30 Oct
Los Partidos Dinásticos
1. Partido Liberal-Conservador
Cánovas del Castillo, principal dirigente del partido alfonsino durante el Sexenio Democrático, transformó tras el regreso de Alfonso XII este partido en el Partido Liberal-Conservador. Este aglutinaba a los grupos políticos más conservadores.
2. Partido Liberal
El proyecto bipartidista de Cánovas requería otro partido de carácter más progresista: la llamada izquierda dinástica. Propuso a Sagasta su formación, dando lugar al Partido Liberal.
Ambos partidos, conservadores y liberales, tenían la tarea de aunar a los diferentes grupos políticos bajo la aceptación de la monarquía alfonsina y la alternancia en el poder.
Coincidían ideológicamente en lo fundamental: la defensa de la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y el Estado liberal y centralista. Se nutrían principalmente de las élites económicas y de la clase media acomodada. Eran partidos de minorías de notables que contaban con periódicos y comités.
En cuanto a su actuación política, las diferencias eran escasas. Los conservadores proponían un sufragio censitario y la defensa de la Iglesia y del orden social. Los liberales defendían el sufragio universal masculino y estaban más inclinados a un reformismo social, progresista y laico.
En la práctica, la actuación no difería en lo esencial, al existir un acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzara al otro partido a derogarla cuando regresase al gobierno.
3. Alternancia en el Poder
La alternancia regular en el poder entre estas dos grandes dinastías tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional. Cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno y convocar elecciones.
El Falseamiento Electoral
1. El Caciquismo
El sistema del turno pacífico se mantuvo durante más de veinte años gracias a la corrupción electoral y a la influencia de determinados individuos, conocidos como caciques.
El caciquismo se dio en toda España, aunque alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla.
Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, ricos propietarios que daban trabajo a jornaleros y que tenían una gran influencia. Podían ser abogados, profesionales o funcionarios que controlaban los ayuntamientos, dirigían el sorteo de las quintas, proponían el reparto de las contribuciones y podían resolver o complicar los trámites burocráticos.
2. El Pucherazo
La adulteración del voto constituyó una práctica habitual en todas las elecciones. El triunfo del partido que convocaba las elecciones era convenido previamente y se conseguía gracias al falseamiento de los resultados. De este modo, el triunfo electoral permitía la creación de una amplia mayoría parlamentaria al partido gobernante.
Los caciques manipulaban las elecciones continuamente de acuerdo con las autoridades. El conjunto de trampas electorales se conoce como pucherazo.
Para conseguir la elección se falsificaba el censo (incluyendo personas muertas o impidiendo votar a las vivas), se manipulaban las actas electorales, se ejercía la compra de votos, se amenazaba al electorado e incluso se empleaba la violencia para atemorizar a los contrarios.
El Desarrollo del Turno de Partidos
Entre 1876 y 1898, el turno funcionó con regularidad: de todas las elecciones realizadas, seis fueron ganadas por los conservadores y cuatro por los liberales.
La primera crisis surgió como consecuencia del impacto del Desastre de 1898.
1. El Pacto del Pardo
Tras la muerte del rey Alfonso XII (1885), se impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales: el Pacto del Pardo. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina y garantizar la continuidad de la monarquía ante las fuertes presiones de carlistas y republicanos.
2. El Gobierno Largo de Sagasta
Durante el llamado gobierno largo de Sagasta (1885-1890) se abolió la esclavitud, se impulsó un nuevo Código Civil y se llevaron a cabo reformas hacendísticas y militares. La reforma de mayor trascendencia fue la implantación del sufragio universal masculino en las elecciones generales de 1890 (derecho al voto para todos los varones de más de 25 años).
Sin embargo, la universalización del sufragio quedó desvirtuada por los viejos mecanismos de fraude y corrupción electoral, que imposibilitaron una verdadera democratización del sistema.
Cánovas fue asesinado en 1897 y el personalismo del sistema deterioró a los partidos, que dependían exclusivamente de la personalidad de sus líderes.
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