12 Mar
Demografía Española a Finales del Siglo XIX: Un Crecimiento Lento
A finales del siglo XIX, España experimentó un crecimiento demográfico lento debido a las guerras coloniales. La inmigración extranjera fue casi nula, resultando en un saldo migratorio negativo durante el siglo.
El Éxodo Rural y la Urbanización
El éxodo rural, iniciado en el siglo XIX, se intensificó en la segunda mitad, aunque a un ritmo lento. Las zonas mediterráneas y suratlánticas fueron las principales receptoras de migrantes, a excepción de Madrid, que también atrajo a una considerable población. Los migrantes provenían principalmente de comarcas o provincias agrarias del interior (Guadalajara, Soria, Teruel, entre otras) y se dirigieron hacia los centros industriales de Cataluña, el Norte, centros urbanos de la periferia o Madrid.
El proceso de urbanización, aunque en marcha, también fue lento. En 1900, solo dos ciudades superaban los 500,000 habitantes, lo que reflejaba que la población española seguía siendo predominantemente rural (aproximadamente un 30% de población urbana).
La Guerra de Cuba y el Inicio de la Crisis del 98
En 1895, estallaron insurrecciones independentistas en las colonias españolas de Filipinas y Cuba (Grito de Bayre, Cuba, 24 de febrero de 1895). La «Guerra Larga» (1868-1878), la primera guerra de Cuba, había sido un aviso de las aspiraciones independentistas cubanas. La falta de reformas desde España para integrar a las colonias facilitó el desarrollo del anticolonialismo. José Rizal en Filipinas y José Martí en Cuba se convirtieron en figuras clave del nacionalismo independentista.
La Guerra de Cuba y de Filipinas (1895-1898), que originó la Crisis del 98, llevó a miles de soldados españoles de las clases más humildes a ser embarcados hacia las islas. La novedad fue la ayuda estadounidense a los rebeldes cubanos. La explosión del navío norteamericano Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898 llevó al gobierno norteamericano a presentar un ultimátum y declarar la guerra a España el 25 de abril de 1898. Estados Unidos venció en todos los frentes, y España fue derrotada.
El Desenlace de la Guerra y el Desastre del 98
España firmó la Paz de París el 10 de diciembre de 1898 con Estados Unidos. España cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico, las islas de Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Cuba logró su independencia. El imperio colonial español desapareció, y España dejó de ser una potencia colonial.
La Restauración Borbónica y Cánovas del Castillo
En 1874, el golpe de estado de Martínez Campos inició el régimen de la Restauración (1875-1923), que devolvió al poder a la oligarquía tradicional (grandes terratenientes, alta burguesía, aristocracia, alto clero y oficiales del ejército). Este régimen liberal conservador, ideado por Cánovas del Castillo, supuso la vuelta al trono de los Borbones con Alfonso XII, hijo de Isabel II.
El objetivo de Cánovas era estabilizar el régimen, permitiendo un turno pacífico en el poder entre dos grandes partidos políticos, siguiendo el modelo bipartidista inglés. Para ello, se debía acabar con los conflictos cubano y carlista (logrado en 1878 y 1876, respectivamente), eliminar los pronunciamientos y la intervención del ejército en la política, y garantizar el orden social.
La Constitución de 1876, de carácter conservador, estableció la soberanía compartida, eliminó el sufragio universal (volviendo al censitario) y declaró la plena confesionalidad del estado.
Los dos grandes partidos que se turnaron en el poder fueron el Partido Conservador, liderado por Cánovas, y el Partido Liberal, liderado por Sagasta. Ambos respetaron la legislación aprobada por el contrario, aceptaron la monarquía, la Constitución de 1876 y el turno pacífico. El Partido Liberal defendía libertades más amplias, como la libertad de expresión o de asociación, y el sufragio universal, aprobado definitivamente en 1890.
Sin embargo, el régimen de la Restauración no fue democrático, ya que las elecciones, antes y después del sufragio universal, fueron manipuladas desde el poder. La red de caciques controlaba los resultados electorales, garantizando un relevo organizado y pacífico. Esto marginó a otras opciones políticas como republicanos, carlistas, socialistas o nacionalistas.
El régimen de la Restauración funcionó durante el siglo XIX, apoyado por los líderes de los partidos dinásticos, una sociedad cansada de conflictos y el papel de árbitro de Alfonso XII y la regente María Cristina. No obstante, en el siglo XX, el sistema mostró debilidades debido al aumento del peso de los partidos de oposición, la fragmentación de los partidos dinásticos y la intromisión en la política del rey Alfonso XIII.
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