16 Mar
España: De la Dictadura a la Democracia
En el período de entreguerras, España pasó de una dictadura militar a la Segunda República, proclamada el 14 de abril de 1931. Esto marcó el fin de la monarquía de Alfonso XIII, deslegitimada por su apoyo a la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
Crisis durante el reinado de Alfonso XIII
- Política: Los partidos tradicionales se fragmentaron, mientras surgían nuevas fuerzas como socialistas, republicanos y nacionalistas, opuestas al sistema de la Restauración.
- Movimientos sociales: Aumentaron las huelgas y protestas obreras, reprimidas con dureza, y los atentados anarquistas contra figuras políticas y de la burguesía.
- Guerra en África: Tras la pérdida de las colonias, España centró sus intereses en Marruecos, enfrentándose a conflictos bélicos como el desastre de Annual (1921), que resultó en una grave derrota militar y escándalo político.
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
- Política interior: Suspendió la Constitución, ilegalizó organizaciones como el PCE y la CNT, limitó libertades y reprimió los nacionalismos catalán y vasco.
- Política exterior: Terminó la Guerra de Marruecos con el exitoso desembarco de Alhucemas (1925).
- Economía: Modernizó infraestructuras mediante obras públicas y creó monopolios estatales como Telefónica y CAMPSA.
- Fin de la dictadura: La crisis económica de 1929, la oposición política y la pérdida de apoyo del ejército y del rey llevaron a su dimisión en enero de 1930.
Tras obtener el apoyo del rey Alfonso XIII, Primo de Rivera instauró una dictadura que desacreditó tanto al régimen como a la monarquía. En 1930, el descontento popular creció, y la oposición republicano-socialista firmó el Pacto de San Sebastián para instaurar una República. Este clima de tensión incluyó protestas antimonárquicas y el fallido pronunciamiento de Jaca, que movilizó a la opinión pública.
En abril de 1931, las elecciones municipales dieron la victoria a los republicanos y socialistas en las ciudades, lo que precipitó la dimisión del Gobierno y el exilio de Alfonso XIII. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República, liderada por un Gobierno provisional encabezado por Niceto Alcalá Zamora, con el objetivo de convocar elecciones a Cortes Constituyentes.
El inicio de la República estuvo marcado por conflictos: el sindicato CNT impulsó huelgas y ocupaciones de tierras, mientras sectores conservadores como la Iglesia católica se opusieron, desatando una ola de anticlericalismo y la quema de iglesias y conventos.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El bienio de izquierdas o reformista estuvo compuesto por distintos partidos republicanos. Niceto Alcalá-Zamora fue nombrado presidente de la República y Manuel Azaña, del Gobierno. Por primera vez, tres mujeres formaron parte de las Cortes: Victoria Kent, Margarita Nelken y Clara Campoamor.
Para llevar a la práctica los principios de la nueva Constitución, el Gobierno se propuso acometer cinco reformas principales: la reforma militar, la reforma territorial, la reforma religiosa, la reforma educativa y la reforma agraria.
La Segunda República reformó el ejército para profesionalizarlo y democratizarlo. La Ley de Retiro de 1931 redujo el número de oficiales, se modificó el sistema de ascensos para priorizar la preparación y se obligó a los militares a jurar fidelidad a la República. Además, se cerró la Academia General Militar de Zaragoza y se eliminaron privilegios como las órdenes militares y el cuerpo eclesiástico, lo que generó descontento entre sectores como los africanistas. En cuanto a la reforma territorial, la Constitución de 1931 permitió la autonomía regional. Cataluña aprobó el Estatuto de Nuria en 1932, logrando un Gobierno y Parlamento propios, mientras que el País Vasco obtuvo su Estatuto en 1936 y el proceso en Galicia fue interrumpido por la Guerra Civil.
La Segunda República impulsó una reforma religiosa basada en la separación entre Iglesia y Estado. Se eliminaron privilegios como el presupuesto para el culto y el clero, se aprobaron el matrimonio civil y el divorcio, se secularizaron cementerios y hospitales, y se disolvieron órdenes religiosas, nacionalizando sus bienes. Además, se promovió una educación laica y liberal, lo que convirtió a la Iglesia y a los sectores conservadores en fuertes opositores al régimen.
En cuanto a la reforma educativa, el Gobierno priorizó la lucha contra el analfabetismo y la modernización del sistema educativo. Influido por la Institución Libre de Enseñanza, estableció un sistema público, laico, mixto y obligatorio. Se construyeron 10,000 escuelas, se crearon 5,000 bibliotecas, se amplió la enseñanza primaria gratuita y se mejoró la secundaria y la universitaria, garantizando la libertad de cátedra y ofreciendo becas. También se creó el proyecto de las Misiones Pedagógicas para llevar cultura al ámbito rural, mediante bibliotecas ambulantes, teatro y cine, destacando iniciativas como «La Barraca» de Federico García Lorca.
La Segunda República intentó modernizar el campo español con la Ley de Reforma Agraria de 1932, que permitía expropiar fincas no explotadas para entregarlas a campesinos en arriendo y creó el Instituto de la Reforma Agraria (IRA). Sin embargo, la reforma fue limitada debido a la falta de presupuesto y los pleitos de los propietarios, lo que generó descontento entre los campesinos.
Durante el bienio reformista, las tensiones Iglesia-Estado, la reforma militar y las reivindicaciones nacionalistas provocaron el rechazo de los conservadores, que intentaron un golpe de Estado fallido en 1932, conocido como la «Sanjurjada». Al mismo tiempo, la lentitud de las reformas, el paro y el descontento social llevaron a huelgas e insurrecciones, como la de Casas Viejas, cuya represión desgastó al Gobierno y a Azaña, lo que llevó a convocar elecciones generales en 1933.
En las elecciones de noviembre de 1933, la izquierda se presentó dividida, lo que facilitó la victoria de los partidos de derecha, encabezados por la CEDA de Gil Robles. Comenzó el bienio de centro-derecha, con Alejandro Lerroux como presidente, quien paralizó las reformas anteriores, regresó tierras expropiadas y otorgó apoyo a la Iglesia. Sin embargo, la falta de consenso y las exigencias de la CEDA generaron inestabilidad en el gobierno. La Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera, adoptó una ideología fascista y se unió a otros grupos de derecha.
La revolución de 1934, motivada por la paralización de reformas y el ascenso de la CEDA, estalló en Cataluña y Asturias. En Cataluña, la Generalitat proclamó el Estado Catalán, mientras que en Asturias, los mineros organizaron un levantamiento que fue brutalmente reprimido por el ejército bajo el mando de Francisco Franco. Esta represión aumentó la polarización y, junto con casos de corrupción, llevó a la convocatoria de nuevas elecciones.
En las elecciones de febrero de 1936, los partidos de derechas se presentaron unidos en la CEDA, mientras que las izquierdas formaron el Frente Popular, con el apoyo incluso de la CNT. Aunque la derecha obtuvo votos similares a la izquierda, fue esta última la que prevaleció. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República. El Frente Popular retomó reformas de 1931, como la reforma agraria y los estatutos de autonomía, pero se enfrentó a un creciente clima de violencia, con huelgas y enfrentamientos entre los bandos de izquierda y derecha, y el surgimiento de grupos paramilitares. Ante esta situación, militares contrarios a la República, como Franco, Mola y Sanjurjo, comenzaron a planear un golpe de Estado, que culminó tras los asesinatos de José Castillo y José Calvo Sotelo.
Tras el golpe de Estado de 1936, el Gobierno republicano, apoyado por parte del ejército, clases medias y sindicatos, intentó mantener el orden, pero las instituciones quedaron debilitadas. Las milicias obreras se organizaron, pero la economía colapsó. En septiembre, el Gobierno republicano se reorganizó, uniendo fuerzas de diferentes ideologías y creando el Ejército Popular de la República. La división entre anarquistas y comunistas se intensificó, llevando a enfrentamientos en 1937. En 1938, el socialista Juan Negrín formó un gobierno con fuerte influencia comunista y buscó una salida negociada, pero fue rechazado por Franco. En marzo de 1939, el coronel Casado intentó un golpe de Estado en busca de una solución negociada.
El bando sublevado, apoyado por derechas, terratenientes, y la Iglesia, persiguió la eliminación de las reformas republicanas. Se produjo una represión sistemática de militantes de izquierda. Franco asumió el poder en septiembre de 1936 y en 1937 unificó a falangistas y carlistas en un solo partido. En 1938, el régimen de Franco se consolidó con un Gobierno en Burgos, promulgando leyes autoritarias que suprimieron derechos laborales, censuraron la prensa y restablecieron la influencia religiosa en el Estado.
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