18 Ene

 RUBÉN DARÍO

Nacíó en 1856 en Metapa y murió en León en 1916, ambas provincias de Nicaragua. Vivíó en varios países latinoamericanos, en España y en Francia y ejercíó como corresponsal, embajador y director de varias publicaciones, entre otros oficios.

Obra

La formación literaria de Darío abarca una amplio abanico de autores que van desde su admirado Víctor Hugo y sus inmediatos predecesores hispanoamericanos, hasta los clásicos españoles y poetas del Siglo XIX.

Estas influencias se perciben en sus primeras obras, pero poco a poco va surgiendo en sus versos el personal estilo del autor. Sus principales obras poéticas:

  • Epístolas y poemas. Obra juvenil escrita en 1885, en la que predominan el tono ROMántico y la métrica clásica. Se hace evidente la influencia de escritores como Campoamor, Víctor Hugo y Bécquer.
  • Abrojos. Poemario de 1887 que representa un equilibrio entre el clasicismo y Romanticismo, en el que adquieren protagonismo la intuición y el sentimiento. Son poemas breves que expresan el sufrimiento del poeta incomprendido.
  • Prosas profanas. Libro de 1896 que encarna la plenitud del Modernismo formal. En las composiciones finales se intuye ya un cambio a motivos poéticos más íntimos, en los que se adivina algo de la melancolía reflexiva de Cantos de vida y esperanza.
  • Cantos de vida y esperanza
    . Este poemario de 1905 es más reflexivo y contiene un simbolismo más profundo. Darío trató nuevos temas, como la defensa de los valores culturales, la nostalgia por la niñez y la juventud perdidas y la naturaleza y el destino del ser humano.

  • Poema del otoño

    Escrito en 1910, en un tono meditabundo y sencillo de forma, el autor reflexiona sobre el erotismo y la muerte.

Además de su poesía, Darío creó una abundante obra prosística.,

Azul..


Obra escrita en 1888, que se considera un paradigma de la estética modernista.

En efecto, el color azul aparece reiteradamente en este libro, que consta de dos partes escritas en prosa y una tercera escrita en verso.

Juan RAMÓN JIMÉNEZ

Nacíó en Moguer (Huelva) en 1881 y murió en San Juan de Puerto Rico en 1958, dos años después de recibir el Premio Nobel de la literatura. Entabló amistad con escritores como Valle-Inclán, Rubén Darío o Francisco Villaespesa. La aparición de su gran amor, Zenobia Camprubí, fue escencial en su vida y su obra.

Su poesía se caracterizó por el anhelo de desnudez y de totalidad poéticas, y sobretodo por la existencia de un pensamiento estético, ético y filosófico sobre el que erigir la escritura.

Se puede saber que para él la poesía no representaba solo una forma de vencer la imperfección del mundo, sino un camino de conocimiento de uno mismo y de la realidad.

A pesar de la clara influencia del Modernismo, se debe tener en cuenta que el propio Juan Ramón revisó esta etiqueta de poeta modernista.

Obra

Los estudios sobre el poeta suelen dividir su obra en tres etapas, admitidas en algunas ocasiones por el propio escritor:

  • Entrega sensitiva. Incluye sus primeros títulos, Ninfeas y Almas de violeta, que revelan ciertos excesos modernistas. Insinúan, por otro lado, rasgos de su poesía posterior, como inquietud y desasosiego, búsqueda del ideal y una concepción de la poesía como suma de instinto y conciencia.
  • Afán de conocimiento de la realidad. Comienza con Estío, en el que se percibe una expresión más desnuda y pura de temas como el amor.

En este período escribe su mejor título según él mismo, Diario de un poeta recién casado, al hilo de su boda con Zenobia. En él aparece una triple visión de la idea de viaje, físico, sentimental y a la literatura.

  • Necesidad de conciencia interior. Alcanza su idea de poesía esencial, en obras escritas en el exilio como La estación total, Espacio y Animal de fondo.

No se desprende de lo vital, sino que fusiona lo real con lo trascendental, según sus palabras, a través del simbolismo intimista. Se trata de una poesía construida con imágenes irracionales y formalmente desnuda de toda carda de rima o estrofa.

Prosa poética

Su forma prosa poética aparece en obras tan conocidas como Platero y yo, en ella el poetita tiene como peculiar interlocutor a un pequeño asno.

Su visión como libro meramente infantil ha sido ya superada y actualmente tiende a verse como una crítica a la idea de progreso basada exclusivamente en lo material, sin tener en cuenta la educación del espíritu. Según esta interpretación, el libro sugeriría la necesidad de cultivar la sensibilidad del pueblo, ampliando su ámbito de compresión, pero sin perder lo que tiene de espontáneo y auténtico.

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