20 May
Ética, derecho y moral
Del cuerpo de ideas morales suele desprenderse, en algún momento del desarrollo histórico, el derecho, entendido como un conjunto de normas más claras y precisas que apuntan a guiar las conductas sociales, intersubjetivas, de los miembros de la sociedad y a sancionar explícitamente las transgresiones. Cuando surge el derecho, la moral tiende a guardar mayor relación con esfera privada y el derecho con lo público, aunque la frontera no siempre queda clara.
Aunque ética y moral etimológicamente significan lo mismo, el uso técnico-filosófico tiende a distinguir entre ambos términos. La moral es el conjunto de acciones y de normas que regulan las acciones consideradas buenas, valiosas o deseables para una cultura. Por ética, en cambio, se entiende la reflexión sobre las acciones morales. La ética es una rama de la filosofía que pregunta qué es, cómo se fundamenta y cuáles son los fines de lo moral.
Aristóteles (300 AC aprox.)
Para Aristóteles todos los seres naturales tienden a cumplir la función que les es propia y están orientados a realizar completamente sus potencialidades. El bien es cumplir la función propia, aquello que sólo él puede realizar. Surge entonces la pregunta: ¿cuál es la función propia del hombre? O mejor dicho, ya que suponemos que el hombre tiene más de un bien propio, ¿cuál es el bien más alto y más perfecto de los que puede alcanzar el ser humano? Según Aristóteles el objetivo supremo del hombre es vivir bien y ser feliz. ¿Y qué es la felicidad, cuál es la vida buena?
Para definirlo, él llama pasión a lo que impulsa a los seres animados a moverse y actuar. Las pasiones son estados del alma, acompañados de placer o dolor. Sólo son morales las acciones en las que se puede elegir y decidir qué hacer. En cambio, no son morales ni inmorales las acciones padecidas, compulsivas o forzosas.
La forma correcta de actuar está pautada por las costumbres de la comunidad a la que se pertenece y se aprende con la educación. Cuando se actúa regularmente de acuerdo a estas pautas y se adquiere un hábito moral, se vive bien y se es virtuoso.
Las costumbres se determinan inteligentemente, o sea, tal como lo haría una persona prudente, una persona con experiencia en las formas de vida de la comunidad, alguien que conoce las diversas respuestas posibles a una situación dada y que decide mesurada y equilibradamente.
La persona prudente decide equilibradamente cuando elige un punto medio virtuoso entre dos extremos viciosos posibles, uno por exceso y otro por defecto. Por ejemplo, la valentía es el justo medio entre la temeridad (exceso) y la cobardía (defecto).
San Agustín (Cristianismo, alrededor del 400)
La naturaleza humana, sostiene San Agustín, es doble: el hombre es espíritu y cuerpo y, por lo tanto, es a la vez ciudadano de este mundo y de la ciudad Celestial. De esta forma, explica la división de los intereses humanos, es decir, los intereses terrenos centrados alrededor del cuerpo y los intereses ultraterrenos que pertenecen específicamente al alma.
Las ideas políticas expresadas por San Agustín subrayan la autonomía de la iglesia en cuestiones espirituales y la concepción del gobierno compartido por dos órdenes, el real y el clerical. Para este teórico, la organización y dirección de la sociedad era dual, en interés de las dos grandes clases de valores que debían ser conservados: los espirituales, por la Iglesia, y los intereses temporales o seculares, como el mantenimiento de la paz, el orden y la justicia, corresponden al gobierno civil. Entre ambos órdenes debe prevalecer la ayuda mutua. A esta teoría se la denominó Doctrina de las Dos Espadas.
Santo Tomás (Cristianismo, 1200)
Este pensador fue el primero en afirmar que las ideas aristotélicas eran compatibles con el cristianismo.
Para Santo Tomás el universo constituye una jerarquía que llega desde Dios. En virtud del plan divino, todo ser actúa bajo las exigencias de su propia naturaleza, buscando el bien y encontrando su lugar en el orden ascendente según su grado de perfección. Siguiendo a Aristóteles, ve a la sociedad como un sistema de fines y propósitos en el cual lo inferior sirve a lo superior y superior dirige y guía a lo inferior. Describe a la sociedad como un cambio mutuo de servicios encaminado a la vida buena.
A su vez, el bien común exige que tal sistema tenga una clase dirigente. Dado que la motivación del gobierno es el bien común, la finalidad moral del gobierno es fundamental. La dirección de las cuestiones comunes en beneficio de la sociedad, implicará en definitiva que los hombres puedan vivir una vida feliz y virtuosa, que es el único bien u objetivo de los hombres en sociedad. La finalidad moral a la que alude implica que la autoridad del gobierno político deberá estar limitada y ejerce de acuerdo a la ley.
Realizó una clasificación cuádruple de las leyes, a saber:
··Ley ETERNA, se identifica con la razón de Dios. Podría definirse como el plan eterno que emana de la sabiduría divina y que se encuentra fuera de la comprensión humana.
·Ley NATURAL, se describe como el reflejo de la razón divina en las cosas creadas. Implica la posibilidad de vivir y actuar del modo más adecuado a la naturaleza implantada en cada ser.
·Ley DIVINA, es la ley revelada por Dios. Los diez mandamientos y esas boludeces que dice la Iglesia.
·Ley HUMANA, era aquella ley que regulaba las vidas de una sola especie, la humana. Esta ley establece una pauta racional para el bien general y no para ventaja de un individuo o clase. Define esta ley como una ordenación de la razón para el bien común, hecha por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad y promulgada solemnemente.
Nicolás ser buenudo es para la plebe Maquiavelo (alrededor de 1500)
La cuestión fundamental que trata en dichas obras se refiere a las medidas políticas y militares, separadas de la religión, la moral y la sociedad. La política tiene como objeto conservar y aumentar el poder político, y la única pauta para su juzgamiento es su éxito en la consecución de ese propósito.
El hecho que una política sea cruel, desleal o injusta es indiferente para Maquiavelo, sin perjuicio que esas cualidades puedan incidir en su éxito. Quizás esta cuestión es una de las más relevantes, es decir, la indiferencia moral respecto del proceder del gobernante en la consecución de su objetivo, o sea, el poder.
A Maquiavelo le chupaba todo un huevo.
El supuesto del que parte para su análisis político se funda en el hecho de la naturaleza humana a la que considera egoísta. El gobierno se basa en la imposibilidad del individuo de protegerse contra la agresión de otros. La naturaleza humana es profundamente agresiva y ambiciosa.
Como consecuencia de este estado de situación, se hace necesaria la aparición de un gobernante que se encuentra no sólo fuera de la ley (ya que es él quien la crea) sino fuera de la moralidad. De esta manera establecía un doble patrón de conducta para el estadista y para el ciudadano privado, ya que este último era juzgado por el vigor que su conducta daba al grupo social. El gobernante está fuera de la moralidad que hay que imponer al grupo.
Immanuel Kant (mediados de 1700)
Mientras que Aristóteles partía de la idea de que la felicidad es el bien más alto al que podíamos aspirar y el fin último de nuestras acciones, Kant sostiene que esta no puede ofrecernos criterios adecuados para determinar si nuestras acciones son moralmente correctas o incorrectas. Afirma que el ser humano es mucho más complejo, y que algunas de las virtudes más apreciadas por los filósofos morales de la antigüedad no son buenas en sí mismas porque pueden contribuir a alcanzar indistintamente fines morales e inmorales.
Kant redefine el concepto de virtud como fortaleza moral de la voluntad de un hombre en el cumplimiento de su deber. Lo que queda claro en esta definición es que el asunto clave para la ética es el fenómeno del deber. Solo una vez que hayamos definido un criterio para determinar cuáles son nuestros deberes sería posible establecer si la conducta de un individuo puede ser llamada virtuosa.
Kant sostiene que hay un criterio racional, válido universalmente, que permite determinar si una acción es moralmente obligatoria o, por el contrario, moralmente prohibida. Se trata de un principio moral al que denomina imperativo categórico.
Para explicarlo, es necesario definir primero qué es una máxima de acción.
Las máximas son la expresión de reglas en la que podemos encuadrar nuestras acciones (ej., cuando te prestan plata la tenés que devolver).
El imperativo categórico exige actuar únicamente según máximas que sean universalizables, es decir, máximas que cada uno de nosotros pueda aplicar no solo a la regulación de su propia conducta, sino, al mismo tiempo, desear que se conviertan en leyes generales, leyes morales que regulen las acciones de todas las personas.
Utilitarismo
A diferencia de la teoría kantiana, uno de los rasgos comunes que presentan las diferentes teorías utilitaristas es su carácter consecuencialista, es decir, que en cada situación se debe actuar teniendo en cuenta las consecuencias. Los utilitaristas piensan que la cuestión moral clave es el bienestar de la humanidad, de modo que para ellos una acción es correcta cuando sus consecuencias implican incrementar al máximo el bienestar humano, otorgando igual importancia al bienestar de cada persona.John Stuart Mill parte de la idea de que todos los individuos desean y buscan su bienestar o felicidad, a la cual entiende como el placer y la ausencia del dolor (siendo la infelicidad el dolor y la falta de placer), pero sostiene que no todos los placeres son igualmente deseables.
Jeremy Bentham (maestro de Mill) propuso los siguientes criterios para determinar cuándo un placer es más valioso que otro:
··La intensidad
·La duración
·La mayor o menor probabilidad de que lo alcancemos
·La cercanía o lejanía
·La fecundidad
·La pureza
·La extensión
Aparentemente a Bentham le gustaban los chistes de doble sentido. Finalmente, la acción moralmente correcta es aquella que entre todas las posibles alternativas garantiza la mayor suma neta de utilidad o felicidad.
Muchos filósofos han afirmado que el utilitarismo podría justificar la imposición de grandes sacrificios a algunos individuos o minorías si estos sacrificios contribuyeran a incrementar la satisfacción de preferencias de la mayoría: la mayor y más frecuente acusación que pesa sobre el utilitarismo es que podría justificar en ciertos casos la violación de derechos y libertades fundamentales. John Rawls ha sostenido que ello se debe aplica al campo de lo social un criterio de decisión que solo es pertinente para la elecciones de los individuos. El utilitarismo reúne las preferencias de todos los individuos que componen una sociedad y las trata como si pertenecieran a una única persona que debe decidir el mejor camino para elevar la suma neta de utilidad. El problema es que los individuos que hacen los sacrificios y los que reciben las ventajas no son necesariamente los mismos. Ciertas personas pueden ser utilizadas meramente como medios para mejorar la situación de otras, y esto obviamente es incompatible con la convicción de la que partían los utilitaristas: que todas las personas deben ser tratadas con igual consideración y respeto.
John Rawls (1970) – Teoría de la imparcialidad o de la justicia como equidad
Los principios de justicia propuestos por Rawls traducen una concepción más general de la Justicia cuya idea básica puede sintetizarse como sigue. Cuando se piensa en los bienes sociales fundamentales se consideran todas aquellas condiciones que hacen posible sentirse reconocido como un individuo con igual dignidad que los demás. La idea general de Rawls es que dichos bienes sociales fundamentales deben distribuirse en forma igual a no ser que una distribución desigual de alguno o de todos ellos resulte ventajosa para las personas menos favorecidas.Para Rawls, tratar a las personas con igual consideración y respeto no implica eliminar todas las desigualdades. Las desigualdades que deben ser suprimidas son las que perjudican a alguien. Si hay desigualdades que benefician a todos y cada uno de los miembros de la sociedad y no solo a los que quedan mejor situados a consecuencias de ellas, entonces son aceptables.
La teoría de Rawls consiste en dos principios de justicia:
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Principio de la libertad
Cada persona tiene un derecho igual a un esquema completamente adecuado de iguales libertades y derechos básicos, el cual es compatible con un esquema igual para todos.··
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