13 Feb

El Teatro Español de la Primera Mitad del Siglo XX

El teatro español de la primera mitad del siglo XX se vio encauzado por los condicionamientos sociales y los gustos del público burgués, que eran de escasa exigencia. Los empresarios buscaron el sostenimiento del espectáculo teatral a base de hacer concesiones a lo que el público pedía. La consecuencia inmediata fue la pobreza del teatro español, un teatro inmovilista, anclado en la repetición de las mismas fórmulas, dando la espalda a las renovaciones efectuadas en el teatro europeo y mundial.

Junto a esa tendencia, convivió durante el primer tercio del siglo XX la de algunos autores inconformistas (Unamuno, Valle-Inclán, Rafael Alberti, García Lorca), que trataron de rebelarse contra ese teatro comercial a través de intentos renovadores y rupturistas, siguiendo modelos del teatro europeo. Así se explica que el teatro español del primer tercio de siglo se reparta, a grandes rasgos, en dos frentes:

  1. El teatro que triunfa, conformista y continuador del teatro del XIX.
  2. El teatro innovador, casi siempre condenado al fracaso o incluso a no ser representado.

1.1. El Teatro Comercial de Principios de Siglo

a) La Alta Comedia

La alta comedia hace una crítica suave de conflictos morales de la burguesía. Plantea conflictos cotidianos, aceptables por el público burgués, con una actitud crítica muy moderada. Se sitúa en ambientes de alta burguesía y su lenguaje es próximo al registro conversacional de espectadores de clase media. Su principal objetivo es entretener al público burgués que accedía al teatro. El máximo representante es Jacinto Benavente. Destaca el interés por realizar una obra de calidad, con buena construcción dramática, lujosos decorados y lenguaje cuidado. Pero su teatro resulta conservador y escapista, apenas implicado en los conflictos que plantea. Las obras se mantendrán en esta línea de la llamada «comedia de salón», con la excepción más notable de Los intereses creados.

b) El Teatro Poético o Neorromántico

Con aportaciones formales del Modernismo, escrito en verso, mezcla el drama histórico-romántico con un lenguaje modernista superficial y sensorial. Presenta una ideología tradicionalista que exalta los ideales nobiliarios y los grandes hechos del pasado. Francisco Villaespesa: Doña María de Padilla. Eduardo Marquina: Las hijas del Cid.

c) El Teatro Cómico

La comedia costumbrista y el sainete. El teatro humorístico aborda temas superficiales con una trama fácil que se resuelve favorablemente. Presenta personajes populares y castizos que resultan divertidos por su lenguaje. Los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín) llevan a escena una Andalucía tópica y sin más problemas que los sentimentales. Ligereza y diálogo intrascendente. Carlos Arniches: De una parte, los sainetes de ambiente madrileño, interesantes por un habla «castiza»; otra vertiente, de mayor nivel dramático, es lo que él llamó «tragedia grotesca», obras en las que se funden lo risible y lo conmovedor, con una observación de costumbres más profunda y una actitud crítica ante las injusticias. En un nivel inferior, el género cómico llamado «astracán»: Pedro Muñoz Seca.

1.2. El Teatro Innovador del Grupo del 98 y de la Generación del 27

1.2.a) Grupo del 98 y sus Coetáneos

Los autores del 98 no hicieron nada por conseguir el favor del público.

  • Autores noventayochistas: Unamuno cultivó el teatro como un cauce más para presentar los conflictos e ideas que le obsesionaban. Es un teatro filosófico, sin acción, con un diálogo denso y sin concesiones a las exigencias escénicas. Fedra y El otro.
  • Azorín: línea de lo irreal y lo simbólico. Su teatro da gran importancia a la palabra y al paso del tiempo.
  • Coetáneos del 98: Ramón Mª del Valle-Inclán. Su originalidad lo aleja de cualquier encasillamiento; su visión estética le aleja de este grupo. Jacinto Grau: Su teatro es «distinto», denso, culto y profundo, El señor de Pigmalión. Ramón Gómez de la Serna: obras vanguardistas con un lenguaje difícil, Los medios seres.

b) Generación del 27

Intentaron la formación de las masas.

  • Rafael Alberti: teatro vanguardista que evoluciona hacia el compromiso. El hombre deshabitado, de tipo surrealista; Noche de guerra en el Museo del Prado, teatro político.
  • Miguel Hernández: se sitúa entre la Generación del 27 y la del 36. Escribe un teatro reivindicativo y comprometido, de trama sencilla. Teatro de guerra.
  • Alejandro Casona: Sitúa sus obras, de tono intensamente lírico, en el mundo irreal de los sueños. La barca sin pescador.
  • Max Aub: «comedias de vanguardia» impropias para los teatros españoles al uso benaventiano. Su tema central es la incapacidad del hombre para comprenderse. Los trasterrados.
  • García Lorca.

1.1.3. El Teatro en los Años 40

Al finalizar la Guerra Civil, el panorama intelectual español había quedado arrasado. Esta situación determinó la ausencia de contenidos críticos y afectó profundamente al teatro, ya que se revisaban los textos y el montaje de todas las obras dramáticas. Un teatro poco interesante, amable y divertido, de tramas suaves, apropiado para el entretenimiento y condicionado por la sociedad burguesa del momento.

  • La alta comedia: Jacinto Benavente, dramaturgos como Luca de Tena, Joaquín Calvo Sotelo y, sobre todo, José María Pemán.
  • Teatro del humor renovado: Jardiel Poncela (Los ladrones somos gente honrada) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa).
  • Teatro con preocupaciones existenciales: Antonio Buero Vallejo (Historia de una escalera).

Ramón Mª del Valle-Inclán

Vida

Nacido en Pontevedra. Comenzó a estudiar Derecho, que abandonó por problemas familiares; fue soldado en México. A su regreso empezó a escribir en periódicos. Valle-Inclán añadió elementos fantásticos a su propia biografía, inventando literariamente parte de su vida. En 1895 se instaló en Madrid, donde se relacionó con algunos de los escritores del 98. Perdió un brazo. En 1929 fue encarcelado por Primo de Rivera. Nombrado en 1931 director de la Academia Española de Roma. Murió en Santiago de Compostela.

La producción de Valle es considerable y variada.

Evolución

  1. Etapa modernista: influencia directa de Rubén Darío, con un lenguaje cuidado y refinado. El yermo de las almas.
  2. Etapa de transición (También llamada etapa del ciclo mítico): El autor adopta un tono más crítico y agresivo. Ciclo de las Comedias bárbaras.
  3. La época de los esperpentos: Valle-Inclán inicia la estética del esperpento en 1920. Ese año publica cuatro obras dramáticas decisivas. La deformación «esperpéntica» está ya presente en esas obras. Tres son los esperpentos escritos en los años siguientes, recogidos después bajo el título común «Martes de carnaval».

Valle-Inclán decía en 1928 que había tres maneras de ver a los personajes: «de rodillas, en pie y levantado en el aire». El esperpento es una estética deformadora que resalta lo grotesco y supone «una superación del dolor y de la risa». A través del esperpento, Valle-Inclán hace una crítica ácida de la España de la época y sus instituciones, y muestra un mundo absurdo en el que todo está del revés.

  • Deformación caricaturesca de la realidad y de los personajes.
  • Creación de situaciones absurdas y exageradas.
  • Utilización de la ironía y la sátira.
  • Uso de un lenguaje coloquial.

Valle-Inclán destaca como un conocedor profundo del castellano y como un gran innovador teatral que anticipó técnicas cinematográficas.

Federico García Lorca

Vida

Nacido en Granada en 1898. Estudió Letras y Derecho. En 1919 se instala en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde traba relaciones con escritores consagrados. Entre 1929 y 1930, marcha a Nueva York como becario, experiencia que lo marcará profundamente. De regreso a España, funda la compañía de teatro «La Barraca», cuyo objetivo es difundir por los pueblos el teatro clásico español. Murió asesinado en Víznar (Granada) en 1936.

La personalidad de Lorca ofrece un doble rostro: de un lado, su vitalidad arrolladora; de otro, un íntimo malestar, un dolor de vivir, un sentimiento de frustración. El tema del destino trágico, la imposibilidad de realización, sería el elemento que da unidad a su producción poética y teatral.

Obra Dramática

García Lorca es el máximo exponente de la renovación teatral de principios del siglo XX en España, si bien su temprana muerte cortó una trayectoria ejemplar.

A.- Características Fundamentales de su Teatro

  1. La visión del teatro como obra social y didáctica.
  2. Un tema básico: el enfrentamiento entre el deseo y la realidad opresiva. Lorca lleva a escena amores condenados a la soledad o a la muerte, casi siempre encarnados en mujeres.
  3. La poetización constante de elementos de la vida cotidiana:
    • Fragmentos poéticos, cargados de simbolismo, que interrumpen el diálogo.
    • Alegorías.
    • Personajes genéricos.
    • Música y elementos populares.
  4. La tradición popular.

B.- Evolución del Teatro de García Lorca

Evoluciona hacia una mayor densidad dramática y una dimensión más universal. Combina el verso y la prosa; el verso se reserva para momentos de especial intensidad. Por otra parte, cada vez se interesa más por los problemas colectivos y el teatro de dimensión social.

  1. Primera etapa: En la década de los años veinte. El maleficio de la mariposa.
  2. Segunda etapa: Coincide con el influjo del Surrealismo y con su estancia en Nueva York. Escribió entonces las que él mismo consideró “comedias imposibles”. El tema que subyace sigue siendo la frustración íntima. Los sueños se revelan como la clave para entender una realidad que no siempre es posible racionalizar, pero que actúa sobre nosotros como fuerzas vitales primarias y poderosas.
  3. Tercera etapa: De 1933 a 1936 escribe sus dramas más importantes, protagonizados por mujeres, en los que lo popular cobra mayor relevancia. A esta etapa pertenece la farsa dramática Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. Y sobre todo la cima de su teatro, la Trilogía dramática de la tierra española, integrada por tres tragedias de ambiente rural: Bodas de sangre (1933), donde una novia huye con su amante el día de la boda; Yerma (1934) sobre la maternidad frustrada, y La casa de Bernarda Alba (1936), considerada su obra maestra y que no pudo ver representada en vida.

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