10 Nov
Perito en lunas: La naturaleza como fuente de inspiración
La poesía de Miguel Hernández deslumbra por su originalidad y la creación de un universo simbólico personal. En sus primeros poemas, y en Perito en lunas, la naturaleza es la principal fuente de inspiración para sus imágenes. La «luna» destaca como símbolo de la vida en constante cambio, a veces asociada a la fatalidad y la muerte. El «gallo» representa la virilidad y los impulsos sexuales, mientras que el «toro» simboliza la fuerza, la tragedia y se convierte en un motivo recurrente en su obra.
El rayo que no cesa: Amor, dolor y símbolos desgarradores
En El rayo que no cesa, Hernández alcanza una cima creativa con imágenes audaces y metáforas cargadas de emotividad. La influencia clasicista y petrarquista se manifiesta en imágenes de belleza femenina («blancura», «boca», «cuello», «rosas» y otras flores). Sin embargo, el amor doloroso, la «pena» hernandiana, se plasma en símbolos personales como el «pie» de la amada, la «sangre» como deseo reprimido y el «barro» como símbolo de impureza, identidad y fortaleza. Destacan los símbolos punzantes («cuchillo», «espada», «estalactita») que representan la pena amorosa y el destino trágico, generando significados complejos y contradictorios. El «toro» reaparece como símbolo del enamorado que sufre, viril y poderoso, pero condenado a morir.
Viento del pueblo: Surrealismo y compromiso social
El rayo que no cesa marca un cambio en la construcción metafórica de Hernández. La influencia surrealista se hace evidente, especialmente en la Elegía que cierra el libro, y se intensifica en Viento del pueblo, bajo la influencia de Aleixandre y Neruda. La fuerza revolucionaria se plasma en símbolos como el «viento» y en imágenes cósmicas y naturales («astros», «relámpagos», «lluvia», «mares») que representan los ciclos de la vida y la lucha. Lo telúrico vincula al hombre con la tierra («raíz», «volcán», «arado», «cosecha»). Animales como el «león» y el «toro» simbolizan fuerza y valentía. Se entrecruzan personificaciones y animalizaciones en una visión panteísta. El compromiso social se refleja en símbolos de dignidad («manos», «sudor», «sangre»), herramientas («martillos», «yunta», «hoz», «jornalero») y esperanza en el futuro («hijo», «vientre»).
El hombre acecha: Pesimismo y sufrimiento
En El hombre acecha, se mantienen algunas imágenes y el surrealismo, pero con un tono pesimista. El ser humano se identifica con el odio y el sufrimiento a través de animalizaciones («garra», «colmillo», «bestia»). Abundan las referencias al dolor («frío», «hambre», «cárcel», «hospital») y la materia inerte acompaña el sufrimiento humano.
Cancionero y romancero de ausencias: Intimidad y ausencia
En Cancionero y romancero de ausencias, la imagen se vuelve íntima y personal. Símbolos primarios («beso», «boca», «tierra», «sangre») adquieren mayor profundidad. La ausencia y la muerte se representan con imágenes de oscuridad («sombra», «hoyo») y recuerdos («aroma», «ropas»). La imagen surrealista se concentra en poemas largos como «Hijo de la luz y de la sombra», donde el amor y el universo se funden en una visión de esperanza y renacimiento.
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