14 Jun
Nuevos Regímenes Políticos: Comunismo y Fascismo
A pesar del avance aparente del modelo democrático americano, los años veinte asistieron al nacimiento de ideologías que se presentaban como alternativas al sistema liberal, en los dos extremos del espectro político:
En Rusia, la construcción de un estado comunista: la URSS.
En Italia, el establecimiento del primer régimen de tipo fascista.
La Fundación de la URSS
En 1922, el Sóviet Supremo aprobó la fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Un año antes, ante la rebelión de los campesinos contra las requisas de sus cosechas y las protestas de la población ante el descenso del nivel de vida, el Gobierno, dirigido por Lenin, había abandonado el comunismo de guerra. En su lugar, se puso en práctica la NEP (Nueva Política Económica), que admitía un mercado reducido y toleraba negocios privados a pequeña escala. Las condiciones de vida de la población mejoraron considerablemente gracias al aumento de los excedentes agrícolas.
En 1919 se había fundado la Tercera Internacional, o Komintern, para extender la revolución a todo el mundo. Los partidos que se adhirieron tomaron el nombre de comunistas.
El Socialismo en un Solo País
A la muerte de Lenin, en 1924, se entabló una lucha por su sucesión entre Iósif Stalin, que controlaba la maquinaria del partido, y León Trotski, quien contaba con la baza de haber fundado el Ejército Rojo, vencedor en la guerra civil. La diferencia entre ambos líderes se refería sobre todo a la táctica:
Trotski. Propugnaba la revolución permanente, en la que la URSS debía ser la plataforma desde la que en un futuro próximo se extendería la revolución al resto del mundo.
Stalin. Impuso la estrategia del socialismo en un solo país, es decir, los proletarios del mundo debían contribuir, en primer lugar, a la consolidación del comunismo en Rusia.
Finalmente, en 1929 Stalin salió vencedor de la pugna, y Trotski tuvo que exiliarse. Años después sería asesinado en México a manos de un agente estalinista.
El Fascismo, una Ideología Nueva
A diferencia de las corrientes conservadoras tradicionales, que rechazaban el nacionalismo y el liberalismo, el fascismo era antiliberal, pero defendía un nacionalismo exacerbado y xenófobo. Además, utilizaba métodos modernos de propaganda, se interesaba por la tecnología y despreciaba valores tradicionales como la religión. Sus principales rasgos son:
Supremacía del partido y el líder. El Estado se identifica con el partido, y este con el líder. El partido es un movimiento de masas que pretende representar la voluntad popular mejor que la democracia. Las demás opciones políticas son perseguidas.
Primacía del Estado. Rechaza los derechos del individuo frente al Estado. Desaparece la noción de ciudadano y de Estado de derecho.
Racismo. La nación se define según criterios raciales: los grupos que no los cumplen son excluidos e, incluso, exterminados.
Autarquía. Acepta el capitalismo, pero propugna un proteccionismo extremo que tiende a la autarquía (autosuficiencia económica).
Política exterior agresiva. Reclama su espacio vital y propugna la expansión de su área de dominio a costa de otros pueblos, a los que somete y, a veces, aniquila.
Corporativismo. Niega las diferencias de clase y defiende la intervención del Estado en la vida laboral mediante la creación de corporaciones que agrupen a empresarios y trabajadores en una misma organización.
El Fascismo Italiano
El primer régimen fascista se instauró en Italia en 1922. Aunque el país había participado en la guerra del lado de los vencedores, los nacionalistas estaban descontentos con las compensaciones territoriales. El fascismo empuñó la bandera de la frustración colonial y del irredentismo, es decir, la reclamación de territorios fronterizos que consideraba suyos, como Trieste.
Los fascistas se sirvieron de la inquietud que despertaban las huelgas y ocupaciones de tierras, y se aprovecharon del temor de las clases acomodadas a la Revolución rusa. Para atacar al movimiento obrero, Benito Mussolini creó una organización paramilitar que se transformaría en el Partido Fascista. En 1922, tras una violenta campaña de agitación, y a pesar de su fracaso electoral, Mussolini organizó una demostración de fuerza: la Marcha sobre Roma. El Gobierno dimitió y el rey recurrió a Mussolini, que instauró una dictadura mediante la manipulación electoral y la eliminación de la oposición. El régimen adquirió rasgos totalitarios:
Mussolini se proclamó Duce, o caudillo supremo. Sin embargo, mantuvo la monarquía, y emprendió una política de entendimiento con la Iglesia católica que culminó con los Pactos de Letrán (1929).
Se adoptó una política exterior agresiva, destinada a la conquista de un imperio en África y el Mediterráneo.
Se fundaron sindicatos corporativos, y se fomentaron la agricultura y el desarrollo industrial autártico.
Los Felices Años Veinte
La Sociedad de Consumo y la Electricidad
Hasta los años veinte, muchos de los avances de la Segunda Revolución Industrial habían quedado limitados a las clases acomodadas; ahora, estas innovaciones se extendían al resto de la sociedad. Una de las razones de este fenómeno fue la racionalización de la producción, que abarató los costes. El trabajo se organizó para ser más eficiente, gracias a los métodos del taylorismo. Además, la producción se estandarizó y masificó. La subida del nivel de vida se traducía en nuevos hábitos de consumo entre las clases populares. Gracias al crédito y a la venta a plazos, los lujos de antes quedaban ahora al alcance de muchos. Las empresas utilizaron la publicidad, aplicando en parte los métodos de propaganda ensayados durante la guerra. La moda era otro mé-todo de fomentar el consumo. Antes de la guerra, la electricidad había tenido sobre todo un uso industrial. Ahora se ampliaba la red de distribución. En las grandes ciudades, la iluminación eléctrica sustituyó a las farolas de gas. En los hogares, la electricidad hizo posible la popularización de los electrodomésticos; como se consideraba que las tareas de la casa eran propias de la mujer, la llegada de los nuevos aparatos liberó a muchas amas de casa de una parte de su trabajo y redujo el número de mujeres trabajadoras dedicadas al servicio doméstico. Las dificultades de abastecimiento durante la guerra habían obligado a la fabricación de sustitutos. Al acabar las hostilidades, muchas materias primas naturales, como el cuero, el caucho o la madera, fueron sustituidas por materiales sintéticos, más baratos y ligeros, como el plástico o tejidos como el rayón. La década vertiginosa: Los automóviles se hicieron más asequibles y más rápidos, al tiempo que el petróleo se convertía en una fuente de energía esencial. El avión, perfeccionado durante la guerra, permitió que se abrieran las primeras líneas aéreas. Los veinte fueron la década de la velocidad. Las escenas de aquellos años nos muestran el ajetreo de las grandes ciudades, tan diferente del ambiente apacible de antes de la guerra. La radioAunque Marconi había inventado la radio a finales del siglo xix, fue su utilización militar durante la guerra lo que contribuyó a su evolución y mejora técnica: los años veinte fueron la edad de oro de la radio.Se multiplicaron las emisoras, al tiempo que los aparatos conquistaban los hogares de clase media. La radio fue así el primer medio moderno de comunicación. Por primera vez, millones de personas podían escuchar al mismo tiempo la misma canción, el mismo serial o el mismo discurso. El cine Poco antes de la guerra se instalaron en Hollywood, un barrio de Los Ángeles, los primeros estudios cinematográficos. Los largometrajes estadounidenses fueron éxitos mundiales. Pero el cine no solo era un negocio; era también un poderoso factor de cambio social. Por primera vez, los espectadores de cualquier lugar contemplaban formas de vida muy diferentes de las suyas. A partir de este momento, la gente quería vestirse, peinarse o comportarse como las estrellas de Hollywood. Muy pronto, los incidentes de la vida privada de los famosos se convirtieron en objeto de atención mundial. Pero el cine, al igual que la radio, podía utilizarse también con fines propagandísticos . La era del jazz Tras la Gran Guerra, el influjo cultural de Estados Unidos se hizo global. El jazz se convirtió en el primer fenómeno artístico norteamericano exportado al resto del planeta. Gracias al gramófono y a la radio, su difusión superó la de cualquier estilo popular anterior. Muchos músicos de jazz eran afroamericanos; sin embargo en los clubs de moda tenían prohibida la entrada como clientes. Los crímenes del Ku Klux Klan teñían de sangre Estados Unidos, al tiempo que el jazz de grandes músicos, como Duke Ellington o Louis Armstrong, dominaba en las ondas de la radio. La cantante Billie Holiday popularizó Strange fruit, un himno de la lucha por los derechos civiles que denunciaba el crimen racista por antonomasia, el linchamiento: Los árboles del sur dan un extraño fruto: sangre sobre las hojas y sangre en la raíz, cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña,extraño fruto que cuelga de los álamos.
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