14 Jul
El Teatro Isabelino
El Renacimiento en Inglaterra vio un desarrollo más tardío que en el resto de Europa, destacando inicialmente un teatro religioso medieval en la primera mitad del siglo XVI. Junto a este, surgieron un teatro cortesano universitario y un teatro popular. El teatro popular, liderado por Shakespeare, triunfó durante el periodo isabelino (últimas dos décadas del siglo XVI y primera mitad del XVII). Este teatro se gestó durante el reinado de Isabel I y continuó en los de Jacobo I y Carlos I.
El teatro popular inglés comenzó en escenarios improvisados, como patios de posadas, pero durante el ciclo isabelino, se construyeron teatros específicos cerca de Londres. Destacaron The Swan y The Globe, permitiendo que el público se distribuyera alrededor del escenario al aire libre. Aunque prohibido en la ciudad, estos teatros atraían a diversas audiencias, principalmente populares, que imponían sus gustos sin seguir los preceptos clasicistas. Los autores respondieron a las demandas de diversión y emoción del público, desafiando normas clásicas y mezclando géneros en tragedias, comedias y tragicomedias.
Características Formales
Se trata de un teatro que no sigue los preceptos clásicos:
- Se transgreden las controvertidas unidades de tiempo, lugar y acción.
- Se mezclan los géneros, de manera que, en ocasiones, una situación trágica o de alta tensión dramática puede verse aliviada por la intervención cómica del clown (personaje cuyo papel en la escena es parecido al que desempeña el gracioso en el teatro español).
- Se mezclan, igualmente, los personajes nobles con los plebeyos.
- Finalmente, en una misma obra pueden alternarse el verso y la prosa.
Independientemente de la mezcla de géneros y de la indefinición que esta supone, hay ocasiones en las que el elemento trágico o cómico predominan con claridad, por lo que, junto a las tragicomedias (muy abundantes), pueden distinguirse también tragedias y comedias.
Circunscritas al drama o a la tragedia, merece especial atención la creación de piezas de tema histórico, que generaron un apasionado interés del público por el pasado, con frecuencia agitado y cruento, de su país.
Principales Autores
El interés del público por las novedades teatrales hizo que fueran muchos los escritores que cultivaron el drama.
Por otra parte, existen dificultades para atribuir con seguridad determinada obra a cierto autor, ya que, con frecuencia, un mismo tema era tratado por varios dramaturgos al mismo tiempo. Además, no existía una conciencia arraigada de la propiedad sobre la creación dramática, y a causa de ello era común que una obra fuera la refundición de piezas ya existentes.
De entre la gran cantidad de autores del período, destacan los nombres de tres escritores cuyas producciones aún se representan ocasionalmente en los escenarios contemporáneos:
Thomas Kyd (1558-1594)
uno de los primeros representantes del teatro isabelino. Autor de dramas sangrientos en los que la venganza juega un papel importante, se le recuerda por su obra Tragedia española (1594), que, según la crítica, pudo ser la base para que Shakespeare escribiera su Hamlet.
Christopher Marlowe (1564-1593)
en cuya biografía se encuentran muchos puntos oscuros y misteriosos (episodios de espionaje, muerte violenta no del todo esclarecida…), fue quizá el mejor dotado de los dramaturgos anteriores a Shakespeare. Destaca, sobre todo, por su Tragedia del doctor Fausto (1588), primera versión teatral de la leyenda alemana que siglos después lo elevaría Goethe a la categoría de mito. Siguieron a esta obra El judío de Malta (1589-90) y Eduardo II (1591), que sirvieron a Shakespeare para la composición de El mercader de Venecia y Ricardo III.
Benjamin Jonson (1572-1637)
Fue amigo de Shakespeare y actor como él. Alterna la poesía y el teatro. Como poeta fue laureado en una fecha imprecisa, y como dramaturgo reinó en los teatros durante más de veinte años, sobre todo como autor de comedias. A este género pertenece su obra más destacada, Volpone o el zorro (1606), sobre las intrigas de un rico caprichoso, una sátira mordaz contra la avaricia, considerada una obra maestra del humor.
William Shakespeare
nacido en 1564 en Stratford-upon-Avon, tuvo una vida inicialmente acomodada como hijo de un comerciante. Pocos detalles de su educación se conocen, pero se presume que abandonó la escuela temprano para trabajar. Se casó a los dieciocho años, y aunque el matrimonio duró toda su vida, se sugiere que fue infeliz. En 1592, Shakespeare emergió en Londres como actor y autor, siendo parte de varias compañías teatrales y creando la suya propia en 1599, instalándose en el teatro The Globe.
Inicialmente, se dedicó al drama histórico y la comedia, a veces rehaciendo obras de otros autores. Hasta el cambio de siglo, predominaron sus comedias y dramas históricos. Sin embargo, en los primeros años del nuevo siglo, su obra tomó un tono más oscuro y profundo, creando algunas de sus más grandes tragedias como Hamlet, Otelo, El rey Lear y Macbeth. Aunque su última obra, La tempestad, en 1611, regresó a la comedia.
Shakespeare vivió retirado en su ciudad natal, Stratford-upon-Avon, en sus últimos años y murió el 23 de abril de 1616. Además de sus logros teatrales, fue un destacado poeta, con Venus y Adonis y sus sonetos como obras notables. Su legado de treinta y siete obras dramáticas constituye uno de los más impresionantes en las letras inglesas, destacando por su singularidad y contribuciones únicas, más allá de las tramas y estructuras convencionales.
- Su estilo es asombrosamente rico. El extraordinario dominio de la lengua inglesa que el autor muestra le permite abarcar con maestría desde la expresión más exquisita y sublime hasta el gracejo del habla popular.
- Tan potente riqueza estilística se puso al servicio de una aguda capacidad para pulsar los resortes de la emoción, de manera que el espectador -o el lector- no puede quedar indiferente ante las palabras de sus logrados personajes.
- Elevó a sus criaturas a la categoría de personajes universales, al encamar las pasiones más arrebatadoras -amor, celos, envidia, ambición…, pero sin someterlos al corsé deshumanizador de los prototipos; muy al contrario, resultan extraordinariamente vivos.
- aporta una visión única al personaje cómico en su obra, el bufón. A diferencia de otros autores, sus intervenciones no solo ofrecen humor irónico, sino que a veces poseen profundidad filosófica, creando un tono más amargo que burlesco. En lugar de aliviar la tensión dramática, estas intervenciones refuerzan la intensidad de la trama.
Las Comedias
Las comedias de Shakespeare se inspiraron en enredos clásicos e italianos, destacando elementos como malentendidos, disfraces e intrigas inesperadas. Estas obras exploran diversas clases sociales y reflejan la sociedad de la época, pero los personajes de Shakespeare van más allá de simples estereotipos, siendo individuos realistas y únicos. Aunque no buscan dar lecciones morales, las comedias transmiten los peligros de actitudes equivocadas con resoluciones felices.
Ejemplos de estas comedias incluyen «La comedia de las equivocaciones», «El mercader de Venecia», «La fierecilla domada», «El sueño de una noche de verano» y «Las alegres comadres de Windsor». Aunque predominan los tonos burlescos, algunas comedias muestran gravedad y melancolía, como «A buen fin no hay mal principio» y «Medida por medida». Después de dedicarse a tragedias, Shakespeare regresó a la comedia, destacando «La tempestad» (1611), considerada su testamento dramático, que fusiona fantasía y magia en una obra optimista y serena.
Las obras históricas
En el teatro isabelino, la historia de Inglaterra fue una fuente principal. La relativa paz durante el reinado de Isabel I llevó al público a anhelar explorar el pasado belicoso de su país. Respondiendo a esta demanda, Shakespeare escribió diez piezas históricas, entre dramas y tragedias, la mayoría en la última década del siglo XVI. Obras como «Enrique VI», «Ricardo III» y «Ricardo II» recorren varios siglos de historia inglesa. Estas no solo destacan por los eventos históricos, sino por la pasión con la que presentan las ambiciones humanas, especialmente vinculadas al poder. «Ricardo III» es particularmente notable por la extraordinaria fuerza con la que expone la maldad e injusticia.
Las obras romanas
Los entresijos del poder también fueron sondeados por Shakespeare fuera de su país, concretamente en la historia de Roma. Del mismo modo, en este caso, lo que menos interesa es lo puramente histórico, pues lo importante es la profundización en los conflictos internos de sus personajes: la tiranía, la justicia, el deber patriótico, etc. Las obras más interesantes son Tito Andrónico y Julio César.
Las grandes tragedias
Shakespeare exhibe su genialidad de manera destacada en el género de la tragedia, el cual le ha otorgado la máxima gloria. Sus grandes tragedias han sido adaptadas innumerables veces en escenarios y han servido de base para numerosas películas en el último siglo. La creación de estas obras se concentra principalmente entre 1601 o 1602 (Hamlet) y 1606 (probable fecha de Macbeth), con excepción de Romeo y Julieta, escrita en su primera época. En estas tragedias, Shakespeare combina el verso y la prosa, utilizando un lenguaje que abarca desde lo más exquisito hasta lo más familiar, con expresiones crudas y exabruptos.
Romeo y Julieta
escrita en 1597, se basa en una historia italiana del siglo XVI y se desarrolla en la ciudad de Verona dos siglos antes. Los protagonistas, Romeo y Julieta, son hijos de familias enemistadas, los Montesco y los Capuleto. A pesar del odio entre las familias, se enamoran y juran amor eterno, desafiando las barreras sociales y de sangre. Sin embargo, la obra está marcada por la incontenible fuerza del odio y la venganza, llevando a los jóvenes a sucumbir bajo el peso de las convenciones y el destino inexorable. Aunque el amor traspasa la frontera de la muerte, la tragedia prevalece, dejando una impresión duradera en el espectador.
Otelo, el moro de Venecia:
escrita probablemente en 1603 y estrenada en 1604, se basa en una obra italiana y explora el tema del poder destructivo de los celos. Otelo, recién casado con Desdémona, es enviado a Chipre como embajador veneciano, llevando consigo a su esposa y oficiales, incluido Yago. Este último siembra en Otelo sospechas de la infidelidad de Desdémona, manipulándolo sin que ella sea consciente. Los celos irrefrenables de Otelo, combinados con su confianza en Yago, desencadenan la tragedia. Desdémona muere a manos de Otelo, quien luego descubre la trama oscura. La maldad de Yago destaca como símbolo de manipulación diabólica, mientras que la compasión se dirige hacia Desdémona y, en cierta medida, hacia Otelo.
El rey Lear
escrita entre 1604 y 1605, se basa en una antigua leyenda céltica y aborda el conflicto entre el Bien y el Mal en un sentido amplio. La trama se centra en Lear, un rey que comete una injusticia evidente al desheredar a su hija Cordelia. La historia muestra la ingratitud de las dos hijas favorecidas y la fidelidad desinteresada de Cordelia, incapaz de evitar el trágico desenlace que destruye a su padre. El deterioro progresivo de Lear culmina en la locura, ambientado en una naturaleza desoladora que parece reflejar su desgracia. A lo largo de la obra, el conflicto entre el Bien y el Mal se manifiesta en la oposición entre fidelidad e ingratitud, amor y odio, lucidez y locura.
El personaje del bufón destaca al expresar profundas verdades desde su posición, utilizando un lenguaje surrealista.
Macbeth
posiblemente escrita en 1606, se inspira en un suceso del siglo XI en la historia de Escocia. La obra aborda la ambición desmedida y sus consecuencias perjudiciales. Macbeth, servidor y primo del rey Duncan, es instigado por su esposa, Lady Macbeth, a cometer horrendos crímenes para alcanzar el trono, desencadenando una espiral de traición y deslealtad. Los planes de Macbeth se ven truncados por malinterpretar profecías, y es aniquilado por aquellos sedientos de venganza y justicia. Lady Macbeth también se destruye por sus remordimientos. La obra, imbuida de horror y espanto, destaca por la presencia de elementos fantásticos y sobrenaturales.
Hamlet
una de las grandes tragedias de Shakespeare y posiblemente la obra de teatro más representada, fue escrita entre 1601 y 1606 con varias versiones. Basada en una antigua leyenda escandinava, la historia se centra en Hamlet, quien, enfrentado a la responsabilidad de vengar la muerte de su padre, se ve paralizado por la duda entre la acción y la reflexión.
La obra explora temas como la venganza, la locura, el incesto, la traición, la usurpación del poder y el azar.
La estructura consta de cinco actos de longitud similar, con escenas de diversas extensiones. Los personajes son variados, destacando el protagonista Hamlet, lleno de pasiones y dudas, y su antagonista, el rey Claudio, que simboliza la ambición y la maquinación perversa. Otros personajes representan diversos defectos y valores, como la culpa y el amor maternal de la reina Gertrudis, la petulancia de Polonio, la inocencia de Ofelia, el amor filial y el honor de Laertes, la traición de Rosencrantz y Guildenstern, la lealtad de Horacio, la sabiduría popular de los sepultureros y el ardor guerrero de Fortinbrás.
Poesía romántica alemana
En Alemania, la lírica romántica se desarrolló en dos direcciones: una poesía conceptual, de contenido filosófico, místico, cuyos principales representantes son Hölderlin y Novalis, y una poesía personal, de carácter intimista, con claro acento popular y políticamente comprometida, cuyo mejor ejemplo sería Heine.
Friedrich Hölderlin
estudió Teología en la Universidad de Tubinga, donde conoció a Hegel. Tras trabajar como preceptor, se enamoró de Susette, esposa del banquero Jakob Gontard. Tras perder su empleo, se dedicó a la poesía y la traducción. A partir de 1802, mostró síntomas de una enfermedad mental que lo llevó a la locura en 1807. Su obra inicial reflejaba una perspectiva rousseauniana, destacando himnos y odas como «A la belleza» (1791). Posteriormente, cambió su visión, reconociendo el mal en la naturaleza y en la humanidad corrupta. Compuso obras como «Pan y vino» (1800) y «Mitad de la vida» (1804), pero su poema destacado es «El archipiélago» (1801), evocando la Grecia clásica como símbolo de una edad dorada de comunión perfecta. También escribió la novela epistolar «Hiperión o el eremita en Grecia» (1797-1799) y el drama fragmentario «La muerte de Empédocles» (1798), centrado en el filósofo griego que se arroja al volcán Etna para regresar a la naturaleza.
Novalis
Friedrich Von Hardenberg, conocido como Novalis (1772-1801), estudió Derecho en Jena y más tarde Ingeniería de Minas en Freiberg. La muerte de su prometida, Sophie Von Kühn, en 1797, lo sumió en una profunda crisis existencial, falleciendo él mismo cuatro años después por tuberculosis. La pérdida de Sophie se refleja en los «Himnos a la noche» (1800), donde Novalis exalta la noche como paso hacia la «vida verdadera», descubriendo el sentido del mundo y buscando la divinidad corrupta por el día. En su peregrinaje nocturno, encuentra a Sophie, uniendo amor, conocimiento y belleza. Novalis también escribió la novela fragmentaria «Heinrich Von Ofterdingen» (1801), destacando el símbolo de la «flor azul», que simboliza la felicidad espiritual y la búsqueda romántica del infinito.
Heinrich Heine
Heine (1797-1856), de origen judío, se convirtió al protestantismo «como billete de entrada en la cultura europea». Estudió Derecho y muy pronto se dio a conocer por la polémica que despertó el contenido político y moral de sus obras, en las que criticaba la falta de libertad en Alemania y mostraba una idea del amor nada ingenua, muy alejada del idilio sentimental.
Sus escritos fueron prohibidos y tuvo que vivir exiliado en París, desde donde iba enviando textos a sus editores alemanes y donde murió tras una dura enfermedad que lo postró en cama durante años. Entre sus obras destacan Libro de canciones (1827), Cuadros de viaje (1826-1831) y Nuevos poemas (1844).
3. Poesía romántica inglesa
Los predecesores de una nueva sensibilidad
La poesía romántica inglesa tiene algunos precedentes importantes. De 1742 a 1746, Edward Young (1683-1765) publicó las Noches, poemas que, aunque no presentan la melancolía enfermiza del siglo XIX, sí expresan el sufrimiento de un alma que se siente herida por la vida.
Thomas Gray (1716-1771)
Publicó en 1749 la Elegía escrita en un cementerio de aldea, que constituye una reflexión sobre la fugacidad de la existencia, ambientada en una atmósfera crepuscular.
James MacPherson (1736-1796)
El escocés es un caso curioso: publicó un ciclo de poemas, narrados por un tal Ossian, que dice haber traducido de antiguas fuentes gaélicas y que en realidad son la recreación personal de un pasado que se inventa y mitifica. La obra de MacPherson introduce la pasión por el pasado medieval y, estilísticamente, recurre a descripciones monótonas con las que quiere predisponer al sueño.
William Cowper (1731-1800)
el poeta que marca la entrada al Romanticismo . Los versos de Cowper tienen una melancolía religiosa, que era el rasgo predominante de su carácter. Su lírica analiza un alma que despliega todas sus posibilidades y entra en comunicación con la naturaleza. Escribe poesía de motivos íntimos que habrían sido menospreciados por poetas anteriores: la recepción de un retrato de su madre, el aspecto del campo en invierno o un paseo por el bosque.
Los poetas de los Lagos
La primera generación poética del Romanticismo inglés es la que forman los Poetas de los Lagos, conocidos también como lakistas (Lake Poets o Lake School), ya que sus miembros vivieron durante algún tiempo en los condados de Cumberland y Westmorland, el llamado Lake District, al noroeste de Inglaterra. Su obra se desarrolla entre 1798 y 1815.
William Wordsworth (1770-1850)
estudió Filología Clásica en Cambridge, recibió con entusiasmo la Revolución francesa y viajó a París para ser testigo de los acontecimientos. Dolido por los excesos y la crueldad de la época del terror, se apartó del republicanismo francés y adoptó una posición conservadora.
En 1798 publicó con Coleridge las Baladas líricas, cuyo prólogo se considera el manifiesto del Romanticismo en Gran Bretaña. Los temas de su poesía son el análisis del yo, la meditación solitaria y la contemplación de la naturaleza. Para él, la base de la lírica es «la emoción rememorada en la tranquilidad «.Renovó el estilo poético evitando los tópicos y recurriendo a un lenguaje sencillo, cercano al ordinario. Entre sus poemas destacan «La abadía de Tintern», (1798), «El preludio» (1805) e «Indicios de inmortalidad» (1807).
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834)
creció en un internado londinense y estudió en Cambridge y Oxford, destacó en la literatura por su obra poética llena de misterio. La «Balada del viejo marinero» (1798) es un ejemplo, donde el protagonista perturba la naturaleza al matar a un albatros y sufre un castigo, presenciando la muerte de su tripulación y vagando entre fantasmas hasta ser perdonado por un ermitaño.
Otro poema destacado es «Kubla Khan» (1816), que transporta a los lectores a Xanadú, la capital mítica del Imperio mongol. En este poema, se describe el Alfeo, un enigmático río subterráneo que fluye bajo los palacios y jardines de Xanadú, llevando su curso «a través de cavernas inmensurables para el hombre, hacia abajo, hacia un mar sin sol».
Los poetas satánicos
Los poetas de la segunda generación, que escriben aproximadamente entre 1815 y 1825, deben su nombre al carácter independiente y rebelde que manifiestan en su vida y en su obra.
Lord Byron (1788-1824)
una figura culta, atractiva y aristocrática, llevó una vida escandalosa marcada por deudas, separación con su esposa, acusaciones de incesto y aventuras amorosas, lo que generó el repudio de la sociedad inglesa. En 1816, abandonó su país y viajó por Centroeuropa y el Mediterráneo. En 1823, apoyó la lucha de Grecia por la independencia del Imperio otomano y murió a los 36 años en combate contra los turcos. Sus héroes literarios, reflejo de su propia personalidad, son inteligentes, atrevidos, apasionados pero también vulnerables y solitarios, incapaces de encontrar paz o felicidad.
Su obra destacada incluye «La peregrinación de Childe Harold» (1812-1818), que relata sus viajes y critica a héroes nacionales como el duque de Wellington. Sus poemas narrativos más celebrados son «El infiel» (1813), «La novia de Abydos» (1813), «El corsario» (1814), «Lara» (1814) y «Caín» (1821), este último siendo un poema dramático que refleja la rebelión romántica contra la injusticia divina. Su obra «Don Juan» (1819-1824), un poema satírico, presenta a un protagonista solitario y errante en busca de la felicidad a través de viajes desde Inglaterra hasta Oriente, desafiando el estereotipo clásico, ya que don Juan es seducido por mujeres en lugar de seducirlas, y la obra critica la sociedad, defendiendo la bondad innata del hombre y la nobleza del amor.
Percy Bysshe Shelley (1792-1822)
nacido en una familia noble, fue expulsado de la Universidad de Oxford por su defensa del ateísmo. Después de un matrimonio con Harriet Westbrook y su implicación en la agitación política, se estableció en Italia con Mary Godwin. Allí, entabló amistad con Lord Byron. Shelley se ahogó en el golfo de La Spezia en un naufragio. Su poesía aborda temas de belleza eterna, amor y naturaleza, a menudo con un tono profético. Además de su expresión filosófica, abordó temas políticos y sociales. Dominaba las formas poéticas tradicionales con armonía y sensibilidad.
Destacan obras como «Adonáis,» una elegía a John Keats, y «Prometeo desencadenado,» un drama lírico. Su legado incluye poemas como «La reina Maab,» «Himno a la belleza intelectual,» y obras con influencia panteísta como «Mont Blanc.» Su último drama, «Helas,» buscaba recaudar fondos para la liberación de Grecia.
John Keats (1795-1821)
nacido en una familia humilde y cirujano de profesión, experimentó tragedias y enfermedades a lo largo de su vida. Perdió a sus padres a los nueve años, fue abandonado por un hermano, luchó en vano contra el alcoholismo del otro y murió joven debido a la tuberculosis en Roma. Su epitafio declara que su nombre fue «escrito en el agua».
A diferencia de Byron y Shelley, Keats no abordó temas políticos o religiosos, centrando sus esfuerzos en crear una poesía pura y transmitir un mensaje sobre la responsabilidad ética. Su obra principal, «Endimión» (1818), es un poema narrativo inspirado en la mitología griega, explorando un mundo onírico como expresión de la realidad interna o poética.
En 1819, publicó «Hiperión», un poema épico inacabado que relata la derrota de los titanes por los dioses olímpicos, estableciendo un nuevo orden de belleza y perfección. Keats es conocido por sus cinco grandes odas de 1820, como «Oda a una urna griega», que reflexiona sobre temas como el amor, la melancolía, el tiempo y el dolor. La Oda a una urna griega destaca la eternidad de la belleza manifestada en las obras de arte creadas por los antiguos griegos.
La prosa romántica alemana
En cuanto a los poetas alemanes, Hölderlin es autor de la novela epistolar «Hiperión o el eremita en Grecia» (1797-1799), de estilo intimista. Novalis escribió un relato fragmentario, «Heinrich Von Ofterdingen» (1801), considerado una novela de formación.
Heine
compuso «Cuadros de viaje» (1826-1831) para criticar los vicios de su época. También escribió dos obras épicas satíricas: «Atta Troll» (1843), protagonizada por un torpe oso que busca mejorar el mundo, y «Alemania, un cuento de invierno» (1844), donde critica a aquellos que obstaculizan la revolución.
Los hermanos Grimm
Jakob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859), son conocidos por sus «Cuentos de la infancia y del hogar» (1812-1822), inspirados en el folclore alemán. Incluyen historias como La Cenicienta, La bella durmiente, Blancanieves, Caperucita Roja, Hansel y Gretel, y Rapunzel. Estas historias, de origen medieval y originalmente destinadas al público adulto, tuvieron que ser adaptadas debido a escenas consideradas demasiado truculentas para el gusto de la época. El éxito de esta obra inicial los llevó a publicar «Leyendas alemanas» (1816-1818).
Johann Wolfgang Von Goethe (1749-1832)
es el autor alemán más importante de todos los tiempos. Se destacó inicialmente con la novela epistolar «Los sufrimientos del joven Werther» (1774), donde el protagonista, Werther, un joven apasionado, se enamora de Lotte, pero al enterarse de su compromiso, se suicida.
Otras obras notables incluyen «Las afinidades electivas» (1809), una reflexión sobre pasión y moral a través de la historia de un matrimonio, y «Wilhelm Meister» (1777-1829), una novela de formación donde el protagonista, tras un extenso peregrinaje en busca de su vocación en el teatro, decide dedicarse a la medicina para ser útil a la sociedad.
E. T. A. Hoffmann
Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822), escritor, compositor, caricaturista, es uno de los mejores representantes del «Romanticismo negro»: narraciones en las que el mundo fantástico se mezcla con lo cotidiano con un resultado siniestro. Entre sus obras destacan El hombre de arena (1816), La señorita de Scuderi (1819) y Los dobles (1821).
La prosa romántica inglesa
Walter Scott (1771-1832)
fue un novelista escocés nacido en Edimburgo. Después de estudiar Derecho, viajó por Escocia recopilando antiguas baladas populares. Comenzó a escribir a los veinticinco años y se convirtió en el destacado escritor de novelas históricas. Sus personajes, a menudo héroes desconocidos, encarnan valores como valentía, nobleza y caballerosidad, facilitando la identificación del público. Aunque sus personajes son planos, permiten a Scott abordar conflictos históricos desde una perspectiva conservadora y nostálgica, sin profundizar en su psicología. Escribió treinta y dos novelas en diecisiete años, incluyendo la «trilogía escocesa» con obras como «Waverley,» «Guy Mannering,» y «El anticuario.» Su obra más famosa, «Ivanhoe» (1823), aborda el conflicto anglo-escocés durante la época de Ricardo Corazón de León, protagonizada por Ivanhoe y Robin Hood contra Juan sin Tierra.
Jane Austen (1775-1817)
perteneciente a la burguesía rural, escribió seis novelas que reflejan su entorno: «Sentido y sensibilidad» (1811), «Orgullo y prejuicio» (1813), «Mansfield Park» (1814), «Emma» (1815), «La abadía de Northanger» (1818), y «Persuasión» (1818). Sus obras son relatos sentimentales protagonizados por mujeres, con un trasfondo moral. Mientras que la aspiración máxima de sus personajes es un buen matrimonio y estabilidad económica, Austen critica la estrechez provincial, hipocresía, prejuicios, sentimentalismo e ingenuidad. Su narrativa se destaca por el estudio detallado de los personajes, la exquisitez del estilo, especialmente en los diálogos, y su habilidad para describir ambientes.
Mary Wollstonecraft Shelley (1797-1851)
nacida en Londres, escapó con el poeta Percy Bysshe Shelley a los diecisiete años y se casó con él dos años después. Durante una visita a Lord Byron en Suiza en 1816, inspirados por una antología alemana de historias de fantasmas, Byron propuso a los Shelley y a John Polidori escribir novelas de terror. Así nació «Frankenstein o el moderno Prometeo.»
La novela sigue la historia de Víctor Frankenstein, un estudiante de medicina obsesionado con descubrir los secretos de la vida. Al unir partes de cadáveres, Víctor crea un ser al que infunde vida. Horrorizado por su creación, Víctor huye, y la criatura, abandonada, comienza una vida propia. Busca venganza contra su creador y, al final, ambos encuentran su trágico destino. El relato explora la búsqueda del poder divino para crear vida y critica el menosprecio de Frankenstein por la naturaleza como un símbolo de los peligros del capitalismo emergente y el castigo por el uso irresponsable de la tecnología.
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