03 Mar

Éticas de la Felicidad y Éticas Contemporáneas

1. Éticas de la Felicidad

Todas parten de la concepción del ser humano, afirmando que poseemos una naturaleza, un modo de ser que se manifiesta en nuestra vida. Establecen un ideal para alcanzar nuestra plenitud, para desarrollarnos y llegar a nuestra perfección.

1.1 Aristóteles

Fue el primero en escribir una obra sobre las reflexiones de carácter ético, Ética a Nicómaco. Afirma que cada actividad tiende a un fin que es su bien. El último fin es el del ser humano, nuestro «bien supremo», que es la felicidad, la cual se busca por sí misma. Para responder a la pregunta sobre cómo alcanzar la felicidad, recurre a su concepción de la naturaleza y considera que solo puede consistir en la virtud. Seremos felices en la medida que realicemos adecuadamente la función propia. Estas funciones pueden ser de tres tipos: vegetativas, sensitivas y racionales; y para ello necesitamos de la sabiduría.

1.2 Epicuro

Filósofo griego (341-270 a.C.) consideraba que en el universo solo había materia. Al no existir más que eso, busca un objetivo para vivir felizmente su corta existencia: el disfrute del placer para evitar el dolor, y a la vez exige librarse del miedo a los dioses, la muerte y el destino. Para que esto funcione, se consigue disfrutando de los placeres naturales al satisfacer necesidades naturales con medios naturales.

2. El Utilitarismo

El antecedente inmediato de las éticas utilitaristas del s. XIX es David Hume, quien niega que los preceptos y las normas de la moral encuentren su fundamento último en la razón. El utilitarismo es un marco ético para la moralidad, basado en la maximización de las consecuencias buenas para una población. La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para la humanidad. Esto se resume a veces como «el máximo bienestar para el máximo número de personas». Recomienda emplear métodos que produzcan más felicidad o aumenten la felicidad en el mundo.

2.1 Ética Cristiana

Es la forma mediante la cual se basan las acciones de vida en los principios de Dios. No es una religiosidad, ya que esta podría cumplirse sin vivirla ni sentirla. Cuando se habla de ética cristiana, se refiere a aquellos principios humanos basados en Dios en los cuales se cree firmemente y se está dispuesto a defender ante todo y todos, no por obligación sino por fe propia. Para Aristóteles, los seres humanos somos seres racionales que aspiramos a la felicidad, que se consigue realizando nuestras funciones. Esta es el gozo de hacer lo que haces y ser lo que eres, basando tu vida en lo que estableció Dios, sin obligar a los demás, porque la primera norma es la aceptación.

3. La Ética Kantiana

Fue alabada por los filósofos cristianos y criticada por los filósofos ateos. Los dos puntos fundamentales son:

  • Demostrar la falsedad de toda doctrina moral que pretenda apoyarse en consideraciones empíricas.
  • Otorgar a la ética una base exclusivamente racional y apriorística.

Otro punto fundamental es el imperativo categórico, que consiste en normas que se consideran incondicionales, necesarias y absolutas, y que deben ser el fundamento racional de toda conducta moral. Para Kant, las opciones morales solo son válidas si pueden ser adoptadas por todos y en todo momento. Es un mandato que debe ser obedecido como un deber moral por encima de los intereses individuales, pero por propia voluntad.

3.1 Éticas Dialógicas

Sitúan la bondad moral de las acciones en el cumplimiento del deber con origen en una reflexión individual. Esta ética es consciente de que los intereses de cumplir las normas resultan del acuerdo al que hayamos llegado después de haber argumentado racionalmente cada uno de nosotros en defensa de su posición. Para estas éticas, se produce un desplazamiento de la universalidad kantiana; piensan que hay que presentar las razones de por qué creemos que hay que actuar de esa manera. La persona buena es aquella dispuesta a tener como normas las expuestas en la ética racional. La justificación es el consenso entre los hombres, pero consiste en que, después del diálogo, se ha convencido a los participantes. Se denominan también éticas de la comunicación o del discurso. Los representantes más importantes son Habermas, Karl Otto Apel y Adela Cortina.

4. Los Derechos Humanos

La diferencia entre lo que exigía Kant para que hubiera autonomía y lo exigido por las éticas dialógicas consiste en que Kant seguía los mandatos de «la razón», mientras que en la actualidad se piensa que sólo se pueden conocer a través de un diálogo que lleve a un consenso. El «yo» kantiano ha sido sustituido por el «nosotros», pasándose del monólogo de la razón a la comunidad del diálogo. Un caso concreto en el que se ha alcanzado este ideal es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que sirven para considerar como valores con validez universal acerca de qué es lo bueno.

Identidad Colectiva y Ciudadanía

1. La Identidad Colectiva

Es el estado de conciencia implícitamente compartido de unos individuos que reconocen y expresan su pertenencia a una categoría de personas, a una comunidad que los acoge. La identidad tiene un fuerte contenido emocional, es una construcción del Yo frente al Otro. Desde un punto de vista racional, es el conjunto de repertorios culturales interiorizados a través de los cuales los individuos o colectivos demarcan su territorio y se distinguen de los demás mediante contextos históricamente específicos y socialmente estructurados.

1.1 La Comunidad Política en Atenas

En el s. V a.C. en Grecia surgió una nueva forma de convivencia dirigida por la ley. Apareció una nueva forma de gobierno, la democracia, y una nueva forma de entender la vinculación a la comunidad política, la ciudadanía. Todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y es imprescindible el derecho a tomar la palabra. Pericles tuvo gran importancia en esta época. Además de lo anterior, se añade la virtud cívica, que imparte la responsabilidad de los ciudadanos.

1.2 En el Mundo Moderno

A finales del s. XVII, los contractualistas dejan de ser súbditos y se convierten en ciudadanos. El pacto del poder regula los deberes y derechos del ciudadano, permitiendo un marco de convivencia libre. Se crea la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano por los revolucionarios franceses en 1789, lo que lleva a ciertas tensiones sociales, recogidas por Charles Dickens en sus novelas.

1.3 Mundo Contemporáneo

Las luchas obreras del s. XIX y los pensamientos socialistas llevan a una evolución del concepto de ciudadanía. Con el tiempo, el concepto de «todos» se fue extendiendo, provocando una igualdad de todas las clases y entre hombres y mujeres para un mayor disfrute de los derechos y para tener dignidad. Avanzó la Declaración de 1789 hasta la de 1948, donde se recogían también derechos económicos, sociales y culturales, llamados de «segunda generación».

2. Fundamentación

2.1 Contractualismo y Ciudadanía

Surge durante los s. XVII y XVIII con los pensadores contractualistas, que sitúan en un contrato el origen de la sociedad. Sus teorías ponen al hombre como centro del universo. Fundamentan con sus teorías tanto la ciudadanía como la democracia, y para entenderlas conviene contraponerlas. Una de estas teorías fue la organicista, de Aristóteles, que sirvió como trasfondo en el que se hacía margen de la voluntad de los súbditos a los que gobernaba.

2.2 Aristóteles

Afirma que el hombre es un ser social por naturaleza. El lenguaje adquiere sentido en la comunicación, y esta es posible únicamente viviendo con los demás. El todo social es como un «organismo», y el individuo es solo una de las partes. El ser humano dejaría de «ser» humano si se le separa de la ciudad.

2.3 Locke

El contractualismo de Locke es el que posee más precisión y rigor. Para llegar al contrato, parte de un ser humano libre y en estado de naturaleza, que vive disfrutando de sus derechos. Según Locke, esto supone un problema: existe incertidumbre de cómo será el castigo de los que no respetan los derechos. La autoridad tiene la función de salvaguardar la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos que no hayan sido cedidas en el pacto. Para evitar la tentación, Locke propone la separación de poderes.

2.4 Ciudadanía y Laicidad

La laicidad, a pesar de ser criticada, es imprescindible para la existencia de la ciudadanía auténtica. Procede del contractualismo, y Locke se asienta sobre la «libertad de conciencia». Este defiende sus ideas y crea así la Carta sobre la tolerancia de 1689, donde defiende que el gobernante no tiene ni puede tener ningún control sobre los ciudadanos. Salvador Pániker y Norberto Bobbio hablan de esto.

Origen y Legitimación del Poder

1. Origen del Poder

1.1 Origen Divino

A lo largo de la historia y en diferentes culturas, se suele legitimar que el poder viene de Dios. De esta manera, los que dirigen la autoridad no son hombres. En muchos pueblos primitivos, los reyes tenían una estrecha vinculación con los dioses. La teoría de que el poder viene de Dios se denomina teocracia. En la actualidad, se sigue estableciendo una relación entre la divinidad y el poder político.

1.2 Cristianismo

En las últimas décadas del s. IV, los pensadores cristianos defendían que el poder de los gobernantes procedía de Dios. Se apoyaban en el Antiguo Testamento, por ejemplo, en el libro de los Proverbios o de la Sabiduría. También se dividía el poder en espiritual y temporal. Tanto el Papa como el rey recibían de Dios el poder para mandar y obedecerlos. Esta dualidad de poderes planteó el problema de la relación entre ambos. Agustín de Hipona trató este tema en su obra La ciudad de Dios, y uno de sus objetivos era separar el orden político del religioso. La alianza entre la cruz y la espada cambió en el s. XVI. En los s. XVII y XVIII, se intentó defender la existencia de un «derecho natural». Pasaron al pensamiento en el que el ser humano era también el origen de la sociedad y de todo lo necesario para su existencia, como la autoridad, y esta podía ser elegida por los ciudadanos. En el s. XX, el Concilio Vaticano II, en su constitución Gaudium et Spes, se limitó a afirmar que el poder político tiene su origen en Dios.

1.3 Islam

Mantiene la posición teocrática con respecto a la autoridad: el poder político procede de Dios y el gobernante dirige la sociedad en su nombre. Se basa para ello en el Corán. Irán, que se organiza en consonancia con la doctrina islámica, es uno de los Estados más característicos. El ideal de la sociedad islámica exige la integración de la religión en la esfera de lo político. Mediante la voluntad de Alá, se establece la única voluntad de legitimar la actuación de los gobiernos islámicos. La relación entre Dios y el poder es tan fuerte en el islam que se puede afirmar que se sirve a Alá para hacer realidad su voluntad sobre los hombres.

2. El Pueblo como Origen del Poder

En la actualidad, la forma más extendida de entender el poder es la legitimación de la autoridad, afirmando que el poder de los gobernantes procede del pueblo que los elige para gobernar. Esto se denomina democracia, la cual apareció por primera vez en Grecia en el s. V a.C., donde se utilizaban mecanismos para tomar las decisiones. Mandar y obedecer se convirtieron en «papeles sociales». El poder era del pueblo y no provenía de ninguna instancia ajena. Más tarde, en la Edad Moderna, se considera el poder del pueblo como único soberano. En el Renacimiento, el hombre pasó a ser el centro. Pero, sobre todo, fue la irrupción de la burguesía en la vida política la que influyó.

2.1 El Contractualismo

Durante los s. XVII y XVIII, para explicar que el poder se encuentra en el pueblo y que la autoridad lo recibe de él, recurrieron a las teorías contractualistas. El ser humano vive en sociedad por decisión propia, por el contrato social. Antes de que eso pasase, se aseguraba que vivían en estado de naturaleza, como afirman filósofos como Rousseau y Kant. Lo que pretendían era justificar las reglas de convivencia, con las ventajas que presenta.

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