25 Feb
Reinado de Carlos IV y la Guerra de la Independencia Española: Causas y Consecuencias
Carlos IV sucedió a su padre, Carlos III, en 1788. La política exterior española había estado marcada por la alianza con Francia (Pactos de familia), pero la Revolución Francesa obligó a España a replantearse su actitud y se inició una guerra que finalizó con la Paz de Basilea. España volvió a ser aliada de Francia, lo que la llevó a la derrota de Trafalgar en 1805 (España se alió con Napoleón en su lucha contra Inglaterra).
Ascenso de Godoy y el Tratado de Fontainebleau
Cuando Carlos IV accedió al trono, mantuvo como primer ministro, por recomendación de su padre, a Floridablanca, pero por influencia de la reina María Luisa de Parma, Manuel Godoy, un joven guardia de Corps, ascendió al cargo de primer ministro.
En 1807, Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, por el cual se permitía a las tropas francesas su paso por territorio español para conquistar Portugal, país aliado de Inglaterra. El objetivo era dividir Portugal en tres partes, de las cuales una sería un principado bajo el mando de Godoy.
El Motín de Aranjuez y las Abdicaciones de Bayona
Con este pretexto, Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España. Godoy, al comprender el peligro, intentó trasladar a la familia real a Andalucía, pero en marzo de 1808 estalló el motín de Aranjuez, lugar donde se encontraba la corte.
Las causas del motín estaban en el grupo que se había formado en torno al príncipe heredero, futuro Fernando VII, opuesto al excesivo poder de Godoy. Este grupo fomentó el descontento entre grupos populares que fueron quienes protagonizaron el motín, asaltando el palacio de Godoy.
Carlos IV se vio obligado a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando. Napoleón, entonces, logró atraer a la ciudad francesa de Bayona a Carlos IV y a Fernando VII, obligándoles a abdicar en él la corona y cediéndosela a su vez a su hermano José Bonaparte, que con el nombre de José I se convirtió así en rey de España.
El Levantamiento del Dos de Mayo y la División de España
El dos de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real española pretendía abandonar el Palacio de Oriente, el pueblo madrileño se amotinó. Pocas horas después, el general Murat reprimía la revuelta fusilando a centenares de personas como escarmiento.
Al conocerse la noticia de las abdicaciones de Bayona y los sucesos de Madrid, se extendió la insurrección por todo el territorio español, quedando dividido en dos bandos, lo que hace de este conflicto no sólo una guerra contra el invasor, sino también una guerra civil.
Bandos en Conflicto
Por un lado, los territorios ocupados por el ejército francés, que contaba con el apoyo de los afrancesados, entre los que estaban algunos ilustrados que pretendían una modernización pacífica y gradual.
Por otro lado, estaba la resistencia que afirmaba luchar en nombre de Fernando VII, pero dentro de este bando estaban dos grupos:
- Los liberales, que pretendían establecer un nuevo tipo de monarquía limitada y con una constitución.
- Los absolutistas, partidarios del antiguo régimen y del retorno de Fernando VII como monarca absoluto.
La Constitución de 1812 y la Resistencia Española
Para controlar la situación, se formó un Consejo de Regencia que se estableció en Cádiz y que convocó Cortes Generales que llevaron a cabo un conjunto de decretos y, sobre todo, la Constitución de 1812.
En junio de 1808, con el objetivo de reprimir los levantamientos populares e instaurar el régimen de José I, un ejército de 17000 hombres se adentró en España confiando desplegarse en abanico y controlar así los puntos fundamentales del país. Pero la inesperada resistencia de los españoles desbarató en un primer momento los proyectos de Napoleón.
La Guerrilla y la Ayuda Inglesa
La resistencia contaba con la ayuda del ejército inglés y con la guerrilla, formada por antiguos soldados, voluntarios civiles e incluso bandoleros, que atacaban por sorpresa al enemigo con acciones rápidas, valiéndose de su conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. Algunos dirigentes alcanzaron gran prestigio, como El Empecinado, Espoz y Mina, el cura Merino o el Charro de los Arapiles.
Hasta noviembre de 1808, la resistencia consiguió algunas victorias como la de Bailén, y algunas ciudades cuya toma se preveía fácil, como Zaragoza o Gerona, se resistieron a la ocupación, produciéndose sitios o asedios que duraron varios meses.
José I se vio obligado a abandonar Madrid. Napoleón decidió dirigir él mismo las operaciones en España, donde permaneció unos pocos meses, al frente de un ejército de 250 000 hombres. José I regresó a Madrid.
Pero la situación cambió en la primavera de 1812, Napoleón necesitaba efectivos en el frente ruso, lo que facilitó la victoria del general Wellington, al frente de tropas inglesas, portuguesas y españolas, ayudadas por partidas de guerrilleros, que derrotó a los franceses en Arapiles y los presionó hasta su retirada. En 1813 los derrotó en la batalla de San Marcial (Irún). A finales de 1813 se firmó el Tratado de Valençay, por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España.
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