18 Jun

Perífrasis Verbales

De modo:

  • Obligación: tener que, deber, haber de.
  • Aproximación: deber de, venir a.
  • Posibilidad: poder, deber de.
  • Capacidad: poder

Aspectual  :

  • Ingresivas: ir a, estar para, apunto de.
  • Incoativa: comenzar a.
  • Durativas: estar, andar, continuar, llevar seguir, venir.
  • Terminativas:  acabar de, llegar a, terminar de.
  • Perfectivas: haber, llevar.
  • Frecuentativas: soler, acostumbrar a .
  • Reiterativas: volver a, venir.

PRONOMBRE RELATIVO: que, cual, quien, cuanto. DETERMINANTE RELATIVO : cuyo 

ADVERBIOS RELATIVOS: donde, como.  Oraciones coordinadas: copulativa y e ni  disyuntiva o u bien  adversativas pero mas sin embargo  distributivas  bien…bien  

explicativases decir esto es 

quien (sujeto) donde (ccl) cuando (cct)   TIEMPOS VERBALES:  presente(amo)  pretérito. imperfecto(amaba) pretérito imperfecto (amé) futuro imperfecto(amaré) condicional (amaría) pretérito perfecto (amado) pluscuamperfecto (había amado) futuro perfecto(habré amado) COMENTARIO DE LA ORACIÓN:  la oración subordinada adjetiva principal es una oración compleja cuyo verbo principal corresponde a… con el sujeto… dentro de esta oración nos encontramos una proposición subordinada adjetiva especificativa de … introducida por un nexo … 

El Teatro de Principios del Siglo XX

1. El teatro de principios del siglo XX: la comedia burguesa

La comedia burguesa, también denominada alta comedia, es un tipo de teatro que continuaba con el Realismo del siglo XIX con pocas innovaciones y realizando críticas sociales muy suaves y generalmente amables. Por ejemplo, trataban asuntos como problemas de negocios, infidelidades conyugales, hijos conflictivos o la actitud hipócrita de las familias burguesas. Fue poco valorada por la crítica del momento, especialmente por los
intelectuales, que consideraban que no realizaban ningún aporte artístico y se limitaban a ser comerciales y entretenidas. Su principal representante es Jacinto Benavente (1866-1954), premio Nobel en 1922. Este dramaturgo decidió satisfacer al público burgués creando un teatro acomodado a los gustos mayoritarios. Este hecho es evidente en el cambio de rumbo que adopta tras su primera obra, El nido ajeno (1894), cuando ante el fracaso con las malas críticas de la burguesía, decide limitarse a crear obras que censuren pequeños vicios sociales, sin plantear una crítica total, y siempre dentro de los esquemas del género tradicional. En sus piezas teatrales se interesaba por retratar los rasgos colectivos de la sociedad más que de los personajes individuales, reflejando defectos y vicios sociales a la par que agilizaba la trama a través de unos diálogos bien resueltos y agradables. A pesar de su ligereza, se trata de un dramaturgo destacado que logró realizar obras reseñables, entre las que destacan Los intereses creados (1907) y La Malquerida (1913), drama rural que pudo servir de inspiración para los posteriores dramas lorquianos. Otra tendencia del teatro popular fue el teatro costumbrista y cómico, cuyo principal objetivo era entretener al público mediante el humor con equívocos, juegos de palabras e historias regionalistas. Citaremos como representantes a los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches y Pedro Muñoz Seca.

3. Teatro poético: Federico García Lorca

La otra gran figura de la dramaturgia española de principios del siglo XX es Federico García Lorca (1898-1936), que desarrollará una obra variada y equilibrada entre la tradición y la vanguardia, logrando un gran éxito entre el público y la crítica intelectual, a diferencia de los casos anteriores, donde la balanza se decantaba hacia uno de los dos lados. Generalmente, se ha enmarcado al desarrollo dramatúrgico de García Lorca como teatro poético o lírico, aunque no debemos confundirlo con el teatro poético modernista que se cultivó a finales del siglo XIX por autores como Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa o los hermanos Machado, de corte más tradicional y conservador, incluso folklórico. García Lorca desarrolló una constante búsqueda de la pureza original de la palabra evocadora y sutil, sin olvidar su capacidad comunicativa para con el público, dado que no solo pretende incorporar nuevas tendencias vanguardistas o depurar el teatro poético, sino que también quiere acercar el teatro al pueblo. Como le sucedió a Benavente, tuvo un fracaso inicial por sus intentos experimentales y simbólicos con El maleficio de la mariposa, pero prosiguió depurando su teatro sin rechazar la experimentación con piezas breves para guiñol, como Retablillo de don Cristóbal, farsas como La zapatera prodigiosa, y el drama histórico Mariana Pineda, dando muestras de una gran combinación entre lirismo, prosa y recursos teatrales. En una segunda etapa desarrollaría obras puramente surrealistas como El público y Así que pasen cinco años. No obstante, sería finalmente en su tercera y última etapa donde alcanzaría su plenitud con un gran equilibrio entre el rigor estético de la época y el sentido popular y tradicional del público. En esta etapa escribe obras como Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba(1936). Aquí se consolidan los temas que ya había abordado anteriormente, situando a la mujer como protagonista de su teatro, una mujer que representa el ansia de libertad dentro de un sistema social que la oprime, marcada siempre por el destino trágico, dado que las pasiones se ven condenadas al olvido o al rechazo. En definitiva, se muestra el conflicto entre el deseo y la realidad, entre la libertad y la autoridad, que acaba derivando siempre en la frustración. Todo enmarcado con el simbolismo lírico también presente en su poesía y
diversos recursos dramáticos extraídos de las vanguardias y de la tradición.

2. El esperpento: Valle-Inclán


La primera gran figura destacable del panorama teatral español del siglo XX es Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936). No obstante, no fue el único que tanteó la posibilidad de renovar el teatro. Dentro de la Generación del 98 y del Novecentismo encontramos a autores como Unamuno, que realizó un teatro de ideas, con poca acción y completa ausencia de elementos escénicos, Jacinto Grau o Ramón Gómez de la Serna, que plantearon
los primeros acercamientos al teatro vanguardista. No obstante, la obra de Valle-Inclán evolucionó progresivamente hasta desarrollar el esperpento, una de las cimas del teatro innovador y crítico de la época. Sus inicios dramatúrgicos estuvieron afectados por el Modernismo, como sucede también con
su narrativa. Así desarrolló sus dos primeras etapas dramáticas en torno al ciclo mítico de sus Comedias Bárbaras y a su ciclo de farsas, es decir, sátiras sobre el poder en el que ya comienza a deformar la realidad con un lenguaje chabacano y chulesco entremezclado con situaciones
poéticas y hasta cursis, como muestra en Farsa italiana de la enamorada del rey o en Farsa y licencia de la reina castiza. En este periodo ya aparecen algunas características propias de Valle- Inclán, como su difícil representación por la gran longitud de sus obras, sus cambios rápidos de escenario y sus extensas acotaciones escénicas. Finalmente, desarrolló el esperpento, una deformación grotesca de la realidad europea del momento a través de argumentos trágicos que se desarrollan como una comedia negra y atroz. Valle-Inclán trata de mostrar los aspectos más profundos y oscuros de nuestra sociedad a través de la exageración de sus defectos,
siendo capaz de entremezclar y sintetizar elementos muy dispares: lo vulgar y lo literario, lo poeta bohemio Max Estrella, Divinas palabras (1920) y la trilogía de Martes de Carnaval. 

Deja un comentario