de Mendizábal y la Constitución de 1837.
El enfrentamiento entre ambos partidos llevó a graves disturbios y acabó con la llegada de Espartero al poder.
Regencia de Espartero
En los 3 años del autoritarismo de Espartero, se bombardeó Barcelona, provocando la sublevación militar encabezada por Narváez y la coronación de Isabel II con solo 13 años.
El Estatuto Real de 1834 (1834-37)
Durante las Regencias se aprobaron dos documentos importantes. El Estatuto Real de 1834, dictado por el gobierno de Martínez de la Rosa en la Regencia de María Cristina, era una solución de compromiso entre el absolutismo y el liberalismo. Era una carta otorgada, una concesión de la corona a sus súbditos, que establecía unas reglas para la convocatoria de Cortes y reconocía por primera vez unas Cortes bicamerales que tendrían una función más consultiva que legislativa. Además, establecía un sufragio censitario restringido y otorgaba amplios poderes al monarca.
La Constitución de 1837 (1837-45)
Cuando los progresistas llegaron al poder, reflejaron sus ideales políticos en dos documentos: la Constitución de 1837 y la «non nata» de 1856, aunque esta nunca llegó a ser promulgada. Durante el gobierno progresista de la regencia de María Cristina, dirigido por Calatrava, se elabora la Constitución de 1837. El nuevo texto proclamaba algunos principios básicos del progresismo e implantaba el régimen constitucional en España. Para contentar a progresistas y moderados, su contenido presentaba semejanzas con la Constitución de 1812 y con el Estatuto Real.
Isabel II: El Reinado Efectivo. Grupos Políticos y Constituciones
En el reinado de Isabel II se consolidó el Estado liberal. Aunque los moderados gobernaron durante casi todo su reinado, se pueden distinguir tres fases:
La Década Moderada (1844-1854)
El general Narváez inició unas reformas conservadoras que reforzaban el poder de la Corona y la administración centralizada, con pocas libertades, para desarrollar el país. En esos años, Narváez gobernó con mano de hierro y desarrolló una gran labor legislativa:
- Aprobó una Constitución conservadora en 1845.
- Realizó la reforma fiscal con la Ley Mon.
- Impulsó la unificación jurídica con un nuevo Código Civil y Penal.
- Reforzó el orden público con la Guardia Civil.
- Restableció las relaciones con la Iglesia, debilitadas por el Concordato con la Santa Sede (1851).
- Inició proyectos de infraestructuras modernas, como el Canal de Isabel II.
En esta etapa, a la izquierda de los progresistas surgirán republicanos y demócratas, apoyados por los intelectuales. Por otro lado, la boda de la Reina provocó la 2ª guerra carlista (1848-49) al descartar a Carlos VI y casarse con su primo Francisco de Asís.
El Bienio Progresista (1854-1856)
Los liberales progresistas sólo tuvieron el poder durante el Bienio Progresista, tras «La Vicalvarada» de O’Donnell, a la que se unió Serrano. El alzamiento militar derivó en una rebelión, promovida por el Manifiesto de Manzanares, y la Reina entregó el poder a Espartero, quien intentó restaurar los principios progresistas con la Constitución de 1856. Fue una época conflictiva en la que se aprobaron importantes leyes económicas como la Desamortización Civil de Madoz, la creación del Banco de España o la Ley General de Ferrocarriles.
Gobiernos de la Unión Liberal (1856-1863)
Los gobiernos de O’Donnell intentaron un equilibrio político combinando propuestas moderadas y algunas más progresistas. Así se consiguió una estabilidad política interna, acompañada por una etapa de prosperidad económica y de la demanda de recuperar el prestigio internacional, participando en diversas campañas en México, Marruecos y Asia.
Fase Final de Gobiernos Moderados (1863-1868)
La fase final de gobiernos moderados fue el retorno de Narváez y el restablecimiento de los ideales moderados con una forma más autoritaria de gobierno, mientras ejercía una fuerte represión contra los opositores. La tensión creció y dio lugar a la rebelión estudiantil de la Noche de San Daniel y la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil en Madrid, ambos duramente reprimidos.
El Pacto de Ostende y la Revolución de 1868
Dado el enorme fraude electoral y la preferencia de la Reina por los moderados, amplios sectores sociales y políticos necesitaron promover un pronunciamiento para girar radicalmente la situación. Progresistas, demócratas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende (1866), en el que acordaron derrocar a Isabel II. La Unión Liberal, con Serrano a la cabeza, se sumó al pacto, lo que llevó al levantamiento militar de septiembre de 1868, la Gloriosa, y el final de la monarquía de Isabel II.
Los Partidos Políticos durante el Reinado de Isabel II
Durante el reinado efectivo de Isabel II, a los moderados y progresistas se les unen nuevos partidos: la Unión Liberal y el Partido Demócrata, que con el avance del republicanismo hacen más complejo el panorama político.
- Moderados: Dirigidos por Narváez, defendían un liberalismo conservador y centralista, apoyado por la Reina y las grandes fortunas a las que protegía.
- Progresistas: Con Espartero a la cabeza, querían cambios más radicales que protegieran y ampliaran los derechos de la sociedad. Serán apoyados por las clases medias y las profesiones liberales.
- Unión Liberal: Ideológicamente situada en el centro entre progresistas y moderados, sus figuras más relevantes son O’Donnell y Serrano.
- Partido Demócrata: Surgido de una parte del Partido Progresista, defendía el sufragio universal masculino, la limitación del poder del monarca y reformas sociales que garantizaran la igualdad entre ciudadanos. Integró en su seno desde progresistas radicales hasta republicanos, pasando por los pioneros del socialismo.
Las Constituciones del Reinado de Isabel II
Durante el reinado de Isabel II se redactaron dos constituciones, pero solo la de 1845 fue aprobada, ya que la redactada durante el Bienio Progresista, la de 1856, no llegó a promulgarse.
Constitución de 1845 (1845-69)
Durante la década moderada de Narváez se elabora la Constitución de 1845, máximo exponente doctrinal de los moderados, para anular los aspectos más progresistas de la Constitución de 1837. Vuelve a la soberanía compartida de la Corona y las Cortes; refuerza el poder del rey y restringe aún más el sufragio censitario. Este documento consolida el poder de los moderados, mientras protege a la oligarquía agraria y financiera.
Constitución de 1856 («Non Nata»)
De haber llegado a aprobarse, la Constitución de 1856 («Non Nata») hubiera sido una constitución de carácter progresista que introducía importantes derechos como la libertad de culto y reforzaba el papel del Senado.
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