28 Dic

Orígenes y Características del Teatro Griego

Los teatros griegos se comienzan a construir en la época clásica. Su espacio está destinado a representaciones religiosas o corales. Nace en Grecia con relación a las fiestas dionisíacas, en honor al dios Dionisio, dios del vino, de la locura ritual y el éxtasis, un personaje importante de la mitología griega. Estas celebraciones incluían danzas, cantos y cortejos de máscaras, dado el carácter sagrado de las ceremonias que se representaban. Los primeros autores fueron Esquilo y Sófocles. Se conocieron y utilizaron paneles que decoraban la escena, pintados o esculpidos, e incluso llegó a existir un manual de escenografía.

Estructura del Teatro Griego

El teatro griego consta de tres partes:

  • Graderío: Semicircular, para los espectadores, construido aprovechando el desnivel de una colina.
  • Orchestra: Circular, donde se situaba el coro.
  • Proscenio: Escena rectangular situada en lo alto, con decorado móvil, y sobre ella actuaban los actores principales.

Un ejemplo es el Teatro de Epidauro, uno de los mayores teatros de Grecia, que poseía un aforo de unos 15.000 espectadores. El historiador, viajero y geógrafo griego Pausanias lo atribuye a Policleto el Joven.

La Escultura Griega: Evolución y Estilos

Etapa Arcaica (Mediados del Siglo VII – Primeros Años del Siglo V a.C.)

La escultura de la Etapa Arcaica se caracteriza por la rigidez, el geometrismo y la influencia cultural orientalizante (Asia, Egipto). Es considerado un periodo de búsqueda y experimentación, una etapa de asimilación y autoafirmación de la personalidad griega. Poco a poco aparece un arte original griego con formas rígidas, cargadas de significación religiosa y antinaturalidad (koure-korai). El movimiento plantea dificultades, como se observa en la musculatura del torso. Destaca la sonrisa egineta (Escuela de Egina, Ss. VI-V a.C.: transición del Arcaico al Clásico, Templo de Afaia), famosa por sus bronces.

Etapa Clásica (Comienzo del Siglo V a.C.)

La Etapa Clásica se caracteriza por el equilibrio, conjugando en las figuras la excelencia física y la moral. Se observa una actitud más libre del artista, que se apoya en su mayor capacidad de conocimientos técnicos, su propia personalidad y criterios de la época, gustos y modas. Se diferencian tres periodos:

Periodo Severo (Primera Mitad del Siglo V a.C., 500-450 a.C.)

Es un estilo sintético que elimina detalles, parte de la realidad y la simplicidad. Se observa la severidad de las formas, las partes del cuerpo se asemejan a formas geométricas ideales, y los vestidos son de gusto dórico (el jónico es más detallista), con pliegues (peplos y chitón). Hay un mayor movimiento gracias al dominio del fundido de bronce y una mayor caracterización de los temas: profesión, atletas, edad de los dioses según su carácter/símbolos. Se aprecia una economía de los rasgos como vejez, barba, calvicie y arrugas en la frente. Ejemplos: Auriga de Delfos (470 a.C.), bronce (1.80 m.), bulto redondo, antropomorfismo; Discóbolo (Mirón).

Periodo Clásico (450-380 a.C., Segunda Mitad del Siglo V a.C.)

Se impone el gusto de Atenas, centro dinamizador de la cultura helena, que capta y absorbe toda la producción artística. Se caracteriza por la influencia de la fuerte personalidad de un artista: Fidias y su técnica de los paños mojados. Se inicia el camino hacia la sensualidad del desnudo y la perfección de la figura humana (aparente naturalismo). Ejemplos: Atenea Parthenos (crisoelefantina), Atenea Promacos y Zeus de Olimpia. En la época postclásica aparece el primer desnudo femenino en el s. IV a.C., de la mano de Praxíteles. Se observa la idealización de los rostros, serenos, con rasgos grandes y definidos (Policleto), gusto por la actitud reposada, de equilibrio, aunque solemne de los dioses (ethos), por la articulación y estructura. La figura masculina tiene apariencia tectónica, proporciones pesadas, pero sin rigidez, y la figura femenina está llena de fuerza y opulencia. Hay una predilección por las estatuas de gran tamaño (colosales, incluso gigantescas). El ropaje es más racional que realista, se utiliza para modelar la figura con clara intención decorativa, de apariencia pictórica (en contraposición de los plegados del Estilo Severo).

Periodo Tardío (380-300 a.C., Siglo IV a.C.)

Se producen grandes cambios, como la búsqueda de nuevos caminos creativos debido a cambios ideológicos de la sociedad griega y a la inestabilidad de la época. Se aprecia una tendencia al realismo, se abandona el idealismo, la serenidad y el equilibrio clásico. Surge un nuevo humanismo con formas más suaves y blandas, y una pérdida de la solemnidad del siglo V a.C. Se observan actitudes triviales o anecdóticas, como cazar un lagarto u ofrecer uvas (Praxíteles). La actitud es inestable, como la época, con formas patéticas o apasionadas y profundos sentimientos, como el frenesí de las fiestas dionisíacas (Scopas). El retrato individual se mantiene, así como el plegado de los vestidos y el pictorismo de los cabellos. Ejemplos: Apolo Sauroctono (Praxíteles), Ménade o Bacante (Scopas).

Etapa Helenística (Siglo III – Primera Mitad del Siglo II a.C.)

Alcanza su desarrollo durante el Imperio de Alejandro Magno (336-323 a.C.). En este momento, el ciudadano pierde la consideración que tenía en la polis y se siente desprotegido en un mundo cambiante y convulso. La escultura alcanza gran difusión por todo el Mediterráneo oriental, rompe con la serenidad. El idealismo y el equilibrio de los modelos clásicos son abandonados a favor de una temática más rica y diversa. Aparecen los temas de la vida y el materialismo, emociones como el dolor, el erotismo o la embriaguez. Interesa más representar lo particular y concreto que los tipos generales, dejando paso al naturalismo y realismo extremo. El movimiento, con escorzos, composiciones en diagonal, desequilibrio en los cuerpos, dramatismo y tensión en los rostros, y las expresiones atormentadas, aunque resulte desagradable, se prefiere lo feo a la belleza formal. Triunfa lo anecdótico, lo recargado y lo expresivo. Los artistas se recrean en su arte, buscan la grandiosidad y provocar sensaciones inmediatas, dando forma al sufrimiento, tanto físico como espiritual. Se incorpora la teatralidad, escenificando a través del pathos griego (patetismo) de los personajes en sus rostros, con una intensidad extrema de los sentimientos y la tensión. Se intensifican el movimiento exacerbado y el dinamismo, se buscan resolver problemas técnicos y se da importancia a los grupos escultóricos, monumentales y colosales. Hay una mayor influencia de las culturas asiáticas (persa, indostánica, etc.) y se incorporan los temas anecdóticos. Los cuerpos ya no son proporcionados y pueden representar niños, ancianos, agonizantes, púgiles o retratos de personas concretas. Se pierde parte de la independencia e individualismo de los artistas, al concentrarse estos en talleres o escuelas.

Escuelas Helenísticas

Aunque Atenas mantiene, en cierto modo, su prestigio, surgen otros centros y escuelas:

  • Escuela de Pérgamo: Se caracteriza por la grandiosidad de sus creaciones, como la Gigantomaquia del altar de Pérgamo (Museo de Berlín), con figuras monumentales y fuertemente expresivas (representaciones de Galos).
  • Escuela de Rodas: Destaca por el movimiento exagerado, el sentido expresivo hasta lo agónico, la complicación formal y dinámica, la monumentalidad, el dramatismo y patetismo, la acentuación del sufrimiento y el dolor, y el gusto por lo recargado y lo barroco. También por la tendencia a componer grupos piramidales y la importancia de los valores táctiles, aportando valores dinámicos y pictóricos similares a los relieves de la Escuela de Pérgamo. Destaca el grupo Laocoonte y sus hijos (de Agesandro, Polidoro y Atenodoro), ejemplo de patetismo que evoca el estilo iniciado por Scopas, y la Niké o Victoria de Samotracia (190 a.C.).
  • Escuela de Alejandría: Más cotidiana y alegórica, se distingue por los relieves y representaciones de figuras populares de carácter anecdótico (tanagras).
  • Escuela de Tralles: Destacan obras como el Toro Farnesio o el suplicio de Circe (Apolonio de Tralles y Taurisco, 130 a.C.) y representaciones de Venus (entre otras, la Venus de Milo).

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