02 Ene

El Teatro Español en el Primer Tercio del Siglo XX

El desarrollo del teatro español durante el primer tercio del siglo XX presenta una clara dicotomía. Por un lado, un teatro de éxito que goza del favor del público burgués y de los empresarios atentos a sus gustos, como el teatro benaventino de Jacinto Benavente. Por otro lado, se suceden intentos de renovación que chocan contra las barreras comerciales o el gusto establecido. Valle-Inclán y Lorca se erigen como figuras clave de estas inquietudes. Dentro del teatro de éxito, continuador de las tendencias de finales del siglo XIX, destacan:

  • La comedia burguesa de Benavente.
  • El teatro en verso, neorromántico con aportaciones técnicas del Modernismo.
  • El teatro cómico con predominio del costumbrismo.

En el teatro innovador, tanto en aportaciones técnicas como en nuevos enfoques ideológicos, se incluyen:

  • Las experiencias de los autores noventayochistas, como Valle-Inclán.
  • Los intentos de la vanguardia y del 27, entre los que sobresale Lorca.

El Teatro Comercial

La Comedia Benaventina

Jacinto Benavente es la figura más representativa de las posibilidades teatrales del momento. Algunos críticos lo incluían en la nómina del 98 por su obra El nido ajeno, comedia que fue retirada ante la indignación del público. Sin embargo, tras este fracaso, se ve obligado a aceptar los límites impuestos por el espectador. Sus obras se mantienen en la línea de comedias de salón, como La noche del sábado o Rosas de otoño. Son comedias amables en las que se critican y censuran los vicios y defectos de la burguesía, pero sin llegar al exabrupto. La excepción a estas comedias es Los intereses creados, su obra maestra, una farsa que encierra una cínica visión de los ideales burgueses.

También incursionó en el drama rural con su obra La Malquerida, que trata sobre la devastadora pasión incestuosa.

El Teatro en Verso

Este tipo de teatro combina rasgos posrománticos y modernistas, todo ello asociado a una exaltación de los ideales nobiliarios y a los grandes hechos del pasado. Algunos de los autores que cultivaron esta línea son Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Machado. De estos últimos, destaca su obra en colaboración La Lola se va a los puertos.

El Teatro Cómico

Dos géneros alcanzaron el éxito: la comedia costumbrista y el sainete. Los hermanos Álvarez Quintero llevan a escena una Andalucía tópica y sin más problemas que los sentimentales, como en Las de Caín o El patio.

Carlos Arniches presenta una producción dividida. Por un lado, los sainetes de ambiente madrileño, interesantes por el habla castiza, como en La chica del gato. Su otra vertiente se denominó tragedia grotesca. Son obras con una observación más profunda de las costumbres y una actitud crítica ante las injusticias, como en La señorita de Trevélez.

Dentro del teatro cómico, se debe mencionar el subgénero del astracán. Son piezas descabelladas sin otro fin que provocar la carcajada, como La venganza de don Mendo.

El Teatro Renovador

Frente a lo anterior, las innovaciones no tuvieron éxito comercial. Unamuno, con dramas de ideas y un diálogo denso, como en Fedra; Azorín, que experimenta con lo irreal y simbólico, como en Lo invisible; o Gómez de la Serna, que realizó un teatro escrito para el que no quiere ir al teatro, como en Los medios seres. Como se ha mencionado anteriormente, en este tipo de teatro innovador y experimental destacan dos escritores: Valle-Inclán y García Lorca.

Valle-Inclán

Su figura estrafalaria ocultaba una entrega rigurosa al trabajo y un profundo inconformismo. Se mostró desde el principio antiburgués, se enfrentó a la dictadura de Primo de Rivera y, al proclamarse la República, llegó a pedir para España una dictadura como la de Lenin.

Esta evolución ideológica es paralela a la evolución artística. Del Modernismo elegante camina hacia la literatura crítica basada en una distorsión de la realidad: el esperpento.

Entre las Sonatas y los esperpentos, se incluye un ciclo de Comedias bárbaras, ambientadas en la Galicia rural, donde se mueven personajes extraños y violentos. Con estas obras comienza su teatro en libertad.

En 1920 publica cuatro obras decisivas: Farsa italiana de la enamorada del rey, Farsa y licencia de la reina Castiza, Divinas palabras y Luces de Bohemia. Es en esta última donde aparece el término esperpento, como mezcla de lo trágico y lo burlesco con una estética que quiere ser una superación del dolor y de la risa.

Otros esperpentos son Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán, que están recogidos bajo el título Martes de carnaval.

El Teatro en la Generación del 27

Federico García Lorca

En la dramática de la Generación del 27, destacan tres facetas: la depuración del teatro poético, la incorporación de las formas de vanguardia y el propósito de acercar el teatro al pueblo.

Estas tres facetas confluyen en Lorca. Aunque esta generación es conocida por la etiqueta de «poetas», entre sus filas destacan algunas piezas teatrales:

  • Rafael Alberti estrena en 1930 El hombre deshabitado, claramente influida por el surrealismo, y en 1931 Fermín Galán, que forma parte de la literatura comprometida.
  • Miguel Hernández cultiva el teatro social siguiendo la estética de Lope en El labrador de más aire.
  • Alejandro Casona es el dramaturgo puro que combina humor y lirismo. Destaca su habilidad constructiva y la combinación de fantasía y realidad en sus obras, como Nuestra Natacha y La dama del alba.
  • Max Aub escribe comedias de vanguardia. Su tema central es la incapacidad del hombre de comprender y de comunicarse, como en Narciso. Durante la guerra contribuye al teatro político, pero sus obras más relevantes son las escritas en el exilio.

Federico García Lorca: Profundidad y Tragedia

Por debajo de su personalidad arrolladora late un profundo malestar. La temática profunda de su obra asombra por su unidad. Lleva a escena destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o a la muerte. Se trata de la tragedia de toda persona condenada a una vida estéril.

Lorca se nutrió de diversas tradiciones teatrales: el drama rural, los clásicos del Barroco, el teatro de títeres y el teatro de vanguardia. De ahí la variedad de géneros y el uso alterno de verso y prosa en sus obras. Las dos primeras obras fueron escritas enteramente en verso, para posteriormente ir dando paso a una prosa descarnada y profundamente poética.

El lenguaje tiene un claro sabor popular y un aliento poético mediante metáforas, connotaciones emotivas e imágenes.

Su trayectoria teatral se puede dividir en tres momentos:

  • Años 20: Su primer éxito es Mariana Pineda, que trata sobre la heroína que murió ajusticiada en Granada en 1831 por bordar la bandera liberal. A esta obra le sigue La zapatera prodigiosa. En esta etapa experimenta con lo popular y guiñolesco, el teatro simbolista y modernista.
  • Vanguardia: Es un momento de profunda crisis personal y estética. De ahí las obras influenciadas por el surrealismo. Destacan El público y Así que pasen cinco años.
  • Plenitud: Lorca da un giro decisivo cuyo camino es unir el rigor estético y el alcance popular. En casi todas sus obras, la mujer ocupa un puesto central.

Las obras representativas de su etapa de plenitud son:

  • Bodas de sangre: Se basa en un hecho real, una novia se escapa con su amante el mismo día de su boda. Se trata de una pasión que desemboca en muerte.
  • Yerma: Drama de una mujer condenada a la infertilidad y sumida a la fidelidad hacia el esposo.
  • Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores: Drama sobre la espera inútil del amor.
  • La casa de Bernarda Alba: La rigurosa reclusión por el luto agranda las pasiones. Es un enfrentamiento entre la autoridad y la libertad.

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