17 Mar

LOS SECRETOS DE LA VIDA Un niño de 8 años de edad se acercó a un anciano frente a un pozo de los deseos, miró a sus ojos y dijo: Entiendo que usted sea un hombre muy sabio. Me gustaría saber cuál es el secreto de la vida. El anciano miró al pequeño y respondiendo: He pensado constantemente durante mi vida y el secreto puede resumirse en cuatro palabras. La primera es **pensar**; piensa en los valores con los que quieres vivir tu vida. La segunda es **confiar**; confía en ti mismo basándote en los valores con los que quieres vivir tu vida. La tercera es **soñar**: sueña con las cosas que pueden ser basándote en la confianza en ti mismo y en los valores con los que quieres vivir tu vida. Y la cuarta es **atreverse**; atrévete a hacer que tus sueños se conviertan en realidad, basándote en la confianza en ti mismo y en tus valores con los que piensas vivir tu vida. Y con esto el anciano terminó diciendo al niño: piensa, confía, sueña y atrévete.

EL SIGNIFICADO DEL AMOR: Un día un niño leyó la palabra amor que solo decía: Es un sentimiento hacia otra persona o algo, no muy convencido. Se acercó y le preguntó a su mamá, fue la misma respuesta, se acercó a su papá y fue lo mismo. Salió a la calle, confundido sin entender qué quería decir el amor. Él pensó que quizá era hablar con otro niño, pero no sintió nada. Cansado y aburrido se acercó a comprar un helado, de repente le llamó el llanto de un niño, se acercó y se dio cuenta de que su helado se había caído, viendo el llanto de aquel niño le compartió el suyo, en ese momento comprendió las palabras del significado de amor. El amor que comprendió este niño es el de compartir algo que uno no tiene a otro.

UNA HISTORIA INTERESANTE: La quise desde siempre, pero ella nunca lo supo. Los años fueron pasando y yo seguí muy de cerca su vida, sus noviazgos, su casamiento. Estuve a su lado cuando nacieron sus hijos y hasta fui el padrino de uno de ellos. Su rostro se iluminaba cuando me veía, su sonrisa me turbaba. Yo la amaba, pero ella no lo sabía, era mi amor imposible. Nunca me casé, quería vivir para ella. Jamás me atreví a insinuarle nada acerca de mis sentimientos y… un día ella enfermó… todo pasó muy rápido, sabíamos que moriría pronto. Fui a verla, me quedaba largos ratos a su lado, y ya no había alegría en su rostro pálido. En un momento sentí que su mano se apretaba fuertemente a la mía, abrió sus ojos, tristes, llorosos. Sus labios susurraron las palabras que siempre esperé, pero jamás creí llegar a escuchar. Muy suave, lentamente, me dijo: mi amor, gracias por todo lo que me diste. Te diré un secreto, te quiero, te amé como a nadie en este mundo, pero nunca me animé a contártelo, tuve miedo… que no me amaras.

NO DEJES MORIR EL AMOR: Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que el Odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos ellos. Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito. Cuando estuvieron todos, habló el Odio y dijo: Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien. Los asistentes no se extrañaron mucho, pues era el Odio el que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien, sin embargo, todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos. Quiero que maten al Amor, dijo con voz malévola. Muchos sonrieron malévolamente. El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará. Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Carácter quedaron tan decepcionados: Lo siento, lo intenté todo, pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante. Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la Ambición, que haciendo alarde de su poder, dijo: En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará. Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima, quien efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder, y triunfó de nuevo. Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición, envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar al Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor, confundido, lloró y pensó que no quería morir y con valentía y fortaleza se impulsó sobre ellos y los venció. Año tras año el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros. Envió a la Frialdad, al Egoísmo, la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer, tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba. El Odio, convencido de que el Amor era invencible, les dijo a los demás: Nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos. De pronto, de un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido que vestía de negro con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver. Su aspecto era fúnebre como el de la muerte: Yo mataré el Amor, dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ése que pretendía hacer solo lo que ninguno había podido. El Odio dijo: Ve y hazlo. Tan solo había pasado algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles, después de mucho esperar, que por fin EL AMOR HABÍA MUERTO. Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro habló: Ahí les entregó al Amor totalmente muerto y destrozado. Y sin decir más, se marchó. ¡Espera! En tan poco tiempo lo eliminaste por completo, ¿Lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir? ¿Quién eres? Dijo el Odio. El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo: Soy La Rutina.

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