06 Nov

Funcionalismo – Malinowski

Frente a las teorías simbolistas, que ven en el mito una forma de pensar y explicar el mundo a través de un lenguaje simbólico, el funcionalismo no trata de buscar la posible significación anímica o intelectual de los relatos tradicionales que conforman el corpus mitológico de una sociedad, sino que hace especial hincapié en la función social que esa mitología desempeña en la vida comunitaria.

El principal representante de esta corriente interpretativa es Bronislaw Malinowski (1884-1942), antropólogo inglés de origen polaco (natural de Cracovia) y catedrático de antropología en la Universidad de Yale desde 1938, así como pionero destacado de la antropología de campo, a quien se le considera como el fundador de la escuela funcional de antropología social. Para Malinowski, los mitos poseen una función social, y solo son inteligibles a través de ésta. De esta posición de partida puede colegirse la importancia concedida por los funcionalistas al estudio del mito «en vivo», en tanto que tal función social de los mitos solo puede ser apercibida desde un contacto estrecho y directo con los miembros de la sociedad a estudiar. Desde la perspectiva funcionalista, el mito deja de interpretarse como una suerte de «verdad metafísica» o una «explicación abstracta», para pasar a ser considerado como un credo que codifica el sentir y actuar sociales, siendo su función la de reforzar la cohesión social y la unidad funcional del grupo, presentando y transmitiendo, de forma amena, agradable y, sobre todo, fácil de recordar y de transmitir de generación en generación, el orden tradicional de las instituciones y las conductas. Los mitos cubren, pues, importantes facetas de la vida humana, tanto en el plano social (satisfacen la necesidad general de regularidad, de estabilidad y de perennidad de las formas de existencia que caracterizan la sociabilidad humana), como en el plano personal (permiten a los miembros del grupo adecuar sus reacciones unos a otros, al aceptar todos determinadas normas y reglas comunes).

En lenguaje coloquial, Malinowski no se cansaba de subrayar que sus investigaciones provenían de trabajos de campo que implicaban una vida en común con los nativos, al tiempo que desautorizaba a aquellos eruditos que limitaban el estudio de los mitos al mero examen de «textos muertos» e ironizaba abiertamente acerca de los antropólogos que redactaban sus informes.

La principal crítica que se le hace al planteamiento de Malinowski es que, si bien la metodología del trabajo de campo es adecuada para el estudio de los mitos «en vivo», como preconiza, de ello se desprende que no podemos estudiar óptimamente aquellos mitos pertenecientes a culturas desaparecidas, de los que únicamente poseemos textos, junto a escasas referencias arqueológicas. Dicho toscamente, la asunción malinowskiana de que el estudio en vivo de los mitos es el único capaz de dar cuenta de las funciones sociales de éstos en las sociedades que los crean y periódicamente reviven, no hace sino «quitar el pan de la boca» a numerosos especialistas, por no decir que desacredita o desconsidera los numerosos trabajos existentes sobre la cultura griega antigua. Además, es achacable al planteamiento malinowskiano un evolucionismo explícito, junto a la aún más grave objeción de que generaliza a partir de un solo caso, unido a que su enfoque no permite un estudio diacrónico de los mitos (los cuales son tratados solo sincrónicamente, esto es, en un momento dado del tiempo y omitiendo el desarrollo histórico que ha conducido al estado de cosas actual).

Evolucionismo Cultural – Lewis Henry Morgan (Edward Burnet Tylor)

Filósofos y científicos provenientes de diferentes disciplinas discutían problemas tales como la unidad del origen del hombre, el significado de la cultura, la universalidad de la familia monógama o la distinción entre civilización y barbarie. En este contexto, se trataba de demostrar la superioridad del hombre blanco y europeo respecto de las otras razas o grupos étnicos.

Así como Morgan significó un hito en el intento de fijar una racionalidad en el desarrollo de la humanidad desde la condición primitiva hasta la actual civilización, Tylor representa la más aguda elaboración y discusión del concepto de cultura entendido en su sentido moderno.

Lewis Morgan, en la que es quizá su obra más importante, «La sociedad antigua», sostiene que las investigaciones acerca de la condición primitiva de la raza humana demuestran que el hombre avanzó del salvajismo a la civilización mediante acumulaciones de la ciencia experimental.

Morgan entiende que toda forma de gobierno encuadra en dos planes generales:

  1. El primero, en el orden cronológico, se funda sobre personas y sobre relaciones puramente personales, y se puede distinguir como una sociedad (societas). La gens es la unidad de esta organización, dando, como sucesivas etapas de integración, en el período arcaico, la gens, la fratria, la tribu y la confederación de tribus, la que constituiría un pueblo o nación (populus). Posteriormente, una coalición de tribus, ya como nación, reemplazó a la confederación de tribus que ocupaban áreas independientes. Tal fue la organización universal de la sociedad antigua a través de largos siglos.
  2. El segundo se basa en el territorio y la propiedad y puede ser considerado como un estado (civitas). La sociedad política va a estar organizada sobre demarcadas áreas territoriales, y se va a ocupar, tanto de la propiedad como de las personas. Las etapas sucesivas de integración son la villa o barrio; el departamento o provincia, que es la reunión de villas o barrios; y el dominio o territorio nacional, que es la reunión o incorporación de departamentos o provincias, el pueblo de cada uno de los cuales está organizado en un cuerpo político.

Así, Morgan ejemplifica la perdurabilidad de las instituciones a través del tiempo, desestimando la tesis de la degradación del género humano para explicar la existencia de salvajes y bárbaros. Sostiene que la experiencia del género humano ha corrido por cauces casi uniformes; que ante condiciones similares las necesidades humanas han sido las mismas; y que las evoluciones en el campo mental siguen el mismo derrotero en virtud de la identidad específica del cerebro en todas las razas humanas.

Ante las clasificaciones introducidas por arqueólogos daneses, con términos como «Edad de Piedra», de «Bronce» y de «Hierro», introduce otra clasificación que abarca diferentes culturas y representa un modo particular de vida.

Morgan divide el período del salvajismo y la barbarie en los siguientes estadios:

Salvaje:

  • Inferior: Comienza con la infancia del hombre y termina con la adquisición de una subsistencia a base de pescado y el conocimiento del fuego. Comienza la palabra articulada.
  • Medio: Adquirida su subsistencia basándose en pescado y conocido el fuego, termina con la invención del arco y de la flecha. Mientras perduraba esa condición, el hombre se diseminó desde su morada originaria, por sobre la mayor parte de la superficie de la tierra.
  • Superior: Terminó con la invención del arte de la alfarería. Este estadio clausura el período del salvajismo.

Bárbaro:

  • Inferior: El arte de la alfarería puede elegirse para fijar una línea de demarcación, arbitraria entre el salvajismo y la barbarie. Al tratar de fijar su término y el comienzo del estadio medio, Morgan distingue entre Hemisferio Occidental y Oriental.
  • Medio: Comienza en el hemisferio oriental con la domesticación de animales, y, en el occidental, con el cultivo a base de riego, y con el uso del adobe y de la piedra en la arquitectura. Su término puede fijarse en la invención del procedimiento de fundir el hierro mineral. Coloca en este estadio a los indios pueblos de Nuevo Méjico, Centro América y Perú.
  • Superior: Comenzó con el trabajo del hierro y terminó con la invención de un alfabeto fonético y el uso de la escritura en la composición literaria. Coloca aquí a las tribus griegas de la edad de Homero, a las tribus italianas, antes de la fundación de Roma, y a las germánicas.

Civilización:

  • Se divide en antiguo y moderno. Puede ser admitida, como equivalente, la escritura jeroglífica en piedra.

Con respecto a una clasificación de la evolución homínida, Edward Tylor, en su obra “Investigaciones sobre la historia primitiva de la humanidad y sobre el desarrollo de la civilización”(1865), expone que “…la vida humana puede clasificarse toscamente en tres grandes estados, salvaje, bárbaro y civilizado, que pueden definirse como tipos.

El estado inferior es aquel en el que el hombre se alimenta solo de plantas y animales silvestres, no cultiva la tierra ni cría animales domésticos. Los salvajes debieron habitar en las selvas tropicales, con los elementos necesarios para su subsistencia a su alrededor; mientras que en las regiones más pobres y más frías, tendrían que llevar una vida errante buscando alimento. No pueden extraer metales del mineral, permaneciendo por lo tanto en la Edad de Piedra.

Así como para Morgan, la invención del arte de la alfarería marca el paso del salvajismo a la barbarie; para Tylor los hombres se elevan al estado siguiente, cuando empiezan a cultivar los campos. Se establece así la vida regular y estable de los pueblos y ciudades, con beneficios para las artes, conocimientos y gobierno. En su mayor parte, las naciones se han elevado a la edad de los metales.

Neoevolucionismo (años 40 en EEUU) – Leslie White, M. Shallins

Leslie White se inicia en la antropología formándose en el particularismo histórico de Boas que era de especial influencia en su momento. A raíz de no poder exponer y fundamentar a sus alumnas las teorías de Boas centra sus estudios en los evolucionistas y especialmente en la obra de Lewis Morgan. Es White, quien superando la presión de las teorías Boasnianas, propone una teoría de la evolución cultural, siendo su fundamento la utilización de la energía por parte de las culturas a través de la evolución de la tecnología, lo cual supone que las culturas para desarrollarse más aprovechen mejor la energía de la naturaleza o desarrollen una tecnología más eficiente. “La cultura se desarrolla según aumenta la cantidad de energía aprovechada per cápita por año, o según aumenta la eficacia de los medios instrumentales que ponen la energía en funcionamiento”.

Distingue tres categorías al tratar la cultura como un todo:

  1. Un sistema tecnológico, en el cual se desarrollan los instrumentos y usos que articula el hombre con su hábitat.
  2. Un sistema sociológico formado por relaciones interpersonales expresados en modelos de comportamiento individuales y grupales.
  3. El sistema ideológico constituido por ideas, conocimientos, creencias expresados en lenguaje articulado u otra forma simbólica.

Así, estos tres sistemas están interrelacionados e interactúan mutuamente, pero White destaca que los sistemas tecnológicos tienen una especial influencia sobre el sistema sociológico e ideológico, los cuales son secundarios o subsidiarios a este. Por lo que presenta la cultura como un proceso termodinámico y mecánico en el que la energía es movida por medios tecnológicos.

Difusionismo – Pitr Rivers

Surge como reacción del evolucionismo.

Según sus partidarios, la fuente principal de diferencias y similitudes culturales no es la inventiva de la mente humana, sino la tendencia de los humanos a imitarse entre sí. Los difusionistas consideran las culturas como un mosaico de elementos derivados de una serie de préstamos entre pueblos cercanos y distantes.

A principios de este siglo la difusión era considerada por muchos antropólogos como la explicación más importante de las diferencias y semejanzas culturales. Los persistentes efectos de este punto de vista se pueden apreciar en intentos de explicar las semejanzas entre grandes civilizaciones como consecuencia de derivar unas de otras. Y esto conduce al progreso.

Particularismo Histórico – Franz Boas

Es considerado una de las principales corrientes en la antropología estadounidense.

Rechazó el modelo evolucionista de la cultura que había dominado hasta su aparición. Arguía que cada sociedad es una representación colectiva de su pasado histórico único. Boas rechazó la idea de que todas las sociedades siguen el mismo camino y han alcanzado su estadio propio de desarrollo del mismo modo que han podido hacerlo las demás. En su lugar, el particularismo histórico mostró que las diferentes sociedades pueden alcanzar el mismo grado de desarrollo por vías diversas y que ésta se transmite de generación en generación.

Evolucionismo – Freud

Cuando Freud desplazó su atención del análisis de la psique individual a los fenómenos psicoculturales, lo hizo para identificar los procesos causales en la evolución cultural. Este fue su objetivo expreso en Tótem y tabú, su primera incursión de importancia en el dominio de la cultura. Esta obra podría considerarse representativa de lo que los boasianos consideraban como la peor forma de la especulación evolucionista. En la desmesura de su propósito, la endeblez de sus pruebas y la generalidad de sus conclusiones superaba con creces todo lo que Morgan hubiera podido concebir. El planteamiento de Freud es el siguiente: el hombre comenzó su carrera cultural bajo la forma de una organización social en la que un único patriarca detentaba privilegios sexuales exclusivos sobre todas sus hermanas y sus hijas. En algún momento no especificado, sus hijos sexualmente reprimidos planearon el asesinato de su padre, lo mataron y se lo comieron. Más inmediatamente a continuación les abrumó la conciencia de su culpa y en consecuencia reprimieron su deseo de mantener relaciones sexuales con sus madres, sus hermanas y sus hijas. Al mismo tiempo, y como expiación del acto criminal y de su orgía caníbal, crearon el mito del tótem, el animal símbolo de su padre, que desde ese momento pasó a ser un alimento tabú, prohibido salvo en ocasiones rituales. De esa manera, aquel parricidio primordial, las huellas de cuyo recuerdo laten en el “inconsciente racial”, dio origen al complejo de Edipo, al tabú del incesto en la familia nuclear, a la exogamia de grupo, al totemismo y a muchos otros rasgos de la civilización primitiva.

Con este anacrónico armazón trató Freud de enfrentarse con el problema de la diversidad de las culturas. Comparó la personalidad del salvaje con la personalidad infantil. Todos los individuos modernos recapitulan en cierto sentido la evolución de la cultura, pasando a través de los varios estadios de progreso hasta la madurez; y algunas culturas, como algunos individuos, se detienen en su desarrollo en algún punto antes de la “civilización” (madurez).

Como puede verse, estas teorías de poco iban a servir a los freudianos ortodoxos para enfrentarse con la gran variedad de estructuras de la personalidad culturalmente determinadas que los datos recogidos por Malinowski, Mead, Benedict y otros etnógrafos de orientación psicológica parecían demostrar.

Antropología Simbólica – Clifford Geertz

Clifford Geertz, nacido en Estados Unidos en 1926, se licenció en filosofía y antropología. Fue nombrado profesor en los años 90 del pasado siglo. Su trabajo de ‘antropología simbólica’ se ha desarrollado en diversos escenarios, tales como Java, Bali, Sumatra y Marruecos. Por el alcance renovador de su obra en el campo de la antropología y su proyección sobre otras disciplinas científicas está considerado como uno de los teóricos contemporáneos más influyentes de los Estados Unidos.

Geertz realizó importantes aportaciones fundamentales al pensamiento antropológico. No creó escuela, ni aportó términos clave o uniones directas con otras tradiciones antropológicas, no proporcionó métodos etnográficos o teorías, por ello es más difícil resumir que otros autores. En su libro La Interpretación de las culturas, intenta esclarecer conceptos y describir culturas entendiendo la cultura en su término propio, con sus matices, complejidades y sutilezas. Sugiere que se entienda la cultura como la Arqueología: capa a capa, hasta que al investigador le aparece una imagen mental de esta.

Geertz rechaza que la cultura pueda entenderse mejor a través de una teoría, defiende que el mejor enfoque consiste en enfrentarse a problemas específicos. Cree, con Max Weber y Durkheim, en el concepto de que un ser humano está suspendido en una tela de araña de significados que él mismo ha creado. El propósito de Geertz consiste en buscar al significado una explicación literaria utilizando para cumplir el objetivo de buscar un significado con la herramienta de la INTERPRETACIÓN, y no las leyes de ciencia experimental.

El proceso que utiliza es el que llama descripción densa (noción que pertenece a Gilbert Ryle). La descripción implica el hecho de que cualquier aspecto del comportamiento humano tiene más de un significado y la conducta es el movimiento con más capas significativas. Desde el punto de vista de Geertz, el comportamiento humano tiene variedad de niveles de significados, encontrar y describir estas intenciones es el papel del etnógrafo que utiliza como arma el concepto de cultura.

La disciplina de la antropología se basa en el concepto de CULTURA esencialmente teórico y asegurar la importancia vigente basada en el modelo. Las teorías no lo explican todo, ni siquiera lo humano, pero sí explican algo y esa pequeña porción es suficiente como para profundizar y rechazar algunos conocimientos que estaban basados en semiciencias y que en su momento fueron célebres.

Los estudios de la etnografía, mediante análisis antropológicos como base del conocimiento, tratan con establecer relación, seleccionar a informantes, transcribir textos, recoger genealogías, trazar mapas de campos, escribir diarios y otros. Mas no son estas técnicas las que definen esta empresa, la define “el esfuerzo intelectual”, descripción del concepto tomado de Gilbert Ryle sobre “descripción densa”, este autor, en sus trabajos, está haciendo Le Penseur (El pensador): “Pensando y reflexionando” con “el pensamiento de los pensamientos”. Pone el ejemplo de niños que se hacen guiños de señal como medio de comunicación y su interpretación.

Para Ward Goodenough “La cultura está en las mentes y corazones de los hombres”, “la cultura de una sociedad está compuesta de estructuras psicológicas con la que los individuos guían su conducta”, consiste en lo que tenemos que saber para saber, creer y operar de forma aceptable por sus miembros.

Lograr hacernos entender es la base de la investigación etnográfica como una experiencia personal, intentando formular la base que cada uno se imagina. Los sistemas colaboradores de los signos, analizables son los símbolos culturales, algo que puede ser inteligible y densamente descrito. Nada hay tan necesario en la interpretación antropológica como una comprensión exacta del significado de los símbolos. Los antropólogos deben tener la habilidad de captar los hechos y lograr una descripción densa sabiendo diferenciar los símbolos mediante profunda interpretación.

La forma más efectiva del tratamiento de la cultura es bajo proyección de su sistema simbólico, aislando la relación de elementos y caracterizando todo el sistema de alguna forma con el citado simbolismo y su interpretación. El antropólogo interpreta reconstruyendo lo que ocurre separando por épocas, lugares, informaciones hasta dejarlo vacío de contenido para obtener una buena interpretación hasta el centro de la misma.

El etnógrafo inscribe el discurso social, “lo escribe”, más el discurso social no es puro, accedemos solo a la parte que los actores nos dejan saber, lo cual plantea el análisis antropológico como la manipulación de los hechos estudiados por los cristales del microscopio en busca del significado que purifiquen la complejidad en que sitúan, atribuyendo su existencia a propiedades universales de la mente humana. El análisis cultural debe imaginar significados y al asesorar las suposiciones, tratar las mejores conclusiones explicativas.

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