12 Abr

Sociedad y Cultura en España bajo los Habsburgo (Siglos XVI-XVII)

Estructura Social Estamental

La sociedad hispánica bajo la dinastía de los Habsburgo combinó elementos feudales con cambios propios de la modernidad. Persistió la tradicional estructura estamental, caracterizada por la división en grupos sociales cerrados. La nobleza y el clero ocupaban una posición privilegiada, exentos de muchos impuestos, mientras que el estado llano (o tercer estado) soportaba la carga fiscal.

La Nobleza

La nobleza no era homogénea; se dividía en alta aristocracia (grandes títulos), nobleza intermedia y la baja nobleza o hidalguía, esta última inmortalizada en la figura de Don Quijote. Aunque había perdido gran parte de su función militar medieval, la nobleza justificaba sus privilegios presentándose como una «nobleza de servicio» a la Corona.

El Clero

El clero también presentaba una marcada jerarquía interna. El alto clero (obispos, abades) solía proceder de familias nobles y acumulaba grandes rentas y poder, mientras que el bajo clero (curas párrocos, frailes) tenía un origen más humilde y vivía en condiciones similares a las del pueblo llano.

El Estado Llano y Otros Grupos

El estado llano constituía la inmensa mayoría de la población. Incluía a:

  • Campesinos: En diversas condiciones, desde pequeños propietarios hasta jornaleros o siervos bajo régimen señorial.
  • Clases urbanas: Artesanos (agrupados en gremios), comerciantes, profesiones liberales.

Existían también minorías étnico-religiosas, como los moriscos (descendientes de musulmanes convertidos, expulsados en 1609) y los conversos (descendientes de judíos convertidos), a menudo objeto de sospecha y discriminación. Además, había importantes sectores marginales (pícaros, mendigos). El papel de la mujer estaba fuertemente limitado por la mentalidad patriarcal de la época.

Economía: Crecimiento y Crisis

La economía fue predominantemente agraria. El siglo XVI fue, en general, una etapa de crecimiento demográfico y económico, impulsado en parte por la llegada de metales preciosos de América. Sin embargo, el siglo XVII se caracterizó por una profunda crisis económica y demográfica, agravada por guerras, epidemias y malas cosechas.

Las colonias americanas aportaron un importante flujo comercial y, sobre todo, metales preciosos (oro y plata), que financiaron la política exterior de los Habsburgo pero también generaron una fuerte inflación (la «revolución de los precios»). Las manufacturas, como la textil lanera castellana, tuvieron un desarrollo limitado en comparación con otras regiones europeas como Flandes o Inglaterra.

Cultura: Del Renacimiento al Siglo de Oro

Culturalmente, el siglo XVI se corresponde con el Renacimiento español, con figuras destacadas como el humanista Antonio de Nebrija, el pintor El Greco y obras cumbre como La Celestina.

El siglo XVII, inmerso en la estética del Barroco, marcó el apogeo cultural conocido como el Siglo de Oro español. A pesar de la decadencia política y económica, el talento artístico floreció de manera excepcional con genios universales como Miguel de Cervantes en literatura, Diego Velázquez y Bartolomé Esteban Murillo en pintura, y Lope de Vega o Calderón de la Barca en teatro.

La Guerra de Sucesión Española (1700-1715)

Causas y Bandos

En 1700, la muerte sin descendencia del rey Carlos II, el último Habsburgo español, desencadenó un grave conflicto sucesorio. En su testamento, nombró heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, perteneciente a la Casa de Borbón. Esta decisión provocó el temor de otras potencias europeas a una posible unión de las coronas de Francia y España.

Se formó una gran alianza antiborbónica liderada por Gran Bretaña, Holanda y el Sacro Imperio Romano Germánico (Austria), que respaldaba las pretensiones del Archiduque Carlos de Habsburgo al trono español. Así estalló la Guerra de Sucesión Española, un conflicto internacional y, a la vez, una guerra civil dentro de España.

En la península, la Corona de Castilla apoyó mayoritariamente a Felipe de Anjou (futuro Felipe V), mientras que los territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca) se inclinaron por el Archiduque Carlos, temerosos del centralismo que representaba el modelo borbónico francés.

Desarrollo del Conflicto

La guerra se libró tanto en Europa como en la Península Ibérica. En 1704, una flota anglo-holandesa tomó Gibraltar en nombre del Archiduque Carlos. En 1705, Carlos desembarcó en Barcelona y logró controlar gran parte de la Corona de Aragón. Sin embargo, las tropas borbónicas obtuvieron una victoria decisiva en la Batalla de Almansa (1707), que les permitió recuperar Valencia y Aragón.

Un giro clave ocurrió en 1711, cuando el Archiduque Carlos heredó inesperadamente el trono imperial austríaco. Ante el nuevo peligro de una unión entre España y Austria bajo un mismo soberano Habsburgo, Gran Bretaña y Holanda perdieron interés en apoyar su causa y comenzaron a negociar la paz.

Resolución: Los Tratados de Utrecht y Rastatt

La guerra concluyó con la firma de los Tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714). Estos acuerdos establecieron un nuevo equilibrio de poder en Europa:

  • Se reconoció a Felipe V como rey de España y de las Indias, pero tuvo que renunciar formalmente a sus derechos al trono francés.
  • España sufrió importantes pérdidas territoriales: Austria recibió los Países Bajos españoles (Flandes) y las posesiones italianas (Nápoles, Milán, Cerdeña). Gran Bretaña obtuvo Gibraltar y Menorca, además de concesiones comerciales en América (el «navío de permiso» y el «asiento de negros»).

En el ámbito interno, la resistencia austracista en Cataluña finalizó con la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714, y en Mallorca en 1715, consolidando el trono para Felipe V.

Consecuencias y Política Exterior Posterior

España quedó relegada a un papel de potencia secundaria en el concierto europeo, centrando sus esfuerzos en las reformas internas y en la preservación de su imperio americano. La política exterior española durante el siglo XVIII estuvo marcada por la alianza con Francia a través de los llamados Pactos de Familia. Gracias a ellos, España logró recuperar Nápoles y Sicilia para una rama secundaria de los Borbones (1733). Participó en diversos conflictos europeos y apoyó a las Trece Colonias norteamericanas en su Guerra de Independencia contra Gran Bretaña. Aunque perdió Florida en la Guerra de los Siete Años, la recuperó junto con Menorca en el Tratado de París (1783).

La Instauración de la Monarquía Borbónica y el Absolutismo

Centralización del Poder

La llegada de la dinastía Borbón a España a principios del siglo XVIII, con Felipe V y sus sucesores (especialmente Fernando VI y Carlos III), supuso un cambio significativo hacia un modelo de monarquía absoluta. Se buscó centralizar y fortalecer el poder del rey, eliminando muchas de las limitaciones y particularismos que habían caracterizado a la monarquía autoritaria de los Habsburgo.

Unificación Jurídica y Administrativa: Los Decretos de Nueva Planta

Una de las medidas más trascendentales fue la promulgación de los Decretos de Nueva Planta (entre 1707 y 1716). Estos decretos abolieron los fueros (leyes e instituciones propias) de los territorios de la Corona de Aragón (Valencia, Aragón, Cataluña y Mallorca) como represalia por su apoyo al Archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión. Sus instituciones fueron suprimidas y se impuso la organización político-administrativa de Castilla.

Navarra y las Provincias Vascas, que habían apoyado a Felipe V en la guerra, conservaron sus fueros y particularidades.

Reorganización Institucional

La estructura de gobierno también se reformó:

  • El Consejo de Castilla se consolidó como el principal órgano consultivo y de gobierno del reino, absorbiendo las funciones de otros consejos (como el de Aragón).
  • Las antiguas Secretarías de Despacho fueron reorganizadas y especializadas, convirtiéndose en las Secretarías de Estado y del Despacho (Estado, Guerra, Marina e Indias, Hacienda, Gracia y Justicia), consideradas precursoras de los ministerios modernos, que asumieron importantes funciones ejecutivas.
  • La administración territorial se reorganizó siguiendo el modelo francés: los antiguos virreinatos (excepto los americanos) fueron sustituidos por capitanías generales con funciones militares y gubernativas. Se crearon las Reales Audiencias para la administración de justicia y se implantó la figura de los intendentes, funcionarios dependientes directamente del rey, responsables de la recaudación de impuestos, el fomento económico y el control de las autoridades locales.

Reformas Fiscales

En el ámbito de la Hacienda, los Borbones intentaron sanear las finanzas, reducir el gasto público y establecer un sistema fiscal más justo y eficaz, buscando gravar también a los estamentos privilegiados. Lograron cierto éxito en los territorios de la antigua Corona de Aragón, donde implantaron impuestos únicos y directos como el catastro en Cataluña, la única contribución en Aragón, o el equivalente en Valencia. Sin embargo, los intentos de aplicar un impuesto similar en Castilla (como el Catastro de Ensenada) fracasaron ante la fuerte resistencia de la nobleza y la Iglesia.

Consolidación del Modelo Centralista

En conjunto, los primeros Borbones implantaron en España un sistema político y administrativo mucho más centralista, uniforme y eficiente, inspirado en el absolutismo francés. Estas reformas marcaron un cambio profundo en la organización del Estado español, sentando las bases de la administración contemporánea.

Las Reformas Borbónicas en las Colonias Americanas (Siglo XVIII)

Causas y Objetivos

Las reformas borbónicas aplicadas en las colonias americanas durante el siglo XVIII, especialmente bajo el reinado de Carlos III, respondieron a diversas causas y objetivos:

  • La influencia de las ideas de la Ilustración y el deseo de modernizar la administración.
  • La necesidad de fortalecer el control político y económico de la Corona sobre los territorios americanos, mermado durante el siglo anterior.
  • Reafirmar el poder real frente a otras instancias, como la autoridad papal (regalismo) y el poder acumulado por órdenes religiosas como la Compañía de Jesús.
  • Combatir el creciente contrabando, que perjudicaba los ingresos de la Hacienda Real.
  • Frenar la corrupción de los funcionarios coloniales.
  • Mejorar la defensa de las colonias frente a las amenazas de piratas y potencias extranjeras (principalmente Gran Bretaña).

Impulso y Tipología

Estas reformas, impulsadas mayormente por Carlos III y sus ministros ilustrados, abarcaron diversos ámbitos y se pueden clasificar en:

  • Político-administrativas
  • Religiosas
  • Culturales
  • Económicas

Reformas Político-Administrativas

  • Se crearon nuevas unidades administrativas para mejorar el control territorial: los Virreinatos de Nueva Granada (1717, definitivamente en 1739) y del Río de la Plata (1776), desgajados del Virreinato del Perú.
  • Se establecieron nuevas Capitanías Generales en Cuba, Venezuela y Chile, con mayor autonomía militar.
  • Se implantó el sistema de Intendencias en América, sustituyendo a los antiguos gobernadores o corregidores. Los intendentes, nombrados directamente por el rey, tenían amplias facultades en materia fiscal, económica y militar.
  • Se favoreció el nombramiento de peninsulares (españoles nacidos en la Península) para los altos cargos de la administración colonial, en detrimento de los criollos (descendientes de españoles nacidos en América), lo que generó un creciente descontento entre estos últimos.

Reformas Religiosas

  • Se reafirmó el regalismo, es decir, la doctrina que defendía la primacía del poder real sobre la Iglesia en asuntos temporales y organizativos.
  • La medida más drástica fue la expulsión de los jesuitas de España y de todos sus dominios en 1767, acusados de instigar motines y de defender doctrinas contrarias al absolutismo regio.

Reformas Culturales

  • Se promovió la creación de instituciones educativas como las Escuelas de Artes y Oficios.
  • Se impulsaron expediciones científicas para conocer mejor los recursos naturales y la geografía del continente americano, como la famosa Expedición Malaspina (1788-1794).

Reformas Económicas

  • Se flexibilizó el comercio colonial mediante el Reglamento de Libre Comercio de 1778, que permitió el intercambio directo entre 13 puertos peninsulares y 24 puertos americanos. Sin embargo, esto no supuso el fin del monopolio comercial español, ya que el comercio con extranjeros siguió prohibido.
  • Se reemplazó el tradicional sistema de flotas y galeones por el de navíos de registro, barcos mercantes que podían zarpar con mayor agilidad cuando lo considerasen oportuno, previa autorización.
  • Se incentivaron ciertos sectores productivos, como la minería (especialmente la plata mexicana), la agricultura de plantación (azúcar, cacao, tabaco) y las obras públicas.
  • Se crearon nuevos impuestos y se aumentó la presión fiscal sobre las colonias (por ejemplo, subiendo las alcabalas, impuestos sobre las ventas).

Consecuencias

En definitiva, las reformas borbónicas lograron en parte sus objetivos de racionalizar la administración, mejorar la recaudación fiscal y reforzar el control sobre las colonias. No obstante, también generaron importantes tensiones sociales y políticas, especialmente entre la élite criolla, que se sentía desplazada del poder y perjudicada por la mayor presión fiscal. Estas tensiones contribuyeron significativamente a crear el caldo de cultivo que, años más tarde, desembocaría en el proceso independentista de las colonias americanas.

Sociedad, Economía y Cultura en la España del Siglo XVIII

Demografía y Sociedad

La España del siglo XVIII experimentó un notable crecimiento demográfico, pasando de unos 7-8 millones a principios de siglo a unos 10-11 millones de habitantes a finales. Este aumento se debió principalmente a la reducción de la mortalidad catastrófica (menos epidemias y guerras devastadoras) y a ciertas mejoras en la agricultura, el transporte, la salubridad urbana y tímidos avances en la medicina.

A pesar de las reformas y las ideas ilustradas, la estructura social estamental del Antiguo Régimen persistió. La nobleza y el clero continuaron siendo los principales terratenientes y gozando de privilegios fiscales y jurídicos. El régimen señorial, por el cual gran parte del campesinado estaba sometido a la jurisdicción y rentas de un señor (noble o eclesiástico), siguió plenamente vigente.

Economía: Modernización y Mercantilismo

La economía española intentó modernizarse bajo los Borbones, siguiendo los principios del mercantilismo, que basaba la riqueza de un país en la acumulación de metales preciosos y el fomento del comercio y la producción nacional.

Agricultura

La agricultura, principal sector económico, aumentó su producción gracias a la extensión de la superficie cultivada y la introducción o difusión de nuevos cultivos como el maíz y la patata (procedentes de América). Sin embargo, las técnicas agrícolas seguían siendo muy tradicionales y los rendimientos, en general, bajos.

Industria

La industria recibió cierto apoyo estatal a través de medidas proteccionistas (aranceles a productos extranjeros) y la creación de las Reales Fábricas, grandes talleres financiados por la Corona para producir bienes de lujo (tapices, porcelana, vidrio) o de interés militar (armas, paños para uniformes). Destacaron algunas industrias regionales, como la sedera en Valencia o la metalúrgica (naval y armera) en el País Vasco y Cantabria.

Comercio

El comercio interior se vio favorecido por la eliminación de las aduanas internas (excepto las vasco-navarras) y la mejora de la red de transportes, con el desarrollo de un sistema radial de carreteras con centro en Madrid. No obstante, el comercio con América continuó siendo el sector más dinámico y el principal motor de la economía española.

La Ilustración y sus Efectos

La Ilustración, el movimiento intelectual que promovía la razón, la ciencia y la educación como motores del progreso, penetró en España durante el siglo XVIII. Los ilustrados españoles, aunque mayoritariamente católicos y moderados políticamente, criticaron algunos aspectos de la sociedad tradicional, cuestionaron la hegemonía cultural de la Iglesia y el excesivo poder del absolutismo, e impulsaron reformas en la educación, la economía y la administración. Figuras como Campomanes, Olavide, Jovellanos o Floridablanca lideraron este esfuerzo renovador desde puestos de gobierno o a través de sus escritos y de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

Cultura: Neoclasicismo y Goya

En el ámbito cultural, el siglo XVIII no alcanzó la brillantez del Siglo de Oro, pero contó con figuras relevantes. En literatura, destacaron dramaturgos como Leandro Fernández de Moratín y fabulistas como Félix María Samaniego.

El estilo artístico predominante fue el Neoclasicismo, que buscaba la inspiración en los modelos clásicos de Grecia y Roma, caracterizándose por la sobriedad, el equilibrio y la armonía. Brilló especialmente en arquitectura (con obras como la Puerta de Alcalá o el Museo del Prado en Madrid, diseñados por Sabatini y Villanueva respectivamente) y en escultura (con imagineros como Francisco Salzillo).

En pintura, la figura cumbre y puente hacia la modernidad fue Francisco de Goya. Aunque inició su carrera dentro de los cánones del Rococó y el Neoclasicismo, su obra evolucionó hacia un estilo profundamente personal y original, reflejando las convulsiones de su tiempo y anticipando movimientos posteriores como el Romanticismo y el Expresionismo.

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