11 Sep
Éticas Materiales
Características
Son éticas del bien. Un bien es cualquier fin considerado bueno en sentido moral. Por tanto, hay una multiplicidad de bienes para el hombre. Cada una de las éticas materiales determina lo que se entiende por bueno en función del fin propuesto. El fin último puede ser la felicidad, placer, bienes materiales, éxito, dinero y fama, conocimiento o salvación trascendente, etc.
Son éticas de la pluralidad. Las éticas materiales conducen al pluralismo ético, puesto que a cada fin último le corresponde un nuevo sistema ético. Todavía los grandes sistemas éticos por su significado filosófico están fundamentados en la reflexión e implícitamente aspiran a ser universales.
Son éticas empíricas. Lo que determina a la voluntad a actuar de acuerdo con un fin son motivos basados en la experiencia, en los contenidos y las consecuencias visibles, probadas, extendidas socialmente y evaluables de la felicidad, el placer, el interés.
Crítica de Kant a las Éticas Materiales
Resulta imposible aceptar que estas éticas materiales sean el fundamento de la moralidad. Lo que tiene auténtico valor o mérito moral son las acciones que tienen como objetivo el cumplimiento preciso y costoso del sentido del deber. Es imposible, según Kant, encontrar el fundamento de la ley moral y de la libertad en las éticas materiales:
- De la ley moral, en cuanto sus imperativos hipotéticos no son leyes morales universales y necesarias, sino normas subjetivas y particulares.
- De la libertad, en cuanto las decisiones adoptadas por la voluntad están sometidas a un rígido determinismo causal.
Ética Formal de Kant
Imperativo Categórico
Una voluntad que se da a sí misma su propia norma mediante imperativos de deber es una voluntad autónoma, por cuanto su orientación procede de su propia ley moral y no de motivos o causas externas que la condicionan. Otra formulación del imperativo categórico es la siguiente, en palabras del autor: «Obra de tal manera que la voluntad pueda considerarse a sí misma mediante su máxima como legisladora universal».
Una voluntad autónoma es libre. En las éticas materiales, la voluntad está determinada por la causalidad natural. Actúa movida por motivos empíricos, por causas fisiológicas, psicológicas, sociológicas, educacionales, jurídicas, religiosas, etc., que la impulsan necesariamente a actuar en una dirección determinada. Por tanto, como cualquier otro objeto de la naturaleza, está sometida al principio universal de causalidad y, por tanto, no es rigurosamente libre. Sólo puede considerarse libre a una voluntad que no actúa por motivos empíricos, sino que es capaz de actuar al margen, e incluso contra el orden de las causas naturales y darse a sí misma su propia ley moral.
Una voluntad autónoma y libre considera a los demás hombres no como medios para conseguir un fin (éticas materiales), sino como fines en sí mismos. Los principios racionales, universales y necesarios de la ética formal kantiana son leyes morales válidas para todos los hombres e implican una ética de fines, puesto que sólo el hombre como ser racional es un fin en sí mismo y nunca un medio para otro.
Alienación en Marx
Alienación Económica
La situación de alienación básica es la que padece el trabajador dentro del proceso productivo en la realización de su trabajo. Marx distingue entre el sujeto productivo-transformador y el objeto producido. El sujeto (trabajador), en la realización del objeto (producto), “sale de sí mismo” y entra en contacto con la naturaleza y los demás, realizando un esfuerzo en la elaboración del producto que le produce un desgaste o pérdida de energía. Hasta aquí no hay nada negativo en el proceso.
A partir de la producción del objeto, y del modo en que este es realizado, es cuando se muestran los aspectos negativos del proceso productivo, que Marx resume en dos:
- El objeto producido no le pertenece al trabajador, sino al empresario, produciéndose una expropiación del sujeto.
- El trabajador es utilizado como un medio de producción dentro de una cadena de producción. Al limitarse a desarrollar tareas mecánicas, al igual que las máquinas que utiliza en su trabajo, se le restringe su capacidad creativa. En definitiva, es tratado como un objeto y no como un sujeto. A esto, Marx lo denomina cosificación del sujeto.
El resultado es que el trabajador no se realiza en su trabajo, explotado física y mentalmente, y no se pertenece a sí mismo, sino al empresario que paga por su esfuerzo un salario miserable. Tampoco puede identificarse con el objeto producido, pues una vez realizado ya no le pertenece, sino que pertenece al empresario. Todas estas circunstancias vienen dadas por el modo de producción capitalista. La única manera de cambiar la situación de alienación económica es cambiar por completo el modo de producción capitalista por otro en el que el trabajador se realice en su trabajo, no sea tratado como un objeto y el producto de sus manos le pertenezca.
Alienación Social
La configuración del proceso de producción, en el que básicamente cabe distinguir entre quién desarrolla el trabajo productivo -los trabajadores- y quién lo dirige -los empresarios-, determina la división de la sociedad en clases dominantes y clases dominadas. Esta división y separación de clases resulta negativa y produce una situación de enfrentamiento entre las clases sociales. La situación debería ser, muy al contrario, una situación de igualdad, en la que no hubiera división de clases sociales. Ello no será posible -piensa Marx- si no cambia el sistema de producción capitalista por otro en el que no haya distinción entre empresarios y trabajadores.
Alienación Política
Tanto el Estado como su sistema legal amparan y protegen el sistema económico vigente en la sociedad. Por eso, el Estado es en realidad un Estado burgués, en manos de la burguesía, que está al servicio de sus intereses económicos. El proletariado ve entonces en el Estado a un enemigo, cuando el Estado debería ser y estar al servicio de todos. Para Marx, no se ha cumplido el ideal hegeliano de la identificación con el Estado porque el Estado liberal, lejos de ser neutral, es un Estado que, con su política de no intervención en la economía, favorece a la clase dominante, dejando a su suerte a los más débiles. Así, la aspiración de Marx consiste en eliminar toda clase de Estados y convertir el mundo entero en patria de la humanidad.
Infraestructura y Superestructura
Superestructura
Sobre la estructura económica se levanta la superestructura. Está compuesta por:
- La superestructura social: Es el sistema de organización social, es decir, el sistema de división de clases. Marx consideraba que las diferentes clases sociales derivan de su posición en el sistema productivo, distinguiendo a grandes rasgos entre clases dominantes -propietarias de los medios de producción- y clases dominadas -empleadas en el proceso de producción.
- La superestructura política y jurídica: Es el sistema en que está organizado el poder político y el conjunto de las leyes vigentes en una determinada sociedad. Marx consideraba que tanto la organización del Estado como el sistema de leyes están en consonancia con la infraestructura económica. El poder político siempre ha estado en manos de los propietarios de los medios de producción y las diferentes legislaciones siempre han sido coherentes con el sistema económico y protectoras del mismo.
- La superestructura ideológica: Está constituida por el conjunto de creencias, formas de pensamiento o ideas que se tienen en una determinada sociedad. Estas creencias o ideas se manifiestan no sólo en la filosofía, sino también en el arte, la literatura o la religión.
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