09 Abr

Descartes: Racionalismo, Duda Metódica y el Cogito

En tiempos de Descartes, la escolástica medieval, basada en Aristóteles y la teología cristiana, estaba en crisis. El Renacimiento trajo un giro con el humanismo de Erasmo, que destacó la razón humana, y la Nueva Ciencia de Galileo, que promovió la observación y la experimentación. En política, Maquiavelo impulsó el realismo, alejándose de los ideales medievales, mientras que Montaigne, con su escepticismo, cuestionó la posibilidad de verdades absolutas. En este contexto de cambios, Descartes buscó una verdad indudable.

Frente a la incertidumbre de su época, Descartes se propuso construir un conocimiento sólido y universal. Su filosofía se enmarca en el racionalismo, corriente que defiende la razón como la fuente principal del conocimiento, por encima de los sentidos, que pueden engañarnos. Según esta visión, existen ideas innatas en nuestra mente desde el nacimiento, que no dependen de la experiencia. Descartes cree que, basándonos en la razón, podemos desarrollar una ciencia universal y necesaria, capaz de ofrecer verdades seguras en cualquier ámbito del saber.

La Duda Metódica

Para alcanzar esta certeza, Descartes propone la duda metódica, que es:

  • Universal: porque cuestiona todo.
  • Metodológica: porque es un medio para llegar a la verdad.
  • Provisional: porque se mantiene hasta hallar certeza.
  • Teórica: porque se aplica al conocimiento.

Su duda pasa por varias etapas: desconfía de los sentidos, del razonamiento deductivo, de la diferencia entre sueño y vigilia y plantea la posibilidad de un genio maligno que nos engaña. Para salir de esta incertidumbre, establece cuatro reglas:

  1. Aceptar solo lo claro y distinto (evidencia).
  2. Dividir los problemas en partes (análisis).
  3. Ir de lo simple a lo complejo (síntesis).
  4. Revisar el proceso para no olvidar nada (enumeración).

El Cogito: «Pienso, Luego Existo»

A través de este método, Descartes llega a su primera certeza absoluta: el cogito. Si duda, significa que está pensando, y si piensa, entonces existe. «Pienso, luego existo» se convierte en la base firme de su filosofía. Esta verdad se impone de manera clara y distinta, es decir, se percibe sin confusión y con total certeza. Para Descartes, la certeza es la convicción absoluta de que algo es verdadero, y lo verdadero es aquello que se presenta de forma evidente, sin necesidad de demostración. Así, establece que toda verdad debe ser clara y distinta para ser aceptada.

Sin embargo, el cogito solo prueba la existencia del yo pensante, no la del mundo exterior. Para justificarlo, Descartes recurre a Dios y distingue tres tipos de ideas: las innatas (como la idea de Dios, que nace con nosotros), las adventicias (provenientes del exterior, como un árbol) y las facticias (creadas por la imaginación, como un unicornio). Para demostrar la existencia de Dios, usa tres argumentos: el de la perfección (la idea de un ser perfecto solo puede venir de Dios), el de la causalidad (nuestra existencia debe tener una causa perfecta) y el ontológico (si Dios es perfecto, debe existir, pues la existencia es una perfección). Al demostrar la existencia de Dios y su bondad, podemos confiar en el conocimiento claro y distinto.

Finalmente, Descartes distingue tres sustancias: la res infinita (Dios, que existe por sí mismo), la res cogitans (el alma, cuyo atributo es el pensamiento) y la res extensa (la materia, caracterizada por la extensión). Pero esto plantea el problema de cómo interactúan el alma y el cuerpo, siendo tan distintos. Descartes propone que la glándula pineal en el cerebro actúa como punto de unión, aunque su explicación deja dudas que otros filósofos discutirán.

El Dualismo Cartesiano

Descartes, uno de los filósofos más influyentes, planteó que la mente y el cuerpo son dos entidades separadas. Según él, la mente es inmaterial y responsable del pensamiento y las emociones, mientras que el cuerpo es físico y sigue las leyes de la naturaleza. Este concepto, conocido como dualismo cartesiano, marcó un punto clave en la filosofía de la mente. En mi opinión, aunque esta teoría representó un gran avance, no explica del todo la conexión entre la mente y el cuerpo.

Para Descartes, ambos interactúan a través de la glándula pineal, una pequeña estructura en el cerebro. Sin embargo, esta idea fue cuestionada, ya que no aclara cómo algo inmaterial, como la mente, puede influir en lo físico, como el cuerpo. Por otro lado, filósofos materialistas como Gilbert Ryle sostienen que la mente es solo una función del cerebro, negando cualquier separación. La neurociencia moderna ha demostrado que pensamientos y emociones están ligados a procesos físicos, pero también reconoce que la experiencia subjetiva no se reduce únicamente a la actividad neuronal.

Aunque las investigaciones actuales descartan una separación total entre mente y cuerpo, considero que Descartes acertó al resaltar la importancia de la mente como algo único. Su filosofía nos llevó a reflexionar sobre lo que significa pensar y sentir, dejando un legado que sigue inspirando debates sobre la naturaleza de la mente humana.

En conclusión, Descartes nos dejó una idea fundamental: la mente no es lo mismo que el cuerpo. Aunque su dualismo ya no se acepta literalmente, ayudó a sentar las bases para comprender la relación entre lo físico y lo mental. Hoy sabemos que mente y cuerpo están profundamente conectados, pero también que la experiencia subjetiva es única y especial. Su trabajo nos recuerda la complejidad de la mente humana y nos motiva a seguir buscando respuestas.

Diferencias entre Descartes y Hume

René Descartes y David Hume tuvieron formas muy distintas de entender el conocimiento, la realidad y la naturaleza humana. Descartes defendía el racionalismo, confiando en la razón, mientras que Hume apostaba por el empirismo, basándose en la experiencia.

En cuanto al conocimiento, Descartes creía en las ideas innatas y en la razón como la única fuente confiable. Utilizaba la duda metódica hasta encontrar una verdad indudable: «Pienso, luego existo». Hume, en cambio, afirmaba que todo conocimiento proviene de la experiencia y que nuestras ideas son solo copias de nuestras impresiones sensoriales.

Sobre la realidad y la certeza, Descartes pensaba que la razón podía demostrar la existencia del mundo y que Dios garantizaba su verdad. Hume era más escéptico, sosteniendo que no tenemos certezas absolutas, solo hábitos y costumbres que nos hacen creer en ciertas cosas.

Respecto a la causalidad, Descartes la veía como un principio lógico y necesario. Hume, en cambio, argumentaba que la causalidad no es más que una asociación habitual en nuestra mente, sin prueba de una conexión real entre causa y efecto.

Sobre el ser humano, Descartes defendía el dualismo, separando la mente y el cuerpo como dos sustancias distintas. Hume rechazaba la idea de un «yo» permanente y decía que solo somos una colección de percepciones en constante cambio.

Por último, Descartes afirmaba la existencia de Dios como garantía de la verdad, mientras que Hume era escéptico y consideraba que la idea de Dios era producto de la imaginación humana.

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