20 Feb

Estrés Postraumático: Identificación, Causas y Tratamiento

Entre las causas de los trastornos postraumáticos, siempre deben considerarse los siguientes factores:

  1. La vulnerabilidad biológica y psicológica de la persona.
  2. El apoyo social.
  3. El estilo de afrontamiento o modo en que la persona toma las cosas.
  4. La gravedad del trauma experimentado. Éste último parece ser el más importante. En tal caso, es necesario considerar el grado de exposición al hecho traumático, la duración del mismo y el grado de amenaza que haya supuesto para la vida de la persona.

Estos trastornos forman parte de la familia de los trastornos de ansiedad. Entre los signos y síntomas que constituyen este síndrome, el DSM-IV-TR(*) señala los siguientes:

  1. Persistente reexperimentación del suceso traumático, en forma de pensamientos intrusivos y recurrentes; sueños desagradables y recurrentes relacionados con el suceso traumático; experiencias de revivir los hechos; tensión psicológica intensa al exponerse a sucesos que recuerdan el trauma.
  2. Persistente evitación de los estímulos asociados con el trauma mediante insensibilidad afectiva y embotamiento de la capacidad de respuesta; esfuerzo por evitar pensamientos y sentimientos relacionados con el trauma y por evitar actividades y situaciones que activan los recuerdos; amnesia psicógena; notable pérdida de interés por actividades de importancia; deseo de apartarse de la gente; limitación de las reacciones afectivas; y escasas perspectivas de futuro.
  3. Síntomas persistentes de activación fisiológica aumentada: dificultades para dormir; irritabilidad o accesos de agresividad; dificultades de concentración; hipervigilancia; tendencia exagerada a asustarse; reactividad fisiológica al exponerse a sucesos que recuerdan el trauma.

Características Clínicas de los Trastornos Postraumáticos

Las características clínicas de estos trastornos pueden resumirse de la siguiente manera:

Hechos traumáticosImpacto psicológicoConsecuencias
Guerra o Pleitos
Accidentes (automovilísticos…)
Tortura
Secuestros
Asaltos
Violaciones
Desastres naturales
Otros
Aplanamiento emocional
Depresión
Culpa del sobreviviente
Pesadillas y recuerdos
Pensamientos obsesivos sobre los traumas
Ansiedad
Tendencia a estar alerta
Incapacidad para relajarse
Problemas de memoria y concentración
Impulsividad
Descenso del deseo sexual
Insomnio
Hipertensión
Dolores de cabeza de tipo tensional
Trastornos gastrointestinales
Fatiga excesiva
Palpitaciones y sobresaltos

A pesar de estos fenómenos, siempre influye como algo determinante, el modo propio de la persona de afrontar estos eventos. El trauma, entonces, es condición necesaria para el trastorno, pero no suficiente para explicar su aparición. Éste resulta de una compleja red de fenómenos biológicos, psicológicos y sociales.

Muchas veces, la vida de una persona puede verse seriamente afectada después de sufrir una experiencia extrema, como ser víctima de una catástrofe natural o padecer actos de violencia. Aunque las afectaciones no sean físicas, es posible que la persona presente cambios no deseados en su conducta; puede ver alteradas sus relaciones personales, modificar sus hábitos o sentir fuertes episodios de angustia. Dichas alteraciones se conocen con el nombre de trastornos por estrés postraumático, y recientemente comienzan a estudiarse en niños y adolescentes. Estas perturbaciones las causan situaciones «horribles y espantosas» (también llamadas estresoras), según lo tipifica el manual de la Asociación Psiquiátrica Americana. Se trata de una de las pocas disfunciones provocadas por un hecho particular que le sucedió a un individuo o del cual escuchó. También llega a encontrarse en las personas que atienden a víctimas de desastres, como puede ser el personal médico y de emergencia.

En México, este tipo de alteraciones en niños y adolescentes ha sido analizado por la doctora Laura Hernández Guzmán, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM-P). En entrevista, explica que los estudios han demostrado que, a pesar de que la afección es provocada por una situación especial, hay ciertas características particulares en la historia de las personas que la sufren, pues no todos los individuos que pasan por una situación «horrible y espantosa» padecen trastornos por estrés postraumático. «Hay personas más sensibles que otras ante las situaciones estresoras, por lo que hechos causantes de fuertes desórdenes en una serán prácticamente insignificantes para otra», añade.

Según los estudios realizados, aproximadamente 30 por ciento de la población que ha sobrevivido a un desastre presenta estrés postraumático. Al comparar a quienes lo sufren con los que no, se encontró que las historias de los primeros registraban ciertas particularidades, como violencia familiar o problemas de relación con los padres, lo que al parecer las hace más vulnerables.

Efectos de la Guerra

Típicamente, la psicología había documentado los efectos en los soldados que, al regresar de una guerra, comenzaban a sufrir una serie de alteraciones en su conducta, como recuerdos muy vívidos de los eventos bélicos o dificultades para dormir. Posteriormente, se estudiaron los cambios que sufrían las personas tras verse expuestas a desastres naturales o acciones humanas violentas.

Los estudios de Hernández Guzmán –quien obtuvo su doctorado en Desarrollo Humano y Psicología Infantil en la Universidad de Kansas– comenzaron tras los sismos de septiembre de 1985 en la ciudad de México, aunque en aquel momento no existía la denominación de estrés postraumático, pues el término se acuñó recientemente. En niños y adolescentes, es aún más nuevo, pues se creía que sólo los adultos sufrían este tipo de desórdenes, pero comenzó a documentarse después que los infantes se veían expuestos a inundaciones, terremotos u otras catástrofes naturales, y también en casos como tiroteos en escuelas, asaltos o accidentes.

Los síntomas manifestados en los adultos son diferentes a los que se observan en niños y adolescentes. En los infantes ocurren a menudo problemas relacionados con el sueño (como tener miedo a dormir), que son más numerosos que en personas mayores. También hay regresiones a etapas anteriores de sus vidas, como es el caso de menores que vuelven a chuparse el dedo, o que muestran deseos de utilizar biberón.

La doctora Hernández Guzmán señala que también hay diferencias en la forma en que se evocan las situaciones que provocaron el trastorno. En los adultos predominan los recuerdos persistentes e intrusivos del acontecimiento; en el caso de los niños, lo que se presenta son juegos, que tienen como tema a los propios sucesos traumáticos, sin recordar con precisión lo que ocurrió. Por ejemplo, cuando en 1999 la especialista y su equipo realizó una intervención en comunidades rurales de Hidalgo, observaron a niños que jugaban «a la inundación». Los pequeños se divertían con agua y hacían representaciones de animales muertos arrastrados por la corriente.

Las manifestaciones de los desórdenes por estrés postraumático en los menores son variadas e interfieren en su vida normal. Las más de las veces se presenta una disminución en el rendimiento académico. También puede haber depresión, falta de apetito, problemas para dormir e incontinencia urinaria nocturna. De la misma forma, se ha detectado que niños antes comunicativos con sus padres se vuelven callados. Por estas razones, es frecuente que surjan conflictos familiares en su entorno.

La especialista precisa que es posible distinguir entre dos tipos de trastorno por estrés postraumático: el primero es producido por un sólo evento estresor, y en el segundo son varios los sucesos causantes de las alteraciones, aunque este último es más frecuente en adultos.

Parte de las investigaciones de la doctora Hernández Guzmán han consistido en corregir una serie de carencias en la tipificación y evaluación de estas disfunciones, lo que llevó a desarrollar una serie de instrumentos para identificarlas y distinguirlas, y que actualmente son aplicados a la población en general y en hospitales psiquiátricos, para hacer contrastes y mejorarlos. Igualmente, se evalúan las intervenciones psicológicas encaminadas a resolver e incluso prevenir los problemas producidos por dichos trastornos.

Otro de los quehaceres de la investigación es someter a prueba los tratamientos para la solución de problemas causados por estrés postraumático. Estas intervenciones han tenido un éxito considerable. Ante la falta de recursos, el trabajo que la doctora Hernández y su equipo realiza en comunidades azotadas por un desastre se limita a estancias de dos o tres semanas, lo que impide trabajar con los niños afectados en forma individual. Así, las intervenciones se efectúan en forma grupal y en un número limitado de sesiones, dirigidas específicamente a tratar el problema. Las sesiones están particularmente diseñadas para los niños; se trabaja por medio de juegos y se han logrado resultados positivos al reducir los síntomas de manera significativa, y alcanzando importantes mejoras clínicas.

Tratamiento del Estrés Postraumático

Las secuelas crónicas y a veces devastadoras sicológica e interpersonalmente del trastorno de tensión postraumática (TTPT) requieren el tratamiento puntual y eficaz de las personas con este síndrome. Las respuestas de elusión asociadas con el TTPT a menudo hacen que estos individuos retrasen la búsqueda de ayuda profesional o que no la emprendan. A pesar de que no se ha desarrollado ninguna terapia específica para las personas con el TTPT en el entorno del cáncer, las modalidades de tratamiento empleadas con otras víctimas de este trastorno pueden aliviar la angustia de los pacientes y supervivientes de cáncer.

La mayoría de los especialistas clínicos recomiendan emplear un enfoque multimodal, eligiendo diversos componentes para satisfacer las necesidades específicas de cada paciente y teniendo en cuenta cualquier trastorno psiquiátrico concurrente como el abuso de sustancias o la depresión. Para facilitar la adaptación de los pacientes de cáncer en una intervención crítica, se suelen considerar modalidades múltiples.

El modelo de intervención crítica comprende una amplia gama de terapias que pueden ser útiles en el tratamiento del TTPT. Los objetivos de este modelo son reducir los síntomas y devolver a los pacientes a sus sistemas usuales de funcionamiento. En este modelo el terapeuta suele tomar una postura activa, dirigiendo al paciente, centrándose en resolver problemas concretos, enseñando técnicas específicas para afrontar situaciones y proporcionando un ambiente seguro y propicio para el paciente.

Las técnicas cognoscitivas-conductuales han resultado especialmente útiles dentro del entorno de intervención crítica. Algunos de estos métodos incluyen el ayudar al paciente a comprender los síntomas, enseñarle técnicas eficaces para hacer frente a las situaciones y técnicas de control del estrés (como relajación), reestructurar sus percepciones y exponerlo a oportunidades de desensibilización sistemática de los síntomas. En un solo estudio de caso, se encontró que 10 sesiones de intervención cognitiva conductual, de un paciente de cáncer con 3 años de haber recibido trasplante de médula ósea, y con TTPT mostró ser un método eficaz. Este estudio utilizó una combinación de estrategias cognitivas para lidiar con el problema, así como procedimientos de relajación, prevención de recaída y técnicas de generalización; se observó que los beneficios se mantuvieron al término de 6 meses de seguimiento. Los enfoques de terapia sexual basados en la conducta también pueden ser útiles cuando el paciente manifiesta una reducción de la actividad sexual y evita las situaciones íntimas.

Los grupos de apoyo también parecen beneficiar a las personas que presentan síntomas postraumáticos. En el entorno de un grupo, tales pacientes pueden recibir apoyo emocional y encontrarse con otros con experiencias y síntomas similares validando de ese modo su propia experiencia, y aprendiendo una variedad de estrategias para afrontar situaciones y resolver circunstancias.

Para los pacientes con síntomas particularmente perturbadores o graves, la sicofarmacología puede proporcionar un medio adicional de tratamiento. Se han empleado varias clases de fármacos en el tratamiento de individuos con el TTPT. Por ejemplo, se emplean comúnmente antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoamina oxidasa, sobre todo cuando los síntomas del TTPT van acompañados de depresión. Los inhibidores de la reabsorción de la serotonina, como la fluoxetina, son eficaces en la reducción de los síntomas intrusivos y de hiperexcitabilidad del TTPT, [y los medicamentos ansiolíticos pueden ayudar a reducir los síntomas de excitabilidad y de ansiedad general. Muy pocas veces, los fármacos antipsicóticos pueden reducir los episodios graves de escenas retrospectivas invasivas.

Estrés en Niños y Jóvenes: Causas y Efectos

¿Qué es el estrés juvenil?

El estrés lo experimentamos todos. Es la reacción innata a las amenazas y desafíos cotidianos. El estrés es normal y puede ser útil, pero también perjudicial. Cuando se lo experimenta en episodios breves, el estrés constituye un incitador positivo. Por ejemplo, induce al niño a estudiar para un concurso o una prueba o a hacer los deberes. Sin embargo, cuando el estrés se experimenta por períodos prolongados, puede resultar debilitante y llevar a tener dificultades con la familia, los compañeros y el trabajo escolar. En estos casos, es probable que sea necesaria la intervención de un adulto. El estrés puede deberse a circunstancias tanto internas como externas, por ejemplo a la estructura genética de la persona, al medio ambiente, a la conducta, a los pensamientos o a una situación de vida.

¿Cuál es la causa del estrés?

Hay experiencias que siempre resultan estresantes para un niño, cualquiera sea su edad, como los conflictos familiares, la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres, los cambios escolares, o las situaciones violentas o traumáticas dentro de la comunidad. Sin embargo, hay determinadas experiencias de acuerdo con cada edad que pueden intensificar el estrés. En la primera infancia, estar sin la persona que lo cuida, ir a la escuela o vivir situaciones extrañas pueden provocar malestar. Más adelante en la infancia, puede agudizarse el estrés como consecuencia del aumento de las exigencias escolares y de la presión de los compañeros. Los adolescentes pueden sentir más estrés a causa de factores sociales, relaciones amorosas y la necesidad de tener éxito. También es importante destacar que aun las experiencias aparentemente positivas pueden provocar estrés en los niños, como el nacimiento de un hermano, la graduación escolar o sobresalir por un logro personal.

¿Qué podemos hacer como padres?

La forma en que los padres responden a las situaciones emocionales determina en gran medida cómo aprenderán los niños a manejar sus emociones. Los niños están constantemente aprendiendo a cuidarse y necesitan orientación para aprender a expresar y entender sus sentimientos. Los jóvenes que adquieren habilidades de resolución positivas, como la reducción del estrés y la relajación, están mejor capacitados para responder y recuperarse de las dificultades. Esta capacidad no sólo les servirá durante su infancia y adolescencia, sino también durante su adultez, y será beneficiosa para su salud física y su rendimiento académico y laboral. Además, estas habilidades de resolución permiten también reducir la ansiedad y los problemas de conducta, y aumentar, a su vez, el autocontrol, la autoconfianza y las relaciones interpersonales positivas. Los padres pueden alentar a aliviar el estrés y relajarse de manera efectiva de las siguientes maneras:

  • El primer paso para disminuir el estrés consiste en ayudar a su hijo a darse cuenta de cuándo se siente estresado. El estrés se manifiesta de tres modos: fisiológicamente (aumento de la frecuencia cardíaca, dolores de cabeza, náuseas), en la conducta (alteraciones del sueño, irritabilidad, evitación) y en lo cognitivo (dificultades para concentrarse, preocupación, pensamientos negativos). Al ayudarlo a identificar el momento en el que se siente estresado, el niño sabrá cuándo es conveniente reducir el estrés o poner en práctica técnicas de relajación.
  • Ayude a su hijo a aprender a hacer inspiraciones profundas, una forma muy eficaz de atenuar el estrés. Haga que inhale profundamente y exhale lentamente. Repítalo varias veces. Cuando el niño es pequeño, la inspiración profunda puede practicarse con facilidad a la hora de acostarse.
  • La relajación muscular progresiva constituye otra técnica eficaz de relajación. Concéntrese en un área del cuerpo, como los brazos, contráigalos y manténgalos contraídos mientras cuenta hasta diez. Luego, afloje los músculos repitiendo la cuenta. Continúe con todas las áreas importantes del cuerpo (piernas, brazos, hombros, etc.). Esto también puede practicarse antes de irse a dormir.

Otras técnicas de relajación incluyen la meditación, el yoga, la visualización y escuchar música suave. Existen también muchas actividades diarias que alivian el estrés, como practicar actividad física con regularidad, cultivar un pasatiempo o compartir tiempo con compañeros. Por último, los padres pueden colaborar mucho manteniéndose al tanto de las experiencias emocionales de sus hijos preguntándoles cómo están y brindándoles un ambiente en el que se sientan cómodos para hablar acerca de sus sentimientos.

¿Cuándo debo buscar ayuda profesional?

Aprender a manejar el estrés es una parte importante del crecimiento. Los niños desarrollan habilidades variadas para manejar estos sentimientos y, mientras algunos parecen no quedar rezagados por el estrés, otros necesitan orientación más directa y apoyo. Si su hijo se ve demasiado estresado o irritable y parece tener dificultades para controlar estas sensaciones, es posible que necesite la intervención de un profesional de salud mental. Si no recibe tratamiento, el estrés crónico puede dar lugar a problemas tales como un menor desempeño social y académico, mayor riesgo de depresión, hipertensión, asma, trastornos gastrointestinales, deterioro del sistema inmunológico, y el empeoramiento o la manifestación de enfermedades preexistentes. Por lo tanto, si sospecha que su hijo tiene dificultades para manejar el estrés, es importante que se tomen las medidas adecuadas. Un profesional podrá evaluar las causas subyacentes y los factores desencadenantes del estrés del niño y enseñarle habilidades específicas. Usted, como padre, y los maestros de su hijo también pueden recibir orientación y apoyo. A un menor número de niños les resulta tan difícil manejar el estrés que muestran conductas autodestructivas (cortes, tendencias suicidas, alcoholismo, drogadicción). Los jóvenes que adoptan este comportamiento exigen atención inmediata.

Trastorno por Estrés Postraumático

El trastorno por estrés o tensión postraumático se diagnostica cuando una persona vuelve a experimentar un suceso traumático con evocaciones, sueños, escenas retrospectivas, o alucinaciones perturbadoras e intrusivas. Aunque las definiciones de suceso traumático se centran en las experiencias humanas fuera de la gama de lo normal (por ejemplo, combates militares, torturas y desastres naturales), el diagnóstico de una enfermedad potencialmente mortal cumple ahora los requisitos para ser considerada un agente estresante traumático.4 Además, la experiencia de la hospitalización o un tratamiento doloroso también puede reactivar memorias traumáticas.

Los pacientes con cáncer que tienen trastornos por estrés postraumático pueden tornarse muy ansiosos antes de la cirugía, la quimioterapia, los procedimientos médicos dolorosos o los cambios de vendajes. Los medicamentos ansiolíticos administrados en preparación para el tratamiento pueden fomentar el ajuste y reducir la angustia. Sin embargo, no existen medicamentos que hayan demostrado ser los más eficaces sistemáticamente, ni se han estudiado en otras poblaciones de pacientes con trastornos por estrés postraumático. La psicoterapia sigue siendo el tratamiento preferido. (Para mayor información, consultar la sección sobre las Consideraciones postratamiento y el sumario del PDQ sobre el Trastorno por tensión postraumática.)

Efecto de las Guerras en la Salud Mental

Las discapacidades resultantes del combate pueden causar problemas físicos, emocionales y sociales al regreso. Uno de los factores más importantes para retomar la independencia es una actitud positiva. “Fíjese metas realistas”, aconseja el Dr. Joel Lerman, psiquiatra del Lehigh Valley Hospital and Health Network, “y confíe en la ayuda de su familia y amigos para alcanzarlas”. Un grupo de apoyo también puede proporcionar un refuerzo emocional.

Siempre que sea posible, vuelva al mismo trabajo que tenía antes de ser llamado al servicio. La Ley de Americanos con Discapacidades prohíbe a los empleadores discriminar en contra de personas competentes pero discapacitadas. Si no es posible volver al mismo trabajo, considere volver a estudiar o iniciar una pequeña empresa desde su casa.

No se olvide de hacer ejercicio: “Mantener el vigor físico es un factor clave de la independencia”, afirma una colega del Dr. Lerman, la geriatra Dra. Laura Carothers.

El trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) es una preocupación común entre los veteranos de guerra y afecta a cada uno en forma distinta. “Algunos sólo tienen síntomas leves mientras otros sufren pesadillas recurrentes, ataques de ansiedad o depresión”, dice el Dr. Lerman.

Los veteranos que sufren de PTSD relacionan cosas comunes, como el sonido de un avión o la alarma del despertador, con memorias dolorosas de la guerra. Según el Dr. Lerman, “muchas veces están fatigados y se irritan fácilmente. Se distancian de sus relaciones y se vuelven aislados”.

El Pentágono hace lo mejor que puede para prevenir el PTSD. Alienta a los soldados que vuelven de Irak a incorporarse a un nuevo programa que examina su salud mental con el objetivo de prevenir problemas graves más adelante. Los veteranos que sientan síntomas de PTSD deberían “integrarse a un grupo de apoyo o escribir sobre sus sentimientos en un diario”, sugiere el Dr. Lerman. Si los síntomas se vuelven graves, habría que consultar a un psiquiatra o consejero. Los medicamentos antidepresivos pueden ser útiles en combinación con la terapia.

Muchos ex prisioneros de guerra experimentaron una grave pérdida de peso. Speer adelgazó 67 libras (30 Kg.) en 11 meses. “Las deficiencias nutricionales causan muchos problemas de salud, inclusive enfermedades cardíacas”, opina Carothers. “Si estuvo gravemente malnutrido en el pasado, dígaselo a su médico para evitar complicaciones futuras”.

Proyecto de Investigación Participativa

I – Partes del proyecto

  • Elaborar un protocolo de investigación y manejo en crisis en familias víctimas de desastres.
  • Detección de trastornos postraumáticos.
  • Manejo de los trastornos postraumáticos en infantes y adolescentes.
  • Procesos psicoterapéuticos en infantes víctimas de desastres naturales.
  • Efectos de las situaciones altamente estresantes en los infantes y adolescentes (guerras, terremotos, ciclones, terremotos).

II – Aplicación

  • Identificación de trastornos postraumáticos.
  • Aportes de datos reales detectados (presentación de casos de acuerdo a informes psicopedagógicos).
  • Intervención de un módulo psicoterapéutico.
  • Proyección de seguimiento.

Nota: Agregar fotos (casos familiares enfocados en niños y adolescentes).

Deja un comentario