05 Mar
El Eterno Retorno y la Voluntad de Poder en Nietzsche
La voluntad de poder, según Nietzsche, se proyecta hacia el futuro, anhelando lo posible, lo que aún no se ha manifestado. Está intrínsecamente ligada al tiempo, incapaz de retroceder, impulsada siempre hacia adelante. Esta voluntad se fundamenta en el flujo temporal.
Nietzsche trasciende la consideración de los entes individuales para enfocarse en el mundo como una totalidad envolvente. Desde la perspectiva del hombre y Dios, y a través de la dinámica de todas las cosas, retorna a la concepción del mundo como un todo. Sin embargo, este «todo» es concebido bajo la idea del eterno retorno de lo mismo. El ser no es un devenir perpetuamente renovado, sino una repetición cíclica en vastos intervalos de tiempo. Todo lo que existe ha existido ya innumerables veces y volverá a existir de la misma manera, infinitamente.
Para Nietzsche, este es el tema central de Así habló Zaratustra (tercera parte). Aunque la idea tiene raíces en la mitología y en los filósofos presocráticos, en Nietzsche adquiere un significado principalmente axiológico, más que cosmológico. En La voluntad de poder, intenta refutar la interpretación lineal y teleológica del universo: «Si el universo tuviese una finalidad, ésta debería haberse alcanzado ya. Y si existiese para él un estado final, también debería haberse alcanzado». Esto implica la inexistencia de otro mundo más allá de este, negando cualquier «trasmundo» platónico o cristiano. Este es nuestro único mundo, y cualquier intento de escapar a otra realidad es un alejamiento de la verdad. La consigna es «permanecer fieles a la tierra».
Nietzsche considera «envenenadores» a quienes predican esperanzas supraterrenales. Con la «muerte de Dios», el mayor crimen es contra el mundo, contra el sentido de la tierra.
El Eterno Retorno como Valor Supremo
El eterno retorno adquiere en Nietzsche una dimensión axiológica y moral: representa el valor supremo, la fidelidad a la tierra, el «sí» a la vida y al mundo, emanado de la voluntad de poder. Zaratustra es el profeta de este eterno retorno. Con esto, Nietzsche afirma simultáneamente:
- El valor o la inocencia del devenir y la evolución.
- El valor (en contraposición a cualquier filosofía pesimista).
La Transvaloración de Todos los Valores
En Más allá del bien y del mal y Genealogía de la moral, Nietzsche examina el origen de los valores y argumenta que toda moral debe ser evaluada en función de su relación con la vida y la voluntad de poder. Afirma haber identificado dos tipos fundamentales de moral:
- Moral del señor: Es la moral noble, característica de los individuos fuertes y poderosos, que afirman la vida y establecen sus propios valores. En esta moral, «bueno» es sinónimo de noble, bello, fuerte y feliz, mientras que «malo» se refiere a lo débil y despreciable.
- Moral del esclavo: Emerge del resentimiento de los oprimidos, quienes transforman su impotencia en virtud y exaltan la humildad, la compasión y la pobreza. Esta moral, representada por el cristianismo y la democracia, busca la igualdad universal y rechaza la grandeza individual.
Nietzsche sostiene que, originalmente, predominaba la moral del señor, que ensalzaba la fuerza y la independencia. Sin embargo, una «rebelión de los esclavos», liderada por los judíos y el cristianismo, invirtió los valores, instaurando una moral decadente que niega la vida.
Para rectificar esta decadencia, Nietzsche propone la «transvaloración de todos los valores«: el rechazo de la moral tradicional y la recuperación de una perspectiva que afirme la vida. Se autodenomina «inmoralista» porque niega la moral cristiana, la compasión y la benevolencia, considerándolas manifestaciones de debilidad. Para él, la negación y destrucción de los valores decadentes es la condición necesaria para afirmar una nueva forma de existencia.
Las Ideas y la Sustancia en Descartes
Las Ideas
A Descartes no le queda otra opción que deducir la existencia de la realidad a partir de la existencia del pensamiento. Hasta este punto, cuenta con dos elementos: el pensamiento como actividad y las ideas que el yo piensa.
Todo sujeto pensante posee ideas, y estas pueden clasificarse en:
- Adventicias: Provienen del mundo externo y son consideradas falsas.
- Facticias: Son construcciones a partir de las ideas adventicias y carecen de valor.
- Innatas: Se presentan con claridad en la mente, son inherentes al pensamiento.
El Concepto de Sustancia
La sustancia es un concepto fundamental para Descartes, y la define como «una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra para existir».
Esta definición, en un sentido estricto, se aplica únicamente a Dios. Sin embargo, en un sentido más amplio, puede utilizarse para señalar la independencia de la res extensa (los cuerpos) y la res cogitans (el yo), que no requieren la una de la otra para existir. Descartes denomina atributos a aquellas cualidades que permiten distinguir una sustancia de otra.
Cada atributo es suficiente para revelar la sustancia, pero existe uno que constituye su naturaleza y del cual dependen todos los demás.
El Método Cartesiano
Descartes busca emplear el mismo método utilizado por los geómetras, basado en axiomas, definiciones y demostraciones. Sin embargo, se refiere al «descubrimiento» del método. Consideraba que solo los matemáticos poseían el conocimiento para demostrarlo, y que este método no solo se aplica a objetos matemáticos, sino también a objetos físicos y espirituales. En este punto, Descartes concibe la unidad del saber. En las Reglas para la dirección del espíritu, afirma: «Todas las diversas ciencias no son otra cosa que la sabiduría humana, la cual permanece una e idéntica…».
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