03 Feb
El Proceso de Hominización
El proceso de hominización es la evolución de los homínidos hasta el hombre actual. En la Península Ibérica se relaciona con la aparición del hombre en Europa hace unos 500.000 años. Comienza con los Australopitecos africanos y el homo Hábilis, seguidos del homo Ergaster, que emigró a Oriente Próximo y Asia, dando lugar al H. Erectus. El hallazgo de restos de homínidos de unos 800.000-1.3 millones de años en Atapuerca (1994) de una especie más avanzada que los Erectus llevó a la hipótesis nueva del homo Antecessor como primera evolución del homo Erectus en Europa. Otros descubrimientos de unos 300.000 años (H. Heidelbergensis) también en Atapuerca, llevaron a la teoría del Antecessor como antepasado común de los Neandertales y de los Sapiens. Los Antecessor eran cazadores-depredadores de grandes animales y caníbales y vivían en pequeños grupos junto a los ríos. En el P. Medio (100.000-35.000) los Neandertales peninsulares habitaban en cabañas y cuevas. Evolucionaron la caza y los instrumentos y practicaban enterramientos. Los Sapiens del P. Superior (35.000-8.000) tenían una industria lítica refinada, nuevos materiales y útiles, eran cazadores-recolectores e iniciaron el arte rupestre.
Culturas Autóctonas en el Primer Milenio
En el primer milenio surgieron en la península culturas autóctonas con influjos externos. Tartessos (IX-VI a.C.): Entre Andalucía oriental y sur de Portugal, con economía agrícola y ganadera transformada por la minería y el comercio con los fenicios, creándose una monarquía con aristocracia enriquecida. Los Íberos (V-III a.C.), de Cádiz a Pirineos, a partir de pueblos influenciados por griegos y púnicos, tienen la misma lengua y costumbres, diferentes grados socio-políticos, poblados fortificados y economía agraria y comercial. Arte basado en diosas, animales y exvotos (en santuarios). La aportación indoeuropea (IX-VIII a.C.) da lugar a las culturas celtíberas y celtas, pueblos de economía pobre, agrícola y ganadera, situados en ambas mesetas y NW peninsular. Usaron el hierro y tenían hábitats variados.
Los fenicios se instalaron en el sureste peninsular (Gadir, Sexi, Abdera-Adra) (S.VIII) en factorías desde donde cambiaban metales por manufacturaciones. Aportaron el torno de alfarero y la siderurgia. Los griegos se instalaron (S.VII) desde Emporion-Ampurias hasta la costa alicantina y en el Sur. Importaban cerámica, vino y aceite. Aportaron su arte, lengua, moneda, creencias, construcciones… Los cartagineses (fenicios de Cartago) dominaron las viejas áreas fenicias (V-III a.C.) destacando la colonia Ebussus-Ibiza, desde donde controlaban el Mediterráneo. Aportan cerámicas y obras funerarias.
La Conquista y Romanización
La conquista se dio durante la segunda guerra púnica. Guerras Púnicas (218-146 a.C.) Los hermanos Escipión desembarcaron en la península, al estar Aníbal en Italia. Escipión el Joven conquista Cartago Nova (209) y Gadir (206). La paz llega en el 196 a.C., tras controlar el Mediterráneo y sur peninsular. Guerras lusitano-celtíberas (155-133 a.C.) Viriato lleva a cabo unas guerrillas hasta su asesinato (139 a.C.) mientras los celtíberos resisten ante Roma, que controlará, tras su asedio, Numancia (133 a.C.) Guerras civiles en Roma (130-29 a.C.). La crisis de la República se trasladó a Hispania (guerras sertorianas (80-72) y guerras Pompeyo-César victorioso y asesinado en el 44 a.C.) Guerras cántabro-astures y galaicas (27-19 a.C.) Se inicia el Imperio con Augusto, quien acabará controlando estos pueblos.
La romanización es debida a la presencia romana en la Península, más rápida en el Sur por las diferencias culturales. El territorio se dividió administrativamente en provincias y ciudades. Hay una transformación debida a la nueva estructura social, el latín, los derechos latino y romano, arte, religión y calzadas. La economía agraria, basada en la trilogía mediterránea, la ganadería, minería, cerámica, salazón y comercio colonial contribuyeron al desarrollo.
Se construyeron calzadas, que precisaron viaductos y puentes. Los núcleos urbanos, amurallados, estaban constituidos por embalses, acueductos, teatros, anfiteatros, circos, termas, alcantarillado, fosas, basílicas y mercados, obras financiadas por el estado, como reflejo de su poderío. Usaron técnicas ingenieriles perfectas, materiales de calidad, sillares de piedra, cemento y ladrillo.
Invasión Bárbara y Monarquía Visigoda
La invasión bárbara (suevos, vándalos y alanos) en el Imperio Romano (409) fue defendida por los visigodos, que firmaron “foedus” con Roma, y que expulsarán a los vándalos hacia África. Los suevos permanecerán en Gallaecia y se extenderán hacia el sur. La monarquía visigoda, de carácter electivo entre la nobleza goda, se estableció en la Península (S.VI-VII) tras la caída del Imperio. La prohibición de los matrimonios mixtos, dada al principio, fue eliminada por Leovigildo. Las diferencias religiosas fueron un hecho hasta la conversión de la monarquía por Recaredo al catolicismo, y las diferencias legales acabaron con el Líber Iudiciorum, por Recesvinto. En las instituciones destacan el Aula Regia, en la administración central, con nobleza de la comitiva regia romana, los próceres (consejo privado), los gardingos (comitiva germánica) y el Oficio Palatino, núcleo central formado por oficiales con cargo en la Corte. Las funciones eran heterogéneas (legislar, gobernar, amnistiar, juzgar) con el rey. Era de carácter consultivo. Los concilios pasarán a tener carácter político en el 589 (conversión de Recaredo en el III Concilio de Toledo). Las decisiones eran recogidas en cánones o leyes con fuerza civil. En la administración territorial destacan los comes civitatis (gobernando los “territorios”) y los duces (gobernando las provincias) con poderes de gobierno, militar y judicial. Destaca la figura de san Isidoro de Sevilla, que recogió buena parte del saber de la época en sus “Etimologías”.
La Conquista Musulmana
Durante el califato omeya y en un intento de expansión del Islam, los musulmanes conquistan la Península (711). La débil monarquía visigoda y la aristocracia dividida llevaron a hacer pactos con los invasores y agilizar la conquista. Tariq, con 7.000 bereberes entra por Tarifa (711), llegando hasta Toledo y meseta Norte. Muza, por Sevilla y Mérida y con 18.000 árabes (712) llega a Toledo (713). Abdel–Azid toma la costa Este hasta Granada, teniendo a final de año, contacto desde la Meseta Norte hasta Murcia. Muza y Abdel-Azid toman el valle de Ebro (714) hasta Huesca y Lérida. Muza deja la Península y Abdel-Azid mandará en el Valiato con capital en Sevilla. Al-Sahm fue frenado en Poitiers (732) por Carlos Martel, dada su intención expansiva. Balch y sus sirios sofocarán las revueltas bereberes (741). Tras la conquista se establece el Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco (711-756) como provincia con capital en Córdoba, Al-Ándalus. Al llegar Abderramán I, primer emir de Córdoba, se iniciará el Emirato (756-929), se independiza del Califato Abasida de Bagdad y sofocará las guerras civiles. Al-Haqen I (797-822) frena la Marca Norte de Carlomagno, y acaba con varias sublevaciones (Jornada del Foso (797), Motín de Arrabal (813)) de los hispanos. Abderramán II consolida la administración con una autocracia centralizada, y su gobierno acaba en crisis, a la que se enfrentará Abderramán III, que instaura el Califato de Córdoba (929-1031), proclamándose califa y rompiendo los lazos religiosos con Bagdad. Se mantuvo firme y avasallador ante los cristianos. Con Al-Haqen II hubo paz y esplendor. Hixén II cederá su poder a su hachib, Almanzor, quien dirigió las aceifas. Tras catorce califas más se desintegra el Califato (1031).
Los Reinos Taifas
Los reinos Taifas ocuparon el territorio del antiguo Califato (1031-1290). Reinos independientes, de diferentes etnias (árabes, bereberes y eslavos), disminuyeron por ser más débiles que los cristianos o musulmanes. A finales del siglo XI, desaparecen los taifas eslavos (salvo Baleares) y los bereberes (salvo Granada). Las más fuertes fueron Sevilla y las fronterizas. Débiles política y militarmente, mantuvieron pactos con los cristianos, terminando por pagarles tributos, enriqueciéndola y obligándose a subir los impuestos, empobreciendo y descontentando a su población. Esta situación se refleja en su arte, falsamente lujoso, con materiales pobres y decorativos, desarrollándose la alfarería, letras y ciencias para impresionar. Tras la caída del taifa de Toledo (1085), por Alfonso VI, comprometiendo la marca media, los taifas de Sevilla y el Algarbe pidieron ayuda Almorávide, que acudió en manos de Yusuf Ibn Tasufin, derrotando a los cristianos en Zalaqa. Entre fin del XI y principios del XII, conquistaron el territorio andalusí, dada la debilidad taifa, su rigorismo religioso y su bajada de impuestos. Entraron en decadencia por la corrupción y la guerra santa, y por la incursión cristiana hacia el sur. Tras la derrota en Cutanda (1120), caen ante los Almohades en el Norte de África (1144), quienes, tras tomar el último Taifa (Murcia), trasladan la capital a Sevilla y resisten ante los cristianos, derrotando a Alfonso VIII en Alarcos (1195), pero derrotados en las Navas de Tolosa (1212), hecho que junto a otros agravantes contribuyó a su caída, incorporando sus territorios a Castilla y Aragón.
Ciudades y Sociedad en Al-Ándalus
Las ciudades concentraban la riqueza y eran sede de la administración central, aparte de los motores de la economía y sociedad andalusí, que seguía siendo campesina y agraria. Se organizaban en torno a una gran mezquita con zocos, suq (centros comerciales), alcaicerías (bazares de lujo) y barrios artesanos. Tenían calles estrechas, con viviendas de lujo cercanas a las murallas, fuera de las cuales estaban los arrabales. Las alcazabas crecieron tras el califato. Agricultura basada en la trilogía mediterránea, con numerosos aportes y cultivos comerciales (algodón, caña de azúcar) y mejora del regadío. Ganadería ovina, bovina y caballar, pesca, agricultura y cría de gusanos de seda eran la base de la economía. El comercio se daba en talleres agrupados por oficios y destacaban la artesanía textil y de lujo. Comercio interior se caracterizaba por darse en talleres y zocos en el ámbito internacional marítimo con reinos cristianos y oriente. Sistema monetario de plata (dírham) y luego bimetálico (dinar de oro). Sociedad multiétnica y con diversas religiones (musulmanes (árabes, bereberes) y dimmies (no creyentes: mozárabes y judíos)), de carácter rural al principio con grandes propietarios y colonial. En las sociedades urbanas destacan la Jassa, los Ayán, la clase media y los Amma (mudéjares y muladíes).
Cultura en Al-Ándalus
Cultura muy desarrollada gracias a la lengua árabe y al contacto con el mundo musulmán, que permitió la recopilación de textos literarios, filosóficos o científicos del mundo griego, persa e indio. Durante el califato hubo una creación literaria en verso y en prosa, destacando Ibn-Hazen con su poema al amor “el collar de la paloma” y el judío Ibn-Gabirol. En la segunda mitad del S.XIV sobresale el historiador Ibn-Jaldun con su obra “Al-Muqaddimah”. En filosofía destacó Ibn-Rusd, quien comentó la obra de Aristóteles, y el judío Maimónides. La cultura andalusí destacó frente a la cristiana en terreno científico, difundiendo el sistema de numeración indio y sobresaliendo en astronomía con la perfección del astrolabio por Al-Zarqali, en matemáticas y en medicina con Abulcasis y su enciclopedia médica y quirúrgica.
Núcleos de Resistencia y Reconquista
Los núcleos de resistencia surgen entre los siglos VIII y X, y darán lugar a los reinos cristianos que hicieron la reconquista. El núcleo astur-leonés seguía una política de supervivencia tras las montañas. En la batalla de Covadonga se inicia con Pelayo la monarquía astur con capital en Cangas de Onís. Alfonso I trasladó población del valle del Duero a Cantabria y Alfonso II sentó las bases de un nuevo estado heredero del visigodo con monarquía hereditaria, apoyándose en la iglesia y con capital en Oviedo. Alfonso III repobló el valle del Duero, expandiéndose hacia el Sur y a principios del S.X surge el condado de Castilla destacando la figura del conde Fernán González, y se pasó la capital a León. El núcleo de Pamplona será sede de enfrentamientos con los carolingios (Velasco) y musulmanes (Arista). El reino de Navarra se inició en el S.X con la dinastía Jimena y consolidará el núcleo aragonés, que dará lugar al reino de Aragón. El núcleo catalán lo constituían condados sometidos al imperio carolingio, como Gerona, Barcelona o Ampurias, cuyos condes eran funcionarios de los francos. Tras la crisis del imperio franco se feudalizaron estos condados, desde principios del S.X.
Fases de la Reconquista
La reconquista es la ocupación de los territorios musulmanes por los reinos cristianos. Se inicia con la toma de Calahorra por los navarros (1045) y tiene tres fases: 1) Mitad del S.XI-Mitad del S.XII: se consolidará desde los valles del Duero hasta el sistema central, zona peligrosa, y se ocupará el valle del Tajo, con la conquista de Toledo (Alfonso VI, 1085). La derrota de los Almorávides en Cutanda (Alfonso I “El Batallador”, 1120) permitió éxitos como la conquista de Lisboa (1147). Desde los territorios orientales se dominó el valle del Ebro, permitiendo el bloqueo de Zaragoza hasta su caída (Alfonso I de Aragón, 1118), que permitió la caída de Tortosa y Lleida (Ramón Berenguer IV). 2) Mitad del S.XII-1212: se ocupan los cursos altos del Guadiana, Turia y Júcar, en manos de los Almohades, que recuperaron Sierra Morena, y el sur de Lisboa (batalla de Alarcos, 1195). En las Navas de Tolosa (1212), una coalición de reinos cristianos y cruzados apoyados por el Papa vencieron a los Almohades. 3) 1223-1248 y tras un parón por varios contratiempos, se recuperará el Algarbe y Fernando III conquistará Extremadura, La Mancha y el valle del Guadalquivir. Jaime I “El Conquistador” recuperó Valencia y Baleares para Aragón.
Repoblación y Estructura Social
Del S.VIII al S.XI, en la margen derecha del Duero se repobló individualmente mediante presura y aprisio (en la zona pirenaica) y se crearon monasterios (el clero regular). Entre el S.XI y Mitad del XII, en la margen izquierda del Duero se empleó el sistema de concejos dando privilegios (recogidos en los fueros y cartas puebla) a los repobladores. En la cuenca del Tajo la población se superpuso a los no cristianos, que serían expulsados. En el valle del Ebro se mantuvieron los mudéjares, pero se privilegió a los repobladores. Mitad del S.XII a 1212, en los cursos altos del Guadiana, Turia y Júcar se crearon órdenes militares. De 1220 al 1248, en Andalucía, Extremadura y Murcia se repartieron latifundios. Valencia entregó pacíficamente el territorio, que fue colonizado. Baleares se repartió entre varios grupos. Destacaba la nobleza guerrera y el clero regular, que fundó monasterios. En las urbes los caballeros villanos (magistrados en los concejos), serán una aristocracia, mientras que los artesanos y campesinos pagaban impuestos. En Cataluña el sistema feudal se desarrolló con gran fuerza, y en los valles del Guadiana y Guadalquivir se repartieron latifundios.
Convivencia de Culturas
Tras la reconquista convivían cristianos, musulmanes y judíos que conservaban su cultura. Los mudéjares (musulmanes en reinos cristianos) constituyeron una población dócil, dedicada a la agricultura. Muchas ciudades capitularon para preservar sus derechos, religión, propiedad y organización. Se concentraron en zonas como Toledo, Murcia o Andalucía. La disminución de la población musulmana y rebeliones como la de 1264 aumentaron la presión social sobre ellos y hubo éxodos a Granada, acabando en minoría en el S.XV. La población judía mantuvo su presencia en muchas ciudades, aunque la actitud social fue más hostil hacia ellos, prohibiéndoles construir sinagogas y difundir su fe, teniendo que vivir en juderías y llevar distintivos. Se dedicaron a actividades económicas, medicina o artesanía de lujo. Llegaron a ostentar cargos y construir sinagogas en Toledo. Existía un antisemitismo que aumentó desde el S.XIV debido a su escasa popularidad, culpándoles de males o de acumular riqueza indebidamente. Hubo pogroms en 1348 y 1391, hasta que en el S.XV se les restringió la libertad, provocando conversiones, que fueron mal vistas y tuvieron desventajas.
La Monarquía en Castilla
En Castilla, durante la Edad Media, la teoría del origen divino y derecho romano fortalecieron a la monarquía, que se enfrentó a los nobles (S.XII-S.XV) para mantener su poder. Las instituciones se iniciaron con Alfonso X y los Trastámara. En la administración central, el Consejo Real (asiste al rey) está formado por caballeros, prelados y letrados (cuatro de cada, luego varió a favor de los últimos) la Corte (mayordomos, condestables, chancilleres y almirantes) eran nobles fieles al rey. La Hacienda (dividida en contaduría de Hacienda y de Cuentas) recaudó impuestos. Las cortes (con representantes de los tres estamentos) aprobaban subsidios y atendían a la corona. La administración territorial se basó en la división de siete provincias (adelantamientos y merindades). Alfonso X establece los regimientos en los concejos. En Aragón el rey se sometía a las instituciones y leyes de cada reino de la corona. Las cortes impusieron a Pedro III el juramento del Privilegio General y de los Fueros, que privilegiaba a la nobleza y clero y obligaba a las Cortes (formadas por tres brazos (cuatro en Aragón), con funciones vinculantes) a celebrarse periódicamente. La Justicia Mayor defendía a la nobleza frente al rey. Estas condiciones llevaron al pactismo. Con Pedro IV (1359) se establece la Diputación del General (comisión permanente de las cortes). En la administración central las Ordenanzas de la Casa Real regularon el funcionamiento del consejo real y de la chancillería. En la territorial el gobernador administrará en cada reino, dividido en veguerías (bailías en Cataluña). Los Justicia controlarán en los concejos aragoneses y los consellers en los consells catalanes.
Crisis y Transformaciones
La crisis se dará de manera heterogénea, como consecuencia de la reconquista. Se estanca el modelo demográfico debido al decrecimiento vegetativo, las crisis agrarias (que provocarán hambrunas y abandonos de tierras), las pestes (Peste Negra, 1348), que se harán endémicas, y las guerras. La pobre economía agrícola se basó en la autodependencia, y la ganadería se desarrolló (ovina) por la demanda lanar en las guerras europeas (Guerra de los Cien Años) y a su apoyo de la monarquía (Alfonso X crea la Mesta, colonias y cañadas reales). La artesanía era de autoconsumo, y se dio en Castilla (de paños) y Aragón (del cuero), agrupada en cofradías gremiales. En el comercio castellano interior destaca el desarrollo de las ferias y en el exterior se exportaba materia prima y se importaban manufacturaciones. En Aragón, el auge del comercio mediterráneo se verá en crisis desde 1340 (rivalidad con Génova, altos impuestos…). En Castilla la crisis sucesoria se resolvió con Alfonso X, y se siguió de guerras (v.g. Pedro I y Enrique IV, victorioso e instaurador de la dinastía Trastámara). En Aragón las dificultades de la política mediterránea llevaron a la crisis con Pedro IV. Tras el Compromiso de Caspe, los Trastámara se entronaron. Navarra tuvo guerras con Francia y Castilla, reinaron los Trastámara y acabó bajo el poder de Castilla (desde su toma (1512) por Fernando el Católico).
Expansión de la Corona de Aragón
Pedro III lanzó la Corona de Aragón a una política imperialista en el Mediterráneo. Incorporó Sicilia, Córcega y Cerdeña, chocando con los intereses franceses y del Papa, iniciándose una lucha con Francia por la hegemonía en Italia. Jaime II impulsó el imperialismo con los almogávares, soldados mercenarios aragoneses que recorrieron el Mediterráneo a principios del S.XV ayudando en campañas aragonesas y en 1302 embarcaron hacia Bizancio, al mando de Roger de la Flor, obteniendo grandes victorias contra los turcos. El asesinato de Roger hizo que se dedicaran a la devastación y al saqueo, ocupando el ducado del duque de Atenas (1311) y creando el señorío de Neopatria (1319). El coste económico de esta empresa forzó a los reyes aragoneses a pedir ayuda a la nobleza y clero. El último impulso se dio con Alfonso V, quien anexionó el reino de Nápoles (1443), luchando contra los franceses y las potencias italianas, estableciendo su corte en Nápoles para dedicarse a la política italiana.
Expansión Atlántica y Conquista de Canarias
La fachada atlántica de Portugal y la costa atlántica andaluza eran posiciones estratégicas que, desde el siglo XIII, comenzaron a ser focos importantes en labores de expansión y colonización. Dada esta rivalidad, una de las cláusulas del Tratado de Alcaçovas (1479) reparte los territorios atlánticos conquistados por Castilla y Portugal. Castilla se expandirá por la costa atlántico-africana desde Andalucía, y sus propulsores serán nobles andaluces (los Guzmán o los Poncio de León), mareantes y pescadores. La conquista de las Canarias fue larga (1402-1496) debida a la falta de medios económicos, su resistencia y su poco interés, y se distinguen dos etapas: la primera, por Jean Bethencourt, somete Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, y en la segunda, con los Reyes Católicos, se toma Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Los portugueses, por su parte, tomaron enclaves comerciales y exploraron las costas de África y el Atlántico, claro ejemplo son las Azores, las Madeira y las expediciones (fin del S.XV) de Bartolomé Díaz (vuelta al cabo de Buena Esperanza) y de Vasco de Gama, que llega hasta la India tras costear África.
El Renacimiento y el Humanismo
El Renacimiento se difunde por Europa desde Italia (siglo XVI) y, ligado al humanismo, recupera los modelos artísticos de la antigüedad clásica, y se da el antropocentrismo. El humanismo creía en la razón y en el individuo como tal, y llegan a España las corrientes flamencas (Erasmo de Rotterdam) e italianas, y fueron sobre todo adoptadas por sectores cultos de la iglesia (cardenal Cisneros, Nebrija, J.L. Vives). San Ignacio de Loyola funda la compañía de Jesús en 1540 (disciplina militar) para devolver al catolicismo a Europa. Se rompe el intento de conciliación del Concilio de Trento (1545-63), y con Felipe II se trató de evitar el protestantismo (índice de libros prohibidos, pragmática sanción (1559)), para lo que se usó la Inquisición, que procesó al Arzobispo Bartolomé de Carranza, a Fray Luis de León o a los diputados de la Generalitat. Esta defensa del catolicismo supuso una ruptura cultural con Europa. La inquisición también actuó contra los moriscos (decreto 1567), que se volvieron a sublevar en las Alpujarras (sofocada por Don Juan de Austria (1568-70). El descubrimiento del nuevo mundo cambió intelectualmente la ciencia (botánica, geografía, farmacología…), el derecho y el comercio (moralizar). En literatura destaca Garcilaso, buscan (poesía), el Lazarillo de Tormes (anónimo, 1554) en el realismo; y Fray Luis de León y San Juan de la Cruz, en lo espiritual.
Carlos V y la Guerra de las Comunidades
Carlos V (1516-56), heredero de Castilla, Aragón, Borgoña y la casa de Austria, llegará a España como rey de Castilla y Aragón (1517). Al ser extranjero, convocar cortes para pedir dinero y dejar los altos cargos a flamencos, estallará, al dejar España, la guerra de las comunidades contra estos cargos extranjeros, la subida de impuestos, el aumento del poder señorial y los comerciantes ricos. Las ciudades sublevadas (Toledo, Madrid, Segovia…) formaron la Junta Suprema que, en Tordesillas, se organizará en la Santa Junta, proclamando a Juana como reina. Carlos V formó un gobierno tripartito apoyado por la nobleza castellana y tras tomar Tordesillas (1520) derrotó a los comuneros en Villalar (1521), ajusticiando a los cabecillas (Bravo, Padilla y Maldonado), y las ciudades abandonaron la Junta. La peste que asoló Valencia (1519) mostró las discrepancias entre las clases sociales y en 1520 los trabajadores se hermanaron, constituyendo las Germanías, cuya rebelión se extendió, pero el apoyo de la nobleza, clero y élite mercantil a las tropas virreinales ayudaron a controlar la revuelta (1522). En el exterior se enfrentó a los turcos (Viena, 1532), Francia (1536-1544, paz de Crepy) y contra el problema luterano, solucionado en el Concilio de Trento y en la victoria de Mülberg (1547) contra la liga de Smalkalda. Abdicará en 1556.
Felipe II y la Consolidación del Poder
Felipe II heredó y gobernó España y Flandes (1556-98). La monarquía centralista, católica y contrarreformista se hispanizó y consolidó, al vencer a Francia en San Quintín (1557). Se dio una política defensiva contra los países bajos (67) y las revoluciones de 1572-78. Se frenó el expansionismo turco (en Chipre), que acabó en Lepanto (1571), con una Liga Santa. Se incorporó Portugal, se controló la zona católica de los países bajos y la calvinista se independizó en la Unión de Utrecht. Inglaterra derrotó (1588) a nuestra Gran Armada, Francia inició la guerra contra España, que terminará en la paz de Vervins (1598). En el interior se produce una crisis política por el asesinato del secretario del rey, Escobedo, incluyendo a Antonio Pérez; la Inquisición reprimió el protestantismo, a los alumbrados y a los moriscos andaluces, sometidos tras la sublevación en las Alpujarras (1567-71). Desde los Reyes Católicos se dio la política matrimonial para conseguir la unidad ibérica (los matrimonios de Isabel y María con Portugal). Al morir Don Sebastián (1578), el heredero (Don Enrique) planteó un problema sucesorio (era mayor). Felipe II, heredero lógico, fue rechazado por Portugal, que apoyó a Don Antonio, prior de Crato. Durante el reinado de Enrique, Felipe y la burguesía usaron la diplomacia con Portugal, y a su muerte, el duque de Alba lo tomó con una táctica de despiste (1580). Las Cortes de Tomar reconocieron rey a Felipe, garantizando la independencia portuguesa: no hubo anexión sin unión de dos reinos. Se eliminaron las aduanas y se creó un consejo de Portugal. Se obtuvo paso al Atlántico. En 1640 Portugal se subleva y se pierde definitivamente.
La Administración de los Habsburgo
Los Habsburgo mantuvieron la organización política de los Reyes Católicos apoyándose en el clero y la nobleza pero apartándolos de cargos de responsabilidad política. La administración creció y los monarcas eran ayudados por letrados. Carlos V resolvía conflictos personalmente y Felipe II dirigirá todo desde Madrid, capital desde 1561. Los funcionarios lo revisaban todo. Aumentó el centralismo. En la administración central las Cortes eran convocadas para pedir subsidios pero el aumento de impuestos indirectos e ingresos las hicieron innecesarias, y los reyes se servían de Consejos para gobernar, formados por funcionarios, letrados y miembros de la nobleza y clero. Los territoriales administraban cada reino y aumentaron con Felipe II (Castilla, Aragón, Navarra, India, Italia, Flandes, Portugal). Los ministeriales se ocupaban de sectores de la función política (estado, hacienda, guerra). Destacan los secretarios que asesoraban al rey desde la confianza, siendo gestores de una política monárquica autoritaria. Las audiencias para administrar justicia. En la administración territorial los virreyes representaban al rey en cada reino y solían ser parientes suyos. Los gobernadores eran nobles de prestigio o familiares. En la administración local seguirán vigentes los corregidores en Castilla, nervio del gobierno interior. Los vegueres y bailes en Aragón perdieron fuerza. En los municipios, en Castilla los jurados se convirtieron en cargos vitalicios y heredables, y los cargos de regidores se obtenían por servicios a la corona, que los vendía, haciendo que se multiplicaran y desvirtuara el sistema municipal. En las ciudades aragonesas sólo había jurados representantes de la burguesía, caballeros y ciudadanos honrados.
Crisis Demográfica y Económica
La población española del siglo XVI, rural y centrada en Castilla, se irá organizando y crecerá hasta las pestes de fin de siglo (1598-1600). En la economía agrícola sufre un desarrollo por el comercio americano y la demanda, pero está limitado por la técnica, aunque aumentará gracias a las tierras roturadas. La ganadería era estante y trashumante (prospera la Mesta hasta último tercio de siglo). La artesanía urbana (gremios) no era competitiva, y destaca la de lana (paños), seda, cuero (guantes), orfebre, minera (hierro, cobre, alumbre) y salina. Con la minería aumenta la industria metalúrgica y la construcción naval, aunque industria y artesanía decaerán (segunda mitad de siglo). El comercio nacional (centrado en la meseta) estaba limitado por la orografía peninsular y las aduanas interiores. El comercio internacional se basaba en el intercambio de materias primas por manufacturaciones (Medina del campo, Rioseco), que se impidió, lo que llevó a la exportación (indias). La actividad de banqueros alemanes y genoveses mantuvo a España en dependencia del extranjero. La sociedad, estamental y desigual, se da en tres grupos: la nobleza, grupo privilegiado (suelo, riqueza, honores) se clasifica (por riqueza) en Grandes de España y títulos, caballeros e hidalgos. El clero, propietario de terrenos (manos muertas), bienes y rentas y buen nivel intelectual, se clasifica por privilegios, en el alto clero (arzobispos, obispos y cabildos catedralicios), el bajo (párrocos y clérigos menores) y el clero regular. El grupo no privilegiado, estado llano, eran la mayoría de la población, sólo ellos pagaban impuestos y se distinguen en la urbe (mercaderes, artesanos, abogados, médicos, criados…), en el campo (arrendatarios, braceros y jornaleros) y los marginados (bandoleros, mendigos).
Los Validos y la Crisis de los Austrias Menores
Ante la incapacidad gubernativa de los Austrias menores, aparecen los validos, aristócratas usurpadores de las funciones de gobierno en quienes descargan el peso y que gobernaron con Juntas paralelas a los Consejos, donde corrompieron en beneficio de los suyos. Con Felipe III (1598-1621), el duque de Lerma practicó el nepotismo y acumuló indebida fortuna y su corrupción acabó en crisis, aunque mantuvo la hegemonía y paz exterior. El duque de Uceda le sucede (1618), moralizó la función pública y embarcó la guerra contra Christian IV. Con el Conde-Duque de Olivares, con Felipe IV (1621-65), privaron los intereses monárquicos y se dedicó decentemente a la Corona, pero nos embarcó en guerras europeas, hasta el borde de la crisis. Muerto el rey (65), el Padre Nithard, desastroso valido de la regenta Mariana hasta el 69, será seguido de Fernando de Valenzuela y con Carlos II (1665-1700), Don Juan José de Austria, seguido del duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. En la política interior del duque de Lerma se dio lentitud y corrupción administrativa, gastos innecesarios, la emisión de la moneda de vellón y la expulsión de los moriscos. Olivares propondrá reformas (moralización y saneamiento de las funciones públicas, fomento y desarrollo del comercio e industria, repoblación, centralización…) que casi desintegra en España. Luis de Haro le sucede, recuperó Cataluña (Westfalia) y pierde Portugal (Pirineos).
Revoluciones en Cataluña y Portugal
En 1640 tuvieron lugar las revoluciones de Cataluña y Portugal, como otros intentos frustrados. Fue una más de las revoluciones que se dieron en Europa occidental por la crisis de los estados, el parón burocrático y el aumento del espíritu crítico. En España influyeron el centralismo y el agotamiento de la monarquía. Los intentos centralizadores del conde duque llevaron a la Unión Armada (1626), según la cual todos los reinos deberían contribuir en proporción a la armada, rechazada por Cataluña. Las fuerzas sociales catalanas ante la depresión del comercio mediterráneo, el aumento de los impuestos y la amenaza de su independencia, estallaron en 1639-40. El 12-VI-1640 los segadores iniciaron una revuelta en Barcelona, asesinando a virrey y las posiciones se dividieron entre los radicales que pretendían la secesión y moderados más negociadores. Triunfaron los radicales y se inició la guerra que acabó con Luis XIII como conde de Barcelona. La escasez de plata americana y los asaltos a las colonias aumentaron los deseos de independencia en Portugal. La presión fiscal llevó al Motín de Évora (1634) contra los impuestos y al levantamiento de Lisboa (1640) que acabó con la coronación de Juan IV como rey. Hubo más intentos con participación de alta nobleza, pero sin base popular. Las clases modestas se alzaron en Italia por razones económicas, fracasando en Sicilia por la radicalización y en Nápoles por intervención militar. Al fin de la guerra de los 30 años con la paz de Westfalia, Haro quiso recuperar Cataluña, que tras la capitulación de Barcelona (1652), tras su asedio, y la ocupación de Gerona fue devuelta en la paz de Pirineos. Los deseos de independencia y el apoyo inglés y francés llevaron a la derrota de Ameixal y Villaviciosa, perdiéndose Portugal (65).
Política Exterior y Guerras
Con el valimiento del duque de Lerma (con Felipe III), se mantuvo la hegemonía europea gracias a la hábil diplomacia y a la situación de paz. Con el duque de Uceda la política exterior se hizo austracista, llevando en 1618 a intervenir en una guerra por el trono imperial de Austria (primera fase de la Guerra de los 30 años) que ganó el candidato católico en Montaña Blanca (1620). El conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, se enfrentó a grandes estadistas como Richelieu o Cromwell. Intentó renovar la tregua de los doce años, pero ante la posición de los Consejos de Portugal y de Indias, continuó la guerra con Holanda, a quien venció. La guerra de los treinta años pasó a ser religiosa con Christian IV (protestante). Los tercios de Flandes vencieron en Lutter, imponiéndose la liga Católica. La posterior derrota sueca llevó a la paz de Praga. La última fase fue por la hegemonía europea, con intervención de Francia. De 1635 al 37 España, ataca el norte de Francia y en 1637 Francia ataca Países Bajos y la península. Tras las revoluciones de 1640, Olivares cede y dimite en 1642. La derrota de Rocroy (1643) y el desastre de Lens (46) llevaron a la paz de Westfalia (1648), donde se independizaron los Países Bajos. Luis de Haro vence en Valenciennes en 1656 y al no aceptar la paz con Francia es derrotado en Newport (1656), con la paz de Pirineos (59), donde España pierde el Rosellón y la Cerdaña. El valido de Mariana, Nithard, declaró la guerra de la devolución a Francia, que acaba en derrota, y la paz de Aquisgrán, a la que se siguen derrotas hasta la paz de Nimea (1678). La muerte de Carlos II finalizó la casa de Austria.
Crisis Demográfica y Económica en el Siglo XVII
El siglo XVII comienza con una crisis demográfica que afectó más al interior que a la periferia. Sus causas fueron las epidemias de peste, la debilidad económica por la crisis agraria y comercial, las guerras y la expulsión de grupos sociales. La economía era agraria y decayó debido al descenso demográfico, los bajos rendimientos y las técnicas rudimentarias, el mal clima y malas cosechas (inflación de precios de cereal, aumento de presión fiscal y de hambre). La ganadería, con la Mesta y la oveja Merina, perdió cabezas por las guerras en países importadores de lana. Se resintieron los sectores metalúrgico, textil y naval y el comercio interior fue limitado por el escaso consumo interno. No hubo un mercado nacional, había aduanas interiores, que encarecían los productos. El comercio internacional, naval en su mayor parte, languideció por guerras, piratería y consumo/producción en colonias. La manipulación monetaria devaluó la moneda. La economía siguió siendo deficitaria en España, usándose la plata americana. Se siguió estancado, a pesar de las propuestas de la corte mercantilista. La sociedad siguió siendo estamental: la nobleza aumentó sus señoríos y presionó a los campesinos, y aumentó debido a la venta de títulos a burgueses, para beneficiarse y sin cumplir sus obligaciones. Aumentó el clero (hijos segundones y pueblo que quería salir de la penuria) y su riqueza se mantuvo. La Iglesia, que tenía diversos ingresos, aportó una labor social importante. El campesinado era heterogéneo, los pobres afectados por la crisis (mayoría) delinquían. Destacaban los pequeños propietarios, arrendatarios, colonos y jornaleros. En la urbe, creció la población y la mediana y alta burguesía se dedicaba al comercio o profesiones liberales.
Acceso a la Cultura y el Siglo de Oro
En medio de una población de mayoría analfabeta, inmersa en una cultura tradicional popular y oral, el acceso a la cultura seguía siendo restringido (burgueses y nobleza). Durante el siglo XVII aumentó el número de colegios (dominicos y jesuitas) en España y América. La iglesia tuvo el control absoluto sobre ellos, las carreteras y antiguos colegios mayores. En este contexto, España se bloquea cultural y científicamente. La enseñanza se basaba en lo admitido por la Iglesia (índice de libros prohibidos), y las universidades eran base de las carreras administrativa y eclesial. En literatura, sin embargo, se sintió una mejora considerable, de ahí que se llame “Siglo de Oro”. En 1605 se publica “El Quijote” (Cervantes) y la poesía de Góngora ya estaba en apogeo y surgirán poco después Lope de Vega, Quevedo o Tirso de Molina, así como Calderón de la Barca.
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