27 Feb
La Guerra de Independencia Española (1808-1814)
Primera Fase: Éxitos Iniciales (Junio – Noviembre de 1808)
Tras el fallido levantamiento de Madrid, las tropas francesas se concentraron en sofocar los alzamientos urbanos. Destaca el primer sitio de Zaragoza. El evento más significativo fue la Batalla de Bailén (Jaén), donde un ejército francés, liderado por el general Dupont, fue derrotado el 19 de julio por un ejército español comandado por el general Castaños. Esta derrota tuvo una doble repercusión: por primera vez, un ejército napoleónico era vencido; y José I abandonó Madrid, retirándose las tropas francesas al norte del Ebro. Napoleón, para vengar esta derrota, decidió intervenir personalmente al frente de un poderoso ejército: la Grande Armée.
Segunda Fase: El Apogeo Francés (Noviembre de 1808 – Primavera de 1812)
El emperador francés, al frente de la Grande Armée, entró en España en noviembre de 1808. En diciembre tomó Madrid, reinstaurando a su hermano como rey. Napoleón abandonó España, dejando un fuerte ejército bajo la dirección del general Soult. Zaragoza cayó en poder de los franceses (febrero de 1809), al igual que Gerona (diciembre de 1809). El ejército español fue derrotado en la batalla de Ocaña. Andalucía fue ocupada, excepto Cádiz, que, abastecida por mar por los ingleses, permaneció libre durante toda la guerra y donde se elaboró la primera constitución española en 1812. Un hecho decisivo fue la acción de las guerrillas, compuestas por centenares de combatientes que hostigaban a los destacamentos franceses. Entre los jefes de guerrillas destacan Francisco Espoz y Mina, el cura Merino y Juan Martín Díaz.
Tercera Fase: La Ofensiva Final Anglo-Española (Primavera de 1812 – Agosto de 1813) y Consecuencias
Se inició en la primavera de 1812. Napoleón se vio obligado a retirar tropas de España para la invasión de Rusia. El debilitamiento francés fue aprovechado por las tropas anglo-portuguesas y españolas del duque de Wellington. En 1811, Wellington inició una nueva ofensiva desde Lisboa, tomando Ciudad Rodrigo (enero de 1812) y Badajoz. Wellington triunfó en Los Arapiles (Salamanca, julio de 1812). En la batalla de Vitoria (junio de 1813), los franceses fueron derrotados y José I cruzó la frontera. Soult, ocupando San Sebastián y Pamplona, fue derrotado en la batalla de San Marcial (agosto de 1813) y tuvo que retirarse a Francia. En diciembre de 1813, Napoleón firmó el Tratado de Valençay, por el que Fernando VII recuperaba el trono, finalizando la guerra.
Los efectos de la guerra fueron desastrosos: medio millón de muertos, ciudades arrasadas, edificios y monumentos destruidos, obras de arte robadas, comercio colapsado, campos devastados y una Hacienda arruinada. La guerra afectó también al proceso de independencia de la América Española.
La Revolución Liberal, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
La Revolución Liberal
Se define como un cambio brusco del sistema político, económico o social, resultado de un proceso político violento. El liberalismo promovía los valores ilustrados y de la Revolución Francesa: república o monarquía parlamentaria y constitucional (en lugar de absoluta), separación de poderes, libertad económica, igualdad ante la ley y fin de la sociedad estamental.
Las Cortes de Cádiz
El avance del ejército francés obligó a la Junta Suprema Central a trasladarse a Cádiz. Las circunstancias eran favorables para reformar el sistema de gobierno. Existía la necesidad de introducir reformas, pero manteniendo la autoridad del rey.
La Convocatoria a Cortes
La idea de convocar Cortes, recogida por la Junta Suprema Central a mediados de 1810, se materializó tras su disolución y el establecimiento de un Consejo de Regencia. Se optó por una cámara única, con representantes elegidos sin distinción estamental. El 24 de septiembre de 1810, las Cortes se declararon depositarias de la soberanía nacional, iniciando un proceso de cambios radicales.
Una Constitución para Transformar España
La composición de las Cortes reflejaba una parte influyente de la sociedad. Predominaba el clero, con escasa presencia de nobles y alto clero. Predominaban las clases medias. Surgieron dos tendencias ideológicas: los liberales (defensores de las libertades y la igualdad ante la ley, y contrarios a la monarquía absoluta) y los absolutistas (partidarios de la monarquía absoluta).
La Constitución de 1812
El 24 de septiembre de 1810, los diputados proclamaron que representaban la soberanía nacional. Las Cortes adquirieron un carácter constituyente. Se aprobó la primera constitución española de carácter liberal el 19 de marzo de 1812. La Constitución, con 384 artículos, se basaba en los siguientes principios:
- Afirmación de la soberanía nacional.
- División de poderes: ejecutivo (rey), legislativo (Cortes) y judicial (tribunales).
- Proclamación de una monarquía constitucional «moderada» y hereditaria.
- Cortes unicamerales, elegidas por sufragio universal indirecto de varones mayores de 25 años.
- Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
- Reconocimiento de derechos y libertades individuales (libertad de imprenta, libertad de comercio e industria, derecho a la propiedad).
- Se establece la religión católica como la oficial.
La Labor Legislativa de las Cortes
Las Cortes aprobaron decretos y leyes entre 1810 y 1813, reformando las instituciones políticas, económicas y jurídicas, aboliendo el Antiguo Régimen:
- Libertad de imprenta y supresión de la censura (1810).
- Abolición de los señoríos jurisdiccionales y del régimen señorial (1811).
- Abolición de la Inquisición (1813).
- Eliminación de las organizaciones gremiales e introducción de la libertad económica.
Las Regencias y el Problema Carlista (1833-1843): Moderados y Progresistas
Con el reinado de Isabel II se instauró la monarquía liberal. Surgieron diferencias entre los liberales: moderados y progresistas. Ambos defendían el liberalismo, pero con ideologías distintas.
- Moderados: Soberanía compartida entre las Cortes y el rey, Cortes bicamerales, administración centralizada, sufragio censitario restringido.
- Progresistas: Soberanía nacional, limitaciones al poder de la Corona.
La Regencia de María Cristina (1833-1840)
Los Comienzos Moderados de la Revolución Liberal. El Estatuto Real de 1834
Tras la muerte de Fernando VII, María Cristina fue nombrada regente. En enero de 1834, Martínez de la Rosa formó gobierno, buscando un equilibrio entre liberales y carlistas. Se aprobó el Estatuto Real (abril de 1834), una carta otorgada que no reconocía derechos individuales ni división de poderes, estableciendo Cortes bicamerales. En mayo de 1834 se aprobó una ley electoral con sufragio muy restringido. El gobierno enfrentó la oposición liberal y la guerra carlista. Martínez de la Rosa dimitió en junio de 1835.
La Fase Progresista de la Revolución Liberal (1835-1837): Mendizábal, la Desamortización y la Constitución de 1837
Mendizábal formó gobierno en septiembre de 1835. Ante la falta de fondos, se aprobó la desamortización de bienes eclesiásticos del clero regular (19 de enero de 1836), buscando recursos para la Hacienda, eliminar la deuda pública, hacer frente al carlismo y atraer a los compradores de bienes desamortizados. Mendizábal dimitió en mayo de 1836. El 12 de agosto de 1836 tuvo lugar el Motín de La Granja, obligando a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y a formar un nuevo gobierno con José María Calatrava y Mendizábal en Hacienda. Se promulgó la Constitución de 1837, que reconocía la soberanía nacional, derechos individuales y establecía Cortes bicamerales por sufragio censitario y un Senado designado por el rey. La ley electoral amplió el número de electores, pero siguió siendo censitario.
La Vuelta de Gobiernos Moderados (1837-1840). La Ley de Ayuntamientos
En 1837, los moderados ganaron las elecciones. Destacan figuras militares como Baldomero Fernández Espartero (progresista) y Ramón María Narváez (moderado). Se aprobó la Ley de Ayuntamientos, generando fuertes diferencias entre progresistas y moderados. Espartero rechazó la ley, pero la regente la sancionó y nombró a Espartero jefe de gobierno, quien se negó. La regente renunció y marchó a Francia.
El Problema Carlista y la Primera Guerra (1833-1839)
En 1833, Carlos María Isidro reclamó el trono a través del Manifiesto de Abrantes, iniciando una guerra dinástica entre carlistas (Antiguo Régimen) e isabelinos (Estado liberal). Los carlistas defendían el absolutismo, la religión y los fueros, apoyados por parte del ejército, clero, nobleza y campesinos. Los isabelinos, partidarios de la nobleza, altas jerarquías eclesiásticas, altos mandos del ejército, burguesía, profesionales liberales y clases populares urbanas.
Desarrollo bélico:
- Primera fase (1833-1835): Triunfos carlistas, pero su suerte cambió tras la muerte de Zumalacárregui (1835).
- Segunda etapa (julio de 1835 – octubre de 1837): Expediciones carlistas, incluyendo la Expedición Real (1837). Espartero obligó al pretendiente a regresar al País Vasco.
- Tercera fase (octubre de 1837 – agosto de 1839): Se firmó el Convenio de Vergara con Espartero, finalizando la guerra. Los carlistas reconocieron la derrota, pero conservaron sus grados militares. Don Carlos no aceptó el convenio y cruzó la frontera.
Consecuencias: Monarquía liberal, protagonismo militar, pronunciamientos y amortización de tierras de la Iglesia.
Oposición al Régimen de la Restauración
Carlismo
Tras su derrota, Cándido Nocedal representó al movimiento. Defendían la monarquía tradicional y los valores religiosos. En 1888, un grupo radical se separó, formando el Partido Integrista.
Surgimiento de los Nacionalismos Periféricos
Surgieron movimientos contrarios al centralismo, apoyados por la burguesía.
Nacionalismo Catalán (Catalanismo)
Surgió de la Renaixença (reivindicación cultural). Las primeras reivindicaciones políticas provinieron de Valentí Almirall con el Centre Català (1882). En 1885, presentaron el Memorial de Greuges. Se creó la Unió Catalanista (1891), que aprobó las Bases de Manresa (1892), considerando a Cataluña como entidad autónoma. En 1901 se constituyó la Lliga Regionalista de Catalunya. En las elecciones de 1901, la Lliga triunfó en Barcelona.
Nacionalismo Vasco
Impulsado por la pérdida de los fueros y los efectos de la industrialización. Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), con un ideario tradicionalista y defensor de la superioridad de la etnia vasca. Tras su muerte, el movimiento se moderó.
Los Partidos Republicanos
Tras el fracaso de la Primera República, perdieron fuerza y se dividieron. A comienzos del siglo XX, aparecieron nuevas opciones como Alejandro Lerroux, del Partido Radical.
El Movimiento Obrero
Como consecuencia de la explotación obrera, el movimiento obrero adquirió fuerza, dividiéndose en dos corrientes: anarquistas y socialistas.
Anarquistas
En 1870 se formó la Federación Regional Española (FRE) de la AIT, disuelta tras el golpe de Estado de 1874. Pasaron a la legalidad en 1881, fundando la Federación de Trabajadores de la Región Española. El anarquismo andaluz sufrió represión por el asunto de la «Mano Negra». Realizaron atentados, asesinando a Cánovas (1897). Predominaron en Levante, Cataluña y Andalucía.
Marxismo o Socialismo
Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879. Defendían la conquista del poder mediante la revolución obrera y la dictadura del proletariado. En 1888 se creó la UGT. Destacaron en Madrid, Vizcaya y Asturias.
Crisis del 98: Liquidación del Imperio Colonial
La Guerra en Cuba y Filipinas
La Política Española en Cuba
El «gobierno largo» de Sagasta fue un período propicio para reformas en las colonias, pero fueron mínimas. El arancel proteccionista de 1891 aumentó el descontento en Cuba y EE. UU.
La Guerra de Cuba y Filipinas
José Martí formó el Partido Revolucionario Cubano (1892). El levantamiento tuvo lugar en 1895. El gobierno español envió tropas dirigidas por Martínez Campos, relevado por el general Valeriano Weyler tras sus fracasos. Tras el asesinato de Cánovas y la llegada de Sagasta, se intentó una política de reconciliación, pero fue tarde. En Filipinas surgió otro movimiento independentista, el Katipunan. Su dirigente, José Rizal, fue ejecutado (1896). En diciembre de 1897 se negoció el fin de las hostilidades.
La Intervención de Estados Unidos
En 1898, EE. UU. declaró la guerra a España, con el pretexto del hundimiento del acorazado Maine. España fue derrotada en Filipinas (batalla de Cavite) y Cuba (batalla de Santiago). La guerra terminó con la Paz de París (1898), significando la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Las Consecuencias del 98
Significó la destrucción del mito del imperio español y la relegación de España a un papel secundario.
- Repercusiones económicas y políticas: No hubo una gran crisis económica ni política. El turno dinástico se mantuvo. Las consecuencias fueron morales e ideológicas.
- Regeneracionismo: Surgieron movimientos regeneracionistas que defendían la modernización de España, renovando la vida política y social. Su principal representante fue Joaquín Costa. Surgió la Generación del 98, caracterizada por su pesimismo hacia España.
- El fracaso del gobierno «regeneracionista»: Provocó la caída de Sagasta y Silvela intentó reformas políticas. Se aprobó una reforma fiscal que encontró oposición en la burguesía catalana, que respondió con una huelga. La regente María Cristina devolvió el poder a Sagasta en 1901, demostrando la ineficacia del turnismo. El 17 de mayo de 1902, Alfonso XIII comenzó su reinado.
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