05 Mar

Política Exterior del Franquismo (1939-1975)

La expectativa del franquismo durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45), que coincide con sus primeros años, fue integrarse con las potencias del Eje en un proyecto de dominación de Europa. Sin embargo, la debilidad española por los destrozos de la Guerra Civil hizo que España pasara por distintos estadios: neutralidad inicial, no beligerancia (alineamiento con el Eje sin entrar formalmente en la guerra, aunque se envió a la División Azul) y luego otra vez neutralidad cuando, desde 1943, los aliados avanzan en Europa. La derrota del Eje en 1945 abre un periodo de aislamiento internacional del régimen que se mantiene hasta que, en 1953, éste logra acuerdos con Estados Unidos y la Santa Sede que le permiten integrarse en el sistema de defensa occidental de la Guerra Fría, aunque con una posición inferior al resto de aliados al no formar parte de la OTAN y sufrir cesiones en el control y soberanía de su territorio (bases militares y movimiento de armas nucleares en manos de EE.UU.). España ingresa también en la ONU en 1955 y se produce una parcial normalización política del régimen español, aunque se quede al margen del proceso de construcción europea, siendo una excepción dictatorial en la Europa democrática occidental, junto con Portugal y, durante un tiempo, Grecia.

Evolución Económica durante el Franquismo

Los años cuarenta fueron pésimos económicamente por el legado de la Guerra Civil y por una política autárquica que perjudicó las producciones industriales y que fue muy intervencionista, dando pie a la extensión de la miseria, enfermedades y el racionamiento (hasta 1952), además de dar lugar a una corrupción generalizada. El mercado negro (el estraperlo) se convirtió para muchos en el único medio para adquirir bienes necesarios y para unos pocos en la forma de enriquecerse rápidamente.

Esta política, parcialmente relajada en los años cincuenta, sólo cambió con los planes de estabilización introducidos tras el cambio de gobierno de 1957 y que fueron la base del desarrollismo ulterior de los años sesenta. En esa década se produjo un excepcional crecimiento del país, la progresiva creación de una amplia clase media y la superación de la miseria y la postración económica de posguerra. Este crecimiento fue posible por la llegada del capital del extranjero, fundamentalmente de Europa (en un largo ciclo expansivo desde principios de los años cincuenta hasta la crisis del petróleo en 1973), por la desregulación parcial del intervencionismo estatal previo, la devaluación de la peseta y por el fenómeno migratorio, tanto interior como exterior, que hizo posible un proceso de urbanización e industrialización muy notable en España y la llegada de remesas de los emigrantes en Europa. El acelerado crecimiento económico dio lugar también a cambios sociales importantes: éxodo rural, crecimiento urbano, desarrollo del turismo…

Los Problemas para la Consolidación de la Democracia hasta la Victoria Socialista

En las elecciones de marzo de 1979, la UCD volvió a ganar y Adolfo Suárez formó gobierno sin mayoría absoluta, mientras el PSOE se afianzaba como principal fuerza de la oposición. El nuevo gobierno, que aprobó el Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Incompatibilidades o el Acuerdo Nacional de Empleo, tuvo que hacer frente a problemas como la crisis económica o la configuración del estado autonómico. Tensiones internas y cierta paralización gubernamental provocaron una moción de censura del PSOE que debilitó al gobierno, mientras que el terrorismo continuaba su escalada. En ese contexto se produjo la dimisión de Adolfo Suárez el 29 de enero y el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, por parte del Teniente Coronel Antonio Tejero, como parte visible de una trama civil y militar amplia y compleja, pero que no pudo subvertir el orden constitucional. El teniente coronel Antonio Tejero entró en el hemiciclo parlamentario con un grupo de guardias civiles reteniendo a los diputados durante unas 17 horas. Desde fuera del edificio del Congreso, Tejero tuvo el apoyo de otros implicados en la conspiración como los generales Jaime Milans del Bosch y Alfonso Armada. Milans declaró la ley marcial en Valencia y ocupó la calle con carros de combate. Tras varias horas de silencio e incertidumbre, se difundió por televisión un mensaje del rey exigiendo a los sublevados que depusieran su actitud. Finalmente, los golpistas cedieron entregándose a las autoridades militares respetuosas con la Constitución. Salvado el régimen constitucional, a Suárez le sucede Leopoldo Calvo-Sotelo. Su corto mandato estuvo presidido por el consenso en algunos temas (armonización del proceso autonómico y ley de divorcio), las discrepancias en política exterior (entrada de España en la OTAN en mayo de 1982) o la complicada situación político-social (involucionismo militar, envenenamiento por aceite de colza, terrorismo de ETA).

Naturaleza y Bases del Régimen Franquista

El General Franco queda como único responsable del estado mediante el uso del concepto de liderazgo absoluto (führerprinzip) tomado de los nazis y que en España se llamó caudillaje y al nuevo Jefe del Estado, “Caudillo”. De ahí la lentitud del proceso de institucionalización del régimen y los plenos poderes de Franco hasta su muerte. Sobre la naturaleza de esta dictadura ha habido mucha discusión entre historiadores y científicos sociales, pero es evidente el peso de los ingredientes fascistas (con un partido, FET y de las JONS, creado a partir del movimiento falangista, único permitido entre 1937 y su desmantelamiento en 1977 y un entramado de secciones de encuadramiento de obreros, jóvenes y mujeres adscritas al falangismo), nacionalcatólicos (gran peso de la Iglesia en aspectos de moral y enseñanza y en la propia conceptualización del régimen como Cruzada) y en menor medida tradicionalistas. A estos elementos se añaden los sectores conservadores (políticos y económicos) que se fascistizaron con la guerra y se sumaron al nuevo régimen. Enemigo de la democracia liberal y representativa, el régimen tuvo siempre un discurso anticomunista que fue desde el principio su rasgo más marcado, adaptado luego a las circunstancias de la Guerra Fría.

Los grupos sociales que apoyaron al bando nacional durante la Guerra Civil fueron los que sostuvieron el régimen franquista. Ninguno de ellos tuvo suficiente fuerza para imponerse sobre los demás. Franco arbitró el juego político con habilidad, distribuyendo los cargos políticos entre las diversas “familias” del régimen:

  • El Ejército. Los militares fueron el apoyo más decidido y fiel de la dictadura franquista. Muchos ministros, gobernadores civiles y altos cargos burocráticos del régimen eran militares. También contó con los Comandantes de la Guardia Civil y de la Policía armada, que constituían el llamado “poder disuasivo”.
  • La Iglesia católica constituyó el “poder legitimador” de la dictadura, sobre todo, tras el Concordato en 1953. Su gestor, Martín Artajo (de Acción Católica), fue el personaje más relevante del catolicismo político. Más tarde, el Opus Dei suministró dirigentes de elevado nivel de formación técnica (tecnócratas). Pero a partir del Concilio Vaticano II una parte de la jerarquía eclesiástica y del clero se fue distanciando del régimen.
  • La Falange y los tradicionalistas o carlistas. Constituyeron la burocracia estatal, con funciones de propaganda y de organización social y sindical (sindicalismo vertical). Importancia de la simbología falangista (de corte fascista).
  • La derecha más conservadora. Los terratenientes, que recuperaron su papel social y le fueron devueltas las tierras expropiadas; pequeños y medianos agricultores, tradicionalmente conservadores; y financieros y empresarios, que se aprovecharon de la paz social, también apoyaron al franquismo.
  • La mayoría silenciosa o franquismo sociológico. Formada, entre otras, por las clases medias urbanas, integradas por funcionarios y empleados, en general despolitizadas. Constituyó un apoyo indirecto, generado por la desmovilización política, inducida por la propaganda, el miedo a la guerra y la censura.

Políticamente, el régimen, cuyo origen y proyecto inicial está ligado al fascismo europeo, se adaptará a una situación en donde son las democracias liberales las que triunfan tras 1945, y tras esa fecha ganan peso los sectores católicos y conservadores tomando distancia de los aliados del pasado. Sin embargo, el régimen siguió siendo fiel a los “valores del 18 de julio” es decir, de los vencedores de la Guerra Civil, no produciéndose ninguna aproximación a los españoles exiliados ni a los partidos ni movimientos políticos de oposición, que siempre fueron perseguidos. El régimen no tuvo capacidad política de reconciliación o de democratización efectiva, por lo ligado que estaba al recuerdo de la guerra y la “victoria”. El entramado institucional del franquismo se basó en una serie de leyes fundamentales, siempre promulgadas por Franco directamente, aunque existiera desde 1942 un órgano legislativo -Las Cortes- basado en la representación corporativa y el nombramiento directo de sus integrantes por parte del dictador. Las leyes fundamentales fueron el Fuero del Trabajo (1938) la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), la Ley de Referéndum Nacional (1945), el Fuero de los Españoles (1945), Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947), la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y la Ley Orgánica del Estado (1967). Esta última supuso una importante modernización administrativa y abrió la vía para la sucesión efectiva de Franco a su muerte mediante el nombramiento de un sucesor a título de Rey, que acabó siendo Juan Carlos de Borbón, designado como Príncipe de España en 1969.

Poder y Oposición durante la Dictadura Franquista

El personal político de la dictadura va a ser muy variado, pero siempre en torno a la figura central de Franco. Cabe destacar en los primeros años a Ramón Serrano Súñer (ministro de Gobernación y de Asuntos Exteriores hasta 1942) y como fiel colaborador a Luis Carrero Blanco que llegará a suceder a Franco en el cargo de presidente del Gobierno cuando se separe ese cargo del de Jefe del Estado en 1973. Aunque el único partido existente fue FET y de las JONS, en los gobiernos de Franco siempre tendrán presencia, con mayor o menor relevancia según momentos, los falangistas, los sectores católicos, los militares y algunos destacados carlistas. La feroz represión del régimen durante la posguerra propició un clima de terror generalizado entre gran parte de la población. Se pretendía mantener vivo el espíritu de la victoria sobre los vencidos. Este terror explica la debilidad de la oposición durante años. Sin embargo, la oposición al régimen siempre existió y se estructuró en el exilio a partir de los partidos y grupos republicanos derrotados. Hubo un gobierno republicano en el exilio en México y unos partidos de oposición que nunca tuvieron la fuerza para amenazar la continuidad del régimen. Más relevante fue la oposición interior inicialmente con la lucha armada de los huidos de los primeros años y luego la guerrilla que fue importante en zonas rurales montañosas entre 1944 y 1952. Su objetivo era continuar la guerra, que no daban por acabada, esperando el momento oportuno que permitiera una ofensiva exterior contra la dictadura. Pero el aislamiento entre los diferentes grupos de guerrilleros, la represión militar y de la Guardia Civil, y el recuerdo de la guerra todavía vivo en la población civil, explican su fracaso.

El Partido Comunista de España (PCE) fue la principal formación en la actividad clandestina contra la dictadura. También hubo sectores monárquicos en torno al hijo de Alfonso XIII, D. Juan de Borbón, que defenderán la necesidad de una retirada de Franco y la vuelta de la monarquía, aunque el hijo de D. Juan, Juan Carlos, se formará en España. La reunión de Munich, el denominado Contubernio, en 1962 fue el acto político más importante de la oposición moderada interna y externa de los sesenta, con la consabida respuesta represiva por parte de la dictadura.

Pero lo más significativo desde 1956 va a ser la aparición de una movilización estudiantil en la Universidad, que junto con sectores obreros juveniles protagonizan los primeros desafíos contra el régimen. A ellos se une ya en los años setenta la movilización vecinal ante las necesidades de equipamientos en los barrios. Desde fines de los sesenta, las manifestaciones culturales (cantautores…) y la actitud crítica de la Iglesia de base (curas obreros) socavaron todavía más la posición de la dictadura. La represión siguió siendo la respuesta del régimen. La policía política, la Brigada Político-Social, no dudaba en aplicar la tortura en las comisarías. Los opositores al régimen pasaron a ser juzgados por un tribunal especialmente creado para ejecutar la represión, el Tribunal de Orden Público (TOP). Es la presión de estos sectores, en un contexto de modernización económica y social del país que demandaba cambios políticos, la que va a hacer pasar al régimen a una situación a la defensiva acudiendo con frecuencia a los estados de excepción y a la represión. La crisis de la dictadura también se agravó durante los últimos años a causa del terrorismo de ETA (asesinato del Presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco, 1973) y del FRAP. Durante los años finales del franquismo se intensificaron las manifestaciones de oposición al régimen gracias a la decadencia física del dictador y al creciente aislamiento internacional. Las crecientes demandas políticas y laborales, el mayor protagonismo de los partidos más importantes de la clandestinidad (el PSOE de González y el PCE de Carrillo) o la creación de la Junta Democrática (1974) y la Plataforma de Convergencia Democrática (1975) pusieron de manifiesto que la oposición al franquismo aglutinaba a diversas clases sociales.

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