22 Ene

Isabel II

Tras un periodo de decadencia marcado por el denostado Fernando VII de Borbón, abrimos paso a una nueva etapa de la historia de España en la figura de su hija Isabel II. Durante esta etapa pasaremos del temido absolutismo a un intento de implantar un estado totalmente liberal.

La Regencia de María Cristina y la Primera Guerra Carlista

Tras la muerte de Fernando VII (1833), su mujer María Cristina de Borbón queda como regente hasta que su hija Isabel II, heredera natural al trono, alcance la mayoría de edad. No obstante, su llegada al poder se verá dificultada por la Primera Guerra Carlista.

La Primera Guerra Carlista comienza con el Manifiesto de Abrantes, a través del cual el Infante don Carlos reclama su derecho al trono tras la muerte de Fernando VII. Esta guerra enfrenta a absolutistas, partidarios de Don Carlos, y a liberales, que apoyan al bando de Isabel. Esta guerra finaliza en 1839 con el Abrazo de Vergara entre el carlista Maroto y el liberal Espartero.

Los Liberales: Moderados y Progresistas

Durante el reinado de Isabel II, los liberales llegan al poder y comienzan a dar forma a un estado liberal. Sin embargo, aparecen dos tendencias dentro de los liberales. Los moderados defienden los intereses de los grandes propietarios y proponen una legislación favorable a los terratenientes, y los progresistas defienden los intereses de la alta burguesía y son los partidarios del liberalismo progresista; también defienden el librecambismo.

Gobiernos durante la Regencia de María Cristina (1833-1840)

  • Gobierno de Martínez de la Rosa: aprueba el Estatuto Real de 1834.
  • Gobierno de Mendizábal: promulga la ley de Desamortización de bienes eclesiásticos.
  • Gobierno de Istúriz: se producen varios levantamientos progresistas y se proclama en varios lugares la Constitución de Cádiz.

En agosto de 1836 se produce un golpe de estado progresista (Motín de los Sargentos de la Granja) con el que se instaura la Constitución de Cádiz. Se establece un gobierno progresista con José María Calatrava al frente y Mendizábal como ministro de Hacienda. No obstante, más tarde hay un triunfo de los moderados en las elecciones y en 1840 se firma la Ley de Ayuntamientos, como un intento moderado de que los alcaldes sean elegidos por la Corona. Debido a esta ley, se producen enfrentamientos entre Espartero y la regente, la cual termina dimitiendo.

La Regencia de Espartero

De esta forma el poder queda en manos de Espartero, que llega a él debido al prestigio que adquirió en la guerra carlista. En este periodo se produce una escisión del partido progresista y aparece un grupo más radical, los demócratas. Espartero lleva a cabo algunas reformas como desamortizaciones o un intento de libre comercio que enfada a las industrias catalanas, un problema al cual pone solución bombardeando la ciudad. En 1843 se produce una sublevación contra Espartero encabezada por Narváez que termina con la dimisión y el exilio de este.

La Década Moderada (1844-1854)

En este mismo año, Isabel II es declarada mayor de edad con 13 años y se establece una monarquía liberal con tendencia conservadora. En la primera etapa de su reinado, la Década Moderada (1844-1854), destaca el gobierno moderado de González Bravo y, sobre todo, el de Narváez, que fue el gran protagonista de la década, estando en el gobierno hasta en cuatro ocasiones. Como general tuvo el control total del ejército. Además, tuvo mucho que ver con las principales leyes de la época como la Ley Electoral, la Ley de Imprenta, el Código Penal o la fundación de la Guardia Civil.

Pero su mayor logro se dio con la Constitución de 1845 que otorgaba más poder a la Corona y reducía el poder del Parlamento. Las Cortes eran bicamerales y estaban formadas por un Senado vitalicio y un Congreso de Diputados; además, se mantenía el sufragio censitario.

El Bienio Progresista (1854-1856)

El gobierno de Narváez finaliza con un levantamiento liberal (La Vicalvarada), dirigido por O’Donnell y que da comienzo a la segunda fase del reinado de Isabel II, el Bienio Progresista (1854-1856).

En esta etapa se elabora la Constitución de 1856, llamada la non nata puesto que no entró en vigor. Aquí vuelve Espartero al gobierno y sus reformas más importantes son: la Ley de Milicias, la Ley Municipal, la Ley de Desamortización general y la Ley General de Ferrocarriles.

La Unión Liberal (1856-1868) y el Fin del Reinado

El Bienio Progresista finaliza debido a la reacción de los moderados y a la continua presión de la Corona y del clero, para dar paso a la Unión Liberal (1856-1868). En esta fase, Narváez y O’Donnell se van alternando el gobierno controlado por Posada Herrera (el gran elector). No obstante, el Pacto de Ostende, que tenía el objetivo de destronar a la reina, y problemas externos agravados por una mala política exterior, terminaron con el reinado de Isabel II.

Finalmente, en 1868, con la revolución de La Gloriosa, encabezada por Prim y Serrano, se destrona a Isabel II, poniendo fin a un reinado convulso, en el que los problemas comenzaron antes de que Isabel subiera al trono con la cuestión sucesoria. Además, fue un intento de asentar el régimen liberal, pero las condiciones sociales y económicas, sumado al papel de la reina, no lo permitían.

Bibliografía

  • Jover Zamora: La era isabelina.
  • Grupo Cronos: España Siglo XIX.

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