07 Nov
Introducción
El siglo XVII en España, conocido como el de los Austrias Menores, se caracterizó por una profunda crisis demográfica, económica y política. España perdió su hegemonía militar y política en Europa, mientras que los reyes se apoyaban en figuras de validos para gobernar. A pesar de esta situación, en el ámbito literario y artístico se vivió un periodo de esplendor, conocido como el Siglo de Oro. Sin embargo, la pobreza intelectual y científica persistió debido al estricto control del pensamiento ejercido por la Inquisición.
Los Austrias del Siglo XVII
Los Austrias Menores tuvieron escaso peso e importancia política, dejando el gobierno en manos de validos. Esta práctica contribuyó a la desvalorización de sus reinados, a pesar de coincidir con un periodo de gran esplendor artístico y cultural.
Felipe III (1598-1621)
Hijo y heredero de Felipe II, Felipe III se preocupó más por los asuntos domésticos dentro de la corte que por la política. Su reinado marcó un cambio de actitud en la política internacional, buscando una política de pacificación.
Felipe IV (1621-1665)
Hijo y heredero de Felipe III, Felipe IV era aficionado a la vida cortesana y se veía abrumado por las tareas administrativas y de gobierno. A pesar de ello, mostró una gran sensibilidad artística y realizó una importante labor como mecenas. A diferencia de su padre, se mantuvo al tanto de la política, aunque durante su reinado comenzaron las pérdidas territoriales.
Carlos II (1665-1700)
Hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria, Carlos II, conocido como “el Hechizado”, heredó el reino a los 4 años. Al llegar a la edad adulta, demostró su incapacidad para gobernar, lo que llevó a la pérdida definitiva del prestigio internacional. Los sucesivos matrimonios sanguíneos en su linaje produjeron una degeneración física e intelectual, dejándolo raquítico, enfermizo y estéril. Al morir sin descendencia, se extinguió la rama de los Austrias.
Gobierno de Validos y Conflictos Internos
El Gobierno de Validos
La aparición de validos se debió a varios factores:
- La personalidad de los monarcas: desinterés por el poder y carácter débil.
- La complejidad de las tareas de gobierno en los estados modernos, que obligaba a los reyes a confiar en otras personas.
- La utilidad de los validos como responsables en caso de fracasos, protegiendo así la figura del rey.
Un valido era una persona estrechamente unida al rey por la confianza y amistad personal. Cuando esta confianza disminuía, el valido perdía todo su poder.
Características de un valido:
- Protectores del poder real y mediadores entre el rey y los reinos.
- Pertenecientes a la aristocracia.
- Creadores de una red de clientelas de familiares y amigos para aumentar su poder.
- Responsables de los aciertos y fallos del reinado, recibiendo críticas de los nobles desplazados de los Consejos.
Este sistema de gobierno con validos distanció al monarca de sus vasallos. Los Consejos perdieron poder político, y sus funciones pasaron a ser desempeñadas por las Juntas, pequeños comités de aristócratas cercanos a los validos, que eran más ágiles en la toma de decisiones. Las Cortes apenas se convocaban.
Los Validos de Felipe III y los Conflictos Internos
Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma, fue el primer valido de Felipe III. Alcanzó altos niveles de poder, ocupando los principales cargos del Estado a través de familiares y amigos, y acumulando una gran fortuna. Mantuvo una política pacifista en Europa.
El principal conflicto interno fue la expulsión de los moriscos en 1609. Felipe III firmó el Decreto de Expulsión, y la flota se encargó de trasladarlos al Norte de África.
La comunidad mudéjar (moriscos) estaba poco integrada, viviendo en localidades separadas y conservando su lengua, tradiciones y forma de vida. Eran campesinos que practicaban la agricultura de regadío y pagaban rentas muy superiores a las de los cristianos viejos.
Razones de su expulsión:
- Ser falsos conversos, difícilmente adaptables a la sociedad cristiana.
- Acusaciones de colaborar con los piratas berberiscos.
- La búsqueda de homogeneidad cultural.
- Posible maniobra política para distraer a la opinión pública.
Efectos de su expulsión:
- Para los territorios de destino (Magreb): llegada masiva de población.
- Para los territorios de origen: pérdida de campesinos y trabajadores, compensada por la Corona con la entrega de los bienes de los expulsados y la reducción de intereses de créditos.
Validos de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares y la Crisis de 1640
Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, fue el político más capaz y activo del siglo XVII. Buscó la recuperación exterior de la monarquía y la reforma interior aplicando medidas mercantilistas y políticas para lograr la unión de los reinos. Su objetivo era mantener el prestigio de la monarquía hispánica en Europa (El Gran Memorial, 1624).
Olivares vio necesario uniformizar políticamente los reinos cristianos con leyes e impuestos iguales para todos. La reforma fiscal buscaba aumentar los impuestos de la Hacienda pública. La Unión de Armas (1626) fue la primera medida uniformadora de reparto de cargas y gastos entre los reinos. Consistía en crear un ejército permanente mantenido por todos los reinos proporcionalmente a su población y riqueza. Aragón y Valencia no aportaron soldados, y Cataluña se resistió, quedando al margen.
El fracaso de las reformas de Olivares, debido a la negativa de Cataluña y Portugal a contribuir a la Unión de Armas, provocó la crisis de 1640, con dos frentes separatistas.
La Rebelión de Cataluña (1640-1652)
Cataluña accedió a recaudar dinero, pero se negó a reclutar tropas. El Conde-Duque desplazó el campo de batalla hacia la frontera catalana, obligándola a reclutar. Los Tercios se alojaron en villas y aldeas catalanas, lo que provocó el ataque de los campesinos de Gerona en mayo de 1640. Un mes más tarde, en la Rebelión de Junio de 1640 (Corpus de Sangre), los segadores se apoderaron de Barcelona. Olivares ocupó Cataluña y abolió sus instituciones. La Generalitat ofreció el título de Conde de Barcelona al rey de Francia, dando inicio a la Guerra de los Segadores (1641-1652). Felipe IV entró en Barcelona, poniendo fin a la secesión. Se pactó la rendición y el regreso a la Corona española, manteniendo las instituciones catalanas, aunque el rey controlaría el nombramiento de las autoridades municipales.
Deja un comentario