29 Nov
Primera parte: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
La primera parte de El Quijote goza de un éxito arrollador, lo cual sorprende dada la condición de pobreza y miseria del autor tras su muerte. A pesar de ello, la obra muestra un carácter optimista comparado con el que empezaba a surgir en la época.
Esta primera parte nace como burla o parodia de los libros de caballerías, que el autor consideraba mal escritos y perjudiciales para las mentes de quienes los leían. Al ridiculizarlos, pretendía desacreditarlos y lograr que dejaran de escribirse y leerse. Solo tres libros se salvan de sus críticas, por considerarlos bien escritos: Amadís de Gaula, Tirant lo Blanc y El palmerín de Troya. Esto se refleja en la obra con la salvación de estos tres libros de la quema de la biblioteca de Don Quijote. Ya en el título se puede ver la osadía del autor al utilizar: hidalgo (el puesto más bajo de la nobleza), don (un término casi honorífico) y el sufijo –ote (despectivo).
Don Quijote defiende los ideales caballerescos, pero tiene 50 años, es enjuto, escuálido y se disfraza de un modo anacrónico, lo que provoca risas. Tras leer muchos libros de caballerías, enloquece.
Se cree que el autor conocía un libro del siglo XV en el que el protagonista enloqueció por leer romances, y que de alguna manera se inspiró en él para crear su obra.
En esta parte, el humor se basa en que Don Quijote cree ver en la realidad lo que ha leído en los libros de caballerías, lo que siempre tiene un resultado doloroso y ridículo para el protagonista. Los acontecimientos se interrumpen con la introducción de relatos intercalados, novelas cortas pertenecientes a diferentes subgéneros que son independientes de la acción principal.
Se observa un gran contraste entre los dos protagonistas: Don Quijote, desde su locura, asume los valores de libertad, justicia y heroísmo; y Sancho, desde su cordura, representa el interés por lo material, la lealtad, el sentido común y la satisfacción de los placeres mundanos.
Segunda parte: El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha (1615)
Tras la primera edición, Cervantes continúa con la segunda parte, cambiando de intención al ver que los personajes han crecido y que ha logrado su objetivo de que se dejen de escribir libros de caballerías, aunque no de leerlos.
Después de haber prometido una segunda parte continuando las aventuras de los protagonistas en tierras aragonesas, aparece una continuación de la novela firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda un año antes de la publicación de Cervantes. Esta versión es conocida como “Quijote de Avellaneda” o “Quijote Apócrifo”.
Cervantes realiza una metaliteratura, insertando la literatura dentro de la propia literatura. Consciente del plagio, el autor incluye en la obra un encuentro de Don Quijote con un personaje de la falsa continuación.
Los personajes adquieren más riqueza en su psicología y en sus conductas, siendo esta parte más compleja que la primera. En esta parte, los personajes con los que se encuentran los protagonistas ya conocen sus aventuras anteriores y muchas veces acomodan la realidad a las locuras de los personajes.
Don Quijote ya no es tan cómico y burlesco, sino que va cayendo en un desengaño que le devolverá la cordura y, con ella, llegará la muerte. Los ideales de Don Quijote deberían ser la más alta aspiración del ser humano: dedicar la vida al servicio del bien.
Sancho sufre una transformación significativa en esta parte. Él reanima la fe y el espíritu de Don Quijote mientras este va cayendo en el desengaño. Al final de la obra, Sancho se “quijotiza” y Don Quijote se “sanchifica”.
De una parte a otra, pasamos del idealismo y positivismo propios del Renacimiento, al pesimismo y la visión de la muerte del Barroco.
Narrador
Cervantes presenta la obra como si hubiera sido inventada por un autor árabe (Cide Hamete Benengeli) y se llama a sí mismo un mero transcriptor de una traducción de un morisco. Esto le permite al narrador adquirir varios puntos de vista.
Estructura
La obra se organiza en torno a tres salidas, dos en la primera parte y una en la segunda. Todas ellas siguen una misma estructura circular: partida, aventuras, descanso y regreso a casa.
Temática
- Crítica literaria subyacente en toda la obra.
- Enfrentamiento entre la locura y la razón.
- Humor, desde la parodia y la burla o desde el ingenio.
- Lucha entre los ideales y la realidad.
- Descripción y contraste entre los valores y las conductas de los hombres.
- Descripción de la época, un cuadro costumbrista de la sociedad del siglo XVII en el que aparecen infinidad de personajes.
Estilo
Estilo: Principalmente se caracteriza por su falta de uniformidad. En la obra se recogen distintos estilos de las formas narrativas del siglo XVI (novela de caballerías, sentimental, pastoril…).
Aparentemente tiene un estilo sencillo y llano, pero se utilizan una gran cantidad de palabras precisas y variadas. Aunque Cervantes huye de la artificiosidad, son habituales figuras retóricas como ironías, juegos de palabras o antítesis.
Destaca el excelente uso de los diálogos, apoyados en el uso de apóstrofes, sonoridades y ritmos, dramatizaciones y apelaciones al público, propios de la lengua oral. Todo ello da lugar a que se pueda pensar que es una obra que se puede representar.
Es una obra de carácter polifónico en la que los personajes se caracterizan por su registro. Don Quijote varía su registro del culto (como caballero) al coloquial, y Sancho Panza se caracteriza por un lenguaje vulgar. Sus conocimientos geográficos marcan a los personajes de los distintos lugares con las características propias del lenguaje de esa zona.
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