21 Ene
Origen del Concepto de Ciudadanía
- Definición usual:
- La pertenencia a la comunidad política –un país– que se asienta de modo permanente en un territorio.
- El disfrute efectivo de unos derechos que deben ser protegidos por la ciudad o el Estado, entre los que se incluye la posibilidad de participar en las tareas de gobierno.
La Ciudadanía en la Antigüedad Grecolatina
- El término “ciudadano” procede del latín civis, que comparte la raíz que civitas “ciudad”. En el derecho romano, el término civis estaba reservado únicamente para aquellos miembros de la comunidad.
- Tanto en Grecia como en Roma, el ciudadano era alguien a quien se reconocía dotado de un conjunto de derechos y deberes, con independencia de su nivel económico, y se destacaba especialmente el deber de defender a la ciudad, si era necesario.
La Ciudadanía en la Democracia Griega: La Tradición Política
- En el caso de la antigua democracia griega, ser ciudadano significaba sobre todo participar activamente en la política, la polis. El ciudadano, tanto si era rico como si era pobre, tenía la responsabilidad de acudir a la Asamblea. Las reuniones se celebraban unas cuarenta veces al año en el ágora, un espacio público. La mayor parte de los cargos públicos se asignaba mediante sorteo, para ser ejercidos generalmente por un año. Para estimular la participación de los ciudadanos pobres, se establecieron paulatinamente diversos incentivos económicos con los que se pagaba la asistencia a la Asamblea y el desempeño de los cargos. La edad mínima para ser admitido como ciudadano estaba fijada en 30 años.
- Para los griegos de la época clásica, ser ciudadano significaba sobre todo ocuparse de las cuestiones públicas; la deliberación, es decir, mediante una discusión abierta en la que se intercambian argumentos, razones… Este procedimiento se completaba con la votación como último recurso. Tres principios regían en la Asamblea:
- Igualdad ante la ley: todo ciudadano tenía los mismos derechos y deberes.
- Igualdad de palabra: todo ciudadano tenía el mismo derecho al uso de la palabra.
- Comunidad de cooperación para alcanzar el bien público. El ciudadano que solo atendía a lo propio era un idiota en el sentido originario de este término: el que solo mira por su propio interés.
La Ciudadanía en la Antigua Roma: La Tradición Jurídica
- El civis latino es distinto del polites griego: el ciudadano griego era sobre todo un sujeto activo al que se le exigen responsabilidades de gobierno, mientras que en Roma se entiende más bien como un título jurídico que permite reclamar ciertos derechos.
La Doble Raíz de la Ciudadanía Moderna
- La noción de “ciudadanía” de la Antigüedad nos muestra dos tradiciones que aún perduran:
- La participación política a través de la deliberación (de origen griego).
- La tradición de la protección legal de los derechos de la persona (de origen romano).
Ciudadanía y Estado
- Aunque las raíces de la ciudadanía sean griegas y romanas, el concepto actual de “ciudadano” procede sobre todo de los siglos XVII y XVIII, de las revoluciones francesa, inglesa y americana, y del nacimiento del capitalismo.
- Con la aparición del Estado moderno se va configurando el actual concepto de “ciudadanía”, ligado en principio a los dos lados de la expresión “Estado nacional”: Estado y nación.
- El término Estado fue utilizado por vez primera por Nicolás Maquiavelo.
Ciudadanía e Inclusión en el Estado
El filósofo Habermas publicó un libro titulado “La inclusión del otro”, en el que plantea, entre otras cosas, que existen varios modos de entender la relación entre los ciudadanos y el Estado.
- Una concepción liberal, que mantiene una separación entre libertades civiles y los derechos políticos. Las primeras han de ser garantizadas a todos los habitantes. Todos tienen que tener libertad.
- La segunda concepción es republicana, y es la que defiende el propio Habermas. En la tradición republicana, según este autor, no habría lugar para excluir de los derechos políticos a ningún colectivo social.
- Por último, hay también una concepción comunista de Estado y de la ciudadanía, que reclama mayor atención al vínculo étnico y cultural. Frente a esta visión, el comunitarismo mantiene que existen unos vínculos formados por la cultura y la procedencia étnica compartida dentro de cada pueblo, y que esos lazos efectivos son la base de solidaridad necesaria para que pueda existir el Estado.
Ciudadanía y Derechos Humanos
Derechos Civiles
Lo característico de la noción moderna de “ciudadanía” es el establecimiento de una serie de derechos individuales que tratan de frenar los posibles abusos de Estado. A lo largo de esos tres siglos, la influencia de las ideas iusnaturalistas se propagó por diversos países occidentales y provocó diversos cambios políticos:
- La declaración de que los indígenas americanos debían ser tratados como seres libres, con la consiguiente prohibición de esclavizarlos y de privarlos de sus bienes.
- El Edicto de Nantes estableció una serie de normas para acabar con las guerras de religión entre católicos y protestantes, de modo que comenzó a reconocerse públicamente la libertad de conciencia.
- La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa (1789) influyó notablemente en las declaraciones que se recogieron posteriormente en muchas constituciones de diversos países.
Derechos Políticos
A lo largo de los siglos XIX y XX se generalizan las declaraciones de derechos como parte de las constituciones occidentales y se va abriendo paso la inclusión de ciertos derechos que no habían sido tenidos en cuenta antes.
Ciudadanía Social
El reconocimiento progresivo de los derechos mencionados en los apartados anteriores ha conducido a que se haya consolidado en el siglo XX la noción de “ciudadanía social”, sobre todo a partir de la publicación del libro de Marshall Ciudadanía y clase social. En dicha obra, el autor define la ciudadanía como el conjunto de derechos y deberes que vinculan al individuo a la plena pertenencia a una sociedad.
Nuevas Facetas de la Ciudadanía
Ciudadanía Económica
La noción de “ciudadanía” ha permanecido durante siglos restringida al ámbito político. Sin embargo, es preciso reconocer que, además de ciudadanos políticos, somos también “ciudadanos económicos”. Y ese reconocimiento implica tomar en serio una ética empresarial y un estímulo a la responsabilidad social de las empresas, además de ejercer nuestra ciudadanía como consumidores poniendo en práctica una ética de consumo justo. El avance en esos ámbitos significa mayores oportunidades. Como objetivo, la erradicación de la pobreza; objetivo de una economía puesta al servicio de las personas.
Ciudadanía Intercultural
Si la ciudadanía ha de ser un vínculo de unión entre grupos sociales diversos, como lo son los que componen la mayor parte de la sociedad de nuestro mundo, no puede ser ya una ciudadanía ligada a un único grupo cultural, por muy mayoritario que este sea. Porque entonces se produce un desequilibrio entre el grupo cultural dominante, que estaría integrado por “ciudadanos de primera”, y los demás grupos culturales minoritarios, que estarían conformados por “ciudadanos de segunda”.
Para evitar esa indeseable situación, las sociedades contemporáneas se van abriendo poco a poco a una nueva dimensión de la ciudadanía que se basa en la ética intercultural. Esta ética consiste en no contentarse con asimilar las culturas relegadas a la triunfante, ni aceptar tampoco la mera coexistencia de los grupos culturales en guetos separados, sino en invitar a un verdadero diálogo entre quienes pertenecen a los distintos grupos, de manera que se respeten sus diferencias y se vayan fijando entre todos unos principios de convivencia justa y feliz.
Ciudadanía Cosmopolita
La noción de “ciudadanía cosmopolita” es un ideal que tal vez algún día se pueda hacer realidad. Consiste dicho ideal en que construyamos un mundo en el que todas las personas se consideren ciudadanas de pleno derecho en cualquier lugar del planeta, para que toda persona pueda tener acceso a los bienes indispensables para llevar una vida digna y poder participar en la vida colectiva. Es decir, es preciso universalizar los derechos humanos de la primera, segunda y tercera generación, apostando por una globalización ética.
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